31 de julio de 2020

31 de julio: Virgen de Huachana

Tomamos de Aleteia la historia de la Virgen de Huachana, que hoy se celebra como Fiesta en la Diócesis de Añatuya.

«La historia de la Virgen de Huachana se remonta a 1820, cuando una niña, Telésfora Verón, insistía a su familia que en el monte ella veía a la Virgen María. La familia descreía de ella, hasta que parientes y vecinos, por la insistencia que incluso habría hecho que la niña se vaya del hogar, fueron al lugar por ella señalado como el lugar de la aparición, encendieron un fuego, y allí se apareció la imagen de la Madre de Dios.

Hay dos versiones de la historia en torno a estos hechos. Que a Telésfora se le aparecía la Madre de Dios en ese lugar, y que su hermano (...), al querer comprobarlo y estar pasando una noche de frío en el monte encendió una fogata. Es entonces que habría visto la silueta de la Virgen María, y al reducirse el fuego, se conservó en una imagen que trasladaron al pueblo. La otra versión narra que Telésfora insistía en la presencia de una imagen en un arbusto de churqui, pero como los adultos no la veían, decidieron quemarlo. Y también, desde las cenizas, apareció intacta la imagen, que habría sido escondida tras la desaparición de la misión jesuítica de San José de Petacas. Las dos versiones coinciden en que la responsable del inicio de la devoción a María en esta advocación es una niña, de quien descreen los adultos, y que la imagen sobrevive al fuego.

Desde entonces, y tras algunos avatares que llevan la devoción a Salta e incluso motivan una devoción hermana de esta advocación, se ha ido difundiendo la piedad popular en torno a la Virgen de Huachana, hasta alcanzar la decena de miles de peregrinos en sus fiestas, los 31 de julio. (...) Año a año se ven abuelos con hijos y nietos con sencillez caminar y encender una vela, con frío por el invierno en el monte, pero con la certeza de que el fuego de la virgen, como aquel 1820, abriga».

La imagen de la foto se venera en la Catedral de Santiago del Estero; allí tomé la fotografía en agosto de 2019.

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29 de julio de 2020

29 de julio: Santa Marta


En la misa de la Memoria de Santa Marta puede leerse el episodio (Jn 11, 19-27) en que Jesús acude a casa de Lázaro, que acaba de morir, y consuela a sus hermanas revelándose como «la Resurrección y la Vida», o bien la otra célebre visita a la misma casa (Lc 10, 38-42) en la que María escucha al Maestro sentada a sus pies mientras Marta se "inquieta y agita" por las tareas hogareñas. Este último episodio está representado en un hermoso vitral, que fotografiamos en 2017, en la Basílica de San Ponciano de La Plata.

Oración Colecta:

Dios todopoderoso y eterno,
cuyo Hijo aceptó hospedarse en la casa de santa Marta,
concédenos, por su intercesión,
que sirviendo fielmente a Cristo en nuestros hermanos,
podamos ser recibidos por ti en la morada eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

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27 de julio de 2020

27 de julio: San Pantaleón

San Pantaleón nació a fines del siglo III «en la ciudad de Nicomedia, en Turquía, que por aquel entonces pertenecía al Imperio Romano.

La madre de San Pantaleón era cristiana y se encargó de la educación del niño, iniciándolo en la fe en Jesús. Pero el padre de San Pantaleón era senador del gobierno romano y adoraba los falsos dioses en los que ellos creían.

Su padre hizo que su hijo estudiara medicina con los hombres más sabios de ese tiempo. Al terminar sus estudios, fue presentado ante el Emperador y causó tan buena impresión, que éste lo nombró su médico personal.

Cierta vez en que San Pantaleón paseaba por el bosque, se encontró con un anciano sacerdote, llamado Hermolao, que había conocido a su madre. La bondad y la sabiduría del anciano, hicieron que San Pantaleón fuera muchas veces a conversar con él, para que le enseñara cosas sobre Jesús y la fe cristiana. Finalmente, San Pantaleón decidió que, si veía un milagro, se haría cristiano.

Una tarde, mientras caminaba de regreso a su casa, se encontró con un niño que acaba de morir a raíz de la mordedura de una víbora venenosa. San Pantaleón se arrodilló y rezó: “Dios, te pido que este niño vuelva a la vida por el poder de tu Hijo Jesús”. Ni bien terminó de rezar esta oración, el niño se puso de pie. ¡Había resucitado!

