31 de marzo de 2017

Vienes de la IV Semana de Cuaresma


En el santuario de Jesús Sacramentado, en Almagro, se expone esta imagen de Jesús en el Huerto de los Olivos, que publicamos en este nuevo viernes de Cuaresma.


24 de marzo de 2017

Viernes de la III Semana de Cuaresma


Como cada viernes de la Cuaresma, publicamos una imagen de Jesús en su Pasión. Hoy, Jesús con la cruz a cuestas, en actitud de saludar y bendecir, en una imagen que se venera en el templo porteño dedicado a Nuestra Señora de la Consolación.

20 de marzo de 2017

Solemnidad de San José


El 19 de marzo se celebra la Solemnidad de San José. Pero este año, por caer esa fecha en domingo de Cuaresma, la celebración se traslada al día de hoy, 20 de marzo.

San José,  uno de los santos más venerados de la cristiandad, es invocado como Patrono de la Iglesia Universal. 

Ilustramos la entrada de hoy con una foto que tomé en el templo del Patrocinio de San José, en Recoleta. En la imagen se ve al Padre Adoptivo de Jesús con su hijo en brazos, y llevando la vara florecida que es su atributo iconográfico habitual. A los pies del santo, la Basílica de San Pedro, como signo de la protección que se invoca sobre la Iglesia: "Ecclesiae Universalis Patronus".

17 de marzo de 2017

Viernes de la II Semana de Cuaresma


En la iglesia de San Agustín, en Recoleta, se venera esta impactante imagen del Cristo de la Buena Esperanza.  

La historia de esta advocación procede de Quito. De un sitio agustino transcribimos a continuación algunos párrafos.

"La historia del Señor de la Buena Esperanza se remonta al año 1652".  Cierto día, una mula atravesaba las calles de Quito cargada con un enorme bulto; "llegó a las gradas de la portería del convento de San Agustín y se echó en el suelo, y ya no pudieron levantarla a pesar de todos los esfuerzos que se hicieron"

"Abierto el cajón, cuyo peso parecía abrumarla", se encontró una estatua de Jesús. "Quisieron conducirla al templo, pero inútilmente; pues aumentaba el peso de la estatua en proporción al número de los que intentaban cargarla. Alguien propuso entonces llevarla no al templo sino a la portería, y el acto se ejecutó con suma facilidad".

Desde entonces, a causa de la piedad popular, la portería del convento San Agustín se convirtió "en el más célebre, frecuentado y rico santuario del Ecuador".

"Entre los ornamentos con que la piedad de la gente adornó la venerada estatua", es digno de mención un par de  sandalias de oro macizo y piedras preciosas, "por haber dado lugar a un notabilísimo milagro que aumentó sobremanera el renombre del Señor de la Buena Esperanza. Y tan notable fue este milagro, que desde entonces su recuerdo está unido a la propia imagen, con la cual se representa".

"Un sencillo y piadoso padre de familia (Gabriel Cayancela), vivía en Quito en total miseria, y ya sin auxilio humano, recurrió una tarde al señor de la Buena Esperanza para suplicarle por su situación, haciendo su oración estaba cuando el sacristán le advierte que salga porque va a cerrar la iglesia. Sale pronunciando palabras que muestran al sacristán lo horrible de su situación, y prometiendo en su interior volver muy temprano a continuar sus plegarias. Todavía no amanecía, y a la puerta de la casa de Gabriel se encontraba el cadáver de una señora asesinada la noche antes, y poco después el pobre sale de su casa, sin ver el charco de sangre lo pisa y todo ensangrentado llega al templo y continúa solitario y fervoroso su oración. En lo profundo de su oración se encontraba cuando, de repente, un milagro viene a llenar de gozo su corazón atribulado. El Señor de la Buena Esperanza deja caer en las manos del suplicante e infeliz padre de familia una de las ricas sandalias. Sin pensar más que en su necesidad, va a venderla a una joyería. Era demasiado conocida la rica alhaja y el joyero hizo aprehender como ladrón sacrílego al vendedor".

Ante la indignación pública contra el supuesto profanador de tan venerada imagen, que parecía ser además un asesino,  Cayancela fue condenado a muerte. "Como último favor pidió y obtuvo el ser conducido ante la milagrosa imagen". Allí suplicó al Señor que lo librara del grave apremio en que se veía justamente a causa de  su prodigioso regalo. En ese momento, ante el pueblo reunido, el  Jesús de la Buena Esperanza tendió hacia el reo el pie que conservaba la otra sandalia,  y dejó caer ésta en sus manos. La entusiasta admiración de la multitud ante el milagro dio la libertad al condenado. Las autoridades propusieron comprarle la sandalia por su peso en oro, pero ocurrió otro milagro: "fue enorme la cantidad de monedas que resistió el platillo de la balanza antes de inclinar el otro en que la sandalia se encontraba. Salió el pobre de su necesidad y el milagro quedó para siempre representado en el Señor de la Buena Esperanza". 

A partir de este milagro, el hasta entonces conocido como "Señor de la Portería" (por estar ubicado en dicho lugar del Convento San Agustín de Quito), comenzó a ser llamado "Señor de la Buena Esperanza". 

La imagen se encuentra en el templo de San Agustín de la ciudad de Quito; la devoción al Señor de la Buena Esperanza ha sido propagada por los agustinos. De allí la presencia de esta imagen en la  iglesia porteña dedicada al mismo santo.

