«En un cierto sentido, la celebración del Inmaculado Corazón de María es algo reciente, propio de la Iglesia moderna, aunque hunde sus raíces en el mismo Evangelio. Como fiesta litúrgica, fue aprobada oficialmente para toda la Iglesia latina en 1944 por Su Santidad Pío XII. Un importante impulsor de esta devoción, en el siglo XIX, fue San Antonio María Claret, como había hecho antes San Juan Eudes, en el siglo XVII. Trazos previos se pueden encontrar en diversos momentos anteriores, como en un antiguo texto griego, atribuido en algún momento a San Gregorio Taumaturgo, donde se dice al comentar un pasaje de San Lucas: “Este corazón es el vaso sagrado de todos los misterios”.
Hay varias páginas de los evangelios que nos dan pie a meditar sobre el Inmaculado Corazón de María y que, por eso mismo, guardan una honda sabiduría y suscitan importantes resonancias para nuestras vidas. Las más significativas las encontramos en los relatos de la infancia de Jesús, que recoge el evangelio de Lucas. (...)
En primer lugar, al acabar el relato del nacimiento de Jesús, se nos dice que “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19). Tras el episodio del Niño perdido y hallado en el Templo, durante la celebración de la primera Pascua de Jesús, encontramos una frase semejante: “Su madre conservaba cuidadosamente todo esto en su corazón” (Lc 2, 51). Inmediatamente, se subraya que “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52). El corazón de la Madre es capaz de acoger todo lo que acontece, de conservarlo primorosamente, de meditarlo con calma, de evitar que se pierdan los recuerdos; y, de esta manera, ella es capaz de adentrarse en el misterio de la Vida, el misterio de la Realidad, el misterio del Dios encarnado. Con razón dijo Benedicto XVI en su visita al santuario de Etzelsbach el 23 de septiembre de 2011: “Sabemos que el corazón es también el órgano de la sensibilidad más profunda para el otro, así como de la íntima compasión. En el Corazón de María encuentra cabida el amor que su divino Hijo quiere ofrecer al mundo”».
Este comentario de Fernando Chica Arellano fue publicado en la página web de la Diócesis de Jaén. La imagen, por su parte, es un mosaico en el templo parroquial porteño consagrado al Purísimo Corazón de María. Es la primera vez que visitamos ese templo en este blog, pese a que tomamos la foto en noviembre de 2017.
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