San Pantaleón decidió entonces ponerse en manos de Hermolao, para profundizar sus conocimientos de la fe cristiana. Finalmente cumplió su promesa y se hizo cristiano, recibiendo el Sacramento del Bautismo. Desde entonces se dedicó a hacer el bien entre la gente y a enseñar la vida de Jesús.

Los enemigos de San Pantaleón, envidiosos porque él era bueno con los necesitados y hacía milagros, lo acusaron ante el Emperador por ser cristiano. Enseguida fue llevado preso y sometido a numerosas torturas para que renunciara a su fe. Finalmente, comprendiendo que ningún castigo haría que San Pantaleón abandonara su fe en Jesús, lo ataron a un árbol de olivo seco y le cortaron la cabeza, poniendo fin a su vida.

Al ver que milagrosamente el olivo comenzó a brotar, unas mujeres piadosas juntaron con unos trapos la sangre que San Pantaleón había derramado por amor a Jesús. Esa sangre se conserva desde hace siglos (...). Todos los años, cuando llega el 27 de julio, fecha conmemorativa de su martirio, la sangre de San Pantaleón, que durante todo el año permanece coagulada, se vuelve líquida.

San Pantaleón es muy querido por el pueblo, que acude a él para pedirle y agradecerle su intercesión por su salud y la de sus seres queridos».

La muerte de Pantaleón puede ser ubicada a comienzos del siglo IV; se estima que el santo vivió sólo unos 23 años.   

Su Memoria no figura en el Calendario Romano general, pero tiene la categoría de Memoria Obligatoria en la Arquidiócesis de Buenos Aires, donde es muy venerado y hay un santuario en su honor.  Aunque la imagen cuya foto hoy publicamos se venera en la iglesia de San José del Talar, la biografía que acabamos de transcribir la tomamos del sitio web de aquel santuario porteño. De allí mismo procede la oración que cierra esta entrada.


Padre Misericordioso, Dios de todo consuelo,
que diste a San Pantaleón el don de interceder por nosotros:
danos por tu amor la salud que te pedimos,
danos también un corazón grande y generoso,
que te sepa ver a Vos en el rostro de los otros.

Padre Bueno y Todopoderoso, por San Pantaleón
te rogamos nos concedas la Paz y la Felicidad,
que con fe de Vos esperamos. Amén.

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25 de julio de 2020

25 de julio: Fiesta de Santiago Apóstol

Celebramos la fiesta de Santiago Apóstol con la catequesis de Benedicto XVI el 21 de junio de 2006, y una imagen que tomamos hace varios años en la iglesia de San Gabriel de la Dolorosa de Vicente López.

«Proseguimos la serie de retratos de los Apóstoles elegidos directamente por Jesús durante su vida terrena. (...)  Hoy hablamos del apóstol Santiago.

Las listas  bíblicas de los Doce mencionan dos personas con este nombre:  Santiago, el hijo de Zebedeo, y Santiago, el hijo de Alfeo (cf. Mc 3, 17-18; Mt 10, 2-3), que por lo general se distinguen con los apelativos de Santiago el Mayor y Santiago el Menor. (...)  Hoy dedicamos nuestra atención al primero de estos dos personajes homónimos.

El nombre Santiago es la traducción de Iákobos, trasliteración griega del nombre del célebre patriarca Jacob. El apóstol así llamado es hermano de Juan, y en las listas a las que nos hemos referido ocupa el segundo lugar inmediatamente después de Pedro, como en el evangelio según San Marcos (cf. Mc 3, 17), o el tercer lugar después de Pedro y Andrés en los evangelios según San Mateo (cf. Mt 10, 2) y San Lucas (cf. Lc 6, 14), mientras que en los Hechos de los Apóstoles es mencionado después de Pedro y Juan (cf. Hch 1, 13). Este Santiago, juntamente con Pedro y Juan, pertenece al grupo de los tres discípulos privilegiados que fueron admitidos por Jesús a los momentos importantes de su vida.

(...) Quisiera abreviar y mencionar ahora sólo dos de estas ocasiones. Santiago pudo participar, juntamente con Pedro y Juan, en el momento de la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní y en el acontecimiento de la Transfiguración de Jesús. Se trata, por tanto, de situaciones muy diversas entre sí:  en un caso, Santiago, con los otros dos Apóstoles, experimenta la gloria del Señor, lo ve conversando con Moisés y Elías, y ve cómo se trasluce el esplendor divino en Jesús; en el otro, se encuentra ante el sufrimiento y la humillación, ve con sus propios ojos cómo el Hijo de Dios se humilla haciéndose obediente hasta la muerte.

