31 de julio de 2025
31 de julio: San Germán de Auxerre
30 de julio de 2025
30 de julio: San Leopoldo Mandic
Hoy honramos a San Leopoldo Mandic, que "fue, en su tiempo, un heroico servidor de la reconciliación y de la penitencia", en palabras de Juan Pablo II en el rito de canonización, celebrado en 1983 en el marco del Sínodo de los Obispos sobre el tema La penitencia y el perdón en la misión de la Iglesia.
En esa misma ocasión, dijo el Papa:
Nacido en Castelnovo en Bocas do Cátaro, a los 16 años dejó su familia y su tierra para ingresar en el seminario capuchino de Udine. Su vida transcurrió sin grandes acontecimientos: algún traslado de un convento a otro, como es habitual en los capuchinos; pero nada más.
Pues bien, precisamente en esta pobreza de una vida exteriormente insignificante, el Espíritu viene y despierta una nueva grandeza: la de la fidelidad heroica a Cristo, al ideal franciscano, al servicio sacerdotal a nuestros hermanos.
San Leopoldo no dejó obras teológicas ni literarias, no deslumbró con su cultura, no fundó obras sociales. Para todos los que lo conocieron, no era más que un fraile pobre: pequeño y enfermizo.
Su grandeza se encuentra en otra parte: en inmolarse , en entregarse, día tras día, a lo largo de su vida sacerdotal, es decir, durante 52 años, en silencio, en discreción, en la humildad de una pequeña celda-confesionario: "el buen pastor ofrece su vida por las ovejas." Allí estuvo siempre fray Leopoldo, dispuesto y sonriente, prudente y modesto, discreto confidente y fiel padre de almas, maestro respetuoso y consejero espiritual comprensivo y paciente.
Si se quisiera definirlo con una sola palabra, como lo hicieron durante su vida sus penitentes y hermanos, entonces es "el confesor"; sólo sabía "confesar". Y, sin embargo, precisamente en esto reside su grandeza; en este escondite para hacer lugar al verdadero Pastor de las almas. Expresó su compromiso de esta manera: "Ocultemos todo, incluso lo que pueda parecer un don de Dios, para que no sea mercantilizado ante Él. ¡Sólo el honor y la gloria sean para Dios! Si es posible, debemos pasa sobre la tierra como una sombra que no deja rastro de sí misma". Y a quienes le preguntaban cómo vivir así, respondía: "¡Es mi vida!".
"El buen pastor da su vida por sus ovejas". A los ojos del hombre, la vida de nuestro santo parece un árbol, del que una mano invisible y cruel ha ido cortando, una tras otra, todas las ramas. El padre Leopoldo era un sacerdote que no podía predicar por un defecto de pronunciación. Era un sacerdote que quería dedicarse ardientemente a las misiones y hasta el final esperó el día de la partida, pero nunca partió porque su salud era muy frágil. Fue un sacerdote que tenía tal espíritu ecuménico que se ofreció como víctima al Señor, con una donación diaria, para que se reconstituyera la unidad plena entre la Iglesia latina y las Iglesias orientales que aún estaban separadas, y se restableciese "un solo rebaño bajo un solo sólo pastor" (cf. Jn 10, 16); y vivió su vocación ecuménica de un modo completamente oscuro. Confió entre lágrimas: "Seré misionero aquí, en la obediencia y en el ejercicio de mi ministerio". Y nuevamente: "Cada alma que pida mi ministerio será mi Oriente".
¿Qué queda de San Leopoldo? ¿A quién y para qué sirvió su vida? Se quedó con sus hermanos y hermanas que habían perdido a Dios, el amor y la esperanza. Pobres seres humanos que necesitaban de Dios y lo invocaban suplicando su perdón, su consuelo, su paz, su serenidad. A estos "pobres" San Leopoldo dio su vida, por ellos ofreció sus sufrimientos y su oración; pero sobre todo con ellos celebró el sacramento de la reconciliación. Aquí vivió su carisma. Aquí sus virtudes se expresaron hasta un grado heroico. Celebró el sacramento de la reconciliación, desempeñando su ministerio a la sombra de Cristo crucificado. Su mirada estaba fija en el Crucifijo, que colgaba sobre el reclinatorio del penitente. Jesús Crucificado fue siempre el protagonista. "Él es quien perdona, es Él quien absuelve". Él, el Pastor del rebaño...
San Leopoldo sumergió su ministerio en la oración y la contemplación. Fue un confesor de oración continua, un confesor que vivía habitualmente absorto en Dios, en un ambiente sobrenatural.
