31 de marzo de 2018

Sábado Santo


Nuevamente visitamos la iglesia parroquial de Todos los Santos y Ánimas en cuyo mural vemos representadas la muerte y la sepultura de Jesucristo.





"¿Qué es lo que hoy sucede?  
Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad.  
Un gran silencio, porque el Rey duerme.  
La tierra está temerosa y sobrecogida, 
porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo.  Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo".

(Fragmento inicial de una "Homilía antigua sobre el grande y Santo Sábado")
(PG 43, 439. 451. 462-463)

30 de marzo de 2018

Viernes Santo



En este día recordamos la Pasión salvadora y la muerte de nuestro Señor Jesucristo en la santísima Cruz.

En la Solemne Acción Litúrgica vespertina se lee hoy el texto de la Pasión según San Juan. 

Contemplamos, con este texto de fondo,  el mural que en el templo parroquial de Todos los Santos y Ánimas muestra escenas de la crucifixión y muerte del Señor, y de su descenso a los infiernos.

Y rezamos un pequeño fragmento de los Improperios:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal:
Ten misericordia de nosotros.

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Ningún bosque dio nunca otro igual
en hojas, en flores y en frutos.

¡Árbol precioso, benditos clavos que lleváis tan dulce carga! 

29 de marzo de 2018

Jueves Santo


En estos  días del Triduo Sacro visitaremos la misma iglesia: la de Todos los Santos y Ánimas, ubicada en Otero y Concepción Arenal, en el barrio de Chacarita.

Hoy, Jueves Santo, contemplamos un fragmento del gran mural que ocupa las paredes del templo. Este fragmento muestra la Última Cena -con la inusual presencia de la Virgen María- y la oración en el Huerto de los Olivos, que Jesús realizó esa misma noche.


Oración Colecta de la Misa Vespertina de hoy:

Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena

en la que tu Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte,
confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio,
banquete pascual de su amor,
concédenos que, de tan sublime misterio,
brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida.

25 de marzo de 2018

Domingo de Ramos


Las fotos no son de óptima calidad, pero puede notarse que representan a Jesús  montado en un burro, mientras muchos de entre la gente -como relata el Evangelio-  «extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo».  Es la entrada triunfal de Cristo en la ciudad de Jerusalén, que se recuerda hoy.


Las imágenes corresponden a la iglesia ortodoxa rusa de la Santísima Trinidad, frente a Parque Lezama. Tomé las fotos en julio del año pasado.

En la fórmula de bendición de los ramos, propia de hoy, se pide a Dios que «cuantos seguimos con aclamaciones a Cristo Rey, podamos llegar por él a la Jerusalén celestial».

Próxima entrada: 29 de marzo (Jueves Santo)

23 de marzo de 2018

VIERNES DE CUARESMA: Vía Crucis - Décimotercera y Décimocuarta estación

DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN: Jesús es descendido de la cruz



Vía Crucis de la Basílica de San Ponciano
(La Plata)

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DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN - Jesús es sepultado


Vía Crucis de la iglesia de San Cayetano
(Belgrano)

Próxima entrada: 25 de marzo (Domingo de Ramos)

17 de marzo de 2018

17 de marzo: San Conrado

En la iglesia de San Juan Evangelista de La Boca nos encontramos con un busto de San Conrado. Como en la zona residen muchos descendientes de italianos, se destaca la devoción a San Conrado por ser Patrono de la ciudad de Molfetta. 


Se trata de San Conrado de Baviera o de Claraval, monje de la Orden del Císter y ermitaño.

Nació en Ravensburg, en Suabia, Alemania, alrededor de 1105 y falleció en Modugno, diócesis de Bari, Italia, el 17 de marzo de 1154. En esta fecha lo honramos.


