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3 de diciembre de 2021

3 de diciembre: San Francisco Javier

 


«Memoria de San Francisco Javier, presbítero de la Compañía de Jesús,  evangelizador de la India, el cual, nacido en Navarra, fue uno de los primeros compañeros de San Ignacio que, movido por el ardor de dilatar el Evangelio, anunció diligentemente a Cristo a innumerables pueblos en la India, en las Molucas y otras islas, y después en el Japón, convirtiendo a muchos a la fe. Murió en la isla de San Xon, en China, consumido por la enfermedad y los trabajos (1552)».

La imagen se venera en la iglesia jesuita Nuestra Señora de los Milagros de la ciudad de Santa Fe.

En el Propio de la Compañía de Jesús la celebración de hoy tiene categoría de Fiesta y cuenta con este Prefacio Propio:


V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario. 


En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro. 


Porque encendiste en San Francisco Javier, 

hijo de la primera Compañía, 

el ardor de la caridad 

y el celo de las almas, 

para que despreciando riesgos, fatigas y trabajos, 

emprendiese innumerables viajes 

y anunciase el Evangelio a muchas naciones 

a las que inició en los sacramentos de salvación 

y agregó a tu pueblo, por Cristo, Señor nuestro. 


Por Él los ángeles y los arcángeles 

y todos los coros celestiales 

celebran tu gloria unidos en común alegría. 


Permítenos asociarnos a sus voces 

cantando humildemente tu alabanza.

Santo, Santo, Santo...

13 de agosto de 2021

13 de agosto: San Juan Berchmans

«En Roma, San Juan Berchmans, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús, que, amadísimo por todos por su sincera piedad, caridad auténtica y alegría constante, murió serenamente después de una breve enfermedad», dice hoy el Martirologio, resumiendo admirablemente la vida de este joven jesuita.  


Nació en 1599 y murió el 13 de agosto de 1621, hace hoy 400 años. Pese a la fama de santidad de la que gozó ya en vida, su canonización tuvo lugar recién en 1888.

Compartimos a continuación la Oración Colecta de la Memoria de San Juan Berchmans en el Propio de la Compañía de Jesús, que lo celebra el 26 de noviembre:

Dios nuestro, 
que nos invitas siempre a amarte 
y amas al que da con alegría, 
concédenos, a imitación del santo joven Juan Berchmans, 
buscarte en todas las cosas con prontitud de corazón,
 y agradarte siempre. 

15 de febrero de 2021

15 de febrero: San Claudio de La Colombière

San Claudio de La Colombière fue un sacerdote de la Compañía de Jesús, que -en palabras del Martirologio- «siendo hombre entregado a la oración, con sus consejos dirigió a muchos en su esfuerzo para amar a Dios».

El «Misal Romano Diario y Devocionario» compuesto por el jesuita Natalio Díaz y editado en 1957 por Amorrortu dice:

«Nació en 1641 en San Sinforiano d'Ozon, en el Delfinado de Francia, y entró en la Compañía a los 17 años. Luego de ser sacerdote, fue enviado de superior a la casa de Paray-le-Monial, y allí fue director espiritual de Santa Margarita Maria de Alacoque, quien le reveló la misión especial que Jesucristo le reservaba a él y a la Compañía de Jesús, en orden a extender por el mundo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Enviado a Londres como predicador de la duquesa de York, María Beatriz de Este, ejercitó su ministerio entre católicos y anglicanos; pero fue víctima de la persecución que entonces reinaba en Inglaterra. Encerrado en la torre de Londres durante cinco meses, fue desterrado del país; este golpe quebrantó su delicada salud y murió en Paray-le-Monial el 15 de febrero de 1682, a los 41 años de edad.
Fue beatificado por el Papa Pío XI el 16 de junio de 1929, fecha aniversaria de una de las más grandes revelaciones del Corazón de Jesús». 

Claudio La Colombière sólo era beato en el momento de editarse ese Misal; fue canonizado el 31 de mayo de  1992 por San Juan Pablo II. En la ocasión dijo el Pontífice en un fragmento de su homilía:

«...entró en la Compañía de Jesús siendo muy joven. Ejerció su misión en París y en varias provincias y tuvo una influencia notable por su esfuerzo intelectual y, más aún, por el dinamismo de vida cristiana que supo transmitir.

Verdadero compañero de San Ignacio, Claudio aprendió a encauzar su fuerte sensibilidad. Miró con humildad el sentido de «su miseria» para apoyarse sólo en su esperanza en Dios y en su confianza en la gracia. Tomó decididamente el camino de la santidad. Se adhirió con todo su ser a las constituciones y a las reglas del instituto, rechazando toda tibieza.

Fidelidad y obediencia se traducen ante Dios en un «deseo... de confianza, de amor, de resignación y de sacrificio perfecto» (Retraites, 28).

El padre Claudio forjó su espiritualidad en la escuela de los ejercicios. Hemos mirado su impresionante diario. Se consagró, por encima de todo, a «meditar profundamente la vida, de Jesucristo, que es el modelo de la nuestra» (ib., n. 33). Contemplar a Cristo permite vivir en familiaridad con él para pertenecerle totalmente: «Veo que es absolutamente necesario que yo sea suyo» (ib., n. 71). Y si Claudio osó tender hacia esa fidelidad total, lo hizo en virtud de su agudo sentido del poder de la gracia que lo transforma. Accede a la libertad perfecta de aquel que se abandona sin reservas a la voluntad de Dios. «Tengo un corazón libre», solía decir (ib., n. 12). Aceptaba las pruebas y los sacrificios «pensando que Dios exige todo de nosotros por amistad» (ib., n. 38). Su gusto por la amistad lo llevaba a responder a la amistad de Dios con un impulso de amor que se renovaba todos los días.

