30 de enero de 2021

30 de enero: «Memoria de nuestros Padres en los santos los doctores ecuménicos Basilio el Grande, Gregorio el Teólogo y Juan Crisóstomo»

Las iglesias orientales católicas celebran el 30 de enero la «Memoria de nuestros Padres en los santos los doctores ecuménicos Basilio el Grande, Gregorio el Teólogo y Juan Crisóstomo». También los cristianos ortodoxos celebran esta  «Sinaxis de los tres santos jerarcas» o «Memoria de los tres Grandes Padres de la Iglesia: San Basilio Magno, San Gregorio el Teólogo y San Juan Crisóstomo».


Leemos en el sitio "Ortodoxia en Chile":

«Cada uno de estos santos tiene su propio día de fiesta: San Basilio el grande, el 1° de enero; San Gregorio el Teólogo, el 25 de enero; y San Juan Crisóstomo, el 27 de enero. Esta fiesta común del 30 de enero  fue instituida en el siglo XI, durante el reino del emperador Alejo Comneno. Cierta vez hubo un desacuerdo entre el pueblo acerca de cuál de estos tres era el más grande. Unos exaltaban a Basilio por su pureza y valentía; otros a Gregorio por la profundidad y altura insondables de su genio teológico; y aún otros a Crisóstomo por su elocuencia y claridad en la exposición de la fe. De este modo, algunos eran llamados basilianos, otros gregorianos, y aún otros juanistas. Esta disputa fue resulta por la providencia divina para el bien de la Iglesia, y la mayor gloria de los tres santos. El obispo Juan de Eucaita tuvo una visión en sueños: primero, cada uno de los tres santos se le apareció por separado en gran gloria, y después de esto los tres se le aparecieron juntos. Estos le dijeron: «Como ves, somos uno en Dios y no hay desacuerdo entre nosotros, así como tampoco hay primero ni segundo entre nosotros». Los santos también indicaron al obispo Juan que escribiese un servicio común para ellos y ordenar un día para la conmemoración común. Tras esta maravillosa visión, la disputa se resolvió designando el 30 de enero como fiesta común de los tres jerarcas. Los griegos consideran esta fiesta no sólo como una celebración eclesiástica, sino también como su más importante fiesta nacional de la educación».



Tomamos las fotos en la Catedral Ortodoxa Griega de la Dormición de la Madre de Dios, en Buenos Aires.

27 de enero de 2021

27 de enero: San Enrique de Ossó y Cervelló

Mi madre trabajó por muchos años en el colegio que las hermanas teresianas tienen en Buenos Aires. Las alumnas de ese colegio tomaban su Primera Comunión y recibían su Confirmación en mi templo parroquial. Por esos dos caminos se me hizo cercana la figura de «Enrique de Ossó y Cervelló, presbítero, que fundó la Sociedad de Santa Teresa, para la formación de las jóvenes», en palabras del Martirologio. Tuve ocasión además de participar activamente en las celebraciones locales con motivo de su beatificación en 1979 y de su canonización en 1993. De esa época proceden las estampas del fundador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, nuestro santo de hoy, que en esta entrada comparto.



