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22 de agosto de 2025

Viernes de la Semana XX Durante el Año

El viernes de la vigésima semana del Tiempo Ordinario, en los años impares, se lee en la misa un fragmento del comienzo del libro de Rut (1, 1. 3-6. 14b-16. 22). Transcribimos a continuación la perícopa.

En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país, y un hombre emigró, con su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la campiña de Moab.

Elimelec, el marido de Noemí, murió, y quedaron con ella sus dos hijos, que se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orfá y la otra Rut. Pero, al cabo de diez años de residir allí, murieron también los dos hijos, y la mujer se quedó sin marido y sin hijos.

Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el camino de vuelta desde la campiña de Moab.

Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí.

Noemí le dijo:

—«Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios. Vuélvete tú con ella».

Pero Rut contestó:

—«No insistas en que te deje y me vuelva. Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios».

Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, volvió de la campiña de Moab. Empezaba la siega de la cebada cuando llegaron a Belén.

Palabra de Dios.

 

"Empezaba la siega de la cebada": la imagen de Rut en el sembrado, con el cereal en sus manos, adorna el cielorraso de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced. Más adelante, el libro de Rut la muestra en varias ocasiones relacionada con las gavillas, las espigas, el campo y la cosecha. Tomamos las fotos en febrero de 2023.

 

3 de agosto de 2025

Domingo XVIII Durante el Año

En la Iglesia Presbiteriana San Andrés, ubicada en el centro porteño, hay un atril en la forma tradicional de águila, como vemos en la foto.



Cuando visitamos ese templo, el 3 de agosto de 2023, el libro de la Palabra de Dios se encontraba abierto en el comienzo del libro del Eclesiastés. Precisamente un fragmento del primer capítulo de ese libro (1, 2; 2, 21-23) se lee hoy en la liturgia católica:

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet;

vanidad de vanidades, todo es vanidad!

Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto,

y tiene que dejarle su porción

a uno que no ha trabajado.

También esto es vanidad y grave desgracia.

Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos

y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?

De día su tarea es sufrir y penar,

de noche no descansa su mente.

También esto es vanidad.

7 de julio de 2025

Lunes de la Semana XIV Durante el Año

"Hic est domus Dei et porta coeli": "Esta es la casa de Dios y la puerta del cielo". La frase se lee en el frente de la iglesia abacial consagrada a la Reina de la Paz en la Abadía de Santa Escolástica, en Victoria (Tigre), que visitamos y fotografiamos en diciembre de 2021.


La frase se proclama en la Primera Lectura de la misa de hoy (Gén 28, 10-22a), que relata el célebre episodio del sueño de Jacob en el que ve una escalera por la que subían y bajaban ángeles.

Al despertar, Jacob  dijo:

—«Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía».

Y, sobrecogido, añadió:

—«Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y la puerta del cielo».

23 de junio de 2025

Lunes de la Semana XII Durante el Año

En el Oficio de Lectura del Lunes XII Durante el Año se lee hoy (en el leccionario par-impar) este fragmento del libro de los Jueces (16,4-6.16-31):

En aquellos días, se enamoró Sansón de una mujer del torrente Sorec, llamada Dalila.

Los príncipes de los filisteos subieron a verla y le dijeron:

«Sedúcelo y averigua en qué reside su enorme fuerza y con qué se le podría atar para doblegarlo. Nosotros te daremos doce kilos y medio de plata cada uno».

Dalila dijo a Sansón:

«Aclárame en qué reside tu enorme fuerza y con qué se te había de atar para doblegarte».

Y como le asediase todos los días con sus palabras y le importunara tanto, su espíritu se abatió.

Entonces le puso al descubierto su corazón y le dijo:

«La navaja no ha pasado por mi cabeza, pues soy nazir de Dios desde el seno de mi madre. Si me raparan, mi fuerza se alejaría de mí. Me debilitaría y vendría a ser como cualquier hombre».

Dalila se dio cuenta de que le había abierto completamente el corazón y mandó llamar a los príncipes filisteos:

«Subid, porque esta vez me ha abierto completamente el corazón».

Los príncipes filisteos subieron allá, llevando la plata en sus manos.

Lo adormeció sobre sus rodillas y llamó a un hombre que le rapó las siete guedejas de su cabeza. Entonces comenzó a debilitarse y su fuerza se alejó de él.

Dalila le gritó:

«Los filisteos sobre ti, Sansón».

