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12 de mayo de 2025

12 de mayo: Beata Imelda Lambertini

 

Uno de los numerosos vitrales de la porteña Basílica del Santísimo Sacramento está dedicado a la Beata Imelda. 

Es lógico que así sea, pues ella se destacó por su piedad eucarística, es Patrona de los que toman la Primera Comunión, y fue protagonista de un milagro en el que una hostia voló hasta ella (que se hallaba absorta en oración cerca del tabernáculo, pero por su corta edad aun no podía comulgar), lo que motivó que el sacerdote que había celebrado la misa le diera inmediatamente la primera comunión, que fue también la última, ya que la niña, de sólo once años, murió tras consumir el Cuerpo del Señor.

Este episodio portentoso de la vida de Imelda Lambertini está representado en la parte inferior del vitral. 

María Magdalena de Lambertini había nacido de padres nobles en Bolonia (Italia). Siendo aun muy niña fue acogida en el monasterio dominicano de Val di Pietra en la mencionada ciudad italiana, como «hermana monja». Su primera y última comunión y su muerte acontecieron  el 12 de mayo de 1333. Su cuerpo se venera desde 1799 en la iglesia de San Segismundo de Bolonia. Su culto fue confirmado en 1826.

De un sitio de los dominicos tomamos la información precedente y la siguiente Oración Colecta de esta Memoria:

Señor Jesucristo,
que llevaste al cielo a la Beata Imelda,
herida por el amor ardiente a tu sagrado banquete;
haz que nosotros, por su intercesión,
acudamos con el mismo amor
a tu sagrada mesa,
para que deseemos morir
y merezcamos estar siempre contigo.
Tú que vives y reinas con el Padre
en la unidad del Espíritu Santo
y eres Dios por los siglos de los siglos.

29 de marzo de 2025

Sábado de la Semana III de Cuaresma

El Evangelio de la Misa del Tercer Sábado de Cuaresma trae esta célebre parábola del fariseo y el publicano:
 

En aquel tiempo, refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo también esta parábola:

 

«Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano.

El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas".

En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!"».

Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado. 


En uno de los confesionarios de la Basílica del Santísimo Sacramento está tallada una figura que representa al publicano (al pie dice "publicanus") que lleva en sus manos una cinta con la frase "Percutiebat pectum suum", es decir, "se golpeaba el pecho".

22 de febrero de 2025

22 de febrero: Santa Margarita de Cortona

Dos veces (en 2016 y en 2024) nos ocupanos de esta santa. En ambas ocasiones lo hicimos a través de imágenes del mismo templo, la iglesia porteña de San Ildefonso.

En esta ocasión, en cambio, la honramos mediante una imagen que adorna uno de los confesionarios de la Basílica del Santísimo Sacramento. Allí se destaca su condición de "penitente", tanto por la calavera que sostiene la santa, como por el texto en la cinta, que dice "Castigo corpus meum", "Castigo mi cuerpo", tomado de 1 Cor 9, 27.

En efecto, Margarita de Cortona "durante nueve años convivió escandalosamente en Montepulciano con un hombre que acabó asesinado. Ella marchó a Cortona, vistió el hábito de terciaria y emprendió un nuevo camino bajo la guía de los franciscanos", marcado por la oración y  la penitencia.

 Sobresalió también por sus obras de caridad y por su ardiente amor a la Eucaristía y a la Pasión del Señor (lo que se aprecia en otras representaciones iconográficas, como vimos aquí). 

Margarita nació en Laviano en 1247 y murió en Cortona en 1297. 

La canonizó Benedicto XIII en 1728.

El Propio de los franciscanos (de donde procede también el texto entrecomillado del párrafo anterior) trae este hermoso y significativo Himno de Laudes para la Memoria de hoy:


Amor, si amor, amor es siempre poco.

Lo supiste primero en tu pecado,

escandaloso amor, idolatrado,

de la moral furtivo y a lo loco.


Pero Dios te esperaba en la espesura,

pieza cobrada con tu amante muerto,

para decirte con su amor despierto

que no es amor el que tan poco dura.


Y cambiaste de amor radicalmente,

y despreciaste afeites de belleza,

y te vestiste de áspera pobreza,

enamoradamente penitente.