Dijo Juan Pablo II en la ceremonia de su canonización, el 16 de junio de 1993:
« (...) Testigo de la luz divina fue el beato Enrique de Ossó y Cervelló, a quien la Iglesia eleva hoy a la gloria de la santidad y lo propone como modelo al pueblo cristiano. La Iglesia universal se alegra y se goza con este hijo suyo que, fiel a la llamada de Dios, entendió que «la aportación primera y fundamental a la edificación de la misma Iglesia en cuanto “comunión de los santos”» (Christifideles laici, 17) era su propia santidad. La semilla de santidad que recibió en el bautismo, maduró, dio fruto y fue devuelta a la Iglesia enriquecida con su carisma personal. 
(...) De la mano de Teresa de Jesús, Enrique de Ossó entiende que el amor a Cristo tiene que ser el centro de su obra. Un amor a Cristo que cautive y arrebate a los hombres ganándolos para el evangelio. Urgido por este amor, este ejemplar sacerdote, nacido en Cataluña, dirigirá su acción a los niños más necesitados, a los jóvenes labradores, a todos los hombres, sin distinción de edad o condición social; y, muy especialmente, dirigió su quehacer apostólico a la mujer, consciente de su capacidad para transformar la sociedad: “El mundo ha sido siempre –decía– lo que le han hecho las mujeres. Un mundo hecho por vosotras, formadas según el modelo de la Virgen María con las enseñanzas de Teresa” ¹. Este ardiente deseo de que Jesucristo fuera conocido y amado por todo el mundo hizo que Enrique de Ossó centrase toda su actividad apostólica en la catequesis. En la cátedra del Seminario de Tortosa, o con los niños y la gente sencilla del pueblo, el virtuoso sacerdote revela el rostro de Cristo Maestro que, compadecido de la gente, les enseñaba el camino del cielo.
Su espíritu está marcado por la centralidad de la persona de Jesucristo. “Pensar, sentir, amar como Cristo Jesús; obrar, conversar y hablar como Él; conformar, en una palabra, toda nuestra vida con la de Cristo; revestirnos de Cristo Jesús es nuestra ocupación esencial” ².  Y junto a Cristo, profesaba una piedad mariana entrañable y profunda, así como una admiración por el valor educativo de la persona y la obra de Santa Teresa de Jesús
(...) Abrid vuestras vidas a la luz de Jesucristo; buscadle donde Él está vivo: en la fe y en la vida de la Iglesia, en el rostro de los santos. Que, a imitación y ejemplo de san Enrique de Ossó, seáis sal de la tierra y luz del mundo, para que los hombres “vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5, 16)».



¹ Enrique de Ossó y Cervelló, Escritos, t. I, Barcelona, 1976, 207
² Ibíd., t. III, Barcelona, 1976, 456).

23 de enero de 2021

23 de enero: Desposorios de la Virgen María con San José

«Para perpetuar la dedicación de toda la Iglesia al poderoso patrocinio del Custodio de Jesús, el Papa Francisco ha establecido» que desde el 8 de diciembre de 2020 (sesquicentenario del decreto de proclamación de San José como Patrono de la Iglesia Universal, «así como el día consagrado a la Virgen Inmaculada y esposa del casto José»), hasta el 8 de diciembre de 2021, se celebre un Año especial de San José, en el que cada fiel, siguiendo su ejemplo, pueda fortalecer diariamente su vida de fe en el pleno cumplimiento de la voluntad de Dios.

«Todos los fieles tendrán así la oportunidad de comprometerse, con oraciones y buenas obras, para obtener, con la ayuda de San José, cabeza de la celestial Familia de Nazaret, consuelo y alivio de las graves tribulaciones humanas y sociales que afligen al mundo contemporáneo».

Por ese motivo, este año la figura de San José tendrá un especial protagonismo en este blog. Le dedicaremos varias entradas, la primera de las cuales es la de hoy, fecha en que -según el Calendario Litúrgico propio de los Hijos de la Sagrada Familia- se recuerdan los "Desposorios de la Virgen María con San José"

Respecto de esa Memoria litúrgica particular, dice en una publicación de los Hijos de la Sagrada Familia:

«Esta conmemoración se apoya teológicamente en el relato evangélico de esa unión realizada, o por lo menos concertada antes del anuncio del ángel a María, y ratificada formalmente después en la visión que iluminó a San José sobre su ministerio con relación a la Virgen María y al Niño Jesús. María y José, por obra y gracia de Dios, fueron elegidos para que en el seno de su comunidad de vida y de amor hallase el "ambiente" propicio la encarnación del Hijo de Dios. Con Cristo, la Alianza de Dios con la humanidad llega a su culminación: "Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo...".  Y en la alianza conyugal de María y José, se simbolizan, sintéticamente, las Alianzas que Dios ha ido entablando con los hombres. 

Históricamente, la Memoria está vinculada al desarrollo del culto litúrgico a San José. El canciller Gerson (+1428) compuso los textos del oficio y su celebración se fijó el día 23 de enero en memoria del canónigo fundador que falleció este día. A primeros del s. XV se celebraba en varias provincias de Francia. Paulo III y Benedicto XIII autorizaron y extendieron la fiesta hasta que quedó reducida "pro aliquibus locis"»

Los textos propios de la Misa de esta Memoria en el Propio de los Hijos de la Sagrada Familia son los siguientes:

Antífona de entrada: 
Salve, María, Madre de Dios,
desposada en nupcias sagradas a José,
el cual te custodió como Virgen y Madre

Primera Lectura: Is 44, 1-5 ó Is 61, 9-11

Salmo Responsorial: 44, 1-2, 11-12, 14-15

Aleluya y Versículo antes del Evangelio (Mt 1, 20)

Aleluya,  aleluya. 
José, Hijo de David, no temas en llevarte a María, tu mujer,  porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

        Aleluya. 

