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30 de agosto de 2025

30 de agosto: Santos Félix y Adaucto

Dice el Martirologio: «En Roma, en el cementerio de Comodila, en la vía Ostiense, santos mártires Félix y Adaucto, que habiendo confesado juntos a Cristo con una fe inquebrantable,  juntos volaron vencedores al cielo».

Entre las sagradas reliquias que son patrimonio de la Basílica del Espíritu Santo se encuentran, junto con otras muchas, las de Félix y Adaucto:


Félix era un sacerdote romano, virtuoso y feliz como lo indica su nombre. Fue arrestado al comienzo de la persecución de Diocleciano. Después de soportar la tortura, fue condenado a morir decapitado. Cuando se dirigía al sitio de la ejecución, se cruzó con un desconocido, que al ver su constancia y heroísmo se declaró cristiano. Los magistrados lo mandaron arrestar, y fue decapitado junto a Félix. Como los cristianos ignoraban el nombre del forastero, lo llamaron "Adaucto", es decir, "Añadido", porque se había unido a Félix en el martirio.

La historia proviene de una inscripción del papa San Dámaso: «¡Feliz de ti, que con tanta razón y verdad te llamabas Félix, porque, con fe invencible y total desprecio del mundo, confesaste a Cristo y buscaste el Reino de los Cielos! Admirad también, hermanos, la preciosísima fe que llevó victoriosamente a Adaucto al cielo».

La persecución de Diocleciano comenzó en 303. Poco después (quizás en 304) se produjo el martirio de Félix y su compañero. La Depositio Martyrum, que es del 354, ya menciona a "Félix y Adaucto, en el cementerio de Comodila en la Vía Ostiense", lo que constituye una  prueba de la antigüedad del culto de estos mártires, que también aparecen en el Sacramentario Leonino y en otros documentosSu tumba fue transformada en basílica, y llegó a ser meta de pregrinación y devoción hasta bien entrado el Medioevo, en el que las catacumbas y los santuarios subterráneos cayeron en el olvido. El cementerio de Comodila y la tumba de Félix y Adaucto fueron redescubiertos en 1720; tras otras peripecias , los restos fueron nuevamente olvidados hasta 1903, cuando la basílica fue definitivamente restaurada. 

1 de octubre de 2024

1° de octubre: Santa Teresita del Niño Jesús

Mediante una reliquia ex indumentis de Santa Teresita, que conservaba en su poder mi madre (que llevaba el mismo nombre), nos unimos a la memoria de esta popular y querida santa.

Transcribimos algunas frases de la homilía de San Juan Pablo II en la misa en que Teresita fue proclamada Doctora de la Iglesia, en octubre de 1997:

«Teresa Martín, carmelita descalza de Lisieux, deseaba ardientemente ser misionera. Y lo fue, hasta el punto de que pudo ser proclamada patrona de las misiones. Jesús mismo le mostró de qué modo podía vivir esa vocación: practicando en plenitud el mandamiento del amor, se introduciría en el corazón mismo de la misión de la Iglesia, sosteniendo con la fuerza misteriosa de la oración y de la comunión a los heraldos del Evangelio. Así, ella realizó lo que subrayó el Concilio Vaticano II, cuando enseñó que la Iglesia, por su naturaleza, es misionera (cf. Ad gentes, 2). No sólo los que escogen la vida misionera, sino también todos los bautizados, de alguna manera, son enviados ad gentes». 

«Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los "Doctores de la Iglesia", pero su ardiente itinerario espiritual manifiesta tal madurez, y las intuiciones de fe expresadas en sus escritos son tan vastas y profundas, que le merecen un lugar entre los grandes maestros del espíritu».

«Teresa de Lisieux no sólo captó y describió la profunda verdad del amor como centro y corazón de la Iglesia, sino que la vivió intensamente en su breve existencia. Precisamente esta convergencia entre la doctrina y la experiencia concreta, entre la verdad y la vida, entre la enseñanza y la práctica, resplandece con particular claridad en esta santa, convirtiéndola en un modelo atractivo especialmente para los jóvenes y para los que buscan el sentido auténtico de su vida. Frente al vacío espiritual de tantas palabras, Teresa presenta otra solución: la única Palabra de salvación que, comprendida y vivida en el silencio, se transforma en manantial de vida renovada. A una cultura racionalista y muy a menudo impregnada de materialismo práctico, ella contrapone con sencillez desarmante el "caminito" que, remitiendo a lo esencial, lleva al secreto de toda existencia: el amor divino que envuelve y penetra toda la historia humana. En una época, como la nuestra, marcada con gran frecuencia por la cultura de lo efímero y del hedonismo, esta nueva Doctora de la Iglesia se presenta dotada de singular eficacia para iluminar el espíritu y el corazón de quienes tienen sed de verdad y de amor».