Ciertamente, la segunda experiencia constituyó para él una ocasión de maduración en la fe, para corregir la interpretación unilateral, triunfalista, de la primera:  tuvo que vislumbrar que el Mesías, esperado por el pueblo judío como un triunfador, en realidad no sólo estaba rodeado de honor y de gloria, sino también de sufrimientos y debilidad. La gloria de Cristo se realiza precisamente en la cruz, participando en nuestros sufrimientos.

Esta maduración de la fe fue llevada a cabo en plenitud por el Espíritu Santo en Pentecostés, de forma que Santiago, cuando llegó el momento del testimonio supremo, no se echó atrás. Al inicio de los años 40 del siglo I, el rey Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, como nos informa San Lucas, "por aquel tiempo echó mano a algunos de la Iglesia para maltratarlos e hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan" (Hch 12, 1-2). La concisión de la noticia, que no da ningún detalle narrativo, pone de manifiesto, por una parte, que para los cristianos era normal dar testimonio del Señor con la propia vida; y, por otra, que Santiago ocupaba una posición destacada en la Iglesia de Jerusalén, entre otras causas por el papel que había desempeñado durante la existencia terrena de Jesús.

Una tradición sucesiva, que se remonta al menos a San Isidoro de Sevilla, habla de una estancia suya en España para evangelizar esa importante región del imperio romano. En cambio, según otra tradición, su cuerpo habría sido trasladado a España, a la ciudad de Santiago de Compostela.  Como todos sabemos, ese lugar se convirtió en objeto de gran veneración y sigue siendo meta de numerosas peregrinaciones, no sólo procedentes de Europa sino también de todo el mundo. Así se explica la representación iconográfica de Santiago con el bastón del peregrino y el rollo del Evangelio, características del apóstol itinerante y dedicado al anuncio de la "buena nueva", y características de la peregrinación de la vida cristiana.

Por consiguiente, de Santiago podemos aprender muchas cosas:  la prontitud para acoger la llamada del Señor incluso cuando nos pide que dejemos la "barca" de nuestras seguridades humanas, el entusiasmo al seguirlo por los caminos que él nos señala más allá de nuestra presunción ilusoria, la disponibilidad para dar testimonio de él con valentía, si fuera necesario hasta el sacrificio supremo de la vida. Así, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de adhesión generosa a Cristo. Él, que al inicio había pedido, a través de su madre, sentarse con su hermano junto al Maestro en su reino, fue precisamente el primero en beber el cáliz de la pasión, en compartir con los Apóstoles el martirio.

Y al final, resumiendo todo, podemos decir que el camino no sólo exterior sino sobre todo interior, desde el monte de la Transfiguración hasta el monte de la agonía, simboliza toda la peregrinación de la vida cristiana, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, como dice el Concilio Vaticano II. Siguiendo a Jesús como Santiago, sabemos, incluso en medio de las dificultades, que vamos por el buen camino».

Próxima entrada: 27 de julio (San Pantaleón) 

24 de julio de 2020

24 de julio: Beatas Mártires Carmelitas de Guadalajara

María Pilar de San Francisco de Borja 
(Jacoba Martínez García), 
Teresa del Niño Jesús y San Juan de la Cruz 
(Eusebia García y García), 
y María de los Ángeles de San José 
(Marciana Valtierra Tordesillas)
eran integrantes de la Orden de Carmelitas Descalzas
y fueron coronadas todas ellas con el martirio en 1936
en los tiempos de la terrible persecución religiosa desatada entonces en España.


La Beata María del Pilar de San Francisco de Borja 
nació 1877. 
Ingresó en el Carmelo de Guadalajara en 1899. 

La Beata Teresa del Niño Jesús y de San Juan de la Cruz 
nació en 1909.  
Ingresó en el Carmelo de Guadalajara en 1925.

La Beata María de los Ángeles de San José 
nació en 1905.
Ingresó en el Carmelo de Guadalajara en 1929.  