Evangelio: Mt 1, 18-21

Prefacio del Común de la Virgen María, II

Antífona de Comunión (Mt 1, 20):

José, Hijo de David, no temas en llevarte a María, tu mujer,                        porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

 

Finalmente, de entre las tres oraciones presidenciales de la Misa, compartimos aquí la Oración Colecta:

Padre Santo, 

que uniste en desposorio virginal a la Madre de tu Hijo 

con el varón justo, San José, 

para consagrarse al servicio del Verbo Encarnado, 

concédenos, por su intercesión, 

que los que estamos a ti consagrados 

con un vínculo nupcial (religioso) 

vivamos más íntimamente nuestra consagración con Cristo 

y progresemos con alegría de espíritu 

en el camino de la caridad. 

Por nuestro Señor Jesucristo...


El hermoso vitral que representan las bodas de José y María pertenece a la iglesia de Santa Rosa, en Bragado, y lo fotografiamos en octubre de 2019.

18 de enero de 2021

18 de enero: La Cátedra de San Pedro en Roma

Hemos recorrido en diversas entradas desde el año 2016 los vitrales que, en la iglesia de San Gabriel de la Dolorosa, recuerdan a los Doce Apóstoles. Hoy completamos el ciclo con la única imagen que aún nos faltaba ver: la de San Pedro.

Elegimos para compartir esta imagen una fecha que ya no figura en el Calendario Litúrgico, porque fue trasladada al 22 de febrero, pero que por muchos siglos correspondió a a la fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma (mientras que el 22 de febrero celebrábase la Cátedra de San Pedro en Antioquía). 

Dice en la entrada del 18 de enero el célebre "Año Cristiano" de J. Croisset: 

«...Era conveniente (...) que cada año se solemnizase el nacimiento de aquella primera iglesia del mundo, o por mejor decir, el día en que se estableció la fe de la iglesia universal en Roma, como en el centro de su unidad. Este es propiamente el espíritu de la presente festividad tan antigua en toda la Iglesia. Es, pues, la fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma el aniversario o  la memoria de aquel afortunado día en que San Pedro, después de haber fundado la iglesia de Antioquía, vino a establecer su silla en la capital del universo, convirtiéndola en cabeza de todo el orbe cristiano. Sucedió este cerca del año 48 de Jesucristo, hacia el  fin del segundo emperador Claudio, y cuando comenzaba el imperio de Nerón. Veinticinco altos regenteó San Pedro esta cátedra romana, y coronó en la misma ciudad sus apostólicos trabajos con un glorioso martirio. Pero no solo celebraba en este día la Iglesia la memoria del establecimiento de la silla apostólica en la ciudad de Roma, sino que al parecer comprende también en la misma festividad aquella gloriosa confesión que hizo San Pedro de la divinidad de Jesucristo; y el nombramiento que después de esta solemne confesión hizo Cristo de San Pedro para vicario suyo en la tierra, cabeza visible y piedra fundamental de su Iglesia (...). Por eso sin duda cuando se celebraban en un mismo día las dos cátedras de Antioquía y de Roma, como se observó por algún tiempo, se contentaba la Iglesia con querer solemnizar el obispado de San Pedro en general ; y en este sentido el autor de la carta que se atribuye a San Agustín, dice que se celebra en este día la Cátedra de San Pedro, porque en él fue cuando el apóstol ascendió al trono del pontificado. Llamaron, dice, nuestros padres a la solemnidad de este día la Cátedra de San Pedro, porque se asegura que en esto mismo día el Príncipe de los Apóstoles tomó posesión de la silla episcopal».

«Muchas iglesias particulares celebraban esta fiesta en días diferentes; algunas confundían las dos cátedras de Antioquía y de Roma. Para remediar uno y otro inconveniente, el papa Paulo IV fijó la fiesta de la cátedra romana al día 18 de enero por una bula (...)  En ella dice que no pretende introducir alguna fiesta nueva, pues no hace más que restablecer 0 confirmar una solemnidad que ya se celebraba en la Iglesia desde los primeros siglos; señalando para ella el día 18 de enero, como lo practicaban los padres mas antiguos de la misma Iglesia».