Él se despertó de su sueño, pensando:

«Saldré como las otras veces y me libraré de ellos».

No sabía que el Señor se había alejado de él. Los filisteos lo apresaron y le sacaron los ojos. Le bajaron a Gaza y lo ataron con una doble cadena de bronce. En la cárcel estuvo dando vueltas a la muela. Ahora bien, después que lo hubieron rapado, el cabello de su cabeza comenzó a crecer.

Los príncipes de los filisteos se congregaron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón y para hacer un festejo. Decían:

«Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo».

Cuando lo vio la gente, alababan a su dios diciendo:

«Nuestro dios ha entregado en nuestras manos al enemigo, que asolaba nuestro territorio y multiplicaba nuestros muertos».

Cuando ya tenían el corazón alegre, dijeron:

«Llamad a Sansón para que nos divierta».

Llamaron a Sansón de la cárcel y bailó ante ellos. Luego lo colocaron entre las columnas.

Sansón dijo al lazarillo:

«Déjame tocar las columnas sobre las que se asienta el templo, para que pueda apoyarme en ellas».

El templo estaba lleno de hombres y mujeres. Se encontraban allí todos los príncipes filisteos. En la azotea había unos tres mil hombres y mujeres, viendo los juegos de Sansón.

Entonces Sansón invocó al Señor:

«Dueño y Señor mío, acuérdate de mí y dame fuerzas solo esta vez, oh Dios, para que de un solo golpe pueda vengarme de los filisteos, por lo de mis dos ojos».

Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que se asentaba el templo y se apoyó sobre ellas, en una con la derecha y en la otra con la izquierda. Entonces gritó:

«Muera yo también con los filisteos».

Empujó con fuerza, y el templo se desplomó sobre los príncipes y sobre toda la gente que había en él. Los que mató al morir fueron más que los que había matado en vida.

Sus hermanos y toda la casa paterna bajaron a recogerlo y lo subieron a enterrar entre Sorá y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoj. Sansón había juzgado a Israel veinte años.

 


Sansón y Dalila, protagonistas de este célebre pasaje, están representados en una escultura en el Museo de la Virgen del Valle, que depende de la Catedral de Catamarca. Hoy visitamos por primera vez en este blog ese museo de arte religioso.

28 de febrero de 2025

Viernes de la Semana VII Durante el Año

El Evangelio de hoy está tomado del texto de Marcos  10, 1-12:

Jesús fue a la región de Judea y al otro lado el Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.

Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?».

Él les respondió: «¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?».

Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella».

Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, "Dios los hizo varón y mujer". "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne". De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».

Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.

Él les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio».


Entre los siete vitrales dedicados a los sacramentos en la Basílica del Espíritu Santo,  el que corresponde al Matrimonio está ilustrado con la escena de las bodas entre José y María, cuya foto hemos visto junto al texto.

19 de febrero de 2025

Miércoles de la Semana VI Durante el Año

El Miércoles de la VI Semana del Tiempo Ordinario, en los años impares, la Primera Lectura es este fragmento del libro del Génesis (7, 6-7; 8, 6-13. 20-22):

 

    Cuando las aguas del Diluvio se precipitaron sobre la tierra Noé entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas.

    Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca.

    Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió.

    La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando.

    Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche».


La paloma con el ramo de olivo sobre el arca está representada en este bello vitral de la sinagoga de la calle Libertad.

18 de febrero de 2025

Martes de la Semana VI Durante el Año

En los años impares, la Primera Lectura de la misa del martes de la Semana VI del Tiempo Ordinario se toma del libro del Génesis (6, 5-8; 7, 1-5. 10):

Cuando el Señor vio qué grande era la maldad del hombre en la tierra y cómo todos los designios que forjaba su mente tendían constantemente al mal, se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón. Por eso el Señor dijo: «Voy a eliminar de la superficie del suelo a los hombres que he creado -y junto con ellos a las bestias, los reptiles y los pájaros del cielo- porque me arrepiento de haberlos hecho». Pero Noé fue agradable a los ojos del Señor.

Entonces el Señor dijo a Noé: «Entra en el arca, junto con toda tu familia, porque he visto que eres el único verdaderamente justo en medio de esta generación. Lleva siete parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de los impuros, los machos con sus hembras -también siete parejas de todas las clases de pájaros- para perpetuar sus especies sobre la tierra. Porque dentro de siete días haré llover durante cuarenta días y cuarenta noches, y eliminaré de la superficie de la tierra a todos los seres que hice». Y Noé cumplió la orden que Dios le dio.

