27 de abril de 2024

27 de abril: Fiesta de Santo Toribio de Mogrovejo

La Memoria de Santo Toribio de Mogrovejo está inscripta el 23 de marzo en el Martirologio Romano. Pero en la Argentina se la celebra hoy, con categoría de Fiesta, como Patrono del Episcopado Latinoamericano.

Una imagen suya se aprecia en uno de los vitrales de la Basílica de Nuestra Señora de Luján.

Completamos esta entrada con  breves fragmentos -referidos a Santo Toribio- de las palabras pronunciadas por San Juan Pablo II en el encuentro del 2 de febrero de 1985 con miembros del episcopado del Perú:

«(...) Deseo compartir con vosotros algunas reflexiones que me sugiere la figura profética, central en vuestras Iglesias, de Santo Toribio de Mogrovejo, a quien he declarado recientemente Patrono de los obispos de América Latina.

(...) La primera evangelización germinó haciendo de la fe el sustrato del alma latinoamericana en general, y peruana en particular (Cf.. Puebla, 412). Esto fue en buena parte fruto del admirable esfuerzo apostólico de Santo Toribio de Mogrovejo y de su labor en el III Concilio Limense, ayudado por otros insignes misioneros.

(...) El Santo arzobispo de Lima fue un ejemplar constructor de unidad eclesial. En su trabajo evangelizador supo asociar a presbíteros, religiosos y laicos en un admirable intento de comunión. El III Concilio Limense es el resultado de ese esfuerzo, presidido, alentado y dirigido por Santo Toribio, y que fructificó en un precioso tesoro de unidad en la fe, de normas pastorales y organizativas, a la vez que en válidas inspiraciones para la deseada integración latinoamericana.

(...) En Santo Toribio descubrimos el valeroso defensor o promotor de la dignidad de la persona. Frente a intentos de recortar la acción de la Iglesia en el anuncio de su mensaje de salvación, supo defender con valentía la libertad eclesiástica. Él fue un auténtico precursor de la liberación cristiana.

(...) Es visible en Santo Toribio un elemento de fondo, que hoy es constitutivo de la piedad popular, peruana y latinoamericana; y que con su vida y obra él ayudó a construir: la cercanía espiritual y el afecto cálido al Sucesor de Pedro, a quien el Señor quiso poner como Cabeza de la Iglesia».

26 de abril de 2024

26 de abril: Nuestra Señora del Buen Consejo

Hoy se celebra, en el Calendario Litúrgico propio de los agustinos, la Memoria de Nuestra Señora del Buen Consejo. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Consolación, en Buenos Aires, tiene un vitral dedicado a aquella advocación, del cual veremos varias fotos en esta entrada.


La información que sigue está adaptada de la publicada en Corazones.org:

Mucho antes de la venida de Cristo, el pequeño pueblo de Genazzano, a treinta millas de Roma, construyó un  templo a Venus, la diosa pagana del amor, a la que le tenían particular adhesión. Allí se le ofrecía culto y  celebraban grandes fiestas en su honor, especialmente el 25 de abril. Todos los años la gente de Genazzano gozaba de las festividades bailando y cantando.

En el siglo IV de nuestra era, cuando el cristianismo había sido públicamente reconocido en el Imperio Romano, el Papa San Marco mandó construir una iglesia en una colina sobre el pueblo, no muy lejos de las ruinas del antiguo templo pagano. La iglesia, firme y fuerte pero pequeña y sencilla, fue dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo. A sabiendas del amor que la gente de Genazzano le tenía a las fiestas y celebraciones, el Papa declaró el 25 de abril (fecha de las antiguas fiestas paganas), como día de celebración cristiana en honor de Nuestra Señora del Buen Consejo.  

A través de los siglos, Nuestra Señora fue honrada de manera especial en la pequeña iglesia de la colina, la cual se puso a cargo de los frailes de la Orden de San Agustín en 1356. Pero el paso del tiempo comenzó a afectar el anciano templo. Para el siglo XV, la iglesia se había venido desvencijando tanto que algunos temían su total colapso. Pocos, sin embargo, parecían tener interés en repararla, posiblemente porque había otras iglesias mas nuevas y mejores en el pueblo.

Una viuda, Petruccia de Geneo, que amaba a la Virgen devotamente, se sintió inspirada a reconstruir la iglesia. Deseaba que la iglesia fuera más grande y más bonita, más apropiada para la Madre de Dios. Confiando en Nuestra Señora, Petruccia contrató trabajadores y constructores, compró también los materiales y vio las paredes subir. Sus vecinos la observaron por un tiempo en silencio, luego comenzaron a burlarse de ella, especialmente cuando les pedía ayuda, que ellos no deseaban proporcionar. Pero Petruccia no dejó dominar por los obstáculos; estaba determinada a hacer todo lo que pudiese para ver la iglesia completada.  Decía que algún día "una gran Señora vendría a tomar posesión de ella". 

Un poco después, durante la fiesta del pueblo, el 25 de abril, día de San Marcos de 1467, muchas personas estaban congregadas en la plaza del mercado festejando, bailando y cantando. No se sabe por qué ya no rendían honor a Nuestra Señora del Buen Consejo en ese día, como lo habían hecho sus antepasados en siglos anteriores. A través de los siglos, su devoción por Nuestra Señora  había disminuido, pero habían conservado el amor por los festejos.

En medio de las fiestas, alguien vio una nube flotando bien bajo a través del claro cielo azul. El asombro paralizó el baile y el canto. Toda la atención fue puesta en la nube que bajaba despacio y que finalmente se detuvo en un borde angosto de las paredes sin terminar de la iglesia de Petruccia. La nube se abrió gradualmente, y en su centro apareció una bellísima pintura de Nuestra Señora con el Niño Jesús. Todas las campanas del pueblo comenzaron a sonar sin la ayuda de manos humanas.