En julio de 1936, al ser ocupada por anarquistas la ciudad en la que vivían, y ante el peligro inminente que ello conllevaba, la superiora de la comunidad ordenó a las hermanas que se vistieran de civil y se marcharan del convento. Así lo hicieron, y se refugiaron en un hotel y en una pensión. Sin embargo, como catorce de ellas estaban juntas, y ello llamaría la atención, Teresa decidió abandonar la casa y sugirió que algunas de sus hermanas hicieran lo mismo. La siguieron María del Pilar y María de los Ángeles. En la tarde del 24 de julio de 1936 salieron a la calle en busca de otro lugar donde refugiarse. Pero unos milicianos las reconocieron como religiosas y uno de ellos exclamó: "¡Son monjas! ¡Disparad contra ellas!".

María Ángeles murió inmediatamente.  

María del Pilar fue acribillada y luego acuchillada; debió sufrir una larga agonía; murió desangrada, murmurando palabras de perdón contra sus asesinos y vivas a Cristo Rey. 

Teresa -la más joven- salió ilesa de la primera ráfaga de balas y huyó; un sujeto se le acercó y, pretendiendo que iba a ayudarla, intentó violarla; al rechazar ella su intento, otros milicianos comunistas que se encontraban en el lugar la obligaron a correr hacia adelante (Teresa lo hizo con los brazos en cruz e invocando a Jesús) y la acribillaron por la espalda.

Las tres monjas fueron enterradas en una fosa común. En 1941 fueron exhumados sus cadáveres y fácilmente identificados por sus escapularios y los crucifijos que llevaban, que eran los que habían recibido al ingreso al Carmelo.



Dado el elevado número de testigos y el modo terrible e impactante del martirio de las tres religiosas, el proceso canónico fue breve y la beatificación tuvo lugar en 1987 en celebración presidida por San Juan Pablo II.

El cuadro se exhibe en la capilla porteña de Corpus Christi (Amenábar al 400).

Próxima entrada: 25 de julio (Santiago Apóstol)

18 de julio de 2020

18 de julio: Santa Sinforosa


Dice hoy el Martirologio: «En la vía Tiburtina, a nueve miliarios de la ciudad de Roma, conmemoración de los santos Sinforosa y sus siete compañeros: Crescente, Julián, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, todos mártires, que quedaron hermanados en Cristo tras padecer el sacrificio bajo diversas formas de tortura».  Otros datos, en parte legendarios, aparecen en el texto que abre esta entrada; se trata de una publicación de la Parroquia Santa Sinforosa, de Ciudadela, donde tomamos también la siguiente foto de la imagen de la santa. En la parte final del texto se hace referencia a un "P. Antonio": se trata del padre Antonio Bentivenga, natural de Chirico Carparo y devoto de Santa Sinforosa, por varios años párroco en Ciudadela.

15 de julio de 2020

15 de julio: San Vladimiro

Dice el Martirologio: «En Kiev, ciudad de Rusia, San Vladimiro, príncipe, bautizado con el nombre de Basilio, que se preocupó en propagar la fe ortodoxa entre los pueblos que gobernaba».

La biografía que transcribimos a continuación procede de El Testigo Fiel:

«Los primeros santos de Rusia, tanto príncipes como monjes, están relacionados con Kiev, «la madre de las ciudades de Rusia, protegida por Dios». Kiev es, actualmente, la capital de Ucrania, pero en la época a la que nos referimos, era el centro de un principado eslavo-finlandés, gobernado por señores de origen escandinavo, ya que los piratas y comerciantes «varangianos» habían venido del norte por las vías fluviales. Durante la última parte del siglo X, el gran príncipe de Kiev era Vladimiro, quien no sólo había sido educado en la idolatría, sino que se entregaba abiertamente a los bárbaros excesos permitidos a los hombres de su posición. Era un hombre brutal y sanguinario. Un cronista árabe de la época, Ibn-Foslán, habla de sus cinco esposas y numerosísimas esclavas, lo cual confirma la frase de la «Crónica» de Néstor, donde se dice que «la lujuria de Vladimiro era insaciable». Se ha discutido y aún se discute mucho sobre las circunstancias de la conversión de Vladimiro al cristianismo. Lo cierto es que se convirtió, probablemente hacia el año 989, cuando tenía unos treinta y dos años. Poco después, se casó con Ana, hija del emperador Basilio II de Constantinopla. La conversión y el matrimonio estuvieron muy relacionados entre sí y la conversión del pueblo ruso data de aquella época. Algunos autores piadosos atribuyen a Vladimiro una perfecta pureza de intención en su conversión, pero es evidente que le movió en gran parte la consideración de las ventajas políticas y económicas de la unión con Bizancio y con la Iglesia católica. Sin embargo, esto último no debe hacernos olvidar que, una vez que aceptó la fe, Vladimiro fue un magnífico cristiano. Inmediatamente se separó de sus esposas, despidió a sus concubinas y cambió de vida. Igualmente, mandó destruir en público los ídolos y prestó un apoyo enérgico y entusiasta a los misioneros griegos; en ciertos casos su entusiasmo rayaba en la exageración, pues quienes se rehusaban a recibir el bautismo incurrían en la cólera del príncipe. Pero, aparte de esta especie de «bautismo por la fuerza», se ha exagerado mucho la rapidez de la conversión de Rusia. Durante la época de Vladimiro, la nueva religión no llegó probablemente más que a los nobles y a los comerciantes ricos. Y tampoco el desarrollo posterior del cristianismo fue tan rápido como se ha pretendido, ya que el paganismo fue cediendo el terreno muy poco a poco. El culto que se tributó desde antiguo a Vladimiro se debió no sólo a que había sido un pecador arrepentido, sino a que había iniciado la reconciliación del pueblo ruso con Dios y había sido el Apóstol de Rusia, elegido por el cielo.

«Los locos y dementes vencieron al demonio», dice la «Crónica» de Néstor, y subraya que San Vladimiro recibió el perdón y la gracia de Dios, en tanto que «muchos otros hombres rectos y religiosos se apartaron del camino de la verdad y perecieron». A lo que parece, el arrepentimiento y la fidelidad de Vladimiro a sus nuevos compromisos tenía ese carácter de sinceridad y entereza que existirá siempre en la Iglesia, aun en sus formas más desarrolladas y complejas. Un cronista dice a ese propósito: «Cuando se dejaba llevar de la pasión y había caído en pecado, trataba inmediatamente de compensarlo con la penitencia y la limosna». Aun hay quienes afirman que Vladimiro, después de su conversión, se preguntaba si tenía derecho a castigar con la pena de muerte a los bandoleros y a los asesinos. Tales escrúpulos sorprendieron a los misioneros griegos, quienes apelaron al testimonio del Antiguo Testamento y de la historia de Roma para probar que los príncipes cristianos tenían el deber de castigar a los malvados. Pero tales argumentos no convencieron del todo a Vladimiro. Por razón de las circunstancias de la conversión de Vladimiro, su pueblo dependió en lo religioso del patriarcado de Bizancio. Pero ciertamente que Vladimiro no tenía nada de particularista: envió embajadores a Roma, ayudó al obispo alemán San Bonifacio (Bruno) de Querfurt durante su misión entre los pechenegs y aun llegó a copiar ciertas costumbres canónicas del Occidente, como la de los diezmos, que no existía entre los bizantinos. En realidad, Rusia no interrumpió sus relaciones con la Iglesia de Occidente sino hasta la época de las invasiones de los mongoles.

San Vladimiro murió en 1015, después de haber repartido todos sus bienes entre sus amigos y los pobres, según se cuenta. Los rusos, los ucranios y otros pueblos, celebran solemnemente su fiesta. Nieto de la princesa Santa Olga, en la Iglesia rusa es celebrado también con el grandilocuente título de «Equiapostólico», es decir, «igual a los Apóstoles»».

En la entrada del 26 de julio de 2010, en el Blog hermano Heráldica en la Argentina, hicimos referencia a la estatua de San Vladimiro en la plazoleta que lleva su nombre, en Palermo. De esa entrada procede la foto que cierra esta nota:

9 de julio de 2020

9 de julio: Nuestra Señora de Itatí




Unos franciscanos que escapaban de los constantes ataques indígenas llegaron desde la provincia del Guayrá (Paraguay), a la reducción de Yaguarí.  Traían consigo una hermosa imagen de la Inmaculada Concepción que colocaron en un oratorio a orillas del río Tebacué.  Más tarde u
n ataque indio destruyó el lugar y la Virgen desapareció sin dejar rastros. Pero tiempo después, unos aborígenes que navegaban el Alto Paraná encontraron la imagen sobre una roca blanca; la Virgen se hallaba envuelta por un brillo extraño y una bella música sonaba a su alrededor.