El padre La Colombière se comprometió en el apostolado con la convicción de que era un instrumento de la obra de Dios: «Para hacer mucho por Dios, es necesario ser completamente suyo» (ib., n. 37). La oración, afirmaba, es «el único medio ... por el que Dios se une a nosotros a fin de que hagamos algo para su gloria» (ib., n. 52). En el apostolado, los frutos y los éxitos no se obtienen tanto por la capacidad de las personas cuanto por la fidelidad a la voluntad divina y la transparencia de su acción».


San Claudio y Santa Margarita María de Alacoque
junto al Sagrado Corazón de Jesús

Tuvimos ocasión de fotografiar la imagen de San Claudio durante una breve visita a la iglesia de Nuestra Señora de los Milagros, en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, en 2018.

17 de septiembre de 2019

17 de septiembre: San Roberto Belarmino



La imagen de San Roberto se venera en la iglesia jesuita de Nuestra Señora de los Milagros, en Santa Fe, donde tomamos la foto en julio de 2018; la biografía la tomamos del "Misal Romano y Devocionario" compuesto por el P. Natalio Díaz sj y publicado por Amorrortu en 1957 (el número "13" antes del nombre del santo se debe a que la Memoria de San Roberto Belarmino aparece en la fecha en que se celebraba en el calendario anterior: el 13 de mayo).

Oración Colecta:

Señor: tú que dotaste a San Roberto Bellarmino
de santidad y sabiduría admirables 
para defender la fe de tu Iglesia,
concede a tu pueblo, por su intercesión,
la gracia de vivir con la alegría
de profesar plenamente la fe verdadera.

9 de mayo de 2019

9 de mayo: Nuestra Señora de los Milagros

En la ciudad de Santa Fe se celebra hoy como Memoria Obligatoria (y en el resto de la Arquidiócesis como Memoria Libre) la conmemoración de Nuestra Señora de los Milagros.



La ciudad de Santa Fe, fundada en 1573, contó desde 1609 con la presencia de sacerdotes jesuitas. «En 1634 de paso por la ciudad rumbo a la Reducción de San Ignacio Miní, un artista de fina sensibilidad, el Hermano Luis Berger», accediendo al pedido de los Congregantes Marianos, pintó en un cuadro a la Mujer del capítulo 12 del Apocalipsis. «El cuadro se llamó como la Congregación Mariana: “de la Pura y Limpia Concepción”. Fue plasmada en un lienzo que mide 1,33 x 0,96 mts». 



El 9 de mayo de 1636, en el templo de la Compañía de Jesús, «el Padre Rector del Colegio y de la Iglesia, Pedro de Helgueta, oraba arrodillado frente al cuadro de Nuestra Señora, como todas las mañanas. Habiendo finalizado la Misa, alrededor de las ocho horas, el Padre levantó la vista hacia el cuadro y se sorprendió por lo que creyó era humedad del ambiente condensada en la pintura. Pero pronto comprendió que el brillo tenía un origen distinto. Incorporándose descubrió que de la mitad de la imagen para arriba la pintura estaba totalmente seca, mientras que hacia abajo corrían hilos de agua resultantes de innumerables gotas emanadas en forma de sudor. Siguió recorriendo con la vista hacia abajo y comprobó que el caudal ya estaba mojando los manteles del altar y el piso. Al ver el asombro del sacerdote, varias personas que aún permanecían en la iglesia se acercaron y pudieron conocer lo que estaba ocurriendo. Comenzaron a embeber aquel agua en algodones y lienzos, mientras el número de fieles y curiosos crecía junto al júbilo y las exclamaciones. Las campanas de la iglesia no pararon de repicar, para anunciar a todo el pueblo lo que estaba sucediendo».  Poco después llegaron importantes funcionarios civiles y eclesiásticos que constataron el hecho milagroso. Se levantó un acta que aun se conserva.


Desde entonces hubo numerosas curaciones asombrosas, también recopiladas por el Escribano del Rey. Por ello los santafesinos empezaron a invocar a su Madre con el título de “Nuestra Señora de los Milagros”.


Monseñor Cristóbal de Aresti, Obispo de Asunción del Paraguay, de la que dependía entonces Santa Fe, reconoció poco después al sudor como auténtico milagro, debido a la cantidad de testimonios probatorios, las actas labradas, la calidad y cantidad de los testigos y las reliquias guardadas por el pueblo fiel (algunos algodones aún se conservan en el santuario). El obispo fue personalmente al lugar en diciembre del mismo año.


Entre 1651 y 1660, aproximadamente, la ciudad fue trasladada al sitio que hoy ocupa, a unos 80 kilómetros más al sur de la ubicación original. En la nueva ciudad, que pasó a llamarse Santa Fe de la Vera Cruz, los padres jesuitas ocuparon también un lugar frente a la Plaza Mayor, como en Santa Fe la Vieja. «El templo actual, declarado Monumento Histórico Nacional, se terminó de construir en 1670»


Al cumplirse los 300 años del milagro, el templo fue erigido como Santuario, el mismo día -9 de mayo de 1936- en que tuvo lugar la Coronación Pontificia del cuadro. En el intervalo, la imagen -después de la expulsión de los jesuitas- había estado un tiempo en la Iglesia Matriz de Santa Fe.


Los párrafos entrecomillados y en cursiva fueron tomados del sitio oficial del Santuario. Las fotos -como absolutamente todas las de este blog- son propias. Fueron tomadas durante un viaje a Santa Fe en julio de 2018.

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