Todo era poco para amarle: el día,

la noche, el corazón, las voces,

las penitencias, las cruces y los goces.

¡Amarle, amar, todo tu ser ansía!


Muéstranos, «Magdalena» Margarita,

los caminos sublimes del amor,

por los que en ti se conquistó el Señor

alabanzas sin fin, gloria infinita. Amén.

4 de noviembre de 2024

4 de noviembre: San Carlos Borromeo

El nombre de pila de San Juan Pablo II, como es sabido, era Carlos: Karol Wojtyła. Por ello el recordado Pontífice tenía especial devoción por San Carlos Borromeo. En la Audiencia General del 4 de noviembre de 1981 se refirió a ese santo. Transcribimos fragmentos de las palabras que pronunció ese día.

Hoy, 4 de noviembre, la Iglesia recuerda, como todos los años, la figura de San Carlos Borromeo, obispo y confesor. Puesto que he recibido en el bautismo precisamente el nombre de este Santo, deseo dedicarle la reflexión de la audiencia general de hoy (...). 

A todos aquellos que en el día de mi Santo Patrono se unen a mí en la oración, deseo repetir una vez más las palabras de la Carta a los Efesios, que ya cité el miércoles pasado: Orad "por todos los santos, y por mí, a fin de que cuando hable me sean dadas palabras con que dar a conocer con libertad el misterio del Evangelio, del que soy embajador..." (Ef 6, 18-20).

San Carlos es precisamente uno de esos Santos, a quien le fue dada la palabra "para dar a conocer el Evangelio", del cual era "embajador", habiendo heredado su misión de los Apóstoles. Él realizó esta misión de modo heroico con la entrega total de sus fuerzas. La Iglesia le miraba y, al mirarle, se edificaba: en una primera época, en el período del Concilio Tridentino, en cuyos trabajos participó activamente desde Roma, soportando el peso de una correspondencia nutrida, colaborando para llevar a feliz éxito la fatiga colegial de los padres conciliares, según las necesidades del Pueblo de Dios de entonces. Y se trataba de necesidades apremiantes. Luego, el mismo cardenal, como arzobispo de Milán, sucesor de San Ambrosio, se convierte en el incansable realizador de las resoluciones del Concilio. traduciéndolas a la práctica mediante diversos Sínodos diocesanos.

La Iglesia —y no sólo la de Milán— le debe una radical renovación del clero, a la cual contribuyó la institución de los seminarios, cuyo origen se remonta precisamente al Concilio de Trento. Y otras muchas obras, entre las cuales la institución de las cofradías, de las pías asociaciones, de los oblatos-laicos, que prefiguraban ya a la Acción Católica, los colegios, los hospitales para pobres, y finalmente la fundación de la Universidad de Brera en 1572. Los volúmenes de las "Acta Ecclesiae Mediolanensis" y los documentos que se refieren a las visitas pastorales, atestiguan esta intensa y clarividente actividad de San Carlos, cuya vida se podría sintetizar en tres expresiones magníficas: fue un Pastor santo, un maestro iluminado, un prudente y sagaz legislador.

Cuando, algunas veces en mi vida, he tenido ocasión de celebrar el Santísimo Sacrificio en la cripta de la catedral de Milán, donde descansa el cuerpo de San Carlos, se me presentaba ante los ojos toda su actividad pastoral dedicada hasta el fin al pueblo al que había sido enviado. Concluyó esta vida el año 1584, a la edad de 46 años, después de haber prestado un heroico servicio pastoral a las víctimas de la peste que habla afligido a Milán.

He aquí algunas palabras pronunciadas por San Carlos, indicativas de esa total entrega a Cristo y a la Iglesia, que inflamó el corazón y toda la obra pastoral del Santo. Dirigiéndose a los obispos de la región lombarda, durante el IV Concilio Provincial de 1576, les exhortaba así: "Estas son las almas para cuya salvación Dios envió a su único Hijo Jesucristo... El nos indicó también a cada uno de los obispos, que hemos sido llamados a participar en la obra de la salvación, el motivo más sublime de nuestro ministerio y enseñó que, sobre todo, el amor debe ser el maestro de nuestro apostolado, el amor que El (Jesús) quiere expresar por medio de nosotros, a los fieles que nos han sido confiados, con la predicación frecuente, con la saludable administración de los sacramentos, con los ejemplos de una vida santa... con un celo incesante" (cf. Sancti Caroli Borromei Orationes XII, Romae 1963. Oratio IV).

