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8 de abril de 2024

Solemnidad de la Anunciación del Señor

La Solemnidad de la Anunciación se celebra el 25 de marzo, pero este año, al verse impedida por la Semana Santa y la Octava de Pascua, se traslada al día de hoy.

Toma su nombre de la buena nueva anunciada por el arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María, referente a la Encarnación del Hijo de Dios.



El Sagrario de la Basílica del Espíritu Santo representa el acontecimiento de la Anunciación. La ubicación de esta imagen no es casual: en el Tabernáculo está presente el Verbo hecho carne, hecho alimento para nosotros, y la Anunciación es justamente el momento de la Encarnación del Verbo, que constituye -en palabras de San Juan Pablo II- «la verdad-clave de la fe, expresada por San Juan al principio de su evangelio: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros", y en otro pasaje: "Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna"» (Encíclica Redemptor Hominis, 1)

Más adelante dice el Papa en el mismo párrafo:

«"Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por ministerio de los profetas; últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo..."; por medio del Hijo-Verbo, que se hizo hombre y nació de la Virgen María. En este acto redentor, la historia del hombre ha alcanzado su cumbre en el designio de amor de Dios. Dios ha entrado en la historia de la humanidad y en cuanto hombre se ha convertido en sujeto suyo, uno de los millones y millones, y al mismo tiempo Único. A través de la Encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre desde sus comienzos y la ha dado de manera definitiva —de modo peculiar a él solo, según su eterno amor y su misericordia, con toda la libertad divina— y a la vez con una magnificencia que, frente al pecado original y a toda la historia de los pecados de la humanidad, frente a los errores del entendimiento, de la voluntad y del corazón humano, nos permite repetir con estupor las palabras de la Sagrada Liturgia: "¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!"».

Oración colecta:

Dios todopoderoso,

has querido que tu Verbo se encarnara

en el seno de la Virgen María;

a quienes confesamos a nuestro Redentor

como verdadero Dios y verdadero hombre

concédenos participar también de su naturaleza divina.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios, por los siglos de los siglos.

25 de marzo de 2023

25 de marzo: Solemnidad de la Anunciación del Señor

Visitamos hoy la iglesia de la Santísima Trinidad en Parque Lezama. 


En los paneles centrales de esta puerta profusamente decorada pueden verse a los protagonistas de la Anunciación: el ángel Gabriel y la Virgen Santísima.


Dicen los dos primeros fragmentos del himno Akáthistos:

Un arcángel excelso

fue enviado del cielo

a decir «Dios te salve» a María.

Contemplándote, oh Dios, hecho hombre

por virtud de su angélico anuncio,

extasiado quedó ante la Virgen,

y así le cantaba:

Salve,por ti resplandece la dicha;

Salve, por ti se eclipsa la pena.

Salve, levantas a Adán, el caído;

Salve, rescatas el llanto de Eva.

Salve, oh cima encumbrada

a la mente del hombre;

Salve, abismo insondable

a los ojos del ángel.

Salve, tú eres de veras

el trono del Rey;

Salve, tú llevas en ti

al que todo sostiene.

Salve, lucero que el Sol nos anuncia;

Salve, regazo del Dios que se encarna.

Salve, por ti la creación se renueva;

Salve, por ti el Creador nace niño.

Salve,¡Virgen y Esposa!


Conociendo la Santa

que era a Dios consagrada,

al arcángel Gabriel le decía:

«Tu mensaje es arcano a mi oído

y difícil resulta a mi alma;

insinúas de Virgen el parto,

exclamando:

¡Aleluya!».

25 de marzo de 2021

25 de marzo: Solemnidad de la Anunciación del Señor




La «solemnidad de la Encarnación del Verbo» mantiene en el Calendario Romano «la antigua denominación» de Anunciación del Señor, pero la celebración era y es una fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen: el Verbo que se hace "hijo de María" (Mc 6, 3), de la Virgen que se convierte en Madre de Dios. Con relación a Cristo, el Oriente y el Occidente, en las inagotables riquezas de sus Liturgias, celebran dicha solemnidad como memoria del "fiat" salvador del Verbo encarnado, que entrando en el mundo dijo: "He aquí que vengo (...) para cumplir, oh Dios, tu voluntad" (cf. Hb 10, 7; Sal 39, 8-9); como conmemoración del principio de la redención y de la indisoluble y esponsal unión de la naturaleza divina con la humana en la única persona del Verbo. Por otra parte, con relación a María, como fiesta de la nueva Eva, virgen fiel y obediente, que con su "fiat" generoso (cf. Lc 1, 38) se convirtió, por obra del Espíritu, en Madre de Dios y también en verdadera Madre de los vivientes, y se convirtió también, al acoger en su seno al único Mediador (cf. 1Tim 2, 5), en verdadera Arca de la Alianza y verdadero Templo de Dios; como memoria de un momento culminante del diálogo de salvación entre Dios y el hombre, y conmemoración del libre consentimiento de la Virgen y de su concurso al plan de la redención» (Pablo VI, Exh. Ap. Marialis Cultus, 6).