Fray Luis Gámez, enterado del prodigio, mandó que llevasen la imagen a su reducción y así se hizo, pero en dos oportunidades la Virgen regresó al mismo sitio en la que había sido hallada anteriormente. Comprendiendo los misioneros que aquello era voluntad de la Señora,  decidieron trasladar a ese lugar la reducción. La tarea fue llevada a cabo por fray Luis de Bolaños,  quien llamó al nuevo pueblo con el nombre de Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí (que significa “punta de piedra” o “piedra blanca” en guaraní).

La imagen, tallada en madera, mide 1,26 m y nos muestra a la Virgen María, de cabello negro y de piel un tanto morena, de pie sobre una media luna, con las manos juntas sosteniendo un rosario. Viste ropas de color azul celeste y blanco.

Años más tarde tuvo lugar la primera transfiguración de la Virgen. Dice la crónica de la época: “Se produjo una extraordinaria mudanza del rostro, y estaba tan linda y hermosa que jamás tal la había visto”. La transfiguración duró varios días y se repitió varias veces en los años siguientes, volviendo a escucharse, en más de una ocasión, la misma música que habían oído los indios cuando la encontraron en plena selva.

El 16 de julio de 1900 la Virgen de Itatí fue coronada por disposición del papa León XIII; el 23 de abril de 1918 fue proclamada Patrona de las provincias de Corrientes y Misiones. Su fiesta se celebra cada 9 de julio.

La imagen que mostramos hoy se venera en la Catedral de Paraná; tomamos la foto en julio de 2018.

6 de julio de 2020

6 de julio: Santa Florentina

«En Sevilla, en la región hispánica de Andalucía, Santa Florentina, virgen, muy versada en las disciplinas eclesiásticas, a la cual sus hermanos los obispos Isidoro y Leandro dedicaron tratados de insigne doctrina». Con estas palabras el Martirologio Romano hace el elogio de esta santa en su fecha propia, que es el 28 de agosto. Sin embargo, la Patrona del Partido de Campana y Titular de la Catedral de Zárate-Campana es celebrada hoy en la diócesis y en todo el partido, por especial concesión de la Santa Sede. 

Así lo explica un medio local: «En el Santoral Español la celebración de la santa era el día 20 de junio, fecha que coincidía con el Día de la Bandera. El párroco, presbítero Luis Roza, como en ese entonces comenzaba a celebrarse el día de Campana el 6 de julio, fecha de la creación del partido, creyó oportuno unir ambas fechas, la civil y la religiosa en una sola y con la colaboración del obispo Monseñor Antonio Aguirre, se obtuvo del Papa Juan XXIII, el rescrito que se conserva en la parroquia y por el cual se accede que la celebración se traslade en Campana y definitivamente a dicho día».  El 6 de julio, en efecto, es celebrado como la fecha fundacional de la ciudad de Campana, cabecera del partido homónimo y sede del obispado.



Santa Florentina vivió entre los siglos VI y VII en la España visigótica. Nació en Cartagena, en la actual  provincia de Murcia, que era capital de la colonia romana donde, según la tradición, llegó la fe cristiana a la península ibérica por la predicación del Apóstol Santiago. Perseguida por los arrianos, la familia se instaló en Sevilla.

Dice El Testigo Fiel «Hermana de tres obispos españoles en la época de la dominación visigoda (San Leandro, San Isidoro y San Fulgencio), consagró su virginidad a Dios. Era más joven que su hermano Leandro, pero mayores que Isidoro, quien sucedió a Leandro como arzobispo de Sevilla. Antes de su elevación a la dignidad episcopal, Leandro había sido monje, y fue a través de su influencia que Florentina abrazó la vida ascética. Ella se asocia con un grupo de vírgenes, que también deseaban abandonar el mundo, y forma una comunidad religiosa. Fuentes tardías aseguran que su residencia fue el convento de Santa María del Valle, cerca de Écija (Astigis), ciudad de la que su hermano Fulgencio era obispo. En cualquier caso, lo cierto es que ella se había consagrado a Dios antes del año 600, ya que su hermano Leandro -que murió en el 600 o 601- escribió para guiarla un trabajo que se conserva y que trata de la vida de la mujer consagrada y del abandono del mundo».  En esa obra «el autor establece las normas según las cuales las vírgenes consagradas a Dios en clausura deben regular sus vidas (...). Florentina, regulada su vida de acuerdo a los consejos de su hermano, entró con fervor en el espíritu de la vida religiosa, y fue honrada como santa después de su muerte. Su hermano menor, Isidoro, también le dedica una obra».