Atraídos por el inesperado y fuerte repicar de las campanas, los habitantes de las villas aledañas se apresuraron a Genazzano para averiguar la causa. Mientras tanto, al escuchar del milagro, Petruccia, que estaba orando en casa, se apresuró en llegar  a la iglesia. Llena de alegría dijo que ella sabía que Nuestra Señora vendría a tomar posesión de su iglesia. Toda la gente se le unió en las alabanzas a Nuestra Señora.

Nadie conocía la procedencia de la pintura ni la había visto antes. Pronto comenzaron a suceder numerosas gracias y milagrosas curaciones.

En esos días, dos extranjeros procedentes de Scutari, Albania, llegaron a Genazzano buscando la milagrosa pintura de la Virgen.  Ellos contaron su testimonio. Scutari fue la última ciudad tomada por los turcos en su invasión de Albania. Cuando comprendieron que ya no podian resistir más, le pidieron consejo a la Virgen sobre qué hacer para mantener su fe católica en aquellas circunstancias.  Esa noche, ante el asombro de los dos albaneses, la imagen de la Virgen se desprendió de la pared y elevándose por los cielos comenzó a trasladarse lentamente hacia el oeste.  Así pudieron seguirla, cruzaron el mar Adriático que separa Albania de Italia, y llegaron a Genazzano. Decidieron quedarse en Genazzano para vivir cerca de su Señora, que también se había refugiado.

Cuando el Santo Padre en Roma escuchó acerca de la pintura y de sus muchos milagros, mandó a dos obispos como comisionados a examinar y estudiar los acontecimientos extraordinarios. Después de una cuidadosa investigación, el Papa y los comisionados quedaron convencidos de que la pintura era verdaderamente Nuestra Señora del Buen Consejo, que había sido venerada por siglos en el pequeño pueblo de Scutari. El espacio vacío con las dimensiones exactas donde había estado la pintura en la iglesia original fue evidente para todos. La imagen -del espesor de cáscara de huevo- había sido pintada sobre el yeso de la pared. Ninguna habilidad humana podría haber tomado con éxito la pintura de la pared sin romperla. Ninguna mano humana podría haberla traído a través del mar Adriático y colocarla en el borde angosto de la iglesia sin sujetarla.

Naturalmente, la iglesia de Petruccia fue completada. Es más: hubo tantas donaciones y fue ofrecida tanta ayuda que se convirtió en una bella basílica. La pintura fue puesta en un relicario maravilloso con un marco de oro adornado con piedras preciosas. Mas tarde dos coronas de oro enviadas por el Vaticano fueron colocadas en las cabezas de la Madre y del Niño. Los monjes agustinos son los guardianes especiales de la iglesia y de la pintura milagrosa.

La basílica ha sido afectada por los siglos. Sufrió particularmente por la Segunda Guerra Mundial, ya que para arrestar el avance de los aliados, los alemanes no dudaron en bombardear las iglesias. En Genazzano, el santuario de Nuestra Señora no se libró del daño: una bomba explotó en él con toda fuerza. El altar mayor fue completamente destruido, todas las pinturas y las estatuas en las paredes se vinieron abajo, pero la milagrosa pintura de Nuestra Señora del Buen Consejo, se mantuvo perfectamente intacta, tan bella como cuando Petruccia la vio por primera vez.


En la imagen original, Nuestra Señora tiene los ojos parcialmente bajos como si estuviera escuchando con intensidad. Su vestido verde oscuro está adornado con un borde de oro. Su manto azul oscuro cubre su cabeza y sus hombros y cubre parcialmente al Niño Jesús, quien tiene una mano alrededor del cuello de su Madre. Su mejilla toca la de ella, y su mano izquierda esta sosteniendo el cuello de su vestido. El vestido rojo del Niño está adornado con un borde de oro. La expresión en ambos, Madre e Hijo, es de una profunda atención. El Niño Jesús parece que está listo para susurrarle algo a su Madre. Es una pintura sencilla pero atractiva.

Las palabras "Madre del Buen Consejo" fueron insertadas por Pío IX en las letanías de la Virgen María.

Pese a la insistente referencia al 25 de abril en la crónica precedente, la Memoria de la Madre del Buen Consejo se celebra hoy (probablemente para evitar la superposición con la Fiesta de San Marcos).

Mater Boni Consilii: ora pro nobis.

24 de abril de 2024

24 de abril: Santa María de Santa Eufrasia Pelletier


Rosa Virginia Pelletier nació en 1796 en la isla de Noirmoutier, frente a la costa de Bretaña.  En la escuela, Rosa oyó hablar del Instituto de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, que tenía una casa en Tours, donde ella vivía entonces. La congregación había sido fundada por San Juan Eudes en 1641 para rescatar y defender a las mujeres caídas o en peligro. Rosa ingresó en el noviciado en 1814; hizo sus votos en 1817. Tomó entonces el nombre de María de Santa Eufrasia. 

Pocos años más tarde fue elegida superiora del monasterio de Tours. Organizó la obra que llamó de las "magdalenas", «jóvenes convertidas que viven como religiosas con hábito y regla propia». En 1829 se le confió la fundación de un monasterio en la ciudad de Angers;  la santa fue allí a tomar posesión de una casa de refugio que existía desde hacía varios años y se llamaba «El Buen Pastor».  «Diversas causas llevan a este monasterio a constituirse en una nueva congregación, el Instituto de Hermanas del Buen Pastor», dedicado a «la recuperación y salvaguardia de la juventud femenina». En 1835 recibió la aprobación pontificia. Hasta su muerte, «fundó 111 casas de la nueva congregación en 15 países de los cinco continentes»; en vida de la santa, las religiosas llegaron a superar las 2300 y las "magdalenas" más de 1000. "Santa Eufrasia", como la llamaba el pueblo, fue reelegida superiora varias veces. 

Murió en olor de santidad el 24 de abril de 1868.  Fue beatificada en el Año Santo extraordinario de 1933 por Pío XI y canonizada en 1940 por Pío XII.

Las primeras religiosas de la congregación fundada por María de Santa Eufrasia llegaron a Buenos Aires en 1885, procedentes de Montevideo;  buscaban aquí refugio de la restrictiva Ley de Conventos dictada por ese entonces en el Uruguay. Se instalaron en una pequeña casa alquilada, sobre la avenida Independencia, pero poco después, aplacada la situación en el país vecino, las hermanas regresaron a Montevideo.