San Leopoldo (Bogdan) de Castelnuovo Mandic, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, nació en 1866 y falleció en Pavia, Italia, en 1942. Fue beatificado por Pablo VI en 1976. Como dijimos arriba, Juan Pablo II lo canonizó en 1983.
Es la primera vez que nos referimos a San Leopoldo Mandic en este blog: nos alegra incorporar su nombre a la larga lista de santos y beatos que honramos en Al ritmo del Año Litúrgico. Al mismo tiempo, es la primera vez que publicamos imágenes de la iglesia parroquial de San Andrés, en la localidad atlántica de Miramar, en la provincia de Buenos Aires.
28 de julio de 2025
28 de julio: "Bautismo de Rusia"
«El Día del Bautismo de Rusia se celebra el veintiocho de julio. Esta fiesta es nueva, apareció en el año 2010.
Se considera que el veintiocho de julio del año 988 el gran príncipe de Kiev, Vladimiro, bautizó a su pueblo haciendo entrar a toda la población de Kiev en las aguas del río Dniéper sirviéndose de la druzhina (guardia de los príncipes en la antigua Rusia) y destruyó las esculturas de dioses paganos, situadas en la colina más alta a las afueras de la ciudad.
En realidad este día fue tan solo el comienzo del largo proceso de adopción del cristianismo de las ciudades y pueblos de la antigua Rusia, cuyo centro era una de las ciudades más populosas y fuertes de la Europa de entonces, Kiev, ubicada a las orillas del Dniéper.
El promotor de esta reforma religiosa en el calendario festivo de Rusia fue el Concilio Episcopal de la Iglesia ortodoxa rusa, que en 2008 exhortó a los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia a dar comienzo a la celebración del Día del Bautismo a nivel estatal.
El veintiocho de julio la Iglesia ortodoxa tradicionalmente homenajea al gran príncipe Vladimiro, por cuya iniciativa el cristianismo se convirtió en religión oficial en la Rus de Kiev (el Estado ruso antiguo, dirigido desde la ciudad de Kiev desde aproximadamente 880 hasta mediados del siglo XII). Este Estado medieval comprendía territorios de Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
Por supuesto, es imposible determinar la fecha exacta de la adopción del cristianismo. Este proceso se dividió en varias etapas en la Rus, desde los tiempos en que la abuela del gran príncipe Vladimiro, la princesa Olga, tomara las riendas del Gobierno, a mediados del siglo X. El mismo gran príncipe fue bautizado según diferentes versiones en Constantinopla (actual Estambul) o en Quersoneso (antigua colonia griega fundada aproximadamente hace 2500 años en la parte suroeste de Crimea) en el año 987 o 988. Después Vladimiro bautizó a sus súbitos en la capital del principado, Kiev. En los años posteriores se celebraron importantes bautizos colectivos en diferentes ciudades y colonias de la Rusia antigua.
El Día del Bautismo de Rusia es una razón más para conocer y comprender las raíces, la historia y la cultura que une a los pueblos eslavos, que aún estando separados por diferentes fronteras entre los Estados actuales, siguen manteniendo vínculos de parentesco y espirituales».
El texto que hemos transcripto fue tomado de la página Rusopedia; tomamos las fotos en 2017 en el atrio de la iglesia ortodoxa rusa de la Santíisma Trinidad.
26 de julio de 2025
26 de julio: San Joaquín y Santa Ana
24 de julio de 2025
24 de julio: San Francisco Solano
En la década que ya está a punto de cumplir este blog, sólo una vez visitamos la hermosa e histórica Basílica de San Francisco de Asís, ubicada en el centro porteño. Casi no teníamos buenas fotos del templo, debido a que estuvo cerrado siete años por obras de restauración. Reabrió el 17 de septiembre del año pasado; el 18 la recorrimos en su renovado esplendor y tomamos fotos para Al ritmo del Año Litúrgico.
Nos complace que esta primera entrada dedicada a la Basílica de San Francisco posterior a su reapertura esté consagrada a San Francisco Solano, quien, por analogía con el Poverello, "alter Christus", fue llamado "alter Franciscus".
Francisco Sánchez Solano Jiménez nació en Montilla, Córdoba, el 10 de marzo de 1549. Los datos disponibles sobre su vida son escasos. Al parecer era el segundo hijo de una familia relativamente pudiente y profundamente piadosa, en cuyo seno, ya desde sus primeros años, Francisco mostró un alma contemplativa, elemento que caracterizaría su estilo de vida religiosa y marcaría también su vena artística.
