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7 de julio de 2025

Lunes de la Semana XIV Durante el Año

"Hic est domus Dei et porta coeli": "Esta es la casa de Dios y la puerta del cielo". La frase se lee en el frente de la iglesia abacial consagrada a la Reina de la Paz en la Abadía de Santa Escolástica, en Victoria (Tigre), que visitamos y fotografiamos en diciembre de 2021.


La frase se proclama en la Primera Lectura de la misa de hoy (Gén 28, 10-22a), que relata el célebre episodio del sueño de Jacob en el que ve una escalera por la que subían y bajaban ángeles.

Al despertar, Jacob  dijo:

—«Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía».

Y, sobrecogido, añadió:

—«Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo».

10 de febrero de 2025

10 de febrero: Santa Escolástica

Hoy la Liturgia hace memoria, en palabras del Martirologio, «de la sepultura de Santa Escolástica, virgen, hermana de San Benito, la cual, consagrada desde su infancia a Dios, mantuvo una perfecta unión espiritual con su hermano, al que visitaba una vez al año en Montecasino, en la Campania, para pasar juntos una jornada de santas conversaciones y alabanza a Dios».

Escolástica nació hacia 480. Muy poco sabemos de su vida, excepto los dos capítulos de Los Diálogos de San Gregorio,  cuyo resumen se lee hoy mismo en el Oficio de Lecturas. Murió hacia 547. San Benito estaba en esos momentos solo en su celda, absorto en la oración y tuvo la visión del alma de su hermana ascendiendo al cielo con figura de paloma. La paloma es precisamente el atributo iconográfico principal de Escolástica.

En la tumba en que fue enterrada la santa fue depositado también San Benito cuando murió. De ese modo, «un mismo sepulcro reunió los cuerpos de aquellos cuyas almas habían estado siempre íntimamente unidas en el Señor».


La imagen de esta entrada se encuentra en la iglesia dedicada a la Reina de la Paz, de la Abadía Santa Escolástica de la ciudad de Victoria (Tigre).

5 de octubre de 2024

5 de octubre: San Mauro y San Plácido


Durante el tiempo en que San Benito vivió en Subiaco, y a causa de su fama de santidad, algunas familias romanas le confiaban a sus hijos para que  fueran educados en el monasterio. Entre ellos se encontraban Mauro,  hijo de Equicio, y Plácido, apenas un niño, hijo del patricio Tértulo. 

San Gregorio cuenta en sus «Diálogos» que, en cierta ocasión, Plácido se cayó en el río cuando trataba de llenar un cántaro con agua.  Benito supo por inspiración divina que el muchacho se hallaba en peligro, por lo que  llamó inmediatamente a Mauro y le dijo: «Corre y vuela, hermano mío, porque el niño acaba de caerse en el río». Mauro echó a correr y caminó sobre el  agua sin notarlo; llegó al sitio en que se hallaba Plácido, lo tomó por los cabellos y lo arrastró hasta la orilla, siempre andando sobre las aguas.  Sólo al pisar tierra,  al volver los ojos hacia el río, Mauro cayó en la cuenta del milagro. San Benito lo atribuyó a la obediencia de su discípulo, pero éste pensó que se debía a la santidad de San Benito. De hecho, Plácido dijo: «Cuando me sacaste del agua, vi el manto de nuestro padre sobre mi cabeza y pensé que era él quien tiraba de mí». 

La salvación milagrosa de Plácido es como un símbolo de la preservación de su alma de todo pecado. Es probable que San Benito llevara consigo a Plácido a Monte Cassino. Según se dice, fue el padre de Plácido quien le regaló a Benito esa propiedad.



A partir de documentos del siglo XII, poco confiables y sin valor histórico, por largo tiempo se veneró a Plácido como mártir. Según la leyenda, enviado a fundar en Mesina (Sicilia) el monasterio de San Juan Bautista, Plácido habría muerto allí, con unos treinta compañeros, el 5 de  octubre de 541, en manos de los moros. Más tarde, en el siglo XVI, se descubrieron varios esqueletos en esa iglesia de Mesina, que fueron tomados por las reliquias de San Plácido y sus compañeros, y Sixto V aprobó el culto. 

El actual Martirologio, en cambio, sólo se limita a decir en la entrada del 5 de octubre: «Conmemoración de los santos Mauro y Plácido, monjes, que desde su adolescencia fueron discípulos del abad San Benito».

En la puerta de la iglesia dedicada a la Reina de la Paz, anexa a la Abadía de Santa Escolástica, en Victoria (Buenos Aires) se ve un relieve de San Benito rodeado de santos y santas vinculadas con él. Entre ellos, como vimos en la imagen anterior, están Mauro y Plácido.

17 de agosto de 2024

Santa María "en sábado"

 


«La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su «sí» abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?».

(Benedicto XVI, Encíclica Spe Salvi, 49)



Las fotos -que tomamos el 8 de diciembre de 2021- corresponden al frente de la iglesia de la Abadía de Santa Escolástica en Tigre, dedicada a la Reina de la Paz.