Gracias a una de las hermanas -la Madre María de San Agustín, de origen chileno y hoy en proceso de canonización-, se logró la definitiva fundación en Buenos Aires con la llegada de cinco monjas provenientes de Santiago de Chile. Una benefactora cedió una casa de su propiedad ubicada sobre  la avenida Belgrano. En abril de 1886 las religiosas se trasladaron a su nueva sede.  Pero el inmueble pronto resultó pequeño, por lo que la Madre San Agustín logró que una nueva bienhechora donara el terreno de lo que sería el asiento definitivo de la congregación en el barrio de Caballito. La donación  fue aceptada por el Arzobispado en junio de 1888; en febrero de 1890 comenzaron las excavaciones. El convento fue construido lentamente entre 1890 y 1894 con donaciones, subvenciones y préstamos.

Restaba  edificar una iglesia anexa al convento.  El templo debía estar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús por pedido expreso de la donante. La piedra fundamental fue colocada en una ceremonia presidida por el Arzobispo Aneiros el 24 de abril de 1894.  Diez años después, pudieron comenzarse los trabajos para erigirla;  fue consagrada por el Arzobispo Espinosa el 3 de diciembre de 1907.

Diversos cambios se produjeron a lo largo del siglo en la casa y en la benemérita comunidad de religiosas. 

En 1996 el templo fue erigido en sede de la parroquia que se denominó "Sagrado Corazón de Jesús Buen Pastor". 

En ese bello templo neorrománico tomamos en junio del año pasado las fotos de esta entrada. 

Cerramos esta nota sobre la santa de hoy con el elogio que le hace el Martirologio Romano [«En Anjou, en Francia, Santa María de Santa Eufrasia (Rosa Virginia) Pelletier, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas del Buen Pastor, para acoger piadosamente a las mujeres de vida ligera, llamadas Magdalenas (1868)]»,  y con la frase que se lee en el libro que sostiene la imagen: «Un alma vale más que un mundo».

23 de abril de 2024

23 de abril: San Jorge

 Compartimos hoy un par de fotos tomadas en el año 2013 (¡hace once años!) en la iglesia porteña Santa Felicitas.



Corresponde a un vitral que representa a San Jorge con sus atributos habituales: vestimenta militar, escudo y espada, ya que normalmente se afirma que fue oficial del ejército romano. A sus pies yace un dragón.

El libro "La Biblia y los santos" afirma que «San Jorge es, en toda la Cristiandad, el patrón de los caballeros», y añade: «como personificación del ideal caballeresco, San Jorge es representado a caballo (...), con armadura, llevando un escudo y un estandarte plateado con cruz de gules». En este caso, sin embargo, el santo está representado de pie, y no vemos el campo del escudo.

El Martirologio recuerda que el glorioso martirio de San Jorge «tuvo lugar en Dióspolis o Lidda, en Palestina» y es celebrado «desde muy antiguo todas las Iglesias, desde Oriente hasta Occidente». 

21 de abril de 2024

Domingo IV de Pascua


«Yo soy el Buen Pastor»: la frase que se lee en una de las estaciones del Vía Lucis de la iglesia porteña de San Pablo corresponde al fragmento evangélico que se lee hoy en la misa (Juan     10, 11-18), del que copiamos más abajo el comienzo de la perícopa.


«Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas» (Jn 10, 11-15).

19 de abril de 2024

19 de abril: San Vernerio

El santo de hoy no figura en el Martirologio actual. Tampoco lo hemos encontrado en la versión anterior, de 1956, ni en "Año Cristiano" de 1864. 

Pero su imagen aparece en uno de los vitrales de la Basílica del Santísimo Sacramento. Por eso le dedicamos esta entrada.

Se trata de San Vernier o San Wernerio, también  llamado San Werner de Oberwesel.

En el sitio "Tus preguntas sobre los santos" encontramos esta biografía:

«Werner fue un adolescente, jornalero de unas viñas pertenecientes a unos judíos, que el Jueves Santo de 1287, fue encontrado asesinado (abierto en canal, desangrado y colgado cabeza abajo en un árbol) en un campo cerca de Bacharach, Alemania. No se halló el autor, por lo que se creyó que tendría el crimen tenía motivos ocultos y rituales, y de ahí a pensar que habían sido los judíos no hubo más que un paso. Era una época propicia a esto (...). Lamentablemente, esto se tradujo en una persecución popular contra los judíos (...) mientras que Werner fue considerado mártir y santo, puesto que habría padecido como Jesús.

(...) El rey Rodolfo I, convencido de la falsedad de la acusación, puso una multa a los asesinos de los judíos y ordenó quemar y desaparecer el cuerpo de Werner para evitar una veneración. Las reales instrucciones no fueron seguidas, y por el contrario se inició el culto a Werner como mártir. El cadáver del niño fue enterrado solemnemente en la capilla de San Cuniberto de la catedral de Bacharach (...). Asimismo se construyó una pequeña capillita conmemorativa en el sitio del hallazgo del cuerpo. 

Pronto surgió la idea de dedicarle una iglesia propia, comenzaron las peregrinaciones y se comenzó una bella iglesia gótica, que aún no terminada comenzó a abandonarse. El culto fue efímero y pronto cayó en el olvido durante casi dos siglos (...)».

En 1426, apoyado por Luis III, un sacerdote comenzó a trabajar para relanzar el culto y terminar la capilla iniciada. Exhumó el cuerpo, lo trasladó a una urna abierta, y puso la mano derecha en una custodia de oro; mandó que se recogieran en un libro los testimonios de gracias y milagros concedidos a los fieles que le rezaban al niño mártir. Además se implicó en la canonización de Vernerio, para dar estabilidad al culto y a las peregrinaciones. Pero sólo logró un débil reconocimiento local, pues Roma no accedió a canonizarlo. Sin embargo, el culto continuó y se extendió. La fiesta de San Werner se celebró en la Diócesis de Trier hasta 1963, cuando la  iglesia local eliminó la fiesta de su calendario propio. Sin embargo, en algún santoral alemán todavía aparece "San Werner de Oberwesel", sus imágenes abundan y su veneración por parte de gremios y asociaciones continúa. Se lo representa con elementos de labranza, racimos de uva y una daga, arma del  supuesto martirio. Es el Patrono de los bodegueros y de los viticultores en varias regiones de Alemania y Francia. 