A los siete días, las aguas del Diluvio cayeron sobre la tierra.



El cuadro "El arca de Noé" se exhibe en el museo anexo a la sinagoga de la calle Libertad.

13 de febrero de 2025

Jueves de la Semana V Durante el Año

La Primera Lectura de hoy está tomada del libro del Génesis (2, 18-25):


Dijo el Señor Dios: «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada». 

Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. 

El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.

Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre.

 El hombre exclamó: «¡Esta sí que es hueso de mis huesos  y carne de mi carne!  Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre».

Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.

Los dos, el hombre y la mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.

Adán y Eva están representados desnudos (por tanto, antes del pecado, en la situación descripta en la lectura de hoy), en uno de los ángulos de la cúpula de la Basílica de Nuestra Señora de la Piedad.


26 de enero de 2025

Domingo III Durante el Año

En el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, la Iglesia celebra el “Domingo de la Palabra de Dios”.  

Lo instituyó el Papa Francisco I para hacer “crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura”.


En igual fecha litúrgica del año pasado tomamos esta foto en la Catedral de Formosa.

19 de enero de 2025

Domingo II Durante el Año

 

Hoy sumamos un nuevo templo a la lista de las iglesias que visitamos en este blog. Se trata de la iglesia de la Natividad de María Santísima, en el barrio de Barracas.

Hoy, Segundo Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo C, se lee el episodio de las Bodas de Caná, que aparece en el Evangelio de San Juan (2, 1-11):

    «Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga».
    
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron.   

El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento».
    
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él».

La escena está representada en uno de los hermosos vitrales de la iglesia de la Natividad de María, del cual hemos visto varias fotos a lo largo de esta entrada.

22 de octubre de 2024

Martes de la Semana XXIX Durante el Año

En la Misa de hoy se lee este fragmento de la Carta a los Efesios (2, 12-22):


«Hermanos:

Antes ustedes no tenían a Cristo y estaban excluidos de la comunidad de Israel, ajenos a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.

Porque Cristo es nuestra paz: él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. 

Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para aquellos que estaban cerca. 

Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.

Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. 

Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo.

En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu».



Por varios motivos parece oportuno ilustrar esta lectura de hoy con uno de los vitrales de la Catedral de Avellaneda-Lanús.  En el proyecto iconográfico del tempo, los vitrales representan a los sacramentos. La foto que publicamos, como se lee en la parte inferior, corresponde al sacramento de la Reconciliación.

Por medio de ese sacramento, «los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo». Si observamos con atención, en el vitral aparecen: la palabra PAX (tantas veces mencionada en la perícopa de hoy), la Cruz por medio de la cual Cristo nos «reconcilió con Dios», la Ley, las llaves que abren el «acceso al Padre», el mundo en que hay ahora un solo Pueblo y en el que nadie es extranjero... 

18 de septiembre de 2024

Miércoles de la Semana XXIV Durante el Año

El miércoles XXIV del Tiempo Durante el Año, en los años pares, se lee la famosa perícopa en que San Pablo, en la Primera Carta a los Corintios (12, 31—13, 13), se refiere a la primacía del amor y al final menciona a las tres virtudes teologales:

«En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor».

Las virtudes teologales «adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf. 2 Pe 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.

Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf. 1 Co 13, 13)» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1812-1813).

Las virtudes teologales suelen ser  representadas alegóricamente: la fe mediante una cruz, la esperanza a través de una ancla, y la caridad mediante un corazón ardiente, como en el vitral que mostramos hoy, que pertenece a la iglesia de Nuestra Señora del Huerto.

9 de agosto de 2024

Viernes de la Semana XVIII Durante el Año

El Evangelio del Viernes XVIII del Tiempo Ordinario (Mateo 16, 24-28) comienza así: :

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».


La emblemática frase está admirablemente representada en un vitral del templo santiagueño dedicado a San Francisco Solano. En él se ve a Jesús cargando la cruz y como guiando a San Francisco de Asís, quien lleva su propia cruz tras los pasos del Señor, imitándolo. De hecho, la vida misma del santo Poverello fue una manifestación de la frase evangélica que citamos al comienzo... y de todo el Evangelio de hoy, cuyo texto completo dice: 

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.  ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?  Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino».