16 de enero de 2021

Santa María "en sábado"

En cada sábado del Tiempo Ordinario no ocupado por una celebración de mayor rango, puede celebrarse la Memoria de Santa María "en sábado".  

En esta primera ocasión del año en que ello ocurre, visitamos la iglesia San Felipe Neri, donde hallamos esta simpática imagen de la Virgen representada como ama de casa:


En efecto, «la Virgen María también fue ama de casa. Ella cocinaba para San José y Jesús, lavaba y confeccionaba la ropa, ordenaba y limpiaba su hogar en Nazaret, entre otras tareas que hacía con mucho amor y dedicación».


Hemos visto una imagen de la Virgen como ama de casa en la entrada del 15 de junio de 2019, en una iglesia del Paraguay. Daría la impresión de que la advocación nació en aquel país. 

En el caso de la imagen de la iglesia de San Felipe Neri, la Virgen María es llamada "Mamá de la Casa", lleva pan en una bolsa casera atada a su brazo izquierdo, y el Niño, que Ella carga en su brazo derecho, le ofrece -gesto significativo- una hogaza de pan.


Es invocada como Patrona de las amas de casa. En la entrada del 15 de junio de 2019 compartimos una oración de esta advocación; por eso cerramos esta entrada con otra plegaria: una de las Colectas propuestas para  la misa de la Virgen María como "Madre del Amor Hermoso":

Señor Dios, en tu presencia resplandece toda hermosa la Virgen María, 
tu humilde sierva, gloria de tu Hijo y compendio de virtudes; 
concédenos procurar, 
como ella, todo lo que es verdadero y noble, para llegar un día ante ti, 
fuente de toda belleza y autor del amor hermoso. 

12 de enero de 2021

Martes de la Semana I Durante el Año

En la Liturgia de las Horas, los salmos y cánticos -cuyo conjunto es el Salterio- se distribuyen en cuatro semanas. El comienzo de cada tiempo litúrgico coincide con el inicio de la Primera Semana del Salterio. Acabadas las cuatro semanas se comienza de nuevo con la primera, y así sucesivamente, hasta el final del tiempo litúrgico.

Acabamos de comenzar el Tiempo Ordinario, y por ello estamos en la Primera Semana del Salterio. Hoy martes, en la hora de Vísperas, se proclama este cántico ("Himno a Dios Creador") tomado del libro del Apocalipsis (4, 11; 5, 9-10. 12):

Eres digno, Señor Dios nuestro, 
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.


Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

La foto corresponde al altar de la iglesia de la Asunción de María, en que aparece el Cordero degollado sobre el libro con sus sellos, recibiendo «la gloria y la alabanza» de parte de dos ángeles.

10 de enero de 2021

Fiesta del Bautismo de Jesús



En la Fiesta del Bautismo del Señor, en el Ciclo B, se lee en la misa el relato del episodio según San Marcos (1, 7-11):
Juan Bautista predicaba, diciendo:«Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo».En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección».
De los diversos comentarios que recoge sobre el fragmento la Catena Áurea, hemos escogido los de San Beda y San Jerónimo:

San Beda: Fue bautizado para que se confirmase con su bautismo el de San Juan y para que, santificando el agua del Jordán, se mostrase por la bajada de la paloma la venida del Espíritu Santo en el baño de los creyentes. Y continúa: "Y luego que salió del agua se le abrieron los cielos, y vio bajar al Espíritu de Dios en forma de paloma y posar sobre El".Se abren los cielos no porque se abran los elementos naturales, sino porque se abren a los ojos espirituales. De este modo estaban abiertos también para Ezequiel, como lo recuerda en el principio de su libro. Fue para nuestro beneficio que viese abiertos los cielos después del bautismo, dando a entender que por el baño de la regeneración se nos abre la puerta del reino celestial.
San Beda: El ver bajar al Espíritu Santo en el bautismo, era señal de la gracia espiritual que en el bautismo se nos confiere.
San Jerónimo: Esta es la unción de Cristo según la carne (a saber, la unción con el Espíritu Santo), de la cual se dice ( Sal 44,8): "Te ungió, oh Dios, el Dios tuyo con óleo de alegría, con preferencia a tus compañeros".
San Beda: Con mucha razón desciende el Espíritu Santo en forma de paloma, porque es animal de gran sencillez y no tiene la malicia de la hiel. De este modo nos insinúa figuradamente que busca los corazones sencillos y que no se digna habitar en la mente de los impíos.
San Jerónimo: Desciende el Espíritu Santo en forma de paloma, porque en el Cántico se dice de la Iglesia ( Cant 2,10; 5,2): "Esposa mía, amiga mía, prójimo o compañero mío, amada mía, paloma mía". Esposa de los patriarcas, amiga de los profetas, prójimo en José y María, amada en Juan Bautista, paloma en Cristo y los apóstoles, a quienes se dice ( Mt 10,16): "Sed prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas".
San Beda: Se posó la paloma sobre la cabeza de Jesús, para que ninguno juzgase que la voz del Padre se dirigía a San Juan y no al Señor. Con razón, pues, añadió: "Y se posó sobre El", esto es en Cristo particularmente, que llenándolo una vez el Espíritu Santo, nunca lo abandonó. De otro modo es con sus fieles, a quienes la gracia del Espíritu se confiere a veces para hacer muestras de virtudes y milagros, aunque otras veces se les quita. No obstante, nunca les falta esta gracia para obrar la piedad y la justicia, y para conservar el amor a Dios y al prójimo. Al mismo que vino a San Juan para ser bautizado con otros, señaló la voz del Padre como verdadero Hijo de Dios, para bautizar al que quisiera en el Espíritu Santo. Y continúa: "Y se oyó una voz del cielo que dijo: Tú eres mi querido Hijo, en quien tengo puesta toda mi complacencia". Con esto no se enseña al Hijo de Dios lo que no sabía, sino que se nos muestra a nosotros lo que debemos creer.

La imagen, que incluye al pie la palabra "Bautismo" en griego, corresponde a la Catedral de la Dormición de la Madre de Dios (ortodoxa griega); tomé la foto en noviembre de 2019.

7 de enero de 2021

7 de enero: «Sinaxis del santo e ilustre profeta y precursor Juan Bautista»

En lo que toca al calendario, recurrimos hoy a las iglesias orientales católicas, que al día siguiente de la Santa Teofanía honran a San Juan Bautista.  

En Wikipedia y en otras fuentes, algunas de raigambre cristiana, señalan: «7 de enero: La Sinaxis de San Juan el Precursor. Este es el principal día festivo [NB: en honor del Bautista], que va justo después de la teofanía del 6 de enero» «también se conmemora el traspaso de la reliquia de la mano derecha de Juan el Bautista desde Antioquía a Constantinopla en el 956».

En lo que se refiere a la imagen que compartiremos, en cambio, acudimos a un templo catedralicio argentino puesto bajo la advocación de San Juan Bautista: la Catedral de Chascomús.

La imagen en el retablo mayor muestra al Bautista con el báculo crucífero y la frase que suele identificarlo: «Ecce Agnus Dei», «Este es el Cordero de Dios» (que naturalmente se refiere a Jesús), y su mano derecha (aquella cuya traslación hoy se recuerda en el Oriente) señalando hacia lo alto.

Leemos la frase dos veces en el Evangelio de San Juan (1, 29-37):  

«Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: "Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo".  Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel».  Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.  Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo". Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios».

Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos  y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Este es el Cordero de Dios».  Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús».

Completamos esta entrada con dos textos litúrgicos para la memoria de hoy en el Oriente cristiano:


Apolitiquio tono 2 

«La memoria del justo es celebrada con himnos de alabanza, pero el testimonio del Señor es suficiente, oh Predecesor, pues tú has probado ser más venerable que los Profetas, ya que tú bautizas en las aguas a quienes ellos habían anunciado. Por eso, habiendo luchado por la verdad, alegraste aún a aquellos que se encontraban en el Hades con el anuncio de las buenas noticias : Que Dios se había hecho carne para libramos del pecado y mostrarnos su gran misericordia». 


Condaquio, tono 6

«Aterrorizado ante tu presencia, el Jordán retrocedió preso de miedo; y habiendo cumplido tu ministerio profético, Juan lo señaló con temor. Las legiones de ángeles se sorprendieron al verte bautizado en la carne y todos aquellos que se encontraban en tinieblas fueron iluminados y te alabaron, pues apareciste para iluminar todas las cosas». 