Mientras la parte superior del vitral de la Basílica del Santísimo Sacramento exhibe  al santo con herramientas de labranza aludiendo a su oficio de viñatero, la parte inferior muestra el modo en que, según la tradición, sufrió el martirio.

17 de abril de 2024

17 de abril: Beata Mariana de Jesús

En la foto que sigue se aprecia el retablo mayor de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced de la ciudad de Buenos Aires.

Además de tres célebres santos mercedarios, arriba, a la derecha, hay una imagen de la beata a quien la Iglesia honra hoy, de quien así habla el Martirologio:

«En Madrid, en España, Beata María Ana de Jesús Navarro de Guevara, virgen, la cual, después de superar la oposición de su padre, recibió el hábito de la Orden de Nuestra Señora de la Merced y se dedicó a la vida de oración, penitencia y ayuda a pobres y afligidos».

María Ana de Jesús Navarro de Guevara  murió el 17 de abril de 1624, es decir, hace hoy exactamente 400 años. La honramos también con parte de  los textos de la misa de su Memoria:


Antífona de entrada

Esta es una virgen sabia y prudente, que salió al encuentro con Cristo con la lámpara encendida.

Oración colecta

Oh Señor, que a tu virgen Mariana, modelo de penitencia y de amor a la Eucaristía, la enseñaste a servir a Cristo en los hermanos, concédenos por su intercesión participar íntimamente a los misterios que celebramos y escuchar la voz de tu Espíritu que nos invita a la conversión y al servicio fiel de nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


13 de abril de 2024

Sábado de la II Semana de Pascua: Nuestra Señora del Valle

En el sitio dedicado a la Virgen Morenita de Catamarca, cuya fiesta se celebra hoy, encontramos este bonito acto de consagración a la Virgen del Valle: 


Postrado humildemente a tus pies, ¡oh Virgen Santísima del Valle!, vengo, a pesar de mi indignidad, a elegirte por Madre, abogada y protectora, ante Jesús, tu Hijo divino, para amarte, honrarte y servirte fielmente todos los días de mi vida.

Alcánzame de Jesús un vivo horror al pecado; la gracia de vivir y morir en la fe más viva, en la esperanza más firme, en la caridad más ardiente y generosa.

¡Oh Virgen del Valle! Dame el consuelo de que en la hora de mi muerte, entregue mi alma en tus manos, y sea conducido por ti a la gloriosa inmortalidad.

Amén.


Otros detalles acerca de esta venerada advocación pueden verse en nuestras entradas de esta misma fecha litúrgica en 2016 y 2019.

En la iglesia de Lourdes de Santos Lugares, entre los vitrales consagrados a otras advocaciones marianas, se encuentra el que ilustra la entrada de hoy, que fotografiamos en febrero de 2019.

8 de abril de 2024

Solemnidad de la Anunciación del Señor

La Solemnidad de la Anunciación se celebra el 25 de marzo, pero este año, al verse impedida por la Semana Santa y la Octava de Pascua, se traslada al día de hoy.

Toma su nombre de la buena nueva anunciada por el arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María, referente a la Encarnación del Hijo de Dios.



El Sagrario de la Basílica del Espíritu Santo representa el acontecimiento de la Anunciación. La ubicación de esta imagen no es casual: en el Tabernáculo está presente el Verbo hecho carne, hecho alimento para nosotros, y la Anunciación es justamente el momento de la Encarnación del Verbo, que constituye -en palabras de San Juan Pablo II- «la verdad-clave de la fe, expresada por San Juan al principio de su evangelio: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros", y en otro pasaje: "Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna"» (Encíclica Redemptor Hominis, 1)

Más adelante dice el Papa en el mismo párrafo:

«"Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por ministerio de los profetas; últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo..."; por medio del Hijo-Verbo, que se hizo hombre y nació de la Virgen María. En este acto redentor, la historia del hombre ha alcanzado su cumbre en el designio de amor de Dios. Dios ha entrado en la historia de la humanidad y en cuanto hombre se ha convertido en sujeto suyo, uno de los millones y millones, y al mismo tiempo Único. A través de la Encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre desde sus comienzos y la ha dado de manera definitiva —de modo peculiar a él solo, según su eterno amor y su misericordia, con toda la libertad divina— y a la vez con una magnificencia que, frente al pecado original y a toda la historia de los pecados de la humanidad, frente a los errores del entendimiento, de la voluntad y del corazón humano, nos permite repetir con estupor las palabras de la Sagrada Liturgia: "¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!"».

Oración colecta:

Dios todopoderoso,

has querido que tu Verbo se encarnara

en el seno de la Virgen María;

a quienes confesamos a nuestro Redentor

como verdadero Dios y verdadero hombre

concédenos participar también de su naturaleza divina.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios, por los siglos de los siglos.

5 de abril de 2024

Viernes de la Octava de Pascua

El Viernes de la Octava de Pascua se lee en la misa el episodio evangélico de la pesca milagrosa narrado por San Juan (21, 1-14) con estas palabras:


Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. 

Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. 

Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». 

Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros». Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. 

Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?».

Ellos respondieron: «No». 

El les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». 

Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. 

Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar». 

Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer». 

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres?», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. 

Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

La pintura que representa el episodio se expone en la iglesia de San Lucas, antigua capilla del Hospital de Clínicas, reinaugurada en 1980 y más tarde sede de la Parroquia Universitaria.


