Dice el Martirologio:
Memoria de San Ignacio, obispo y mártir, discípulo del apóstol San Juan y segundo sucesor de San Pedro en la sede de Antioquía, que en tiempo del emperador Trajano fue condenado al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo, y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo.
En este elogio, pese a su brevedad, está condensada la grandeza de la vida y la obra de San Ignacio de Antioquía.
En el templo mencionado, San Ignacio de Antioquía (der.) está representado junto a San Nicolás de Mira.
Antífona de entrada Cf. Gal 2, 19-20
Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Oración Colecta
Dios todopoderoso y eterno,
que honras a tu Iglesia
con el testimonio de los santos mártires,
haz que el martirio de San Ignacio de Antioquia,
que hoy celebramos,
así como fue para él causa de eterna gloria,
sea para nosotros motivo de constante protección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.


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