Tomamos la primera foto en 2019 y la segunda en 2017.

2 de enero de 2021

2 de enero: Jesús, Divino Niño Alcalde

En la diócesis de La Rioja se celebra hoy la Solemnidad de Jesús, Divino Niño Alcalde.


En la iglesia porteña de Nuestra Señora de Belén (parroquia de San Pedro González Telmo) hay una imagen del Niño Jesús vestido «a la usanza de los alcaldes hispanos del siglo XVI», junto a la correspondiente explicación:



La celebración del Divino Niño Alcalde está unida a la de San Nicolás de Bari y  se expresa, sobre todo, en la fiesta del Tinkunaco ("Encuentro"), cada 31 de diciembre.   En 1593,  «los españoles -quienes estaban bajo las órdenes de Juan Ramírez Velasco, fundador de la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja- acuden al jesuita Francisco Solano para restablecer la paz» entre los colonizadores y los diaguitas. «De acuerdo con la tradición oral, los indígenas que allí habitaban fueron evangelizados por medio de la imagen de San Nicolás de Bari, pero no fue suficiente, ya que los aborígenes se negaban aceptar las creencias de los colonizadores. Para lograrlo, los españoles decidieron vestir al Niño Dios con traje de alcalde, ya que era la única figura de gobierno que las poblaciones nativas reconocían. Desde entonces la celebración del Tinkunaco se hace manifiesta con la procesión de la imagen de San Nicolás de Bari, que parte desde la Catedral, y el recorrido procesional del Niño Dios Alcalde, que inicia desde la iglesia de San Francisco, para el tradicional encuentro de los protectores de La Rioja» (→fuente) Luego el intendente de La Rioja le entrega las llaves de la ciudad al Niño Dios.

Esta gran celebración popular, que se realiza cada 31 de diciembre, se prolonga hoy litúrgicamente con la Solemnidad propia del Divino Niño Alcalde. 

1 de enero de 2021

1 de enero: San Basilio Magno


Hoy el Martirologio recuerda: «En Cesarea de Capadocia, muerte de San Basilio, obispo, cuya memoria se celebra mañana». En el Calendario Romano general, en efecto, el 2 de enero «la Iglesia se alegra de celebrar conjuntamente» la memoria de San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno, obispos y Doctores de la Iglesia. 

Pero hoy nos referiremos al primero de ellos. 

El 4 de julio de 2007  dijo Benedicto XVI en la Audiencia General:

Hoy queremos recordar a uno de los grandes Padres de la Iglesia, San Basilio, a quien los textos litúrgicos bizantinos definen como una «lumbrera de la Iglesia». Fue un gran obispo del siglo IV, al que mira con admiración tanto la Iglesia de Oriente como la de Occidente por su santidad de vida, por la excelencia de su doctrina y  por la síntesis armoniosa de sus dotes especulativas y prácticas.Nació alrededor del año 330 en una familia de santos, «verdadera Iglesia doméstica», que vivía en un clima de profunda fe. Estudió con los mejores maestros de Atenas y Constantinopla. Insatisfecho de sus éxitos mundanos, al darse cuenta de que había perdido mucho tiempo en vanidades, él mismo confiesa:  «Un día, como si despertase de un sueño profundo, volví mis ojos a la admirable luz de la verdad del Evangelio..., y lloré por mi miserable vida».

Atraído por Cristo, comenzó a mirarlo y a escucharlo sólo a él. Con determinación se dedicó a la vida monástica en la oración, en la meditación de las Sagradas Escrituras y de los escritos de los Padres de la Iglesia, y en el ejercicio de la caridad, siguiendo también el ejemplo de su hermana, Santa Macrina, la cual ya vivía el  ascetismo monacal. Después fue ordenado sacerdote y, por último, en el año 370, consagrado Obispo de Cesarea de Capadocia, en la actual Turquía.
Con su predicación y sus escritos realizó una intensa actividad pastoral, teológica y literaria. Con sabio equilibrio supo unir el servicio a las almas y la entrega a la oración y a la meditación en la soledad. Aprovechando su experiencia personal, favoreció la fundación de muchas «fraternidades» o comunidades de cristianos consagrados a Dios, a las que visitaba con frecuencia. Con su palabra y sus escritos, muchos de los cuales se conservan todavía hoy, los exhortaba a vivir y a avanzar en la perfección. De esos escritos se valieron después no pocos legisladores de la vida monástica antigua, entre ellos San Benito, que consideraba a San Basilio como su maestro.

