En mayo se cumplieron 75 años de la canonización de Antonio María Claret. Por eso, en esta ocasión, la celebración de su Memoria litúrgica en nuestro blog asume características especiales.
Con fotos propias tomadas en dos distintas visitas (2017 y 2024) a la iglesia dedicada al Corazón de María en el barrio de Constitución, y siguiendo la explicación proporcionada por una publicación parroquial ¹, recorreremos los grandes vitrales del hermoso templo neogótico, que narran plásticamente distintos episodios de la vida de nuestro santo de hoy.
«Desde los días de su inauguración, en 1923, el templo contó con los 9 vitrales (de nueve por tres metros cada uno), que se brindan a quien llega como un abrazo luminoso desde la altura de las galerías, y con el rosetón del Corazón de María que campea por sobre el órgano y bajo el esbelto arco del ingreso. Se trata de un conjunto que vuelca sobre el interior del templo su apacible e inspiradora luz polícroma.
La totalidad de estas vidrieras es obra de la Casa Mayer, de Munich, Alemania. Y, por otra parte, es el perenne testimonio de la devoción de muchas personas que, con sus donaciones, enriquecieron también de esta manera la vida de fe de la comunidad.
Conforme a la antigua tradición litúrgica de los vitrales, también éstos proponen una cierta "catequesis" a quien los contempla, si se tiene en cuenta la secuencia de los mismos a comenzar por la izquierda desde el ingreso. Concretamente, su desarrollo muestra dos figuras protagónicas de una experiencia ejemplar de fe y de servicio apostólico. Se trata por un lado de San Antonio M. Claret, Fundador de los Misioneros que sirven en este templo y en esta parroquia, otro, de la Virgen María, representada casi siempre con su Corazón sobre el pecho: ella ha acompañado en todo momento el itinerario espiritual y evangelizador de Claret».
«Estos nueve vitrales proponen escenas -que en realidad son momentos de fuerte vivencia espiritual- de San Antonio M. Claret, en los que se destaca esta particular intervención de María. Se puede decir que constituyen una interpretación del camino vocacional de este santo del siglo XIX, cuya acción misionera se extendió sobre todo a España y por algunos años a Cuba, donde fue obispo.
Los dos primeros vitrales se refieren a sendas experiencias espirituales de su juventud, que fueron decisivas en su vocación misionera. Los tres siguientes grafican tres experiencias místicas que lo han llevado a aquella plenitudespiritual que daría origen a su desbordante entrega a la misión apostólica. Los cuatro últimos seleccionan algunas de las claves de sus múltiples iniciativas apostólicas, poniendo el acento en su perfil mariano».
1) Librado de las olas del mar
«Claret lo relata en su Autobiografía: a sus veinte años, siendo obrero textil, mientras en el verano de 1828 se refresca en la playa, cerca de Barcelona, es arrebatado y llevado mar adentro por las olas repentinamente embravecidas. No sabiendo nadar, se encomienda a la protección de María y sin más se encuentra a salvo en la orilla. Muchos años después escribirá en sus apuntes que había sido salvado de aquel peligro y de otros para dedicar enteramente su vida a la gloria de Dios y a la salvación del prójimo».
2) La tentación juvenil
«A sus 23 años Claret es alumno del seminario de Vic. En el rigor del invierno de 1831 debe guardar cama por un proceso gripal y es asaltado por persistentes pensamientos desordenados. Como siempre, se encomienda a María que, en un determinado momento, se le muestra rodeada de santos, entre los que Claret identifica a San Esteban, patrono de su pueblo. La Virgen lleva una corona de rosas en sus manos y dice al joven estudiante: "Antonio, esta corona será tuya si vences". Acto seguido, la Virgen coloca esta corona sobre su cabeza y la paz vuelve al corazón de Antonio.
Tres años después, al recibir la ordenación diaconal y escuchar en la liturgia unas palabras de la Carta de San Pablo a los Efesios, Claret recordará aquella gracia y entenderá que con ella se le hacía tomar conciencia de que su lucha y su victoria no habían de ser con personas sino contra el príncipe de las tinieblas, contra las fuerzas del mal que actúan en el mundo».
3) Rodeado de resplandores
«Nos trasladamos a la edad madura de Claret. Muchos testigos, en diversas circunstancias, le vieron rodeado de resplandores mientras oraba o celebraba la Eucaristía. Entre otros, la Reina Isabel II que le tenía como confesor y que aparece en este vitral. Claret mismo, siguiendo enseñanzas de San Juan de la Cruz, hablará de fenómenos de esta índole como expresivos de la transparencia que la luz de Cristo da a la vida del discípulo que vive en la disposición permanente de estar con El y de imitarle».