Lo que inculcaba a los obispos y a los sacerdotes, lo que recomendaba a los fieles, él lo practicaba el primero de modo ejemplar.

En el bautismo recibí el nombre de San Carlos. Me ha sido otorgado vivir en los tiempos del Concilio Vaticano II, el cual, como antes el Concilio Tridentino, ha tratado de mostrar el sentido de la renovación de la Iglesia según las necesidades de nuestro tiempo. Pude participar en este Concilio desde el primer día hasta el último. Me fue dado también —como mi Patrono— pertenecer al Colegio Cardenalicio. Traté de imitarle, introduciendo en la vida de la archidiócesis de Cracovia las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

Hoy, día de San Carlos, medito la gran importancia que tiene el bautismo, en el que recibí precisamente su nombre. Con el bautismo, según las palabras de San Pablo, somos sumergidos en la muerte de Cristo para recibir de este modo la participación en su resurrección. He aquí las palabras que escribe el Apóstol en la Carta a los Romanos: "Con Él hemos sido sepultados por el bautismo para participar en su muerte, para que como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque, si hemos sido injertados en El por la semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección" (Rom 6, 4-5).

Mediante el bautismo, cada uno de nosotros recibe la participación sacramental en esa Vida que —merecida a través de la cruz— se ha revelado en la resurrección de nuestro Señor y Redentor. Al mismo tiempo, arraigándonos con todo nuestro ser humano en el misterio de Cristo, somos consagrados por primera vez en El al Padre. Se realiza en nosotros el primero y fundamental acto de consagración, mediante el cual, el Padre acepta al hombre como su hijo adoptivo: el hombre se entrega a Dios, para que en esta filiación adoptiva realice su voluntad y se convierta de manera cada vez más madura en parte de su Reino. El sacramento del bautismo comienza en nosotros ese "sacerdocio real", mediante el cual participamos en la misión de Cristo mismo, Sacerdote, Profeta y Rey.

El Santo, cuyo nombre recibimos en el bautismo, debe hacernos constantemente conscientes de esta filiación divina que se ha convertido en nuestra parte. Debe también ayudar a cada uno a formar toda la vida humana a medida de lo que ha sido hecho por obra de Cristo: por medio de su muerte y resurrección. He aquí el papel que San Carlos realiza en mi vida y en la vida de todos los que llevan su nombre.


(...)

Mirando mi vida en la perspectiva del bautismo, mirándola a través del ejemplo de San Carlos Borromeo, doy las gracias a todos los que hoy, en todo el período pasado, y continuamente, también ahora, me sostienen con la oración y a veces incluso con grandes sacrificios personales. Espero que, gracias a esta ayuda espiritual, podré alcanzar esa madurez que debe ser mi parte (así como también la de cada uno de nosotros) en Jesucristo crucificado y resucitado —para bien de la Iglesia y salvación de mi alma—, del mismo modo que ella fue la parte de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de tantos Sucesores de San Pedro en la Sede romana, a la cual, según las palabras de San Ignacio de Antioquía, corresponde "presidir en la caridad" (Carta a los Romanos, Inscr. Funk, Patres Apostolici, I, 252).

Un vitral de la Basílica del Santísimo Sacramento representa a San Carlos Borromeo.

2 de agosto de 2024

2 de agosto: San Pedro Julián Eymard

En 2016 y 2019 nos ocupamos extensamente de la vida y obra de San Pedro Julián Eymard. Hoy nos limitaremos a compartir el elogio del Martirologio Romano y, a través de dos imágenes, sendos episodios de su vida. 

«San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del misterio eucarístico, instituyó dos nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió en la aldea de La Mure, cerca de Grenoble, en Francia, donde había nacido».

El primer vitral -ambos los fotografiamos en la Basílica del Santísimo Sacramento- evoca la peregrinación de Eymard, en 1851, al santuario de Nuestra Señora de Fourviéres: «Me obsesionaba la idea de que no hubiese ninguna congregación consagrada a glorificar al Santísimo Sacramento, con una dedicación total. Debía existir esa congregación ... Entonces prometí a María trabajar con ese objeto. Se trataba aún de un plan muy vago y no me pasaba por la cabeza abandonar la Compañía de María ... ¡Qué horas tan maravillosas pasé allí!». 