31 de mayo de 2024

31 de mayo: Santa Bautista Varano

El Martirologio Romano registra hoy la memoria de Santa Bautista Varano:

En Camerino, en el Piceno, Santa Bautista (Camila) Varano, abadesa del monasterio de Clarisas fundado por su mismo padre, donde experimentó grandes tribulaciones y también místicas consolaciones.


Camila nació en Camerino, ciudad de Italia, en 1458. Sus padres soñaban darla en matrimonio con algún gran señor. Pero la joven pidió a su padre permiso para entrar en un pobre convento de la ciudad de Urbina, donde se seguía la dura regla de Santa Clara. Su padre se opuso, pero finalmente debió someterse a la firme decisión de su hija. En el convento Camila tomó el nombre de Sor Bautista.

Su padre restauró y amplió, en Camerino, el monasterio de Santa María Nuova, para tener así más cerca a su hija. 



Sor Bautista Varano tuvo visiones y revelaciones, que su padre espiritual le obligó a escribir. Así nacieron obras que más tarde se hicieron famosas en la literatura mística del siglo XVI: «Los dolores mentales de Jesús», «La vida espiritual», «Las consideraciones sobre la pasión», «El tratado de la pureza del corazón», las «Oraciones» y las «Poesías».

César Borgia asaltó la ciudad de Camerino, asesinando despiadadamente al padre y a los hermanos de Sor Bautista. Pero ella perdonó al asesino, haciendo realidad su máxima de «Hacer el bien y sufrir el mal» junto a Cristo crucificado.

Murió en Camerino el 31 de mayo de 1524. Gregorio XVI, en 1843, aprobó su culto. Benedicto XVI la canonizó en 2010.

El Museo Franciscano "Fray José María Bottaro" atesora una reliquia ósea de la santa.

9 de marzo de 2024

9 de marzo: Santa Catalina de Bolonia

En la audiencia general del 29 de diciembre de 2010, Benedicto XVI se refirió a nuestra santa de hoy. Omitiendo sólo unas pocas palabras ocasionales, transcribimos el texto de esa catequesis, acompañado con fotos (tomadas en 2018 y 2023) de una reliquia que se conserva en el museo anexo a la Basílica de San Francisco.


«Hoy quiero presentaros a (...) Santa Catalina de Bolonia, mujer de vasta cultura, pero muy humilde; dedicada a la oración, aunque siempre dispuesta a servir; generosa en el sacrificio, pero llena de alegría a la hora de aceptar con Cristo la cruz.

Nace en Bolonia el 8 de septiembre de 1413, primogénita de Benvenuta Mammolini y de Giovanni de Vigri, rico y culto patricio de Ferrara, doctor en derecho y lector público en Padua, donde desempeñaba actividad diplomática para Nicolás III d'Este, marqués de Ferrara. Las noticias sobre la infancia y la niñez de Catalina son escasas y no todas son seguras. De niña vive en Bolonia, en casa de sus abuelos; allí la educan los familiares, sobre todo su madre, mujer de gran fe. Se traslada con ella a Ferrara cuando tenía cerca de diez años y entra en la corte de Nicolás III d’Este como dama de honor de Margarita, hija natural de Nicolás. El marqués está transformando Ferrara en una espléndida ciudad, llamando a artistas y literatos de varios países. Promueve la cultura y, aunque lleve una vida privada poco ejemplar, cuida mucho el bien espiritual, la conducta moral y la educación de sus súbditos.

En Ferrara, Catalina no se deja influir por los aspectos negativos que conllevaba a menudo la vida de corte; goza de la amistad de Margarita y se convierte en su confidente; enriquece su cultura: estudia música, pintura y danza; aprende a escribir poesías y composiciones literarias, y a tocar la viola; se hace experta en el arte de la miniatura y de la copia; perfecciona el estudio del latín. En su futura vida monástica valorizará mucho el patrimonio cultural y artístico adquirido en estos años. Aprende con facilidad, con pasión y con tenacidad; muestra gran prudencia, singular modestia, gracia y amabilidad en el comportamiento. En cualquier caso, una nota la distingue de modo absolutamente claro: su espíritu constantemente dirigido a las cosas del cielo. En 1427, a sólo catorce años, entre otras razones como consecuencia de algunos acontecimientos familiares, Catalina decide dejar la corte, para unirse a un grupo de mujeres jóvenes provenientes de familias nobles que hacían vida común, consagrándose a Dios. Su madre, con fe, da su consentimiento, aunque tenía otros proyectos para ella.