En realidad, San Basilio creó una vida monástica muy particular:  no cerrada a la comunidad de la Iglesia local, sino abierta a ella. Sus monjes formaban parte de la Iglesia particular, eran su núcleo animador que, precediendo a los demás fieles en el seguimiento de Cristo y no sólo de la fe, mostraba su firme adhesión a Cristo —el amor a él—, sobre todo con obras de caridad. Estos monjes, que tenían escuelas y hospitales, estaban al servicio de los pobres; así mostraron la integridad de la vida cristiana.

El Siervo de Dios Juan Pablo II, hablando de la vida monástica, escribió:  «Muchos opinan que esa institución tan importante en toda la Iglesia como es la vida monástica quedó establecida, para todos los siglos, principalmente por San Basilio o que, al menos, la naturaleza de la misma no habría quedado tan propiamente definida sin su decisiva aportación» (Carta Apostólica Patres Ecclesiae, 2).

Como obispo y pastor de su vasta diócesis, San Basilio se preocupó constantemente por las difíciles condiciones materiales en las que vivían los fieles; denunció con firmeza los males; se comprometió en favor de los más pobres y marginados; intervino también ante los gobernantes para aliviar los sufrimientos de la población, sobre todo en momentos de calamidad; veló por la libertad de la Iglesia, enfrentándose a los poderosos para defender el derecho de profesar la verdadera fe. Dio testimonio de Dios, que es amor y caridad, con la construcción de varios hospicios para necesitados, una especie de ciudad de la misericordia, que por él tomó el nombre de «Basiliades». En ella hunden sus raíces los modernos hospitales para la atención y curación de los enfermos.

Consciente de que «la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza» (Sacrosanctum Concilium, 10), San Basilio, aunque siempre se preocupaba por vivir la caridad, que es la señal de reconocimiento de la fe, también fue un sabio «reformador litúrgico». Nos dejó una gran plegaria eucarística, o anáfora, que lleva su nombre y que dio una organización fundamental a la oración y a la salmodia:  gracias a él el pueblo amó y conoció los Salmos y acudía a rezarlos incluso de noche. Así vemos cómo la liturgia, la adoración, la oración con la Iglesia y la caridad van unidas y se condicionan mutuamente.

Con celo y valentía, San Basilio supo oponerse a los herejes, que negaban que Jesucristo era Dios como el Padre. Del mismo modo, contra quienes no aceptaban la divinidad del Espíritu Santo, defendió que también el Espíritu Santo es Dios y «debe ser considerado y glorificado juntamente con el Padre y el Hijo». Por eso, San Basilio es uno de los grandes Padres que formularon la doctrina sobre la Trinidad:  el único Dios, precisamente por ser Amor, es un Dios en tres Personas, que forman la unidad más profunda que existe, la unidad divina.

En su amor a Cristo y a su Evangelio, el gran Padre capadocio trabajó también por sanar las divisiones dentro de la Iglesia, procurando siempre que todos se convirtieran a Cristo y a su Palabra, fuerza unificadora, a la que  todos los creyentes deben obedecer.

En conclusión, San Basilio se entregó totalmente al fiel servicio a la Iglesia y al multiforme ejercicio del ministerio episcopal. Según el programa que él mismo trazó, se convirtió en "apóstol y ministro de Cristo, dispensador de los misterios de Dios, heraldo del reino, modelo y norma de piedad, ojo del cuerpo de la Iglesia, pastor de las ovejas de Cristo, médico compasivo, padre nutricio, cooperador de Dios, agricultor de Dios, constructor del templo de Dios".

Este es el programa que el santo obispo entrega  a los heraldos de la Palabra —tanto ayer como hoy—, un programa que él mismo se esforzó generosamente por poner en práctica. En el año 379, San Basilio, sin cumplir aún cincuenta años, agotado por el cansancio y la ascesis, regresó a Dios, «con la esperanza de la vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor». Fue un hombre que vivió verdaderamente con la mirada puesta en Cristo, un hombre del amor al prójimo. Lleno de la esperanza y de la alegría de la fe, san Basilio nos muestra cómo ser realmente cristianos.




El vitral, que fotografiamos en 2017, corresponde a la Basílica de Luján.