En el segundo vitral que mostramos hoy, Eymard se encuentra "predicando a sus religiosos". El santo fundó la Congregación del Santísimo Sacramento y la Siervas del Santísimo Sacramento, además de otras iniciativas eucarísticas.


Oración Colecta

Oh Dios, que concediste a San Pedro Julián un amor admirable hacia el sagrado misterio del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos benigno que merezcamos participar de este divino convite, comprendiendo, como él, su riqueza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

25 de junio de 2024

Martes de la Semana XII Durante el Año

El Evangelio de la Misa de hoy (Mt  7, 6. 12-14) comienza con esta sentencia de Jesús: 

«No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos».

«No den las cosas sagradas a los perros»: la frase del Señor es evocada por Santo Tomás de Aquino en una estrofa del himno Lauda Sion:

Este es el pan de los Ángeles,

convertido en alimento de los peregrinos:

es el verdadero pan de los hijos,

que no debe tirarse a los perros.


La frase "Non mitténdus cánibus" ("No debe tirarse a los perros") aparece en el capitel de una de las columnas de la Basílica del Santísimo Sacramento.

Ecce panis Angelórum,

factus cibus viatórum:

vere panis filiórum,

non mitténdus cánibus.

2 de junio de 2024

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

En 2020 celebramos la Solemnidad del Corpus Christi con una foto tomada en la Basílica del Santísimo Sacramento, que mostraba algunas  palabras de la primera estrofa del himno Lauda Sion, compuesto por Santo Tomás de Aquino especialmente para esta fiesta.


Hoy volvemos a ese templo y a esa misma imagen, pero con fotografías tomadas en otras ocasiones y desde distintos ángulos.


El himno dice:

Lauda Sion, Salvatorem; 
Lauda ducem et pastorem, 
In hymnis et canticis. 
Quantum potes, tantum aude: 
Quia major omni laude, 
Nec laudare sufficiens. 
Laudis thema specialis, 
Panis vivus et vitalis 
Hodie proponitur; 
Quem in sacræ mensa cœnæ, 
Turbæ fratrum duodenæ 
Datum non ambigitur. 
Sit laus plena, sit sonora, 
Sit iūcunda, sit decora 
Mentis jubilation. 
Dies enim solemnis agitur, 
In qua mensæ prima recolitur 
Hujus institutio. 
In hac mensa novi Regis, 
Novum Pascha novæ legis 
Phase vetus terminat. 
Vetustamen novitas, 
Umbram fugat veritas 
Noctem lux eliminat. 
Quod in cœna Christus gessit, 
Faciendum hoc expressit 
In sui memoriam. 
Docti sacris institutis, 
Panem, vinum, in salutis, 
Consecramus hostiam. 
Dogma datur Christianis, 
Quod in carnem transit panis, 
Et vinum in sanguinem. 
Quod non capis, quod non vides, 
Animosa firmat fides, 
Præter rerum ordinem. 
Sub diversis speciebus, 
Signis tantum, et non rebus, 
Latent res eximiæ. 
Caro cibus, sanguis potus, 
Manet tamen Christus totus 
Sub utraque specie. 
A sumente non concisus, 
Non confractus, non divisus, 
Integer accipitur. 
Sumit unus, sumunt mille, 
Quantum isti, tantum ille, 
Nec sumptus consumitur. 
Sumunt boni, sumunt mali: 
Sorte tamen inæquali, 
Vitæ vel interitus. 
Mors est malis, vita bonis; 
Vide paris sumptionis, 
Quam sit dispar exitus. 
Fracto demum Sacramento, 
Ne vacilles, sed memento 
Tantum esse sub fragmento 
Quantum toto tegitur. 
Nulla rei fit scissura, 
Signi tantum fit fractura; 
Qua nec status nec statura 
Signati minuitur. 
Ecce Panis Angelorum, 
Factus cibus viatorum, 
Vere panis filiorum, 
Non mittendus canibus. 
In figures præsignatur 
Cum Isaac immolator, 
Agnus Paschæ deputatur, 
Datur manna patribus. 
Bone Pastor, panis vere, 
Jesu, nostri miserere. 
Tu nos pasce, nos tuere, 
Tu nos bona fac videre 
In terra viventium. 
Tu qui cuncta scis et vales, 
Qui nos pascis hic mortales, 
Tuos ibi commensales, 
Cohæredes et sodales 
Fac santorum civium. 
Amen. Alleluia. 