Después de realizar sus estudios con los jesuitas en el colegio de su ciudad natal, intentó por algún tiempo la carrera de Medicina. Sin embargo, siguiendo anhelos aún más profundos, ingresó en el noviciado de los Hermanos Menores cuando contaba apenas veinte años. Tuvieron que transcurrir otras dos décadas para que, en la plena madurez de su vida, acogiera una nueva llamada: la propagación de la fe en tierras americanas.
Se embarcó para América en marzo de 1589; después de un largo viaje en el que debió soportar toda clase de penurias, llegó a Tucumán en noviembre de 1590.
Allí desplegó una importante labor, sobre todo entre los indígenas. Era conocido por su rigor ascético y moral, su caridad y también por su capacidad comunicativa, ya que tenía gran facilidad para aprender las lenguas nativas y llegó a comunicarse en diversas lenguas y dialectos locales. También lo ayudaba su habilidad para tocar el rabel, un instrumento musical pastoril compuesto de tres cuerdas que se hace sonar con un arco, semejante al violín.
Además, los numerosos milagros que se le atribuyeron durante su vida le dieron fama de taumaturgo.
Después de ocho años de labor evangelizadora en el Tucumán, sus superiores le ordenaron trasladarse a la comunidad de Lima, en la que pasaría el resto de su vida.
Murió el 14 de julio de 1610. Su entierro fue un evento multitudinario que congregó a toda la ciudad de Lima. El pueblo ya lo canonizó ese día: la gente recortaba trozos del hábito del buen fraile, como reliquia, y hubo que reponer cinco veces su vestimenta.
Su Memoria fue fijada por el Papa Benedicto XIII para el día 14 de julio, pero como coincidía con la festividad de San Buenaventura, el Papa Benedicto XIV la pasó al 24. San Pío X, en 1913, nuevamente la trasladó al día 14. Debido a esto, en diversas diócesis y en la familia franciscana es celebrado en diversos días. La única entrada de este blog dedicada hasta ahora a San Francisco Solano, en 2022, correspondió al 14 de julio, fecha en que aparece en el Martirologio; hoy optamos por la fecha del Calendario Litúrgico de la Argentina.
Este brevísimo resumen que publicamos (inspirado en esta biografía) no le hace justicia al gran "apóstol de América", como reza la leyenda a los pies de la imagen del santo en la restaurada basílica franciscana del casco histórico porteño.
23 de julio de 2025
23 de julio: Beatos Pedro Ruiz de los Paños y José Sala Picó
En la fecha de hoy están inscriptos en el Martirologio Romano los Beatos Pedro Ruiz de los Paños y José Sala Picó, presbíteros y mártires de la Hermandad de Operarios Diocesanos asesinados durante la terrible persecución de los años 30 del siglo XX en España.
Una reliquia del primero de ellos se venera en la iglesia porteña consagrada a San Pío X. En la gran medalla que acompaña a la reliquia se ven, además de los dos que ya mencionamos, otros siete mártires de la misma Hermandad, beatificados juntos por Juan Pablo II el 1° de octubre de 1995. Todos ellos fueron asesinados en 1936, en el contexto de la Guerra Civil Española,
El Beato Pedro Ruiz de los Paños nació en Mora, en la Arquidiócesis de Toledo, el 18 de septiembre de 1881. Fue alumno del seminario de Toledo, donde sobresalió por su piedad, virtudes, celo apostólico y dotes de gobierno. En el mismo seminario conoció a los Sacerdotes Operarios e ingresó en la Hermandad. Fue ordenado sacerdote en 1905 y durante toda su vida ejerció el ministerio sacerdotal en los seminarios diocesanos de Málaga, Jaén, Badajoz, Sevilla, Plasencia, y como rector en el Pontificio Colegio Español de San José, de Roma. En 1933 fue elegido Director General de la Hermandad de Sacerdotes Operarios. Su ardor pastoral fue constante en todo este tiempo. Puso en marcha además numerosos proyectos y programas en favor de las vocaciones sacerdotales, como la ayuda personal a las vocaciones y la fundación del Instituto de religiosas Discípulas de Jesús. Por esta dedicación tan intensa fue considerado en su tiempo como el verdadero impulsor de la llamada «Obra del Fomento de Vocaciones», en España. En julio de 1936 llegó a Toledo para la fundación del citado instituto de religiosas. Allí lo sorprendió la persecución religiosa. Confesándose sacerdote, fue coronado por el martirio al mediodía del 23 de julio, en el lugar conocido como «Paseo del Tránsito».