28 de junio de 2024

Viernes de la Semana XII Durante el Año


La curación de un leproso por parte de Jesús es relatada en los Evangelios por Mateo (8, 2-4). por Marcos (1, 40-45) y por Lucas (5, 12-14)

La versión de San Mateo se proclama en la misa de hoy, Viernes de la XII Semana del Tiempo Ordinario, y es esta:

«Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes purificarme».

Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante quedó purificado de su lepra.

Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarse al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio»».

El episodio está representado en uno de los  hermosos vitrales de la iglesia de San Patricio, en la localidad bonaerense de Mercedes. 

Tomamos esta foto en octubre de 2021.

25 de junio de 2024

Martes de la Semana XII Durante el Año

El Evangelio de la Misa de hoy (Mt  7, 6. 12-14) comienza con esta sentencia de Jesús: 

«No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos».

«No den las cosas sagradas a los perros»: la frase del Señor es evocada por Santo Tomás de Aquino en una estrofa del himno Lauda Sion:

Este es el pan de los Ángeles,

convertido en alimento de los peregrinos:

es el verdadero pan de los hijos,

que no debe tirarse a los perros.


La frase "Non mitténdus cánibus" ("No debe tirarse a los perros") aparece en el capitel de una de las columnas de la Basílica del Santísimo Sacramento.

Ecce panis Angelórum,

factus cibus viatórum:

vere panis filiórum,

non mitténdus cánibus.

23 de junio de 2024

Domingo XII Durante el Año

En las misas de hoy, Domingo XII del Tiempo Ordinario, se lee este texto evangélico (Marcos 4, 35-41):

Al atardecer de ese mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. 

Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?» 

Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.  Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?» 

Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen».

 

El episodio de la tempestad calmada está representado, entre otros momentos de la vida de Cristo, en el parque temático Tierra Santa.

17 de junio de 2024

Lunes de la Semana XI Durante el Año

La Lectura Patrística del Oficio de Lecturas del Lunes XI del Tiempo Ordinario está tomada del “Tratado sobre el Padrenuestro de San Cipriano, obispo y mártir (Caps. 8-9: CSEL 3,271-272).

El primer párrafo del texto alude a esos dos momentos de la oración en que llamamos "nuestro" al Padre y al pan de cada día:

Ante todo, el Doctor de la paz y Maestro de la unidad no quiso que hiciéramos una oración individual y privada, de modo que cada cual rogara sólo por sí mismo. No decimos: «Padre mío, que estás en los cielos», ni: «El pan mío dámelo hoy», ni pedimos el perdón de las ofensas sólo para cada uno de nosotros, ni pedimos para cada uno en particular que no caigamos en la tentación y que nos libre del mal. Nuestra oración es pública y común, y cuando oramos lo hacemos no por uno solo, sino por todo el pueblo, ya que todo el pueblo somos como uno solo.


Padre nuestro“Pan nuestro: son nuestros el Padre y el Pan. Ambos son evocados ("Pater et Panis") en el escudo de la Catedral Basílica de Salta, como puede verse en las fotos que tomamos en el frente y en el altar mayor de esa hermosa iglesia.


La lectura de hoy concluye así: 

¡Cuán importantes, cuántos y cuán grandes son, hermanos muy amados, los misterios que encierra la oración del Señor, tan breve en palabras y tan rica en eficacia espiritual! Ella, a manera de compendio, nos ofrece una enseñanza completa de todo lo que hemos de pedir en nuestras oraciones. Vosotros - dice el Señor- rezad así: «Padre nuestro, que estás en los cielos».

El hombre nuevo, nacido de nuevo y restituido a Dios por su gracia, dice en primer lugar: Padre, porque ya ha empezado a ser hijo. La Palabra vino a su casa - dice el Evangelio- y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Por esto, el que ha creído en su nombre y ha llegado a ser hijo de Dios debe comenzar por hacer profesión, lleno de gratitud, de su condición de hijo de Dios, llamando Padre suyo al Dios que está en los cielos.

12 de noviembre de 2023

Domingo XXXII Durante el Año

La Segunda Lectura de hoy está tomada de la Primera Carta  a los Tesalonicenses (4, 13-18): 

Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza.  Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él.

Esto es lo que os decimos como palabra del Señor:

Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos.

Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar.

Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire.

Y así estaremos siempre con el Señor.

Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Una frase de esta lectura es expresamente alegada como fundamento bíblico del ventanal dedicado a "La Parusía" de la iglesia asuncena dedicada a San Rafael. Como la foto que trae la explicación no es legible, transcribimos el texto a continuación de las dos imágenes.





Dice el cuadrito explicativo de la imagen:

"El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un Arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros,  los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y ASÍ ESTAREMOS SIEMPRE CON ÉL" (1 Ts. 4,16). 

Finalmente se cumple el grito de San Pablo: "Cristo todo en todo". “La Iglesia llama Purgatorio a la purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados” (Cat. N° 1031).

Los que mueren en la gracia del Señor sufren después de la muerte “una purificación a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo (Cat. N° 1030).

La Iglesia llama Paraíso a la Pascua Eterna, es decir, la plenitud del reino de Dios. “Después del Juicio Final, los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo será renovado (Cat. N° 1042).

31 de octubre de 2023

Martes de la Semana XXX Durante el Año

En la Liturgia de las Horas, excepto en Completas, los salmos están distribuidos a lo largo de cuatro semanas. La primera semana del Salterio coincide con el comienzo de cada tiempo litúrgico; transcurridas las cuatro semanas, se vuelve a comenzar hasta que corresponda un nuevo reinicio.

En función de lo señalado, en la Semana XXX Durante el Año corresponde usar los salmos de la Semana II del Salterio. En la Hora Intermedia de hoy se reza el salmo 54, dividido en dos fragmentos. El fragmento II dice:


Ant. 3. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.


Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría;

si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él;

pero eres tú, mi compañero,

mi amigo y confidente,

a quien me unía una dulce intimidad:

juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios.


Pero yo invoco a Dios, y el Señor me salva:

por la tarde, en la mañana, al mediodía,

me quejo gimiendo.


Dios escucha mi voz: 

su paz rescata mi alma de la guerra que me hacen,

porque son muchos contra mí.


Dios me escucha, 

los humilla el que reina desde siempre,

porque no quieren enmendarse ni temen a Dios.


Levantan la mano contra su aliado,

violando los pactos;

su boca es más blanda que la manteca,

pero desean la guerra;

sus palabras son más suaves que el aceite,

pero son puñales.


Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará;

no permitirá jamás que el justo caiga.


Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos a la fosa profunda,

Los traidores y sanguinarios

no cumplirán ni la mitad de sus años.

Pero yo confío en ti.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3. Yo invoco a Dios, y el Señor me salva.


Las palabras destacadas en negrita son las que ahora nos interesan: Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará (Sal 54, 23), vertido en El Libro del Pueblo de Dios como Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá. En latín: Iacta super Dominum curam tuam, et ipse te enutriet.

"Ipse te enutriet": Él mismo te sustentará, te sostendrá, te nutrirá. La frase aparece grabada al pie de la imponente Cruz que hay junto al altar mayor de la iglesia del Salvador.


En las Enarraciones sobre los Salmos,  al comentar este salmo, San Agustín hace referencia al episodio  en que, tras decir Cristo "Si alguien no come mi carne y bebe mi sangre, no tendrá vida en él", sus oyentes, que no comprendían, se dijeron unos a otros: "¡Qué duras son estas palabras! ¿Quién podrá escucharlas?". Luego, cuando el Señor les dijo a los Doce "¿Vosotros no queréis iros también?", Pedro le respondió: "¿A quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,54-69)". Y continúa el santo Obispo de Hipona:

Prestad atención, os lo suplico, hermanos, y, como niños, aprended lo que es la piedad. ¿Acaso Pedro comprendía ya todo el misterio de aquellas palabras del Señor? No, todavía no lo comprendía; pero creía con humildad que aquellas palabras que no entendía eran buenas. Luego si son duras las palabras, y todavía no se comprenden, que lo sean para el impío, pero a ti la piedad te las ablandará; algún día llegará en que se aclaren, y serán para ti como el aceite, y penetrará hasta los huesos.