Alaba, Sión, a tu Salvador;
alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas,
porque Él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.
El motivo especial de nuestros loores
que hoy se te propone
es el pan vivo y que da vida.
Es el mismo, no lo dudes,
que aquel que en la Santa Cena
a los Doce se entregó.
Sea plena la alabanza, armoniosa,
sea alegre y fervoroso
el gozo del corazón.
Pues celebramos el solemne día
en que fue instituido
este divino banquete.
En esta mesa del nuevo rey,
la pascua nueva de la nueva ley
pone fin a la pascua antigua.
Lo nuevo sustituye lo antiguo,
la verdad ahuyenta las sombras,
y la luz destierra a las tinieblas.
Lo que Jesucristo hizo en la cena,
nos mandó a hacer
en memoria suya.
Instruidos con sus santos mandatos,
consagramos el pan y el vino,
en sacrificio de salvación.
Es dogma que se da a los cristianos,
que el pan se convierte en carne,
y el vino en sangre.
Lo que no comprendes y no ves,
una fe viva lo atestigua,
fuera de todo el orden de la naturaleza.
Bajo diversas especias,
que son signos y no cosas,
están ocultos los dones más preciados.
Su carne es alimento y su sangre bebida;
mas Cristo está todo entero
bajo cada especie.
Quien lo recibe no lo rompe,
no lo quebranta ni lo desmembra;
recíbese todo entero.
Recíbelo uno, recíbenlo mil;
y aquél lo toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.
Recíbenlo buenos y malos;
mas con suerte desigual
de vida o de muerte.
Es muerte para los malos y vida para los buenos;
mira cómo un mismo alimento
produce efectos tan diversos.
Cuando se divida el Sacramento,
no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero está en cada parte
como antes en el todo.
No se parte la sustancia,
solo el signo se fracciona;
ni el ser ni el tamaño se reducen
de Cristo presente.
He aquí el pan de los ángeles,
hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos,
no lo echemos a los perros.
Figuras lo representaron:
Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
Buen pastor, pan verdadero,
¡oh Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos los bienes
en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes,
que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos allí tus comensales,
coherederos y compañeros
de los ciudadanos santos.
Amén. Aleluia.

19 de abril de 2024

19 de abril: San Vernerio

El santo de hoy no figura en el Martirologio actual. Tampoco lo hemos encontrado en la versión anterior, de 1956, ni en "Año Cristiano" de 1864. 

Pero su imagen aparece en uno de los vitrales de la Basílica del Santísimo Sacramento. Por eso le dedicamos esta entrada.

Se trata de San Vernier o San Wernerio, también  llamado San Werner de Oberwesel.

En el sitio "Tus preguntas sobre los santos" encontramos esta biografía:

«Werner fue un adolescente, jornalero de unas viñas pertenecientes a unos judíos, que el Jueves Santo de 1287, fue encontrado asesinado (abierto en canal, desangrado y colgado cabeza abajo en un árbol) en un campo cerca de Bacharach, Alemania. No se halló el autor, por lo que se creyó que tendría el crimen tenía motivos ocultos y rituales, y de ahí a pensar que habían sido los judíos no hubo más que un paso. Era una época propicia a esto (...). Lamentablemente, esto se tradujo en una persecución popular contra los judíos (...) mientras que Werner fue considerado mártir y santo, puesto que habría padecido como Jesús.

(...) El rey Rodolfo I, convencido de la falsedad de la acusación, puso una multa a los asesinos de los judíos y ordenó quemar y desaparecer el cuerpo de Werner para evitar una veneración. Las reales instrucciones no fueron seguidas, y por el contrario se inició el culto a Werner como mártir. El cadáver del niño fue enterrado solemnemente en la capilla de San Cuniberto de la catedral de Bacharach (...). Asimismo se construyó una pequeña capillita conmemorativa en el sitio del hallazgo del cuerpo. 