El Beato José Sala Picó nació el 24 de junio de 1888 en Ponts, diócesis de Urgel. Hizo todos sus estudios eclesiásticos en el seminario diocesano. Fue ordenado sacerdote en 1911. Ejerció los ministerios de coadjutor y capellán en diversas parroquias de su diócesis, ingresando luego en la Hermandad de Operarios Diocesanos en 1915. Desempeñó los cargos de prefecto de disciplina y ecónomo en el seminario de Segovia, el de prefecto en el Colegio de Vocaciones de Toledo, y fue el primer rector del seminario menor de la misma arquidiócesis. El 23 de julio de 1936 fue martirizado a la misma hora y en el mismo lugar que Pedro Ruiz de los Paños.
19 de julio de 2025
Santa María "en sábado"
En una nueva Memoria sabatina de la Virgen María, compartimos una foto que tomamos en 2017 en la iglesia del Purísimo Corazón de María, junto con un fragmento de la catequesis de San Juan Pablo II el 13 de septiembre de 1995.
«En la constitución Lumen Gentium, el Concilio afirma que «los fieles unidos a Cristo, su Cabeza, en comunión con todos los santos, conviene también que veneren la memoria "ante todo de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo nuestro Dios y Señor"» (n. 52). La constitución conciliar utiliza los términos del Canon Romano de la misa, destacando así el hecho de que la fe en la maternidad divina de María está presente en el pensamiento cristiano ya desde los primeros siglos.
En la Iglesia naciente, a María se la recuerda con el título de Madre de Jesús. Es el mismo Lucas quien, en los Hechos de los Apóstoles, le atribuye este título, que, por lo demás, corresponde a cuanto se dice en los evangelios: «¿No es éste (...) el hijo de María?», se preguntan los habitantes de Nazaret, según el relato del evangelista San Marcos (6,3). «¿No se llama su madre María?», es la pregunta que refiere San Mateo (13,55).
A los ojos de los discípulos, congregados después de la Ascensión, el título de Madre de Jesús adquiere todo su significado. María es para ellos una persona única en su género: recibió la gracia singular de engendrar al Salvador de la humanidad, vivió mucho tiempo junto a él, y en el Calvario el Crucificado le pidió que ejerciera una nueva maternidad con respecto a su discípulo predilecto y, por medio de él, con relación a toda la Iglesia.
Para quienes creen en Jesús y lo siguen, Madre de Jesús es un título de honor y veneración, y lo seguirá siendo siempre en la vida y en la fe de la Iglesia. De modo particular, con este título los cristianos quieren afirmar que nadie puede referirse al origen de Jesús, sin reconocer el papel de la mujer que lo engendró en el Espíritu según la naturaleza humana. Su función materna afecta también al nacimiento y al desarrollo de la Iglesia. Los fieles, recordando el lugar que ocupa María en la vida de Jesús, descubren todos los días su presencia eficaz también en su propio itinerario espiritual.
Ya desde el comienzo, la Iglesia reconoció la maternidad virginal de María. Como permiten intuir los evangelios de la infancia, ya las primeras comunidades cristianas recogieron los recuerdos de María sobre las circunstancias misteriosas de la concepción y del nacimiento del Salvador. En particular, el relato de la Anunciación responde al deseo de los discípulos de conocer de modo más profundo los acontecimientos relacionados con los comienzos de la vida terrena de Cristo resucitado. En última instancia, María está en el origen de la revelación sobre el misterio de la concepción virginal por obra del Espíritu Santo.
Los primeros cristianos captaron inmediatamente la importancia significativa de esta verdad, que muestra el origen divino de Jesús, y la incluyeron entre las afirmaciones básicas de su fe. En realidad, Jesús, hijo de José según la ley, por una intervención extraordinaria del Espíritu Santo, en su humanidad es hijo únicamente de María, habiendo nacido sin intervención de hombre alguno.
Así, la virginidad de María adquiere un valor singular, pues arroja nueva luz sobre el nacimiento y el misterio de la filiación de Jesús, ya que la generación virginal es el signo de que Jesús tiene como padre a Dios mismo.
La maternidad virginal, reconocida y proclamada por la fe de los Padres, nunca jamás podrá separarse de la identidad de Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, dado que nació de María, la Virgen, como profesamos en el símbolo niceno-constantinopolitano. María es la única virgen que es también madre. La extraordinaria presencia simultánea de estos dos dones en la persona de la joven de Nazaret impulsó a los cristianos a llamar a María sencillamente la Virgen, incluso cuando celebran su maternidad.
Así, la virginidad de María inaugura en la comunidad cristiana la difusión de la vida virginal, abrazada por los que el Señor ha llamado a ella. Esta vocación especial, que alcanza su cima en el ejemplo de Cristo, constituye para la Iglesia de todos los tiempos, que encuentra en María su inspiración y su modelo, una riqueza espiritual inconmensurable.