No conocemos el camino espiritual de Catalina antes de esta decisión. Hablando en tercera persona, afirma que ha entrado al servicio de Dios «iluminada por la gracia divina (…) con recta conciencia y gran fervor», solícita día y noche en la santa oración, esforzándose por conquistar todas las virtudes que veía en los demás, «no por envidia, sino para agradar más a Dios, en quien había puesto todo su amor» (Le sette armi spirituali, VII, 8, Bolonia 1998, p. 12). Sus progresos espirituales en esta nueva fase de la vida son notables, pero también son grandes y terribles sus pruebas, sus sufrimientos interiores, sobre todo las tentaciones del demonio. Atraviesa una profunda crisis espiritual hasta el umbral de la desesperación (cf. ib., VII, pp. 12-29). Vive en la noche del espíritu, asaltada también por la tentación de la incredulidad respecto a la Eucaristía. Después de sufrir mucho, el Señor la consuela: en una visión le da el conocimiento claro de la presencia real eucarística, un conocimiento tan luminoso que Catalina no logra expresarlo con las palabras (cf. ib., VIII, 2, pp. 42-46). En el mismo período una prueba dolorosa se abate sobre la comunidad: surgen tensiones entre quienes quieren seguir la espiritualidad agustiniana y quienes se orientan más hacia la espiritualidad franciscana.

Entre 1429 y 1430 la responsable del grupo, Lucia Mascheroni, decide fundar un monasterio agustiniano. Catalina, en cambio, con otras, elige vincularse a la regla de santa Clara de Asís. Es un don de la Providencia, porque la comunidad habita cerca de la iglesia del Espíritu Santo anexa al convento de los Frailes Menores que se han adherido al movimiento de la Observancia. Así Catalina y sus compañeras pueden participar regularmente en las celebraciones litúrgicas y recibir una asistencia espiritual adecuada. También tienen la alegría de escuchar la predicación de San Bernardino de Siena (cf. ib., VII, 62, p. 26). Catalina narra que, en 1429 —tercer año desde su conversión— va a confesarse con uno de los Frailes Menores que estima, hace una buena confesión y pide intensamente al Señor que le conceda el perdón de todos los pecados y de la pena unida a ellos. Dios le revela en una visión que le ha perdonado todo. Es una experiencia muy fuerte de la misericordia divina, que la marca para siempre, dándole nuevo impulso para responder con generosidad al inmenso amor de Dios (cf. ib., ix, 2, pp. 46-48).

En 1431 tiene una visión del juicio final. La estremecedora escena de los condenados la impulsa a intensificar oraciones y penitencias por la salvación de los pecadores. El demonio sigue atacándola y ella se encomienda de modo cada vez más total al Señor y a la Virgen María (cf. ib., x, 3, pp. 53-54). En sus escritos, Catalina nos deja algunas anotaciones esenciales de esta misteriosa batalla, de la que sale vencedora con la gracia de Dios. Lo hace para instruir a sus hermanas y a quienes deseen encaminarse por la senda de la perfección: quiere poner en guardia ante las tentaciones del demonio, que a menudo se esconde bajo apariencias engañosas, para luego insinuar dudas de fe, incertidumbres vocacionales y sensualidad.

En el tratado autobiográfico y didascálico, Las siete armas espirituales, Catalina ofrece, al respecto, enseñanzas de gran sabiduría y de profundo discernimiento. Habla en tercera persona al referir las gracias extraordinarias que el Señor le da y en primera persona al confesar sus pecados. Su escrito refleja la pureza de su fe en Dios, la profunda humildad, la sencillez de corazón, el ardor misionero, el celo por la salvación de las almas. Identifica siete armas en la lucha contra el mal, contra el diablo: 1. tener cuidado y solicitud en obrar siempre el bien; 2. creer que nosotros solos nunca podremos hacer algo verdaderamente bueno; 3. confiar en Dios y, por amor a él, no temer nunca la batalla contra el mal, tanto en el mundo como en nosotros mismos; 4. meditar a menudo los hechos y las palabras de la vida de Jesús, sobre todo su pasión y muerte; 5. recordar que debemos morir; 6. tener fija en la mente la memoria de los bienes del Paraíso; 7. tener familiaridad con la Santa Escritura, llevándola siempre en el corazón para que oriente todos nuestros pensamientos y acciones. ¡Un buen programa de vida espiritual, también hoy, para cada uno de nosotros!