Pronto surgió la idea de dedicarle una iglesia propia, comenzaron las peregrinaciones y se comenzó una bella iglesia gótica, que aún no terminada comenzó a abandonarse. El culto fue efímero y pronto cayó en el olvido durante casi dos siglos (...)».

En 1426, apoyado por Luis III, un sacerdote comenzó a trabajar para relanzar el culto y terminar la capilla iniciada. Exhumó el cuerpo, lo trasladó a una urna abierta, y puso la mano derecha en una custodia de oro; mandó que se recogieran en un libro los testimonios de gracias y milagros concedidos a los fieles que le rezaban al niño mártir. Además se implicó en la canonización de Vernerio, para dar estabilidad al culto y a las peregrinaciones. Pero sólo logró un débil reconocimiento local, pues Roma no accedió a canonizarlo. Sin embargo, el culto continuó y se extendió. La fiesta de San Werner se celebró en la Diócesis de Trier hasta 1963, cuando la  iglesia local eliminó la fiesta de su calendario propio. Sin embargo, en algún santoral alemán todavía aparece "San Werner de Oberwesel", sus imágenes abundan y su veneración por parte de gremios y asociaciones continúa. Se lo representa con elementos de labranza, racimos de uva y una daga, arma del  supuesto martirio. Es el Patrono de los bodegueros y de los viticultores en varias regiones de Alemania y Francia. 

Mientras la parte superior del vitral de la Basílica del Santísimo Sacramento exhibe  al santo con herramientas de labranza aludiendo a su oficio de viñatero, la parte inferior muestra el modo en que, según la tradición, sufrió el martirio.

12 de julio de 2021

12 de julio: San Juan Gualberto

Juan Gualberto nació en Florencia a fines del siglo X, en una familia noble y rica; era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara altos puestos.

Su único hermano había sido asesinado. Un Viernes Santo, Juan Gualberto encontró  de pronto al asesino en un callejón; el enemigo no tenía a dónde huir, y Juan se dispuso a matarlo allí mismo. Pero el asesino se arrodilló, abrió sus brazos en cruz y le dijo: "Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida". Entonces Gualberto se bajó de su caballo, abrazó a su enemigo y le dijo: "Por amor a Cristo, te perdono". Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodilló ante un crucifijo; entonces le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le agradecía.

Desde aquel día su vida cambió por completo. Se dirigió a un convento benedictino para pedir que lo admitieran como religioso, pese a la oposición de su padre. 

A la muerte del abad, Juan abandonó el convento con otro compañero y partió en busca de un sitio más retirado, pues la elección del nuevo abad había sido escandalosa e infectada de simonía.

Resolvió entonces fundar una orden nueva; para ello eligió un lugar tranquilo y silencioso, llamado Valleumbrosa, donde estableció la nueva comunidad, que seguía la regla primitiva de San Benito.  Juan Gualberto, sin embargo, suprimió el trabajo manual para los monjes de coro e introdujo a los hermanos legos. 

Juan Gualberto se distinguía por su celo y por su humildad, así como por su amor por los pobres. Tenía el don de profecía y el de obrar milagros. El Papa, muchos obispos y el pueblo fiel sentían por él particular veneración. 

Murió el 12 de julio de 1073; fue canonizado en 1193.

La imagen que vemos en la entrada de hoy corresponde a una talla en madera en un confesionario de la Basílica del Santísimo Sacramento.

14 de junio de 2020

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

«Lauda Sion Salvatórem,
lauda ducem et pastórem
in hymnis et cánticis»:

así comienza la célebre y maravillosa Secuencia compuesta por Santo Tomás de Aquino para la Solemnidad de Corpus Christi, que celebramos hoy.

En la Basílica del Santísimo Sacramento vemos las primeras palabras de la Secuencia "Lauda Sion" transcriptas sintetizadamente ("Lauda Sion Salvatorem in canticum") en un hermoso relieve:





Lauda Sion, Salvatorem
Lauda ducem et pastorem
In hymnis et canticis
Quantum potes, tantum aude
Quia major omni laude
Nec laudare sufficiens
Laudis thema specialis
Panis vivus et vitalis 
Hodie proponitur
Quem in sacræ mensa cœnæ
Turbæ fratrum duodenæ 
Datum non ambigitur
Sit laus plena, sit sonora
Sit iūcunda, sit decora 
Mentis jubilation
Dies enim solemnis agitur
In qua mensæ prima recolitur 
Hujus institutio
In hac mensa novi Regis
Novum Pascha novæ legis 
Phase vetus terminat
Vetustamen novitas
Umbram fugat veritas 
Noctem lux eliminat
Quod in cœna Christus gessit
Faciendum hoc expressit 
In sui memoriam
Docti sacris institutis
Panem, vinum, in salutis
Consecramus hostiam
Dogma datur Christianis
Quod in carnem transit panis
Et vinum in sanguinem
Quod non capis, quod non vides
Animosa firmat fides
Præter rerum ordinem
Sub diversis speciebus
Signis tantum, et non rebus
Latent res eximiæ
Caro cibus, sanguis potus
Manet tamen Christus totus 
Sub utraque specie
A sumente non concisus
Non confractus, non divisus
Integer accipitur
Sumit unus, sumunt mille
Quantum isti, tantum ille
Nec sumptus consumitur
Sumunt boni, sumunt mali
Sorte tamen inæquali
Vitæ vel interitus. 
Mors est malis, vita bonis
Vide paris sumptionis
Quam sit dispar exitus
Fracto demum Sacramento
Ne vacilles, sed memento 
Tantum esse sub fragmento 
Quantum toto tegitur
Nulla rei fit scissura
Signi tantum fit fractura; 
Qua nec status nec statura 
Signati minuitur
Ecce Panis Angelorum
Factus cibus viatorum
Vere panis filiorum
Non mittendus canibus
In figures præsignatur 
Cum Isaac immolator
Agnus Paschæ deputatur
Datur manna patribus
Bone Pastor, panis vere
Jesu, nostri miserere
Tu nos pasce, nos tuere
Tu nos bona fac videre 
In terra viventium. 
Tu qui cuncta scis et vales
Qui nos pascis hic mortales
Tuos ibi commensales
Cohæredes et sodales 
Fac santorum civium
Amen. Alleluia. 
Alaba, Sión, a tu Salvador;
alaba a tu guía y pastor
con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas,
porque Él está sobre toda alabanza,
y jamás podrás alabarle lo bastante.
El motivo especial de nuestros loores
que hoy se te propone
es el pan vivo y que da vida.
Es el mismo, no lo dudes,
que aquel que en la Santa Cena
a los Doce se entregó.
Sea plena la alabanza, armoniosa,
sea alegre y fervoroso
el gozo del corazón.
Pues celebramos el solemne día
en que fue instituido
este divino banquete.
En esta mesa del nuevo rey,
la pascua nueva de la nueva ley
pone fin a la pascua antigua.
Lo nuevo sustituye lo antiguo,
la verdad ahuyenta las sombras,
y la luz destierra a las tinieblas.
Lo que Jesucristo hizo en la cena,
nos mandó a hacer
en memoria suya.
Instruidos con sus santos mandatos,
consagramos el pan y el vino,
en sacrificio de salvación.
Es dogma que se da a los cristianos,
que el pan se convierte en carne,
y el vino en sangre.
Lo que no comprendes y no ves,
una fe viva lo atestigua,
fuera de todo el orden de la naturaleza.
Bajo diversas especias,
que son signos y no cosas,
están ocultos los dones más preciados.
Su carne es alimento y su sangre bebida;
mas Cristo está todo entero
bajo cada especie.
Quien lo recibe no lo rompe,
no lo quebranta ni lo desmembra;
recíbese todo entero.
Recíbelo uno, recíbenlo mil;
y aquél lo toma tanto como éstos,
pues no se consume al ser tomado.
Recíbenlo buenos y malos;
mas con suerte desigual
de vida o de muerte.
Es muerte para los malos y vida para los buenos;
mira cómo un mismo alimento
produce efectos tan diversos.
Cuando se divida el Sacramento,
no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero está en cada parte
como antes en el todo.
No se parte la sustancia,
solo el signo se fracciona;
ni el ser ni el tamaño se reducen
de Cristo presente.
He aquí el pan de los ángeles,
hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos,
no lo echemos a los perros.
Figuras lo representaron:
Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
Buen pastor, pan verdadero,
¡oh Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos los bienes
en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes,
que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos allí tus comensales,
coherederos y compañeros
de los ciudadanos santos.
Amén.