La afirmación: «Jesús nació de María, la Virgen», implica ya que en este acontecimiento se halla presente un misterio trascendente, que sólo puede hallar su expresión más completa en la verdad de la filiación divina de Jesús. A esta formulación central de la fe cristiana está estrechamente unida la verdad de la maternidad divina de María. En efecto, ella es Madre del Verbo encarnado, que es «Dios de Dios (...), Dios verdadero de Dios verdadero».
El título de Madre de Dios, ya testimoniado por Mateo en la fórmula equivalente de Madre del Emmanuel, Dios con nosotros (cf. Mt 1,23), se atribuyó explícitamente a María sólo después de una reflexión que duró alrededor de dos siglos. Son los cristianos del siglo III quienes, en Egipto, comienzan a invocar a María como Theotókos, Madre de Dios.
Con este título, que encuentra amplio eco en la devoción del pueblo cristiano, María aparece en la verdadera dimensión de su maternidad: es madre del Hijo de Dios, a quien engendró virginalmente según la naturaleza humana y educó con su amor materno, contribuyendo al crecimiento humano de la persona divina, que vino para transformar el destino de la humanidad.
De modo muy significativo, la más antigua plegaria a María (Sub tuum praesidium..., «Bajo tu amparo...») contiene la invocación: Theotókos, Madre de Dios. Este título no es fruto de una reflexión de los teólogos, sino de una intuición de fe del pueblo cristiano. Los que reconocen a Jesús como Dios se dirigen a María como Madre de Dios y esperan obtener su poderosa ayuda en las pruebas de la vida.
El concilio de Efeso, en el año 431, define el dogma de la maternidad divina, atribuyendo oficialmente a María el título de Theotókos, con referencia a la única persona de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Las tres expresiones con las que la Iglesia ha ilustrado a lo largo de los siglos su fe en la maternidad de María: Madre de Jesús, Madre virginal y Madre de Dios, manifiestan, por tanto, que la maternidad de María pertenece íntimamente al misterio de la Encarnación. Son afirmaciones doctrinales, relacionadas también con la piedad popular, que contribuyen a definir la identidad misma de Cristo».
15 de julio de 2025
15 de julio: San Vladimiro
Celebramos hoy a San Vladimiro de Kiev. Las imágenes corresponden a la Catedral de Santa María del Patrocinio (iglesia católica de rito ucraniano ubicada en la calle Ramón Falcón de la ciudad de Buenos Aires).
El texto está tomado de la Carta Apostólica "Euntes in mundum" de San Juan Pablo II, emitida en 1988 con ocasión del milenario del bautismo de la Rus' de Kiev. El Papa menciona varias veces al santo que honramos hoy
«El proceso de cristianización de los pueblos y de las naciones es un fenómeno complejo y requiere mucho tiempo. En el territorio de la Rus' fue preparado por las tentativas de la Iglesia de Constantinopla en el siglo IX. Sucesivamente, en el transcurso del siglo X, la fe cristiana comenzó a penetrar en la región gracias a los misioneros que venían no sólo desde Bizancio, sino también de los territorios de los vecinos eslavos occidentales —que celebraban la liturgia en lengua eslava según el rito instaurado por los santos Cirilo y Metodio— e incluso desde las tierras del Occidente latino. Como testifica la antigua Crónica llamada de Néstor (Povest' Vremennykh Let), en el año 944 existía en Kiev una iglesia cristiana dedicada al profeta Elías. En este ambiente, ya preparado, la princesa Olga libre y públicamente se hizo bautizar hacia el 955, permaneciendo después siempre fiel a las promesas bautismales. A ella, en el transcurso de una visita realizada a Constantinopla el año 957, el patriarca Poliecto habría dirigido un saludo en cierto modo profético: "Bendita eres entre las mujeres rusas, porque has amado la luz y has arrojado las tinieblas. Por ello, te bendecirán los hijos rusos hasta la última generación". Pero Olga no tuvo la alegría de ver cristiano a su hijo Svjatoslav. La herencia espiritual fue recogida por su nieto Vladimiro, protagonista del bautismo en el año 988, el cual aceptó la fe cristiana y promovió la conversión estable y definitiva del pueblo de la Rus'. Vladimiro y los nuevos convertidos sintieron la belleza de la liturgia y de la vida religiosa de la Iglesia de Constantinopla. Fue así como la nueva Iglesia de la Rus' recogió de Constantinopla el patrimonio del Oriente cristiano y todas sus riquezas en el campo de la teología, de la liturgia, de la espiritualidad, de la vida eclesial y del arte.