La foto del vitral que muestra el momento del anuncio del ángel corresponde a la Catedral Armenia Apostólica de San Gregorio el Iluminador.

25 de marzo de 2020

25 de marzo: Solemnidad de la Anunciación del Señor


El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate, llena de gracia!; el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,  reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Ángel se alejó.
(Evangelio de la Misa de la Solemnidad de hoy: Lucas 1,  26-38)

«Para la solemnidad de la Encarnación del Verbo, en el Calendario Romano, con decisión motivada, se ha restablecido la antigua denominación —Anunciación del Señor—, pero la celebración era y es una fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen: el Verbo que se hace "hijo de María" (Mc 6, 3), de la Virgen que se convierte en Madre de Dios. Con relación a Cristo, el Oriente y el Occidente, en las inagotables riquezas de sus Liturgias, celebran dicha solemnidad como memoria del "fiat" salvador del Verbo encarnado, que entrando en el mundo dijo: "He aquí que vengo (...) para cumplir, oh Dios, tu voluntad" (cf. Hb 10, 7; Sal 39, 8-9); como conmemoración del principio de la redención y de la indisoluble y esponsal unión de la naturaleza divina con la humana en la única persona del Verbo. Por otra parte, con relación a María, como fiesta de la nueva Eva, virgen fiel y obediente, que con su "fiat" generoso (cf. Lc 1, 38) se convirtió, por obra del Espíritu, en Madre de Dios y también en verdadera Madre de los vivientes, y se convirtió también, al acoger en su seno al único Mediador (cf. 1Tim 2, 5), en verdadera Arca de la Alianza y verdadero Templo de Dios; como memoria de un momento culminante del diálogo de salvación entre Dios y el hombre, y conmemoración del libre consentimiento de la Virgen y de su concurso al plan de la redención» (Pablo VI: Exhortación Apostólica Marialis Cultus, 6).

La foto corresponde al frente de la iglesia de Santa María, ubicada en Avenida La Plata 286.

9 de abril de 2018

Solemnidad de la Anunciación del Señor

La Solemnidad de la Anunciación se celebra normalmente el 25 de marzo, nueve meses antes de la Navidad. Pero este año se vio impedida por caer en Semana Santa, y se trasladó, por tanto, al primer día litúrgicamente libre, que es hoy, finalizada la Octava de Pascua.


La escena, infinitamente representada por el arte, muestra a la Virgen junto al ángel Gabriel, quien le anuncia que será Madre del Salvador.  El momento es decisivo, pues el "sí" de María a la voluntad de Dios permite la Encarnación del Verbo Divino.

La imagen de hoy corresponde a un bonito vitral de la Basílica de San Ponciano, en La Plata, que visitamos en julio de 2017, ocasión en que tomamos la foto.

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4 de abril de 2016

Solemnidad de la Anunciación del Señor

La Solemnidad de la Anunciación del Señor se celebra el 25 de marzo, es decir, exactamente nueve meses antes de la Navidad. Sin embargo, con alguna frecuencia, se ve impedida por las celebraciones de Semana Santa y de la Octava de Pascua, como ocurre este año. Al coincidir el 25 de marzo con el Viernes Santo, la Anunciación se traslada al primer día litúrgico de categoría inferior, es decir, al lunes que sigue a la Octava de Pascua. Por eso, en esta ocasión, la fiesta que celebra el anuncio del ángel Gabriel a la Virgen -y la Encarnación del Verbo en su seno "por obra y gracia del Espíritu Santo"-  tiene lugar hoy, 4 de abril.

De entre la infinita variedad de representaciones del anuncio del ángel que podemos encontrar en nuestros templos, hemos elegido esta vez un vitral, que descubrimos durante una visita, en septiembre pasado, a la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria.


-El Ángel del Señor anuncio a María.
-Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

-He aquí la esclava del Señor.
-Hágase en mi según tu palabra.

-Y el Verbo se hizo carne-
-Y habitó entre nosotros.

-Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
-Para que seamos dignos de alcanzar las promesas 
de nuestro Señor Jesucristo.



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