En el convento, Catalina, a pesar de que estaba acostumbrada a la corte de Ferrara, se ocupa de lavar, coser, hacer pan y cuidar de los animales. Todo, incluso los servicios más humildes, lo hace con amor y con obediencia pronta, dando a sus hermanas un testimonio luminoso. En efecto, ella ve en la desobediencia el orgullo espiritual que destruye cualquier otra virtud. Por obediencia acepta el cargo de maestra de novicias, pese a que se considere incapaz de desempeñar esta responsabilidad, y Dios sigue animándola con su presencia y sus dones: de hecho, es una maestra sabia y apreciada.

Más tarde le encomiendan el servicio del locutorio. Le cuesta mucho interrumpir a menudo la oración para responder a las personas que se presentan a la reja del monasterio, pero tampoco esta vez el Señor deja de visitarla y de estar cerca. Con ella el monasterio es cada vez más un lugar de oración, de ofrenda, de silencio, de esfuerzo y de alegría. A la muerte de la abadesa, los superiores piensan inmediatamente en ella, pero Catalina los impulsa a dirigirse a las Clarisas de Mantua, más instruidas en las Constituciones y en las observancias religiosas. Sin embargo, pocos años después, en 1456, piden a su monasterio que haga una nueva fundación en Bolonia. Catalina preferiría terminar sus días en Ferrara, pero el Señor se le aparece y la exhorta a cumplir la voluntad de Dios yendo a Bolonia como abadesa. Se prepara al nuevo compromiso con ayunos, disciplinas y penitencias. Va a Bolonia con dieciocho hermanas. Como superiora es la primera en la oración y en el servicio; vive en profunda humildad y pobreza. Cuando termina el trienio de abadesa es feliz de que la sustituyan, pero al cabo de un año debe retomar sus funciones, porque la nueva elegida se ha quedado ciega. Aunque sufre y la atormentan graves enfermedades, presta su servicio con generosidad y entrega.

A lo largo de un año más exhorta a sus hermanas a la vida evangélica, a la paciencia y a la constancia en las pruebas, al amor fraterno, a la unión con el Esposo divino, Jesús, a fin de preparar así la propia dote para las nupcias eternas. Una dote que Catalina ve en saber compartir los sufrimientos de Cristo, afrontando con serenidad necesidades, angustias, desprecio, incomprensión (cf. Le sette armi spirituali, X, 20, pp. 57-58). A comienzos de 1463 sus enfermedades se agravan; reúne a las hermanas por última vez en el capítulo, para anunciarles su muerte y recomendar la observancia de la Regla. Hacia finales de febrero padece fuertes sufrimientos que ya no la abandonarán, pero es ella quien consuela a las hermanas en el dolor, asegurándoles su ayuda también desde el cielo. Después de recibir los últimos sacramentos, entrega a su confesor el escrito Las siete armas espirituales y entra en agonía; su rostro se embellece y se ilumina; mira de nuevo con amor a cuantas la rodean y expira dulcemente, pronunciando tres veces el nombre de Jesús: es el 9 de marzo de 1463 (cf. I. Bembo, Specchio di illuminazione. Vita di S. Caterina a Bologna, Florencia 2001, cap. III). Catalina es canonizada por el Papa Clemente XI el 22 de mayo de 1712. La ciudad de Bolonia, en la capilla del monasterio del Corpus Domini, conserva su cuerpo incorrupto.

Queridos amigos, santa Catalina de Bolonia, con sus palabras y su vida, es una fuerte invitación a dejarnos guiar siempre por Dios, a cumplir diariamente su voluntad, aunque a menudo no coincida con nuestros proyectos, a confiar en su Providencia que nunca nos deja solos. Desde esta perspectiva, santa Catalina habla con nosotros. A pesar de que han pasado muchos siglos, es muy moderna y habla a nuestra vida. Como nosotros sufre la tentación, sufre las tentaciones de la incredulidad, de la sensualidad, de un combate difícil, espiritual. Se siente abandonada por Dios, se encuentra en la oscuridad de la fe. Pero en todas estas situaciones se agarra siempre a la mano del Señor, no lo deja, no lo abandona. Y avanzando de la mano del Señor, va por el camino correcto y encuentra la senda de la luz. Así, nos dice también a nosotros: ánimo, incluso en la noche de la fe, incluso entre tantas dudas que podemos tener, no dejes la mano del Señor, camina de su mano, cree en la bondad de Dios; ¡esto es ir por el camino correcto! Y quiero subrayar otro aspecto, el de su gran humildad: es una persona que no quiere ser alguien o algo; no quiere sobresalir; no quiere gobernar. Quiere servir, hacer la voluntad de Dios, estar al servicio de los demás. Precisamente por esto Catalina era creíble en la autoridad, porque se podía ver que para ella la autoridad era exactamente servir a los demás. Pidamos a Dios, por intercesión de nuestra santa, el don de realizar el proyecto que él tiene para nosotros, con valentía y generosidad, para que sólo él sea la roca firme sobre la cual se edifica nuestra vida».