3 de abril de 2024

Miércoles de la Octava de Pascua

 


El célebre episodio del encuentro de Jesús resucitado con dos discípulos en el camino de Emaús, que se lee hoy en la misa, termina con el Señor accediendo al ruego de los peregrinos: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Entonces «Él entró y se quedó con ellos.  Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron» (cfr Lc 24, 29-31).

El momento preciso en que Jesús comparte la mesa y el pan con los dos discípulos está representado en el altar de la hermosa iglesia dedicada a Nuestra Señora del Carmen en la localidad de Wilde, que hoy visitamos por primera vez en este blog. Las fotos son de marzo de 2019.

1 de abril de 2024

Lunes de la Octava de Pascua

El Lunes de la Octava de Pascua se lee en la misa un fragmento del Evangelio según San Mateo (28, 8-15) en que la primera palabra que pronuncia el Señor resucitado es "Alégrense".


El texto completo del Evangelio de hoy (con esa palabra remarcada) es el siguiente:

«Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.

De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».

Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: "Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos". Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo».

Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy».

Una de las imágenes del Vía Lucis de la iglesia de San Pablo, en Buenos Aires, representa el encuentro de Jesús Resucitado con las mujeres, y destaca esa misma expresión del Señor: "¡Alégrense".

31 de marzo de 2024

Domingo de Pascua de Resurrección

 

«Elevemos la gloria, el honor y las alabanzas al Dios vivo e inmortal que, por su Cruz, dio vida a sus criaturas, y,   por su Resurrección, salvó a su Iglesia y   alegró a su rebaño al levantarse de la muerte. Cuando aparezca al final de los tiempos, él dará gozo a su heredad. 

El Bueno, que es digno de gloria y  honor en esta  solemnidad y todos los    días de nuestra vida, y por todos los siglos».




«Te adoramos y te damos gracias, oh Hijo Unigénito del Padre, que descendiste al abismo de la muerte e hiciste admirables portentos en la mansión de los muertos, liberaste a los cautivos por tu Resurrección, despertaste a los justos sumergidos en el profundo sueño de la muerte y reuniste a los pueblos para que te adoraran y anunciaran tu salvación, proclamando alegremente:

¡Ayer el Rey fue crucificado y abatidopor el sufrimiento; hoy, por su por el sufrimiento; hoy, por su Resurrección, resplandece victoriosamente! 
¡Ayer fue atravesado su costado por una lanza; hoy, por su compasión fluyen las aguas del bautismo! ¡Ayer fue coronado de espinas; hoy corona a su Iglesia con esplendor!».


("Frumiyyun" [Preludio] y  fragmento inicial del "Sedro" [Cuerpo de la Oración]  que son parte del "Husoyo"  [Oración del Perdón] del Domingo de la Gloriosa Resurrección según la Liturgia Maronita)

La imagen corresponde a un vitral de la iglesia de la Asunción de la Virgen.

30 de marzo de 2024

Sábado Santo

 

Jesús, deshonrado y ultrajado, es puesto en un sepulcro nuevo con todos los honores. Nicodemo lleva una mezcla de mirra y áloe de cien libras para difundir un fragante perfume. Ahora, en la entrega del Hijo, como ocurriera en la unción de Betania, se manifiesta una desmesura que nos recuerda el amor generoso de Dios, la «sobreabundancia» de su amor. Dios se ofrece generosamente a sí mismo. Si la medida de Dios es la sobreabundancia, también para nosotros nada debe ser demasiado para Dios. Es lo que Jesús nos ha enseñado en el Sermón de la Montaña (Mt 5, 20). Pero es necesario recordar también lo que San Pablo dice de Dios, el cual «por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento. Pues nosotros somos [...] el buen olor de Cristo» (2 Co 2, 14-15). En la descomposición de las ideologías, nuestra fe debería ser una vez más el perfume que conduce a las sendas de la vida. En el momento de su sepultura, comienza a realizarse la palabra de Jesús: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto» (Jn 12, 24). Jesús es el grano de trigo que muere. Del grano de trigo enterrado comienza la gran multiplicación del pan que dura hasta el fin de los tiempos: él es el pan de vida capaz de saciar sobreabundantemente a toda la humanidad y de darle el sustento vital: el Verbo de Dios, que es carne y también pan para nosotros, a través de la cruz y la resurrección. Sobre el sepulcro de Jesús resplandece el misterio de la Eucaristía.

 


Oración:

Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya la muerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad. Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. La Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu Palabra crezca en nosotros y produzca fruto. Te das a ti mismo a través de la muerte del grano de trigo, para que también nosotros tengamos el valor de perder nuestra vida para encontrarla; a fin de que también nosotros confiemos en la promesa del grano de trigo. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo. Auxílianos para que seamos tu perfume y hagamos visible la huella de tu vida en este mundo. Como el grano de trigo crece de la tierra como retoño y espiga, tampoco tú podías permanecer en el sepulcro: el sepulcro está vacío porque él –el Padre– no te «entregó a la muerte, ni tu carne conoció la corrupción» (Hch 2, 31; Sal 15, 10). No, tú no has conocido la corrupción. Has resucitado y has abierto el corazón de Dios a la carne transformada. Haz que podamos alegrarnos de esta esperanza y llevarla gozosamente al mundo, para ser de este modo testigos de tu resurrección.

(Meditación y oración en la XIV Estación del Vía Crucis de 2005 en el Coliseo de Roma). 

La imagen corresponde a la misma estación del Vía Crucis de la iglesia Inmaculada Concepción de Almagro. 

29 de marzo de 2024

Viernes Santo

 



En este Viernes Santo en que recordamos la Pasión y Muerte del Señor, ofrecemos un conjunto de fotos tomadas en la antigua e histórica iglesia de San Juan Bautista, en el centro porteño. Algunas de las imágenes las tomamos en 2016 y otras en 2023.




La explicación que acompaña a la bella imagen exime de otros comentarios.

Concluimos esta entrada con una oración al Nazareno, que también acompaña a la antigua imagen que hoy presentemos:

26 de marzo de 2024

Martes Santo

El Evangelio de la misa de hoy, Martes Santo, corresponde a un momento de la Última Cena, según el relato de San (Jn 13, 21-33. 36-38), en cuya primera parte (13, 21-30) Jesús anuncia la traición de Judas.  Veamos esa parte del texto (hay una frase que hemos puesto en negrita por los motivos que explicaremos abajo):

Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará».

Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.

Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?».

Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato».

Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer».

Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.

 

«Judas salió»:  el vitral muestra claramente ese momento. Jesús está «en la mesa con sus discípulos» y Juan «muy cerca de Jesús». El Iscariote, «después de recibir el bocado», se retira del Cenáculo para consumar su traición.

22 de marzo de 2024

Viernes de la Semana V de Cuaresma: Santa María junto a la Cruz

 

En una nueva Memoria de Santa María junto a la Cruz, transcribimos la Primera Lectura de la  misa de hoy.

Está tomada de la Carta de San Pablo a los cristianos de Roma  (8, 31b-39).

«Hermanos:

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores? ¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?

¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.

Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor».

La imagen que ilustra esta entrada es un vitral de la iglesia porteña de la  Virgen de Pompeya.

20 de marzo de 2024

20 de marzo: San Juan Nepomuceno

Aunque San Juan Nepomuceno es conocido popularmente como "el santo del secreto de confesión", el Martirologio,  más prudentemente, no hace referencia a ello:

«En Praga, en Bohemia, San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, que por defender la Iglesia sufrió muchas injurias por parte del rey Wenceslao IV, y sometido a tormentos y torturas, todavía con vida fue arrojado al río Moldava».



En realidad, el hecho por el que San Juan Nepomuceno es llamado "el santo del secreto de confesión" es históricamente dudoso. Lo que se cuenta es que siendo Juan sacerdote en Praga, capital entonces del reino de Bohemia, fue nombrado predicador de la corte del rey Wenceslao IV, cuya esposa,  a su vez, eligió a Juan como su confesor. El rey, que creía que su mujer lo engañaba,  quiso hacer que Juan le revelara lo que ella le contaba en la confesión, pero como el santo rehusó, el monarca ordenó torturarlo y luego quitarle la vida arrojándolo al río Moldava desde un puente. San Juan Nepomuceno murió en 1393.

Hay otras versiones más plausibles y más documentadas respecto del hecho del martirio; sin embargo, la historia del secreto de confesión no revelado no necesariamente es falsa.  En todo caso es seguro que Juan Nepomuceno fue un mártir y recibió veneración de inmediato tras su muerte. 

Como detalle interesante y curioso, la Primera Lectura  de la Memoria de San Juan Nepomuceno, en el  Misal de la Forma Extraordinaria (y en su fecha anterior, el 16 de mayo) era la siguiente (del Misal Diario para América del padre Azcárate):

La imagen que vemos se venera en la Basílica del Santísimo Rosario de la ciudad de Buenos Aires. Es la primera vez que honramos a este santo en "Al ritmo del Año Litúrgico".

16 de marzo de 2024

16 de marzo: San José Gabriel del Rosario Brochero

En una vieja publicación del recordado semanario Esquiú de los años 90 del siglo pasado se anuncia la presentación de una nueva edición del poema criollo "El cura Brochero", del padre Julio Triviño, ilustrada por Manuel Jiménez. 


Decía la nota:

"Este poema es hijo del Martín Fierro", confesó el autor. Narrar la vida de Brochero en una poesía de expresión clásica y culta, seria un contrasentido. Como presentar un asado criollo en porcelana china. Así como el Martín Fierro cuenta la vida del hombre de campo argentino en la segunda mitad del siglo pasado, el poema del padre Triviño, sucesor del recordado apóstol cordobés en las sierras, narra la vida de un hombre que se consagró a la redención de los hombres de campo, en una formidable cruzada espiritual que dejara profundas huellas.

El poema narra, en treinta y tres cantos, la vida del cura Brochero, desde su nacimiento hasta su muerte. También se intercalan payadas al estilo de los sermones "brocherianos" porque —como lo afirma Triviño—, la predicación de la palabra de Dios fue algo esencial en la vida de José Gabriel Brochero.

Como recordó el autor, "El Cura Brochero" no es una  pieza de museo. Es un eslabón viviente de esa continuidad histórica que es la evangelización de América. Nada más justo y oportuno que exaltar la figura de este futuro santo argentino cuando, a cinco siglos del descubrimiento de América, la Iglesia nos invita a difundir la vida etemplar de los que, como este "Martín Fierro de sotana",  fueron verdaderos protagonistas de la evangelización en estas tierras.  En él honramos a todos los que han mantenido viva en nuestra Patria, en su devenir histórico, la llama de la fe cristiana. Hoy nos toca a nosotros continuar su obra. De no hacerlo, Dios, la Iglesia y la Patria nos lo demandarán.

La foto corresponde a una reliquia del cuerpo del santo que se exhibe a la piedad de los fieles en la Catedral de Córdoba. 

Esta entrada se completa con un fragmento del poema al que se refería la vieja nota de Esquiú, junto con una ilustración del libro.

13 de marzo de 2024

Miércoles de la Semana IV de Cuaresma: Conmemoración de la Flagelación del Señor

 

Estamos hoy frente a una conmemoración muy particular.

Cada miércoles de la semana IV de Cuaresma, en la iglesia de la Flagelación del Señor en Tierra Santa, se celebra, con el grado litúrgico de solemnidad -por tratarse del misterio Titular del templo-,  la singular Conmemoración  que hoy celebramos.


Oración colecta

Padre de infinita misericordia, que quisiste que tu único Hijo se sometiera por nuestra salvación al cruel tormento de la flagelación, concédenos reparar con una vida penitente el mal que hemos cometido y haz que el recuerdo constante de sus Llagas nos ayude a no ofenderlo de nuevo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

El vitral que representa a Jesús atado a una columna para ser flagelado se encuentra en la iglesia porteña de Nuestra Señora de Pompeya.