Conrado nació en el seno de una familia noble. «Siendo el menor entre los hijos varones, (...)  fue enviado por los padres a la carrera eclesiástica en Colonia con el intento de hacerlo suceder al arzobispo Federico, su primo paterno. En este período el joven creció en virtudes (...) suscitando admiración entre el clero y el pueblo. Se instruyó en los estudios superiores y en la disciplina eclesiástica, en derecho canónico y civil». Al escuchar «la predicación de Arnoldo, abad cisterciense de Morimond», comprendió que su vocación era la monástica y decidió abrazar, aún adolescente, la severa regla de la Orden Cisterciense en Morimond.
Poco después el abad Arnoldo organizó una expedición a Tierra Santa para la fundación allí de un monasterio con los monjes de Morimond. Esta iniciativa no contaba con la aprobación de San Bernardo de Claraval, y finalmente fracasó, pero  «Conrado prosiguió solo la peregrinación, atraído por la fascinación mística de la tierra de Jesús». Tras cruzar los Alpes, ya en Bari, se enfermó «antes de embarcarse, y encontró refugio en la comunidad benedictina de Santa Maria ad Gryptam en el territorio de Modugno, en la diócesis de Bari. Conrado vivió los últimos meses de su breve vida en una gruta adyacente a la capilla, haciendo experiencia de monaquismo eremítico, rezando, ayunando y durmiendo sobre la roca desnuda. Suscitó gran admiración en la gente del lugar, que comenzó pronto a recurrir a su intercesión. Murió, probablemente y según una tradición, en el invierno entre el 1125 y el 1126, tendría unos veinte años. Una segunda tradición nos dice que su muerte ocurrió en el año 1154. La tradición fija el día de la muerte el 17 de marzo. Su cuerpo fue inhumado en la capilla de Santa Maria ad Gryptam, y la tumba se convirtió en una meta de peregrinación.  
En el 1309 aquella comunidad benedictina fue suprimida, y los molfetanos, el 9 de febrero de un año impreciso, se adueñaron del cuerpo» y lo inhumaron en su catedral, de donde Conrado comenzó a ser reconocido como Patrono de Molfetta.  «Un misal del siglo XIV atestigua que ya en aquel periodo el 9 de febrero estaba fijada la fiesta de la “Traslatio Sancti Corradi Confessoris”, celebrada con una misa propia».


 Entre otros muchos hechos milagrosos que atestiguan su intercesión en favor de Molfetta, hay uno que merece ser destacado. En 1529, cuando la ciudad era asaltada por sorpresa, de noche,  por las tropas francesas del conde Caracciolo, los ciudadanos sintieron que eran llamados en sueños por un guerrero que les advertía del inminente peligro. Junto a los muros de la ciudad vieron en medio de una gran luz a la Virgen de los Mártires, a San Conrado -en el cual reconocieron al misterioso guerrero-, y a San Nicolás. El ejército francés, con temor, huyó. 

La Virgen de los Mártires aparece también en la capilla de San Conrado en la iglesia que hoy visitamos. 



En  1832, bajo el pontificado de Gregorio XVI, se concluyó en Roma el proceso de canonización “equipolente” de San Conrado. En 1834 se le otorgó Misa propia a su Memoria, cuya oración colecta, traducida del italiano, dice:

“Oh Dios, tu has querido que el Santo Confesor y Ermitaño Conrado 
se convirtiese en ciudadano de la patria celeste;
concede benigno que, en su solemnidad, 
despreciando los afectos desordenados de las cosas terrenas, 
seamos inflamados por el deseo de las realidades celestes”.
Desde el 1893 el cuerpo es custodiado en una teca de plata y cristal; otras reliquias son veneradas en varias iglesias de la ciudad, en Modugno y en el Santuario de Santa Maria ad Gryptam.


Por siglos se creyó que Conrado murió anciano, «y como tal fue representado, con barba blanca, capa y bordón de peregrino. Acompañan con frecuencia el cilicio y el cráneo, símbolos de la auto mortificación, y corona y cetro abandonados en el suelo, signo de los orígenes nobles».


Próxima entrada: 23 de marzo (Viernes de la VI Semana de Cuaresma)

16 de marzo de 2018

VIERNES DE CUARESMA: Vía Crucis - Undécima y Duodécima Estación

UNDÉCIMA ESTACIÓN - Jesús es clavado en la cruz



Vía Crucis de la iglesia de San Pedro González Telmo
(Humberto I 340)

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DUODÉCIMA ESTACIÓN - Jesús muere en la cruz


Vía Crucis de la iglesia de San Ignacio de Loyola
(Bolívar 225)


Próxima entrada: 17 de marzo (San Conrado de Claraval)

9 de marzo de 2018

VIERNES DE CUARESMA: Vía Crucis - Octava, Novena y Décima Estación

OCTAVA ESTACIÓN - 
Jesús consuela a las mujeres que lloran por él




Vía Crucis de la iglesia de la Santa Cruz
(Estados Unidos y Urquiza)

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NOVENA ESTACIÓN - 
Jesús cae por tercera vez


Vía Crucis de la iglesia de Nuestra Señora del Carmelo
(Marcelo T. de Alvear 2465)

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DÉCIMA ESTACIÓN - 
Jesús es despojado de sus vestiduras


Vía Crucis de la iglesia Regina Martyrum
(Hipólito Yrigoyen 2025)


Próxima entrada: 16 de marzo (Viernes de la Semana IV de Cuaresma)

7 de marzo de 2018

7 de marzo: Beata María Antonia de Paz y Figueroa



Hoy recordamos a la Beata María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como “Mama Antula”, laica, incansable predicadora, fundadora de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales. 

Transcribimos fragmentos de la homilía del cardenal Ángelo Amato en su beatificación, celebrada en Santiago del Estero el 27 de agosto de 2016.