4) Recibe de María al Niño Jesús
«Narra el sacerdote D. Carmelo Sala, su capellán, que Claret le confió haber recibido al Niño Jesús de las manos de María en la Nochebuena de 1864, después de haber celebrado la Eucaristía en la iglesia de Desamparados, en Madrid. Una gracia mística que puede entenderse en relación con el vínculo de amor y el compromiso que Claret expresa al decir de sí mismo en cuanto misionero que "no piensa sino cómo seguirá más de cerca a Jesucristo y le imitará en orar, en trabajar, en sufrir y en procurar siempre la mayor gloria de Dios y el bien de las almas"».
5) La comunión permanente del misionero
«Desde niño, Claret había cultivado una tierna e ingenua amistad con Jesús en el sacramento de la Eucaristía. Quedaría como un sello permanente de su camino personal y de su mensaje espiritual. Muchos años después, en su Autobiografía y en otros escritos, dejaría constancia de que el 26 de agosto de 1861, mientras oraba ante el Santo Cristo del Perdón, en la iglesia del Rosario de la Granja, el Señor le concedió la gracia de vivir, a través de la Eucaristía, en comunión permanente con El. Y, a la vez, le hizo entender que este don no era sólo para una vivencia íntima de recogimiento y devoción sino para disponerlo a "hacer frente a todos los males" de su tiempo».
6) Apóstol del Rosario
«Desde sus años de misionero en Cataluña, Claret había comprendido que el Rosario era una excelente forma, no sólo de orar, sino también de cultivar entre la gente sencilla la fe y el conocimiento del Evangelio en tiempos en que no era fácil el acceso directo a la Biblia que, por otra parte, el mismo Claret promovía con fervor. La Virgen le diría más adelante que debía ser el Santo Domingo de estos tiempos en la propagación del Rosario. Por eso pondría mucho empeño en distribuir rosarios y en instruir al pueblo en el modo de rezarlo y lo haría tanto con su predicación como con la publicación de varios opúsculos y escritos populares».
7) El escapulario de María
«Otro modo empleado por Claret para llevar su mensaje de fe y esperanza a la gente sencilla fue la distribución de estampas, medallas y escapularios, sobre todo de la Virgen María. Difundió ampliamente su opúsculo sobre "El escapulario azul celeste" que llevaba a los fieles no sólo a ponerse bajo la protección de María sino también a comprometerse en la lucha contra el indiferentismo y en la reforma de las costumbres. La acción misionera de Claret buscaba en todo momento que cada cristiano llegara a ser en su propio ambiente un apóstol y un testigo de la misericordia de Dios y del amor materno de María».
8) La Congregación de misioneros
«Es sin duda el más completo de los vitrales del templo, a la vez que el más próximo a los cánones clásicos de este arte. Evoca a la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María (Claretianos), fundada por Claret el 16 de julio de 1849. La consideraba "una gran obra” por la misión que había de cumplir en el anuncio de la Buena Noticia del Evangelio en todo el mundo. El vitral está presidido por la imagen de la Virgen del Carmen, en cuya fiesta se tuvo la fundación. Y aparecen las figuras de grandes santos, santas y apóstoles, que son inspiradores y patronos de la Congregación, y también algunos de los compañeros que se unieron a Claret para dar inicio a esta obra. Entendió que los misioneros habían de ser los herederos de su espíritu, que era "para todo el mundo". No falta aquí el escudo de la Congregación, en que campea el Corazón de María, presente en toda la gran empresa apostólica de Claret».
9) El gran ejército del Corazón de María
«Consciente de la magnitud de la obra misionera que le era confiada, Claret buscó siempre "hacer con otros" esta obra. Por eso, en un escrito de 1864, ideó una especie de gran ejército formado por tres categorías: misioneros, sacerdotes diocesanos que viven en comunidad y seglares. Todos ellos, reunidos en torno a un propósito de vida según el Evangelio y a un proyecto evangelizador, forman la “Archicofradía del Corazón de María", porque este corazón de madre ha de dar su impronta a la vivencia de la fraternidad entre los miembros y a la dedicación de todos al prójimo en necesidad. Este último vitral parece transmitir, con el gesto de María, una amistosa invitación a devotos para sumarse a esta obra».
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¹ Todos los párrafos entrecomillados pertenecen al folleto "El Templo de Plaza Constitución y sus tesoros de arte" (Editorial Claretiana, Bs. Aires), cuyos textos fueron escritos por el padre Gustavo Alfonso cmf y equipo editorial.

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