Publicamos esta entrada en el día en que Catalina de Bolonia figura en el Martirologio; en calendarios propios franciscanos, sin embargo, se la celebra el 9 de mayo.

22 de noviembre de 2023

22 de noviembre: Beato Sixto Brioschi

Leemos en un sitio franciscano: 

«El beato Sixto Brioschi nace en Milán (Lombardía. Italia) hacia el año 1404. Movido por la predicación de San Bernardino de Siena, sigue el ideal franciscano a la edad de 16 años, ingresando en el convento del Santo Ángel en Milán. Después de cursar los estudios eclesiásticos, se ordena sacerdote y es enviado a Mantua en 1436, al convento de San Francisco. Desarrolla una gran labor espiritual en su fraternidad y con el pueblo creyente. Entre sus dirigidos figura el beato Bernardino de Feltre. En este convento vive toda su vida marcada por seguimiento de Cristo pobre y crucificado, de penitencia, oración y de devoción de la Virgen María, fervor que expande por doquier. Muere a la edad de 82 años. Su cuerpo reposa en la Basílica de San Antonio en Milán. El papa Pío X aprueba su culto el 9 de octubre de 1912».

Una reliquia del beato se conserva en el Museo Franciscano anexo a la Basílica de San Francisco de la ciudad de Buenos Aires.

El mismo sitio mencionado arriba trae esta oración , tomada del Común de Santos Varones:

Dios nuestro, que otorgaste al Beato Sixto la gracia de imitar a Cristo pobre y crucificado, concédenos por sus ruegos que viviendo con fidelidad nuestra vocación, podamos alcanzar aquella perfección que tu Hijo nos propuso con su ejemplo. Que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

28 de marzo de 2023

28 de marzo: San Juan de Capistrano

El 23 de octubre de 2020, en su día litúrgico propio, honramos a San Juan de Capistrano. Pero el Martirologio de 1956 recogía su  recuerdo también en el día de hoy: «San Juan de Capistrano, sacerdote de la Orden de Menores y Confesor, de quien se hace memoria el 23 de octubre».

Por eso compartimos ahora una foto de una reliquia que se conserva en el Museo Franciscano de Buenos Aires, anexo a la Basílica de San Francisco.


Oh Dios, que suscitaste a San Juan de Capistrano para confortar a tu pueblo en las adversidades, te rogamos humildemente que reafirmes nuestra confianza en tu protección y conserves en paz a tu Iglesia. 

27 de enero de 2023

27 de enero: San Enrique de Ossó y Cervelló

Hoy recordamos a San Enrique de Ossó mediante una reliqua ex indumentis que conservamos en nuestro poder con cariño y veneración. Perteneció a mi madre, que la recibió del colegio teresiano donde trabajó por muchos años.



En nuestra entrada del 27 de enero de 2021 de brindamos datos biográficos acerca de este santo español.

De un sitio teresiano tomamos la siguiente oración, con la que cerramos esta entrada:
Padre lleno de misericordia: 
yo sé que Tú me amas mucho;
que estás presente en todo lugar;
que estás aquí, dentro de mí,
viendo mis más ocultos  pensamientos y sentimientos.
Te pido tu gracia para
hacer este rato de oración.
Ábreme a tu presencia,
para conocerme y conocerte.
Revélame quién soy y qué quieres de mí,
para amarte siempre y  hacerte conocer y amar por todos.
Haz que como Santa Teresa de Jesús
y San Enrique de Ossó
me comprometa contigo en la construcción del Reino. 
Amén.

19 de enero de 2023

19 de enero: Santa Eustoquia de Mesina

En el Museo Franciscano anexo a la Basílica de San Francisco de Asís en Buenos Aires se exhiben numerosas reliquias de santos y beatos, la mayoría pertenecientes a la familia religiosa del Poverello.