Sin embargo, el carácter bizantino de esta herencia adquirió desde el comienzo una nueva dimensión: la lengua y la cultura eslavas se convirtieron en un nuevo contexto para todo aquello que hasta aquel momento encontraba su expresión bizantina en la capital del Imperio de Oriente y también en todo el territorio que se unió a él a través de los siglos. A los eslavos orientales la palabra de Dios y la gracia inherente les llegó también de una forma más cercana desde el punto de vista cultural y geográfico. Aquellos eslavos, acogiendo la Palabra con toda la obediencia de la fe, al mismo tiempo deseaban expresarla en sus formas de pensamiento y con la propia lengua. De este modo se realizó aquella particular «inculturación eslava» del evangelio y del cristianismo, que enlaza con la gran obra de los santos Cirilo y Metodio, los cuales, desde Constantinopla, llevaron el cristianismo, en la versión eslava, a la Gran Moravia y, gracias a sus discípulos, a los pueblos de la península Balcánica.
Fue así como San Vladimiro y los habitantes de la Rus' de Kiev recibieron el bautismo de Constantinopla, el centro más grande del Oriente cristiano y, gracias a esto, la joven Iglesia hizo su entrada en el ámbito del rico patrimonio bizantino, así como de su herencia de fe, de vida eclesial y de cultura. Este patrimonio se hizo rápidamente accesible a las grandes multitudes de los eslavos orientales y pudo ser asimilado más fácilmente, ya que su transmisión, desde el comienzo, fue favorecida por la obra de los dos santos hermanos de Tesalónica. La Sagrada Escritura y los libros litúrgicos llegaron desde los centros culturales religiosos de los eslavos, que habían acogido la lengua litúrgica introducida por ellos.
Vladimiro, merced a su sabiduría e intuición, movido por la solicitud hacia el bien de la Iglesia y del pueblo, aceptó en la liturgia, en lugar del griego, la lengua paleoeslava «haciendo de ella un instrumento eficaz para acercar las verdades divinas a los que hablaban esa lengua». Como he escrito en la carta encíclica Slavorum apostoli, los santos Cirilo y Metodio, aunque conscientes de la superioridad cultural y teológica de la herencia grecobizantina que llevaban consigo, tuvieron sin embargo el valor, por el bien de los pueblos eslavos, de servirse de otra lengua y de otra cultura para el anuncio de la fe.
De este modo la lengua paleoeslava constituyó con el bautismo de la Rus' un instrumento importante, ante todo para la evangelización y, después, para el original desarrollo del futuro patrimonio cultural de aquellos pueblos: desarrollo que se ha convertido en muchos aspectos en una riqueza para la vida y la cultura de todo el género humano.
Conviene pues subrayar con toda claridad, por fidelidad a la verdad histórica, que según la concepción de los dos santos hermanos de Tesalónica, con la lengua eslava se introdujo en la Rus' el estilo de la Iglesia bizantina, que en aquel tiempo estaba aún en plena comunión con Roma. Después esta tradición se ha desarrollado de modo original y tal vez irrepetible, gracias a la cultura autóctona y también a los contactos mantenidos con los pueblos vecinos de Occidente.
La plenitud de los tiempos para el bautismo del pueblo de la Rus' llegó, al final del primer milenio, cuando la Iglesia era indivisa. Debemos agradecer juntos al Señor este hecho, que representa hoy un auspicio y una esperanza. Dios quiso que la madre Iglesia, visiblemente unida, acogiera en su seno, ya rico de naciones y pueblos, y en un momento de expansión misionera tanto en Occidente como en Oriente, a esta nueva hija suya, nacida en las orillas del Dniéper. Existían las Iglesias de Oriente y Occidente, cada una desarrollada según sus tradiciones teológicas, disciplinares, litúrgicas, con diferencias ciertamente notables, pero existía la plena comunión entre Oriente y Occidente, entre Roma y Constantinopla, con relaciones recíprocas. Y fue la Iglesia indivisa de Oriente y Occidente la que acogió y ayudó a la Iglesia de Kiev. Ya la princesa Olga había pedido al emperador Otón I, y obtenido en el año 961, un obispo qui ostenderet eis viam veritatis, el monje Adalberto de Tréveris, que se dirigió efectivamente a Kiev, donde el paganismo permanente le impidió desarrollar su misión. El príncipe Vladimiro advirtió que existía la unidad de la Iglesia y de Europa, y por ello mantuvo relaciones no sólo con Constantinopla, sino además con Occidente y con Roma, cuyo obispo era reconocido como el que presidía la comunión de toda la Iglesia. Según la «Crónica de Nikón», habrían existido algunas legaciones entre Vladimiro y los papas de entonces: Juan XV (que le habría enviado como obsequio, precisamente el año del bautismo — 988 —, algunas reliquias de San Clemente Papa, con una