9 de marzo de 2024

9 de marzo: Santa Catalina de Bolonia

En la audiencia general del 29 de diciembre de 2010, Benedicto XVI se refirió a nuestra santa de hoy. Omitiendo sólo unas pocas palabras  ocasionales, transcribimos el texto de esa catequesis, acompañado con fotos (tomadas en 2018 y 2023) de una reliquia que se conserva en el museo anexo a la Basílica de San Francisco.


«Hoy quiero presentaros a (...) Santa Catalina de Bolonia, mujer de vasta cultura, pero muy humilde; dedicada a la oración, aunque siempre dispuesta a servir; generosa en el sacrificio, pero llena de alegría a la hora de aceptar con Cristo la cruz.

Nace en Bolonia el 8 de septiembre de 1413, primogénita de Benvenuta Mammolini y de Giovanni de Vigri, rico y culto patricio de Ferrara, doctor en derecho y lector público en Padua, donde desempeñaba actividad diplomática para Nicolás III d'Este, marqués de Ferrara. Las noticias sobre la infancia y la niñez de Catalina son escasas y no todas son seguras. De niña vive en Bolonia, en casa de sus abuelos; allí la educan los familiares, sobre todo su madre, mujer de gran fe. Se traslada con ella a Ferrara cuando tenía cerca de diez años y entra en la corte de Nicolás III d’Este como dama de honor de Margarita, hija natural de Nicolás. El marqués está transformando Ferrara en una espléndida ciudad, llamando a artistas y literatos de varios países. Promueve la cultura y, aunque lleve una vida privada poco ejemplar, cuida mucho el bien espiritual, la conducta moral y la educación de sus súbditos.

En Ferrara, Catalina no se deja influir por los aspectos negativos que conllevaba a menudo la vida de corte; goza de la amistad de Margarita y se convierte en su confidente; enriquece su cultura: estudia música, pintura y danza; aprende a escribir poesías y composiciones literarias, y a tocar la viola; se hace experta en el arte de la miniatura y de la copia; perfecciona el estudio del latín. En su futura vida monástica valorizará mucho el patrimonio cultural y artístico adquirido en estos años. Aprende con facilidad, con pasión y con tenacidad; muestra gran prudencia, singular modestia, gracia y amabilidad en el comportamiento. En cualquier caso, una nota la distingue de modo absolutamente claro: su espíritu constantemente dirigido a las cosas del cielo. En 1427, a sólo catorce años, entre otras razones como consecuencia de algunos acontecimientos familiares, Catalina decide dejar la corte, para unirse a un grupo de mujeres jóvenes provenientes de familias nobles que hacían vida común, consagrándose a Dios. Su madre, con fe, da su consentimiento, aunque tenía otros proyectos para ella.

No conocemos el camino espiritual de Catalina antes de esta decisión. Hablando en tercera persona, afirma que ha entrado al servicio de Dios «iluminada por la gracia divina (…) con recta conciencia y gran fervor», solícita día y noche en la santa oración, esforzándose por conquistar todas las virtudes que veía en los demás, «no por envidia, sino para agradar más a Dios, en quien había puesto todo su amor» (Le sette armi spirituali, VII, 8, Bolonia 1998, p. 12). Sus progresos espirituales en esta nueva fase de la vida son notables, pero también son grandes y terribles sus pruebas, sus sufrimientos interiores, sobre todo las tentaciones del demonio. Atraviesa una profunda crisis espiritual hasta el umbral de la desesperación (cf. ib., VII, pp. 12-29). Vive en la noche del espíritu, asaltada también por la tentación de la incredulidad respecto a la Eucaristía. Después de sufrir mucho, el Señor la consuela: en una visión le da el conocimiento claro de la presencia real eucarística, un conocimiento tan luminoso que Catalina no logra expresarlo con las palabras (cf. ib., VIII, 2, pp. 42-46). En el mismo período una prueba dolorosa se abate sobre la comunidad: surgen tensiones entre quienes quieren seguir la espiritualidad agustiniana y quienes se orientan más hacia la espiritualidad franciscana.

Entre 1429 y 1430 la responsable del grupo, Lucia Mascheroni, decide fundar un monasterio agustiniano. Catalina, en cambio, con otras, elige vincularse a la regla de santa Clara de Asís. Es un don de la Providencia, porque la comunidad habita cerca de la iglesia del Espíritu Santo anexa al convento de los Frailes Menores que se han adherido al movimiento de la Observancia. Así Catalina y sus compañeras pueden participar regularmente en las celebraciones litúrgicas y recibir una asistencia espiritual adecuada. También tienen la alegría de escuchar la predicación de San Bernardino de Siena (cf. ib., VII, 62, p. 26). Catalina narra que, en 1429 —tercer año desde su conversión— va a confesarse con uno de los Frailes Menores que estima, hace una buena confesión y pide intensamente al Señor que le conceda el perdón de todos los pecados y de la pena unida a ellos. Dios le revela en una visión que le ha perdonado todo. Es una experiencia muy fuerte de la misericordia divina, que la marca para siempre, dándole nuevo impulso para responder con generosidad al inmenso amor de Dios (cf. ib., ix, 2, pp. 46-48).

En 1431 tiene una visión del juicio final. La estremecedora escena de los condenados la impulsa a intensificar oraciones y penitencias por la salvación de los pecadores. El demonio sigue atacándola y ella se encomienda de modo cada vez más total al Señor y a la Virgen María (cf. ib., x, 3, pp. 53-54). En sus escritos, Catalina nos deja algunas anotaciones esenciales de esta misteriosa batalla, de la que sale vencedora con la gracia de Dios. Lo hace para instruir a sus hermanas y a quienes deseen encaminarse por la senda de la perfección: quiere poner en guardia ante las tentaciones del demonio, que a menudo se esconde bajo apariencias engañosas, para luego insinuar dudas de fe, incertidumbres vocacionales y sensualidad.