"La imagen se encuentra sentada, coronada de espinas y lleva en su mano derecha una Cruz de madera y en su mano izquierda una caña que los soldados romanos pusieron en la mano del Señor para mayor mofa y escarnio". Forma parte de la iconografía del Señor de la Buena Esperanza la  imagen que representa al devoto de apellido Cayancela, protagonista del célebre milagro, y que "se encuentra en posición suplicante ante el Señor.
Otro elemento característico (...)  es la balanza en la que se colocó la sandalia del Señor que éste le obsequió a Cayancela en un lado y se procedió a colocar monedas de oro en el otro, resultando en la acumulación de monedas de oro en peso mucho mayor al de la sandalia, como también ha sido relatado líneas más arriba".


10 de marzo de 2017

Viernes de la Semana I de Cuaresma



La Catedral Metropolitana de Buenos Aires es depositaria de esta bella imagen del Nazareno, llamada "Santo Cristo del Gran Amor", pero conocida popularmente como el "Cristo de los futbolistas".

Remontémonos hasta 1978. La Argentina acaba de ganar el Mundial de Fútbol del que le tocó ser sede. Terminado el torneo,  varios jugadores de la Selección  son convocados por clubes del exterior. Entre ellos, Daniel Bertoni y Héctor Scotta van a jugar al Sevilla FC, que después de una crisis deportiva estaba reorganizando sus planteles. En Sevilla, los jugadores quedan deslumbrados por el arte religioso de la ciudad. 

Scotta "era ya entonces una persona muy religiosa que rezaba antes de salir al campo, según recuerda Pablo Blanco, otro ilustre futbolista sevillista. «Tanto él como Bertoni eran muy creyentes y a Daniel lo hice yo hermano de la Macarena y ese fue el nombre que le puso a su hija. Sus goles se los agradecían a Dios los dos», según una nota del diario sevillano ABC. "«El Gringo», como era conocido Scotta en Sevilla, encargó en 1981 al imaginero Luis Álvarez Duarte una talla de un Cristo para la Catedral de Buenos Aires. Bertoni y otros jugadores de la selección que ganaron el Mundial de Fútbol de Argentina como Tarantini, Ardiles, Kempes o Fillol colaboraron en esta singular iniciativa". La imagen está inspirada en el Cristo de la Sentencia de la Macarena.

Diez meses demandó la obra. La hermosa túnica de terciopelo fue diseñada y realizada por el modisto sevillano José Cerezal. 

"Una vez terminada y vestida, la talla fue embalada y trasladada al aeropuerto de San Pablo, donde vino a recogerla «ex profeso» un avión de las Fuerzas Armadas argentinas, que la trajo de vuelta a Buenos Aires con todo el primor y la delicadeza que las turbulencias atlánticas le permitieron. Este espectacular y «sevillano» Señor Cautivo, de manos atadas hacia adelante y cabellera larga con profusos rizos negros que le caen hasta el hombro, se llamó el «Santísimo Cristo del Gran Amor» y como tal fue bendecida por Monseñor Keegan, guía espiritual de Scotta y Bertoni, en una emocionante y multitudinaria ceremonia en la capital bonaerense".

Los argentinos pronto rebautizaron a la imagen con el nombre de «Cristo de los futbolistas», como todo el mundo la conoce actualmente

En 2011, Scotta se propuso dotar de una nueva vestimenta  al Cristo, y para ello contó con la colaboración de su ex compañero Pablo Blanco,  que también había participado del primer emprendimiento, y de otros amigos. Gracias a esta nueva iniciativa, se confeccionó una nueva túnica de terciopelo a partir de las medidas y los patrones de la original, que se conservaban en el estudio del autor. 


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6 de marzo de 2017

6 de marzo: Santa Rosa de Viterbo


6 de marzo: «En Viterbo, en la Toscana,  Rosa, virgen de la Tercera Orden de San Francisco, que, asidua en las obras de caridad, a los dieciocho años de edad consumó rápidamente el breve curso de su vida (1253)»

Las fotos -que tomé en dos ocasiones distintas- corresponden a la puerta de la iglesia de San Ildefonso en Palermo. 


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3 de marzo de 2017

Viernes después de Ceniza

Desde hoy, cada viernes de Cuaresma publicaremos una imagen de Cristo sufriente, con la Cruz a cuestas o en algún momento de la Pasión. Siempre, como es regla de este blog, a través de fotos tomadas por mí en templos argentinos o de países limítrofes.


Hoy comenzamos con esta bella imagen vestida del Nazareno, que se venera en la iglesia de la Inmaculada Concepción, en avenida Independencia y Tacuarí.

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1 de marzo de 2017

Miércoles de Ceniza


Detalle de un confesionario en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, frente a parque Centenario.  Las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos y la frase "Líbranos de todo pecado" enmarcan muy bien la fecha de hoy, en que comienza el sagrado tiempo de Cuaresma.

Las antífonas sugeridas para hoy durante la imposición de la ceniza:

Antífona 1
Revistamos el hábito de la penitencia con la ceniza y el cilicio;
ayunemos y lloremos delante del Señor,
porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso
para perdonar nuestros pecados.

Antífona 2         Cf. Jl 2,17; Est 4, 17
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes, ministros del Señor,
diciendo: Perdona, Señor, a tu pueblo;
no permitas que callen quienes te alaban.

Antífona 3         Sal 50, 3
Borra mi culpa, Señor.


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