clara referencia a la misión de los santos Cirilo y Metodio que desde Cherson llevaron a Roma aquellas reliquias) y Silvestre II. El mismo Silvestre II mandó a Bruno de Querfurt a predicar con el título de archiepiscopus gentium, el cual hacia el año 1007 visitó a Vladimiro, conocido bajo el nombre de rex Russorum. Más tarde, el Papa san Gregorio VII concedió también el título real a los príncipes de Kiev, con su carta del 17 de abril de 1075, dirigida a «Demetrio (Isiaslaw) regi Ruscorum et reginae uxori eius», los cuales habían enviado a su hijo Jaropolk en peregrinación ad limina Apostolorum, consiguiendo que el reino fuera colocado bajo la protección de San Pedro. Merece subrayarse este reconocimiento, por parte de un Pontífice Romano, de la soberanía obtenida por el principado de Vladimiro que gracias al bautismo del año 988 había consolidado también políticamente su nación, favoreciendo su desarrollo y facilitando la integración de los pueblos que habitaban dentro de sus confines de aquel tiempo y posteriores. Este gesto profético de entrar en la Iglesia e introducir el propio principado en la esfera de las naciones cristianas, le supuso el loable título de Santo y de Padre de las Naciones, que tuvieron su origen en aquel principado.
Así Kiev, mediante el bautismo, se convirtió en el cruce privilegiado de culturas diversas, terreno de penetración religiosa, incluso de Occidente, como atestigua el culto de algunos santos venerados en la Iglesia latina y, con el paso del tiempo, un centro importante de vida eclesial y de irradiación misionera con un vastísimo campo de influencia: hacia Occidente hasta los montes Cárpatos, desde las orillas meridionales del Dniéper hasta Novgorod, y desde las riberas septentrionales del Volga —como ya se ha dicho— hasta las orillas del Océano Pacífico y aún más allá. En breve, a través del nuevo centro de vida eclesial como llegó a ser Kiev desde el momento en que recibió el bautismo, el evangelio y la gracia de la fe llegaron a aquellas poblaciones y aquellas tierras que hoy están unidas al Patriarcado de Moscú, por lo que se refiere a la Iglesia ortodoxa, y a la Iglesia Católica ucrania, cuya plena comunión con la Sede de Roma fue renovada en Brest».
10 de julio de 2025
10 de julio: Santos Francisco, Abdel Moti y Rafael Masabki
La Iglesia honra hoy a un conjunto de mártires sirios.
Así los recuerda el Martirologio Romano:
«En Damasco, en Siria, muerte de los mártires beatos Manuel Ruiz y López, presbítero, y diez compañeros, siete de la Orden de los Hermanos Menores y tres hermanos fieles de la Iglesia maronita, que, entregados fraudulentamente por un traidor, sufrieron toda clase de vejaciones a causa de su fe y consiguieron la palma del martirio con una muerte gloriosa».
El Martirologio decía "beatos", pero Fueron canonizados en octubre pasado por el papa Francisco I.
Los nombres de los otros siete fransciscanos son: Carmelo Bolta, Pedro Soler, Nicolás María Alberca, Engelberto Kolland, Nicanor Ascanio, presbíteros; Francisco Pinazo y Juan Santiago Fernández, religiosos de la Orden de Hermanos Menores. Salvo Engelberto, que era austríaco, todos eran españoles.
Pero hoy nos centraremos en los restantes tres santos: los hermanos carnales Francisco, Abdel Moti y Rafael Masabki.
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Oración publicada en Instagram por @Noticias.Maronitas con ocasión de la canonización, en octubre pasado |
El martirio de estos once hombres no es sino un pequeño ejemplo de la cruel matanza de cristianos a manos de mahometanos, desarrollada en Siria en 1860.
Cuando la matanza comenzó, los drusos estaban armados, en tanto que los cristianos se habían dejado desarmar por las autoridades turcas so pretexto de restablecer la paz. Del 30 de mayo al 26 de junio, los drusos saquearon y quemaron todos los pueblos maronitas del centro y el sur del Líbano, y asesinaron, mutilaron o vejaron a cerca de 6000 cristianos. Cinco jesuitas fueron estrangulados en Zahleh; en Dair-al-Kamar, el abad del monasterio maronita fue despellejado en vida y veinte monjes fueron asesinados a hachazos. Khursud [gobernador de Beirut] se dirigió entonces a ese distrito con 600 soldados; pero se contentó con disparar un cañonazo, y después dejó que sus hombres participasen en la matanza. El 9 de julio, el motín se extendió a Damasco. El gobernador, bajá Ahmed, no movió un dedo para impedir la matanza; en cambio, el noble emir argelino Abb-al-Kadar, gran defensor del Islam, se opuso abiertamente a sus correligionarios y dio asilo a 1500 cristianos, entre los que se contaban algunos europeos. Las víctimas del terror y la violencia llegaron, en tres días, a varios miles; ciertamente hubo más de 3000 muertos, sin contar las mujeres y los niños.