Entre esas reliquias se encuentra la que vemos en la foto: un fragmento de la ropa de Santa Eustoquia Calafato, natural de la localidad siciliana de Mesina. En la tarjeta aparece como Beata, pero fue canonizada por San Juan Pablo II en 1988 durante una visita pastoral a la ciudad de Mesina.

«Eustoquia nació en Mesina el 25 de marzo de 1434. En el bautismo se le impuso el nombre de Esmeralda. (...) A los 11 años, su padre la prometió a un viudo de la misma posición social y económica, pero el matrimonio fracasó por la repentina muerte del prometido esposo, el año 1446. Las nuevas propuestas de matrimonio realizadas por los familiares, ella las rechazó firmemente. En su corazón había decidido consagrarse a Dios en la vida religiosa». Su padre se opuso tenazmente a esa vocación y sólo tras su muerte imprevista, en 1448, Esmeralda pudo realizar su deseo. Ingresó entonces en en el monasterio de las Clarisas de Santa María de Basicó en Mesina a finales de 1449 y al tomar los hábitos adoptó el nombre de Eustoquia

«Durante el noviciado se distinguió por su piedad, oración, meditación y práctica de las virtudes. Deseosa de vivir un modelo de perfección más comprometida, tras la autorización de los superiores eclesiásticos, Eustoquia fundó un nuevo monasterio, en los locales de un viejo hospital: le siguió su hermana Margarita y una sobrina; pronto se añadieron otras candidatas. En 1464, ante las dificultades que surgieron, se vieron obligadas a trasladarse a una casa de una congregación de terciarias franciscanas, situada en el barrio de Montevergine (Mesina), casa transformada después en monasterio. Vinieron nuevas candidatas, entre las que se hallaba la madre de Santa Eustoquia. En 1464 fue elegida por primera vez abadesa y se alternó en esta función con Jacoba Pollicino». Eustoquia murió el 20 de enero de 1485.

«De San Francisco y Santa Clara adquirió la espiritualidad cristocéntrica, que ella expresó con un amor especial a la Eucaristía, a la Pasión y a la Santísima Virgen. Eustoquia Esmeralda Calafato tiene un mensaje válido y actual para la Iglesia universal: para los jóvenes, a los cuales enseña que las opciones de la vida se deben realizar a la luz de la fe, sin transacciones con los contenidos del Evangelio; para los religiosos, porque supo realizar una profunda actualización de la vida claustral, viviendo en su plenitud la Palabra del Señor y volviendo al espíritu genuino de San Francisco y Santa Clara; además, nos enseña que viviendo en la clausura se puede y se debe estar plenamente insertos en el contexto social y eclesial contemplando, orando, haciendo penitencia para implorar la bendición de Dios sobre los hermanos: era una auténtica misionera dentro de la clausura».

En 1782, el Papa Pío VI aprobó el culto inmemorial que se tributaba a la bendita monja, lo que equivale a una beatificación.  Y Juan Pablo II, como dijimos, la canonizó en Mesina el 11 de junio de 1988.

Tomamos esta información de un sitio oficial franciscano.

30 de marzo de 2022

30 de marzo: San Ludovico de Casoria

La Iglesia honra hoy la memoria de San Luis (o Ludovico) de Casáurea (Casoria), en el siglo Arcángel Palmentieri, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores. «Impulsado con el ardor de la caridad hacia los pobres de Cristo -dice el Martirologio-,  instituyó dos congregaciones, a saber, los Hermanos de la Caridad y las Hermanas Franciscanas de Santa Isabel (1885)».

Una reliquia de su cuerpo se conserva y exhibe en el Museo anexo a la Basílica de San Francisco de Asís en Buenos Aires.

«Nació en Casoria (Nápoles) el 11 de marzo de 1814 y fue bautizado al día siguiente. Atraído por los Frailes Menores del vecino convento de San Antonio en Afragola (Nápoles), entró en el convento de San Juan del Palco en Taurano (Avellino) el 17 de junio de 1832. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de junio de 1837.

En 1847, mientras oraba, el Señor le indicó el nuevo camino que debía recorrer, al servicio de los pobres y los enfermos. A ellos, convertido en hombre nuevo, dedicó sus primeros cuidados: en su celda del convento de San Pedro en Aram, Nápoles, montó una farmacia para los frailes enfermos.

