30 de abril de 2019

30 de abril: San Pío V

Dice el Martirologio: «San Pío V, papa, de la Orden de Predicadores, que, elevado a la sede de Pedro, se esforzó con gran piedad y tesón apostólico en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina cristiana y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. Se durmió en el Señor en Roma, el día primero del mes de mayo (1572)».



Miguel Ghisleri nació en 1504. Ingresó a los 14 años a la Orden de Predicadores. Tras ejercer diversos cargos eclesiásticos, fue elegido Papa en 1566 y tomó el nombre de Pío V. De su fecundo pontificado se destacan sobre todo la aplicación de los decretos del Concilio de Trento, la promulgación del Misal Romano y la publicación del Catecismo Romano. Murió en  1572; fue beatificado en 1672 y canonizado en 1712.

Oración Colecta:


Señor, tú que has suscitado providencialmente en la Iglesia al papa San Pío V, 
para proteger la fe y dignificar el culto, 
concédenos, por su intercesión, 
participar con fe viva y con amor fecundo en tus santos misterios. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, 
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo 
y es Dios por los siglos de los siglos.

La imagen de Pío V que vemos en esta entrada está pintada en un muro de la iglesia del Rosario (Convento de Santo Domingo) en la ciudad de Santa Fe.

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28 de abril de 2019

Domingo II de Pascua


No sabemos exactamente qué misterio de la vida de Cristo representa la enorme imagen del Señor que nos da la bienvenida en la iglesia Santa Felicitas, en Barracas. Sin embargo, su actitud y su gesto -y de manera particular el modo en que abre las manos en que se ven las marcas de los clavos- nos inducen a pensar que quiso representarse la  aparición del Resucitado a los Apóstoles en la tarde de Pascua y «ocho días más tarde».


Este es un fragmento del Evangelio de hoy (Jn 20, 19-31):
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».  Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!».Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!».

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27 de abril de 2019

Sábado de la Octava de Pascua



El Salmo Responsorial que se proclama hoy, Sábado de la Octava de Pascua, es un fragmento del salmo 117 -salmo típico de este tiempo- que dice así:

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos. 

«La mano del Señor hace proezas,
la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas».
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte. 

«Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor».
«Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella».
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. 


Las palabras que hemos remarcado con negrita están escritas, en latín, en vitrales de la puerta principal de la iglesia dedicada en Buenos Aires a San Felipe Neri. Aparecen en "escudos" sostenidos por dos ángeles.

«Haec est porta Domini» - «Justi intrabunt in eam».


San Juan Pablo II, en su catequesis del 5 de diciembre de 2001, dijo: 

«"Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor", dice el solista en nombre de la asamblea procesional. "Esta es la puerta del Señor:  los vencedores entrarán por ella" (v. 20), responden otros, probablemente los sacerdotes.
Una vez que han entrado, pueden cantar el himno de acción de gracias al Señor, que en el templo se ofrece como "piedra" estable y segura sobre la que se puede edificar la casa de la vida (cf. Mt 7, 24-25). Una bendición sacerdotal desciende sobre los fieles, que han entrado en el templo para expresar su fe, elevar su oración y celebrar su culto».

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24 de abril de 2019

Miércoles de la Octava de Pascua

El célebre episodio de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35) es proclamado en la misa de hoy:

«Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?».
Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!».
«¿Qué cosa?», les preguntó.
Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron».
Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?». Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba».
Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».


En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!».
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan».

La escena -claramente ambientada en el momento en que "el día se acaba"-, en la que Jesús toma el pan y hace la bendición mientras los discípulos parecen reconocerlo justo en el instante en que el Señor desaparece "de su vista", es representada en este cuadro que se ve en la iglesia de Balvanera.

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21 de abril de 2019

Domingo de Pascua de Resurrección


«En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por medio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos».



Fotos de la Vigilia Pascual 2018 en la Basílica del Espíritu Santo.




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19 de abril de 2019

Viernes Santo

La sepultura de Cristo tuvo lugar en la tarde del Viernes Santo.  «Era el día de la Preparación de la Pascua. (...) José de Arimatea, que era discípulo de Jesús –pero secretamente, por temor a los judíos– pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn 19, 31. 38-42).


La impactante escena que vemos en el cuadro corresponde al momento del traslado del cuerpo de Jesús a la tumba. La imagen se venera en la iglesia de San Juan Bosco.

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12 de abril de 2019

Viernes de la V Semana de Cuaresma: Santa María junto a la Cruz

Prefacio de la Memoria de 
Santa María junto a la Cruz:

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Para restaurar al género humano,
con misericordiosa 
y sabia determinación
tú asociaste la Virgen María 
a tu Hijo único,
y ella, que por la acción fecundante del Espíritu Santo,
se convirtió en la Madre de Cristo,
por un nuevo don de tu bondad
llegó a ser su colaboradora 
en la redención,
y la que no había conocido sufrimientos al dar a luz a tu Hijo,
para hacernos renacer en ti,
al pie de la cruz, 
padeció un profundísimo dolor.

Por eso, 
con los ángeles y los arcángeles,
y con todos los coros celestiales
cantamos un himno a tu gloria,
diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

La imagen se venera en la iglesia de la Santísima Cruz

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8 de abril de 2019

Lunes de la V Semana de Cuaresma

En la misa de hoy, Lunes de la Quinta Semana de Cuaresma, se proclama como Salmo Responsorial el salmo 22 (1-6), con la antífona «Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo».

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.

Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.

Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.



El vitral, en que se ve a Jesús como Pastor en una "verde pradera", refleja muy bien las palabras del Salmista: «tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza... tu bondad y tu gracia me acompañan».

Se trata de uno de los bellos vitrales de la iglesia porteña dedicada a Santa Julia, en el barrio de Caballito.

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5 de abril de 2019

VIERNES DE CUARESMA: Vía Crucis - Duodécima, Décimotercera y Décimocuarta estación

DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz

Vía Crucis de la iglesia de los Santos Sabino y Bonifacio

DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús en brazos de su Madre

Vía Crucis de la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes (Avda. Rivadavia)

DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es sepultado

Vía Crucis de la iglesia de Jesús de Nazaret


Próxima entrada: Lunes de la Quinta Semana de Cuaresma (8 de abril)

4 de abril de 2019

4 de abril: San Francisco Marto


Hoy se cumplen 100 años de la muerte de Francisco Marto, uno de los niños que fueron testigos de las apariciones de la Virgen en Fátima. El elogio del Martirologio no hace hincapié en ese hecho, sino en su vida ejemplar: «En el lugar de Aljustrel, cerca de Fátima, en Portugal, San Francisco Marto, que, consumido por una enfermedad siendo todavía niño, brilló por la suavidad de costumbres, la perseverancia en los sufrimientos y en la fe, y también por la asiduidad en la oración (1919)».


Junto con su hermana Jacinta, Francisco está representado en esta imagen que se venera en el templo dedicado a Nuestra Señora de Fátima en el barrio de Belgrano.

Nos ocupamos de Francisco en nuestra entrada del 4 de abril de 2017, cuando todavía era Beato. En la misa de su canonización, el 13 de mayo subsiguiente -centenario de las apariciones- dijo el papa Francisco I:
Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a San Francisco Marto y a Santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a «Jesús oculto» en el Sagrario.

Próxima entrada: Viernes de la Cuarta Semana de Cuaresma, 5 de abril