«La ciudad más antigua de Argentina se alegra hoy por la beatificación de su hija ilustre, María Antonia de Paz y Figueroa [Mama Antula], conocida no solo en su patria sino en toda la Iglesia por su extraordinario dinamismo apostólico. El Papa Francisco en su Carta Apostólica la llama «Fundadora de la Casa de Ejercicios espirituales de Buenos Aires, dócil instrumento de la Providencia y celosa misionera al servicio del Evangelio».
(...)
En realidad, esta insigne mujer argentina fue una incansable misionera, pionera en la formación de los laicos y de los sacerdotes en la vida de comunión con Jesús mediante la práctica de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Por amplitud y por resultados, su apostolado – dicen los testimonios – superaba largamente el de muchos celosos sacerdotes.
Después de la expulsión de los jesuitas, María Antonia, mujer desconocida, sin ningún poder ni crédito, se sintió inspirada para continuar su obra, consagrándose con todas sus fuerzas a llamar a los fieles a la práctica de los ejercicios espirituales. Descalza, vistiendo una simple túnica y un cilicio y con un bastón en forma de cruz, viajaba por valles y montes exhortando a la penitencia y a la conversión.
El método de esta peregrina del Evangelio era simple y eficaz. Llegada al lugar, pedía a los superiores eclesiásticos la licencia para los ejercicios. Buscaba después un ambiente adecuado, donde las personas pudieran hospedarse con pensión completa, sin la necesidad de salir de casa y sin más preocupaciones que el cuidado de su propia alma. Los testigos concuerdan en el decir: «No falta nada a los ejercitantes; tienen fruta en el desayuno y tres platos a mediodía, con mate de hierba paraguaya con azúcar».
Invitaba después a sacerdotes sabios y ejemplares – en general mercedarios y dominicos, pero también diocesanos – a predicar y a enfervorizar a los fieles a la vida buena del Evangelio. Iba de ciudad en ciudad, pedía limosnas para mantener gratuitamente a los ejercitantes, confiando únicamente en la Divina Providencia. De este modo la renovación espiritual promovida por ella se extendió de Santiago del Estero a Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, hasta Córdoba. 
(...)  
En la base de este incansable apostolado había una vida interior, alimentada por una grande fe en Dios. Un testigo la llama «un portento de la divina Providencia». Por ejemplo, en 1786 (mil setecientos ochenta y seis), mientras Buenos Aires sufría una grave falta de alimentos, en la Casa de nuestra Beata reinaba una providencial abundancia, tanto que todos ya la llamaban la Casa de la Providencia. También aquí, sin embargo, faltaba a veces lo necesario. Un día, por ejemplo, no había tocino suficiente para preparar la comida y la cocinera se dirigió a nuestra Beata. Con toda tranquilidad María Antonia respondió: «Id a decir a nuestra Abadesa lo que falta». Quería decir que se invocase a la Virgen María. Poco después un desconocido que venía a caballo tocaba a la puerta, trayendo una provisión abundante de tocino.
María Antonia era una enamorada de Jesucristo y amaba profundamente la Eucaristía. Alimentaba una especial devoción al Niño Jesús, el Manuelito, como lo llamaba afectuosamente. A la providencia del Niño Jesús se encomendaba cuando necesitaban leña, alimentos, dinero. Exhortaba a sus colaboradores a no preocuparse porque a todo proveería el querido Manuelito. Y de hecho llamaban a la puerta y llegaba lo necesario.
Al Niño Jesús atribuía también la reforma de las costumbres y las conversiones. Eran de hecho numerosos los frutos espirituales de los ejercicios. Muchos hablan del “dedo de Dios”, que obraba y se manifestaba en el apostolado de esta laica valiente. También los sacerdotes salían transformados.




