Postrado humildemente a tus pies, ¡oh Virgen Santísima del Valle!, vengo, a pesar de mi indignidad, a elegirte por Madre, abogada y protectora, ante Jesús, tu Hijo divino, para amarte, honrarte y servirte fielmente todos los días de mi vida.
Alcánzame de Jesús un vivo horror al pecado; la gracia de vivir y morir en la fe más viva, en la esperanza más firme, en la caridad más ardiente y generosa.
¡Oh Virgen del Valle! Dame el consuelo de que en la hora de mi muerte, entregue mi alma en tus manos, y sea conducido por ti a la gloriosa inmortalidad.
Amén.
Otros detalles acerca de esta venerada advocación pueden verse en nuestras entradas de esta misma fecha litúrgica en 2016 y 2019.
En la iglesia de Lourdes de Santos Lugares, entre los vitrales consagrados a otras advocaciones marianas, se encuentra el que ilustra la entrada de hoy, que fotografiamos en febrero de 2019.
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