Más tarde adquirió una quinta, llamada La Palma, donde creó una enfermería para los frailes. Allí quiso que estuviera también la sede de la Obra de los «Moretti», que, en sus planes de evangelización misional, debía servir para educar a los jóvenes africanos y hacerlos apóstoles de África (África convertirá al África). Con la misma finalidad misionera, dio vida después a la Obra de las «Morette», que encomendó a las Hermanas Estigmatinas de la sierva de Dios Anna Fiorelli Lapini.

Creó diversas obras asistenciales: asilos para ancianos, convictorios, escuelas, colonias agrícolas, hospicios, montes de piedad, tipografías...

En su inmenso deseo de hacer el bien, promovió también la cultura, que consideraba como la vía para la fe y medio de promoción humana, poniendo en marcha modernas iniciativas culturales, como un observatorio meteorológico, cinco revistas, la traducción al italiano de las Obras de san Buenaventura, una edición de bolsillo de la Biblia, etc.

Circundado de gran fama de santidad, el padre Ludovico concluyó su misión terrena en Nápoles, en el Hospicio Marino (último creada por él, en pro de los marineros ancianos), el 30 de marzo de 1885, Lunes Santo. Allí reposan sus restos mortales desde 1887, bajo la custodia de sus hijas espirituales, las Hermanas Elisabetinas Grises (“Elisabettine Bigie”), que había fundado en 1862.

El 12 de agosto de 1885, pasados apenas 135 días de su tránsito, se abría en Nápoles el proceso canónico para su beatificación. Sus virtudes heroicas fueron solemnemente reconocidas por el Papa Pablo VI el 13 de febrero de 1964. El milagro para su beatificación, obrado en Salerno el 2 de abril de 1885 en favor de sor Luisa Capecelatro, Hija de la Caridad, fue aprobado el 11 de julio de 1992 por Juan Pablo II, quien lo beatificó el 18 de abril de 1993».

La información procede de un sitio franciscano.

Fue canonizado por el papa Francisco I el 23 de noviembre de 2014.

19 de mayo de 2020

19 de mayo: San Teófilo de Corte



San Teófilo de Corte fue un sacerdote franciscano. 

En palabras del Martirologio, se destacó porque «propagó de modo especial las casas de retiro para los frailes, y mostró una gran devoción a la Pasión del Señor y a la Virgen María». Nació en la isla de Córcega, en la localidad de Corte, el 30 de octubre de 1676. Era hijo único de una familia acomodada. En el bautismo recibió el nombre de Blas, que luego cambió por el de Teófilo, es decir, "amigo de Dios". Tras los primeros estudios, ingresó entre los Hermanos Menores de su ciudad natal. La familia era bienhechora de los franciscanos y poseía en su iglesia su propia sepultura.

Recibido el hábito, terminó los estudios de filosofía en Roma y los de Teología en Nápoles. En 1700 fue ordenado sacerdote, y desde entonces casi siempre permaneció en el continente; sólo volvió a su isla natal una vez, treinta años más tarde, a fin de establecer también allí uno de sus retiros. 

Era delicado en la dirección de las almas y paciente hasta el extremo; el pueblo lo consideraba un mensajero de bondad, a cuya predicación los pecadores regresaban a Dios y la vida cristiana adquiría nuevos ritmos de fe y de apostolado. Superó toda clase de dificultades con su dulzura y su tenacidad. 

En Fucecchio, donde era guardián del convento, murió ejemplarmente a los 64 años de edad el 19 de mayo de 1740. Fue canonizado por Pío XI el 29 de junio de 1930.

Una reliquia del santo se exhibe en el Museo Franciscano anexo a la Basílica de San Francisco de Asís en Buenos Aires.

Próxima entrada: Vigilia de la Solemnidad de la Ascensión (23 de mayo)

28 de agosto de 2019

28 de agosto: San Junípero Serra

El Martirologio señala para hoy la Memoria de Junípero Serra, «presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que pasó por muchas dificultades y sufrimientos predicando el Evangelio en su propia lengua a las tribus todavía paganas de aquella región, y defendió con gran valentía los derechos de los pobres y los humildes». 

Miguel José Serra -tal su verdadero nombre- nació en Mallorca en 1713. En Palma comenzó el noviciado en la Orden de los Frailes Menores. Fue consagrado sacerdote en 1737. Tomó el nombre de uno de los primeros compañeros de San Francisco, Fray Junípero. Obtuvo un doctorado en Palma de Mallorca y fue profesor de teología en esa ciudad, pero en realidad deseaba participar de la evangelización del Nuevo Mundo. En 1749 logró su propósito: pudo embarcarse hacia México. Se dedicó sobre todo a la evangelización en   Sierra Gorda -habitada mayormente por indios-, México Central y particularmente California.