Añade un sitio local que Florentina fue sepultada en un convento que, años después, durante la invasión árabe, fue destruido. «Sus restos, junto a los de San Fulgencio, fueron rescatados y llevados al norte. Luego de la reconquista fueron encontrados en la Provincia de Cáceres, en un pueblo llamado Berzocanas, próximo al Santuario de Guadalupe, y a la ciudad de Trujillo. En el siglo XIV, las Hermanas Dominicas se hicieron cargo del convento que reedificaron, dedicándolo a Santa Florentina. Las reliquias de la santa fueron distribuidas en las Catedrales de Murcia, Cartagena, Plasencia y en el Monasterio del Escorial».

La devoción a la santa en la localidad de Campana está presente desde los orígenes de la ciudad. Los hermanos Costa, sus fundadores,  donaron en 1875 uno de los ocho terrenos triangulares que rodean la plaza principal, con la condición que se edificara allí una capilla dedicada a Santa Florentina, en recuerdo de su madre, Florentina Ituarte de Costa.

En septiembre de 1885 la obra estaba terminada. Fue bendecida en octubre por el Arzobispo de Buenos Aires. En 1893 fue creada la parroquia de Santa Florentina de Campana. 

En 1976 el Papa Pablo VI erigió la Diócesis de Zárate-Campana mediante la bula “Qui divino consilio”. Por lo tanto, el templo parroquial adquirió la categoría de Catedral.



«La reliquia de la Santa que se conserva y venera en la Catedral, es un pequeño trozo de la rótula que el padre Félix Ferrante consiguió en el convento de Santa Florentina en Ecija, de parte de las mojas dominicas (florentinas) establecidas desde el siglo XIV, cuando construyeron y se establecieron en el edificio que seis siglos antes habían destruido los moros. Está en un precioso relicario en el altar de la capilla del Santísimo Sacramento». 

La imagen de Santa Florentina se destaca en el centro de un gran mural pintado por Raúl Soldi detrás del altar. «El sentido místico que el maestro Soldi dio a Santa Florentina» al pintarla elevándose hacia el cielo, «coincide con la frase al pie del mural»: "Santa Florentina Virgen floreces como el lirio"».  El mural fue una donación del ingeniero Agustín Rocca.

Tomé las fotos en febrero de 2020.

4 de julio de 2020

Santa María "en sábado"


El vitral sobre la puerta principal de la iglesia ortodoxa griega de la Dormición de la Madre de Dos, en Villa Crespo, recibe al visitante con una imagen de la Virgen María con su Hijo.

Una plegaria a la Madre de Dios, de la tradición oriental, cierra esta entrada.


Regocíjate, oh Theotokos Virgen, 
María llena de gracia, el Señor está contigo. 
Bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre,  
pues de Ti ha nacido el Salvador de nuestras almas.
 Bajo tu amparo, nos acogemos, oh Theotokos;
no desatiendas nuestra plegaria en la necesidad 
y de todo peligro líbranos siempre,  
oh Virgen gloriosa y bendita.

 Gloriosa Siempre Virgen Madre de Cristo nuestro Dios, 
presenta nuestra oración a tu Hijo y nuestro Dios, 
rogándole que por tu mediación salve nuestras almas.
 Victoriosa Líder del Ejército Triunfante, 
liberados del peligro te cantamos nuestro agradecimiento, 
Oh Theotokos.
Ya que Tú tienes invencible poder,
líbranos de la calamidad, para que podamos cantar:
¡Regocíjate!, Novia sin novio

2 de julio de 2020

2 de julio: Nuestra Señora de Montallegro

En la iglesia del Tránsito de la Santísima Virgen,  ubicada en Perón 3333,  se venera una imagen mariana con una antigua e interesante historia.