En el tratado autobiográfico y didascálico, Las siete armas espirituales, Catalina ofrece, al respecto, enseñanzas de gran sabiduría y de profundo discernimiento. Habla en tercera persona al referir las gracias extraordinarias que el Señor le da y en primera persona al confesar sus pecados. Su escrito refleja la pureza de su fe en Dios, la profunda humildad, la sencillez de corazón, el ardor misionero, el celo por la salvación de las almas. Identifica siete armas en la lucha contra el mal, contra el diablo: 1. tener cuidado y solicitud en obrar siempre el bien; 2. creer que nosotros solos nunca podremos hacer algo verdaderamente bueno; 3. confiar en Dios y, por amor a él, no temer nunca la batalla contra el mal, tanto en el mundo como en nosotros mismos; 4. meditar a menudo los hechos y las palabras de la vida de Jesús, sobre todo su pasión y muerte; 5. recordar que debemos morir; 6. tener fija en la mente la memoria de los bienes del Paraíso; 7. tener familiaridad con la Santa Escritura, llevándola siempre en el corazón para que oriente todos nuestros pensamientos y acciones. ¡Un buen programa de vida espiritual, también hoy, para cada uno de nosotros!

En el convento, Catalina, a pesar de que estaba acostumbrada a la corte de Ferrara, se ocupa de lavar, coser, hacer pan y cuidar de los animales. Todo, incluso los servicios más humildes, lo hace con amor y con obediencia pronta, dando a sus hermanas un testimonio luminoso. En efecto, ella ve en la desobediencia el orgullo espiritual que destruye cualquier otra virtud. Por obediencia acepta el cargo de maestra de novicias, pese a que se considere incapaz de desempeñar esta responsabilidad, y Dios sigue animándola con su presencia y sus dones: de hecho, es una maestra sabia y apreciada.

Más tarde le encomiendan el servicio del locutorio. Le cuesta mucho interrumpir a menudo la oración para responder a las personas que se presentan a la reja del monasterio, pero tampoco esta vez el Señor deja de visitarla y de estar cerca. Con ella el monasterio es cada vez más un lugar de oración, de ofrenda, de silencio, de esfuerzo y de alegría. A la muerte de la abadesa, los superiores piensan inmediatamente en ella, pero Catalina los impulsa a dirigirse a las Clarisas de Mantua, más instruidas en las Constituciones y en las observancias religiosas. Sin embargo, pocos años después, en 1456, piden a su monasterio que haga una nueva fundación en Bolonia. Catalina preferiría terminar sus días en Ferrara, pero el Señor se le aparece y la exhorta a cumplir la voluntad de Dios yendo a Bolonia como abadesa. Se prepara al nuevo compromiso con ayunos, disciplinas y penitencias. Va a Bolonia con dieciocho hermanas. Como superiora es la primera en la oración y en el servicio; vive en profunda humildad y pobreza. Cuando termina el trienio de abadesa es feliz de que la sustituyan, pero al cabo de un año debe retomar sus funciones, porque la nueva elegida se ha quedado ciega. Aunque sufre y la atormentan graves enfermedades, presta su servicio con generosidad y entrega.

A lo largo de un año más exhorta a sus hermanas a la vida evangélica, a la paciencia y a la constancia en las pruebas, al amor fraterno, a la unión con el Esposo divino, Jesús, a fin de preparar así la propia dote para las nupcias eternas. Una dote que Catalina ve en saber compartir los sufrimientos de Cristo, afrontando con serenidad necesidades, angustias, desprecio, incomprensión (cf. Le sette armi spirituali, X, 20, pp. 57-58). A comienzos de 1463 sus enfermedades se agravan; reúne a las hermanas por última vez en el capítulo, para anunciarles su muerte y recomendar la observancia de la Regla. Hacia finales de febrero padece fuertes sufrimientos que ya no la abandonarán, pero es ella quien consuela a las hermanas en el dolor, asegurándoles su ayuda también desde el cielo. Después de recibir los últimos sacramentos, entrega a su confesor el escrito Las siete armas espirituales y entra en agonía; su rostro se embellece y se ilumina; mira de nuevo con amor a cuantas la rodean y expira dulcemente, pronunciando tres veces el nombre de Jesús: es el 9 de marzo de 1463 (cf. I. Bembo, Specchio di illuminazione. Vita di S. Caterina a Bologna, Florencia 2001, cap. III). Catalina es canonizada por el Papa Clemente XI el 22 de mayo de 1712. La ciudad de Bolonia, en la capilla del monasterio del Corpus Domini, conserva su cuerpo incorrupto.

Queridos amigos, santa Catalina de Bolonia, con sus palabras y su vida, es una fuerte invitación a dejarnos guiar siempre por Dios, a cumplir diariamente su voluntad, aunque a menudo no coincida con nuestros proyectos, a confiar en su Providencia que nunca nos deja solos. Desde esta perspectiva, santa Catalina habla con nosotros. A pesar de que han pasado muchos siglos, es muy moderna y habla a nuestra vida. Como nosotros sufre la tentación, sufre las tentaciones de la incredulidad, de la sensualidad, de un combate difícil, espiritual. Se siente abandonada por Dios, se encuentra en la oscuridad de la fe. Pero en todas estas situaciones se agarra siempre a la mano del Señor, no lo deja, no lo abandona. Y avanzando de la mano del Señor, va por el camino correcto y encuentra la senda de la luz. Así, nos dice también a nosotros: ánimo, incluso en la noche de la fe, incluso entre tantas dudas que podemos tener, no dejes la mano del Señor, camina de su mano, cree en la bondad de Dios; ¡esto es ir por el camino correcto! Y quiero subrayar otro aspecto, el de su gran humildad: es una persona que no quiere ser alguien o algo; no quiere sobresalir; no quiere gobernar. Quiere servir, hacer la voluntad de Dios, estar al servicio de los demás. Precisamente por esto Catalina era creíble en la autoridad, porque se podía ver que para ella la autoridad era exactamente servir a los demás. Pidamos a Dios, por intercesión de nuestra santa, el don de realizar el proyecto que él tiene para nosotros, con valentía y generosidad, para que sólo él sea la roca firme sobre la cual se edifica nuestra vida».

Publicamos esta entrada en el día en que Catalina de Bolonia figura en el Martirologio; en calendarios propios franciscanos, sin embargo, se la celebra el 9 de mayo.