Manuel Ruiz, guardián del convento franciscano, cuando la turba se acercaba dio asilo en él a niños y adultos cristianos. Pero los perseguidores ingresaron allí y asesinaron cruelmente, de diversos modos, a todos los religiosos, en la noche del 9 al 10 de julio de 1860.
Casi todos los laicos refugiados en el convento lograron escapar con vida, salvo los tres maronitas, hermanos entre sí, que perecieron y fueron beatificados junto con los franciscanos.
El mayor, Francisco, que tenía cerca de setenta años, era padre de familia, rico e influyente. Muti, que era viudo, se había retirado del comercio para vivir con su hermano y ayudaba a los franciscanos en la instrucción. Rafael, el más joven de los tres, no era casado; después de trabajar en los negocios de su hermano Francisco, se había convertido en una especie de sacristán del convento. La beatificación de estos tres mártires es particularmente notable, ya que el proceso se llevó a cabo en menos de seis meses. La causa de los franciscanos había sido introducida en 1885; pero la de los hermanos Masabki no fue introducida sino hasta 1926, a instancias de Mons. Giannini, delegado apostólico en Siria. Felizmente, el obispo maronita de Damasco tenía en sus archivos todos los documentos necesarios, de suerte que la beatificación de los tres hermanos tuvo lugar con la de los franciscanos, el 10 de octubre de 1926.
Los tres hermanos maronitas están representados en la iglesia del Monte Calvario y Nuestra Señora del Líbano, en Villa Lynch:
En la transcripción del nombre del segundo hermano y del apellido de los tres se registran diferencias ortográficas, según la fuente consultada. Hemos respetado la grafía usada por El Testigo Fiel en los párrafos (en cursiva) que transcribimos de ese sitio, mientras que en el título de esta entrada usamos la forma en que son mencionados en la imagen venerada en la iglesia del Monte Calvario y Nuestra Señora del Líbano.
7 de julio de 2025
Lunes de la Semana XIV Durante el Año
"Hic est domus Dei et porta coeli": "Esta es la casa de Dios y la puerta del cielo". La frase se lee en el frente de la iglesia abacial consagrada a la Reina de la Paz en la Abadía de Santa Escolástica, en Victoria (Tigre), que visitamos y fotografiamos en diciembre de 2021.
Al despertar, Jacob dijo:
—«Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía».
Y, sobrecogido, añadió:
—«Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo».
5 de julio de 2025
Santa María "en sábado"
La bella imagen de la Virgen María con su Hijo que vemos bajo estas líneas está expuesta a la veneración de los fieles en la Catedral de Nueve de Julio. Allí tomamos la foto en septiembre pasado. Es la primera vez que ese templo catedralicio hace su aparición en este blog.
Salve entre las mujeres escogidapara madre de Dios, honesta y bella,sola entre las doncellas la parida,sola entre las paridas la doncella;salve, aurora de sol que nos da la vida,sol de la tierra, de la mar estrella;Madre de Dios, que Dios, Virgen, pariste,Y, siendo siempre Virgen, madre fuiste.Salve, descanso de Jesús cansado;salve, comida de Jesús hambriento;salve, defensa de Jesús buscado;salve, regalo de Jesús contento;salve, consuelo de Jesús penado;salve, bebida de Jesús sediento;salve, vestido de Jesús desnudo,pues poder tanto os dio quien tanto pudo.
4 de julio de 2025
4 de julio: Beato Pedro Jorge Frassati
Señor Jesús,danos el valor para volar alto,para escapar de la tentaciónde la mediocridad y la banalidad;haznos capaces, como Piergiorgio,de aspirar a cosas más grandescon su tenacidad y perseveranciay de acoger con alegría su invitación a la santidad.Líbranos del miedo a no tener éxitoy de la falsa modestia de no sentirnos capaces.Concédenos la gracia que te pedimospor intercesión de Piergiorgioy la fuerza para continuar fielmenteen el camino que nos conduce "hacia lo alto",por Jesucristo nuestro Señor. Amén.