En la crónica de los orígenes de la advocación se entremezclan algunos hechos históricos con otros legendarios, fruto de la piedad y de la imaginación popular. Para relatarlos, seguimos lo que señala el sitio web oficial del santuario italiano dedicado a la advocación. Allí se distingue el "evento" y la "tradición popular" (citamos en traducción libre propia)
El viernes 2 de julio de 1557, Giovanni Chichizola  regresaba de Génova a su pueblo, probablemente alguno de los pequeños poblados en los alrededores de Rapallo. Fatigado por el viaje y el calor, se detuvo a la sombra de un modesto espolón de roca y se quedó dormido. Al despertar de un breve sueño reparador, vio cerca de allí, junto a una fuente de agua fresca, una tablilla pintada con una representación del Tránsito de María. Era una tabla de madera de álamo, de dimensiones modestas (18 x 15 cm), ahuecada en la parte superior y en la que ya entonces había señales del paso del tiempo (aunque desde el siglo XVI hasta hoy el cuadro no ha sufrido deterioro y actualmente aparecen en toda la intensidad los colores originales). Algunos lo atribuyeron a San Lucas Evangelista, y otros a San Lucas el Ermitaño, que vivió en el siglo XI (de ese siglo parece en efecto proceder, según los últimos estudios modernos).
El "Quadretto"
La piedad popular leyó en la "Dormición" la firme decisión de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, de ser alojada allí, donde es más difícil aceptar las pruebas de una existencia marcada por el dolor. El "Quadretto", como es llamado allí en Rapallo, pronto se revelará como un signo del propósito providencial de María: quedarse definitivamente en la montaña que domina Rapallo, la que, después del evento, se llamará Montallegro.
Hasta aquí el hecho mismo, el "evento". Pero el descubrimiento de la imagen asumirá una versión solemne y sugestiva en la tradición popular. Según esa tradición, la Virgen se apareció al  humilde Giovanni Chichizola, rodeada de ángeles, y le asignó la tarea de convertirse en un mensajero fiel, para los habitantes de Rapallo, de una prueba extraordinaria de su amor: el lugar donde fue hallado el icono debía convertirse en un lugar de culto y un signo visible  de su presencia materna.  
Giovanni, después de la "visión", vuelve a Rapallo y, con mucho temor de no ser creído, cuenta el incidente al párroco, el único que puede darle crédito. En el pequeño poblado, algunos le creen y otros se mantienen cautelosos y fríos. Sin embargo, el párroco, acompañado por un grupo de fieles, decide escalar la montaña para ver qué había sucedido realmente. El sacerdote encuentra efectivamente la misteriosa tablilla pintada, junto a unos arbustos, cerca de la fuente de agua dulce; la toma en sus manos y decide transportarla a Rapallo y guardarla en un lugar seguro. Pero, misteriosamente, el icono aparece de nuevo en la montaña a la mañana siguiente. Pensando que quizás no había guardado el debido respeto en el traslado de la imagen,  el sacerdote, seguido por el clero, los regentes de la ciudad y el pueblo, regresa solemnemente la imagen a la iglesia parroquial. Pero una vez más, y  pese a haber estado guardada en un armario cerrado, el cuadro aparece nuevamente en la cima del monte, donde -se interpreta entonces- María quiere ser honrada.



Hemos mostrado el cuadrito (que además se ve a los pies de la Virgen en todas las demás fotos), pero nuestro interés de hoy es la imagen de María junto a Chichizola, que es propiamente Nuestra Señora de Montallegro. A la imagen de la Dormición que aparece en el cuadro le dedicaremos la entrada del próximo 15 de agosto.

En la página oficial del santuario ligur hay una plegaria, que traducimos con cierta libertad, para cerrar con la oración esta entrada:


Oh Madre de Jesús y Madre nuestra, Reina del cielo y de la tierra,
que te dignaste aparecer sobre el Monte Allegro y dejar, como signo de predilección,
el precioso cuadrito de tu Tránsito;
poderosa defensora de nuestros antepasados y de Liguria,
nuestra alegría y nuestra gloria:
A Ti recurrimos con afecto de hijos
que ponen en su propia Madre toda su confianza.
Nuestras palabras son insuficientes para agradecerte y alabarte
por tantos prodigiosos beneficios que nos concedes,
pero confiamos nuestras plegarias y alabanzas
 a los santos y ángeles que te hacen corona.
Que tu culto y el celo por alabarte y glorificarte
no languidezca en nuestro corazón, en nuestras familias, en nuestra ciudad, 
como bien lo mereces.
Socórrenos, oh piadosísima Virgen María, 
en los días de nuestra atribulada vida,
asístenos en el momento de nuestra agonía,
y guíanos y confórtanos en el tránsito a la eternidad.