(...)
Nuestra Beata aparece como la mujer fuerte que, bajo el estandarte de San Ignacio, ha asegurado para Cristo gran parte de América del Sur
(...) 
Su misión reflejaba su caridad para la santificación del prójimo y para la salvación de las almas. Deseaba llenar de amor de Dios los corazones, para transformar el mundo según el Evangelio. Buenos Aires fue el teatro privilegiado de su testimonio de caridad maternal. Como una madre, ponía paz en las controversias familiares e intraeclesiales.
Con caridad maternal ayudaba a los pobres y a los marginados. Se le veía caminar por las calles de Buenos Aires a pie, acompañada por un carro tirado por un asno para recoger las ofertas para los ejercicios, pero también para los pobres y los detenidos. Lograba entrar en las cárceles para aliviar el sufrimiento, el aislamiento y el desconsuelo y también para convertir y santificar aquellas almas extraviadas. Su celo era extraordinario. Trataba del mismo modo a los grandes y a los pequeños, al noble y al plebeyo, al rico y al pobre, al patrón y a los domésticos, a las damas de la alta sociedad y a las del pueblo. Con todos era amable, sincera, afable.
Este espíritu de caridad, como un río abundante,  fue transmitido por ella a mujeres pías, que siguieron sus huellas y que se convirtieron también ellas en portadoras de agua fresca evangélica. Su humildad era ejemplar. Cuanto hacía de bueno era obra de Dios. Se consideraba un instrumento indigno de la gracia de Dios. El éxito de los ejercicios lo atribuía no a su trabajo, sino a la gracia divina. No obstante los honores y los reconocimientos, permanecía humilde, sin enorgullecerse de nada. A veces por aspecto simple y modesto se le confundía con una mendiga e incluso se le despreciaba y se reían de ella. Todo lo acogía con espíritu de pobreza y de humildad. Un testigo escribe que quedó impresionado al ver a muchos jóvenes que, habiendo hecho los ejercicios espirituales, en la flor de la juventud, iluminados por el cielo y desengañados del mundo, abrazaron de buen gusto la pobreza evangélica.
Mujer de gran discernimiento, las palabras de Mama Antula llegaban al corazón, infundiendo confianza y serenidad. 
(...)
María Antonia es la mujer fuerte que ha levantado de nuevo el estandarte en el que está escrito: «¡Temed a Dios, honrad al Rey, sed siervos del Señor!». Hija del Nuevo Mundo, ha sido comparada a menudo y con razón con Santa Catalina de Siena y con Santa Teresa de Ávila, apóstolas de Cristo y misioneras de su Evangelio en la Iglesia y en el mundo. Como laica supo interpretar bien su vocación bautismal, de discípula de Cristo y de apóstola en la sociedad, para difundir la virtud y extirpar el vicio. Los ejercicios fueron la terapia milagrosa que curó a tantos laicos y sacerdotes de la tibieza, transformándoles en fieles discípulos de Cristo y en apóstoles de su Evangelio.
Hoy finalmente la Iglesia da cumplimiento a las oraciones que desde 1993 se elevan cada 7 de marzo en la catedral de Santiago del Estero para la beatificación de esta heroína de la vida cristiana.
Hoy finalmente sus hijas espirituales pueden alegrarse por la glorificación de su fundadora, que ha hecho de su carisma un arma espiritual invencible para la formación del pueblo de Dios.
(...)
Hoy la herencia preciosa de esta laica es por la Iglesia no sólo reconocida sino apreciada y entregada a todo el pueblo argentino, para que, siguiendo el ejemplo de Madre Antonia, pueda hacer reflorecer la alegría de ser discípulos de Cristo, en una sociedad tan necesitada de Evangelio y de santidad.
(...) La Beata Madre Antula es otra joya preciosa de la corona de los Santos argentinos, que han sido misioneros incansables del Evangelio.
Y es éste el mensaje que la Beata deja a sus hijas espirituales, las Hijas del Divino Salvador, pero también a los jóvenes y a todos los laicos, hombres y mujeres. La Iglesia espera hoy mucho de los laicos, invitados a utilizar sus talentos para renovar la faz de la tierra.

La admiración por la Beata Madre Antula llegue a ser imitación de sus virtudes y de su apostolado y sobre todo compromiso para reavivar la práctica de los ejercicios espirituales, como indispensable medicina de buena salud espiritual y de dinámico y alegre impulso apostólico».

María Antonia de Paz y Figueroa murió el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires.  Sus restos descansan en la Basílica de Nuestra Señora de la Piedad.  Fue beatificada en Santiago del Estero en agosto de 2016.

Las imágenes que ilustran esta entrada corresponden a un cuadro que se exhibe en la iglesia porteña de San Juan María Vianney.


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4 de marzo de 2018

Domingo III de Cuaresma

Hoy, Tercer Domingo de Cuaresma del Ciclo B, se lee un fragmento, tomado del Evangelio según San Juan (2, 13-25), que transcribimos parcialmente aquí (sólo hasta el versículo 21): 

«Se acercaba la Pascua de los judíos. 
Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.

Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas  y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio».

Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: "El celo por tu Casa me consumirá".

Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?». 
Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar».

Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». 
Pero él se refería al templo de su cuerpo».

Una pintura en el techo de la Iglesia del Salvador (Callao y Tucumán) representa este episodio, también recogido en los sinópticos.


Próxima entrada: 7 de marzo (Beata María Antonia de Paz y Figueroa)

2 de marzo de 2018

VIERNES DE CUARESMA: Vía Crucis - Sexta y Séptima Estación

SEXTA ESTACIÓN - La Verónica limpia el rostro de Jesús



Vía Crucis de la Catedral de La Plata

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SÉPTIMA ESTACIÓN - Jesús cae por segunda vez




Vía Crucis de la iglesia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa
(Parque Chacabuco)

Próxima entrada: 4 de marzo (Domingo III de Cuaresma)