Y como si fuera el mismo Pedro, después de que quedaran escandalizados por la dureza que, según ellos, tenían las palabras del Señor, y como si con él dijera: "¿A quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna", añadió: Deposita en el Señor tus preocupaciones, que él mismo te nutrirá. Eres un niño, aún no entiendes los misterios de las palabras: quizá el pan está escondido para ti, y debes ser alimentado todavía con leche (1 Cor 3,2); no te enojes con los pechos, ellos te harán capaz de sentarte a la mesa, para lo cual todavía no estás preparado. Mirad cómo gracias a la separación de los herejes, muchas durezas se han ido ablandando. Sus palabras duras se han vuelto más suaves que el aceite, y son como dardos, que han armado a los evangelizadores: sus palabras se dirigen al corazón de todos los oyentes, insistiéndoles a tiempo y a destiempo. Con tales discursos, con tales palabras, como si fueran saetas, son heridos los corazones humanos para llevarlos al amor de la paz. Eran duros, pero se han vuelto suaves. Suaves, sí, pero sin perder su eficacia, convirtiéndose en dardos. Sus palabras son más suaves que el aceite, y ellas —las palabras suaves—, son como dardos. Pero quizá tú no estás preparado todavía para ser armado con estos dardos, es posible que tales palabras obscuras no se te hayan aclarado, no se te hayan hecho suaves las palabras duras. Deposita en el Señor tus preocupaciones, que él mismo te nutrirá. Abandónate en el Señor. Sí, quieres ya abandonarte en el Señor: que nadie se te ponga en lugar del Señor. Deposita en el Señor tus preocupaciones. Mira cómo aquel gran soldado de Cristo no quiso tomar a su cargo el cuidado de los niños: ¿Es que Pablo fue crucificado por vosotros, o estáis bautizados en el nombre de Pablo? (1 Cor 1,13). ¿Qué intentaba decirles, sino: Depositad en Dios vuestras preocupaciones, y él mismo os nutrirá? Bien, un niño quiere ahora depositar en el Señor sus preocupaciones, y viene uno cualquiera y le dice: «Yo me encargo». Como una navecilla que fluctúa sin rumbo le dice: «Yo me encargo de ti». Tú respóndele: «Yo busco un puerto, no un peñasco». Deposita en el Señor tus preocupaciones, que él mismo te nutrirá Y verás cómo te recibe el puerto: No permitirá que el justo fluctúe para siempre. Te parecerá que andas fluctuando en este mar, pero el que te recibe es el puerto. Procura, eso sí, no desasirte del ancla antes de entrar en el puerto. La nave, sujeta a las anclas, está fluctuando, pero no será arrojada muy lejos de la costa; y no fluctuará para siempre, aunque lo haga en algunas ocasiones. Precisamente a esa fluctuación se refieren las anteriores palabras: Me entristecí en las pruebas, y me turbé. Esperaba alguien que me salvase de mi cobardía y de la tempestad. Habla fluctuando, pero no fluctuará para siempre, pues su ancla está firme, y su ancla es su esperanza. No permitirá que el justo fluctúe para siempre.


La imagen eucarística del pelícano alimentando a sus pichones, que aparece debajo de la frase, al pie de la Cruz de Cristo, completa admirablemente la referencia del salmo y el comentario de San Agustín.


9 de octubre de 2023

Lunes de la Semana XXVII Durante el Año

El Lunes de la Semana XXVII del Tiempo Ordinario se lee en el Evangelio la famosa parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37):

   Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?».

    Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?».

    Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo».

    «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida».

    Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?».

    Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió:

«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver".

    ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?».

    «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor.

    Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera».


La parábola está representada en un relieve en el altar del Sagrado Corazón de la Basílica del Espíritu Santo.

Completamos esta entrada transcribiendo aquí uno de los prefacios comunes (el VII) que trae el Misal Romano con esta expresa indicación: 

Este prefacio se dice en las Misas del tiempo "durante el año" que carecen de prefacio propio. Es oportuno usarlo en el domingo XV del tiempo «durante el año» del ciclo C y el lunes de la semana XXVII del tiempo «durante el año».

...

En verdad es justo darte gracias,

y es deber nuestro alabarte,

Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

en todos los momentos y circunstancias de la vida,

en la salud y en la enfermedad,

en el sufrimiento y en el gozo,

por tu servidor, Jesús, nuestro Redentor.


Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien

y curando a los oprimidos por el mal.

También hoy, como buen samaritano,

se acerca a todo hombre

que sufre en su cuerpo o en su espíritu,

y cura sus heridas con el aceite del consuelo

y el vino de la esperanza.


Por este don de tu gracia,

incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor,

vislumbramos la luz pascual

en tu Hijo, muerto y resucitado.


Por eso, unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos a una voz el himno de tu gloria:


Santo, Santo, Santo...