En efecto, San Junípero fue el protagonista principal de la evangelización de California. Entre 1769 y 1782 fundó misiones de donde se derivaron luego grandes ciudades actuales como Los Ángeles, San Francisco, San Diego y otras.

Después de una existencia gastada íntegramente al servicio de los débiles y de los indefensos, Junípero murió el 28 de agosto de 1784. 

Es considerado uno de los Padres de la Patria de los Estados Unidos.  

Fue beatificado en 1988 por San Juan Pablo II. El papa Francisco I lo canonizó en 2015 en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington; en esa ocasión dijo el Pontífice:
... Hoy recordamos a uno de esos testigos que supo testimoniar en estas tierras la alegría del Evangelio, Fray Junípero Serra. (...) Supo dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades. Aprendió a gestar y a acompañar la vida de Dios en los rostros de los que iba encontrando haciéndolos sus hermanos. Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. (...) 
Tuvo un lema que inspiró sus pasos y plasmó su vida: supo decir, pero sobre todo supo vivir diciendo: «siempre adelante». Esta fue la forma que Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio, para que no se le anestesiara el corazón. Fue siempre adelante, porque el Señor espera; siempre adelante, porque el hermano espera; siempre adelante, por todo lo que aún le quedaba por vivir; fue siempre adelante. Que, como él ayer, hoy nosotros podamos decir: «siempre adelante».
El Museo Franciscano de Buenos Aires conserva una reliquia ósea de San Junípero Sierra, como vemos en la foto.

8 de agosto de 2019

8 de agosto: Beata María Caiani

En el Martirologio Romano, en el libro "Todos los Santos" y en la mayoría de los sitios que hemos consultado, la memoria de la Beata Margarita María Caiani aparece inscripta en el día de hoy; curiosamente, sin embargo, en un sitio dedicado específicamente a santos franciscanos, figura en la fecha del 18 de este mes. Hacemos la aclaración porque para los datos que consignamos a continuación hemos seguido la biografía de este último sitio mencionado.

Margarita María Caiani nació en Poggio Caiano, diócesis de Pistoya, el 2 de noviembre de 1863, en una familia humilde.  Ejerció durante años el oficio de vendedora de cigarros, pero a la muerte de sus padres decidió ingresar, con una amiga, en el Monasterio de las Benedictinas de Pistoya. Su verdadera vocación, sin embargo, era dar asistencia a niños, jóvenes, ancianos y enfermos. Por ello decidió volver a su tierra y abrió una escuela para enseñar niños.  Aunque la obra comenzó en forma rudimentaria, pronto tomó dimensiones relevantes: hasta entonces en Poggio Caiani no existía una escuela pública. Al mismo tiempo Margarita María asistía a enfermos y moribundos. Otras jóvenes se le unieron; por ello en 1901 Margarita escribió unas primeras reglas y constituciones para la comunidad que se había formado, las que fueron aprobadas por el obispo diocesano. El 15 de diciembre de 1902 las jóvenes vistieron el hábito franciscano y la fundadora tomó el nombre de Sor Margarita María del Sagrado Corazón.

En 1905 las primeras seis hermanas hicieron la profesión religiosa. Otras jóvenes poco a poco fueron uniéndose a la pequeña familia que Margarita llamó «Hermanas Mínimas del Sagrado Corazón». El instituto se inspiraba en el espíritu franciscano: sor Margarita representaba el "polo femenino" y maternal de San Francisco de Asís.

En 1915, Margarita fue elegida Madre General del nuevo instituto, cargo que ejerció hasta el fin de sus días. 

El 25 de abril de 1921 tuvo lugar la agregación perpetua de las Hermanas Mínimas del Sagrado Corazón a la Orden Franciscana. Poco después, en agosto, Margarita María Caiani, enferma desde años atrás y agotada por el trabajo, moría en Montughi, cerca de Florencia, invocando al Corazón de Jesús. Tenía 58 años. La congregación contaba entonces con más de doscientas religiosas distribuidas en 21 casas. Juan Pablo II la proclamó Beata el 23 de abril de 1989.


En el Museo Franciscano de Buenos Aires, anexo a la Basílica de San Francisco, se exhiben reliquias de la beata, que tuvimos ocasión de fotografiar en julio del año pasado.