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6 de enero de 2020

6 de enero: Santa Rafaela María del Sagrado Corazón

En la fiesta de la Epifanía de 1925 entregó su alma a Dios la religiosa a la que hoy recordamos: Santa Rafaela María del Sagrado Corazón, en el siglo Rafaela María del Rosario Francisca Porras y Ayllón. 

Para conocer mejor su vida y obra, transcribiremos aquí fragmentos de la homilía de Pablo VI en la misa de su canonización:

[...] Estamos ante una figura peculiar, cuyos ricos y múltiples matices personales no dejan de causar impresión (...).  Nace en el pueblo español de Pedro Abad, cerca de Córdoba, el 1 de marzo de 1850. Perdidos muy pronto sus padres se dedica con su hermana Dolores a la oración y a la caridad.

Este género de vida, tan opuesto a las aparentes conveniencias de su alta posición social, suscita el contraste con los deseos de la familia; hasta tal punto que la presión familiar les hace sentir la necesidad de abrazar la vida religiosa.

El 24 de enero de 1886, el Instituto recibe el Decretum Laudis y un año después es aprobado definitivamente con el nombre de Congregación de «Esclavas del Sagrado Corazón».

La Madre Rafaela María dirige el nuevo Instituto durante 16 años con gran dedicación y tacto. Demuestra también claramente su extraordinaria profundidad espiritual y su virtud heroica, cuando por motivos infundados ha de renunciar a la dirección de su obra. En esta humillación aceptada, morirá en Roma, prácticamente olvidada, el día 6 de enero de 1925.

La vida y la obra de la Santa, si las observamos por dentro, son una apología excelente de la vida religiosa, basada en la práctica de los consejos evangélicos, calcada en el esquema ascético-místico tradicional, del que España ha sido maestra con figuras tan señeras como Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, Santo Domingo, San Juan de Ávila y otras.

Esta forma de vida consagrada queda como típica en la Iglesia (aunque existen otras formas y van surgiendo otras más), en la que Cristo es el único maestro, el inspirador, el modelo, el motivo de las más generosas donaciones, de las más íntimas confidencias, del más valiente esfuerzo de transformación de la humana existencia. Se trata de la superación de la renuncia a tantas cosas humanas, para sublimarlas en una entrega eclesial, en un vivir únicamente para el Señor, asociándose con la plegaria y el apostolado a la obra de la redención y a la dilatación del reino de Dios (Cfr. Perfectae Caritatis, 5).

Este ha sido el objetivo, este ha sido el ideal egregiamente puesto en práctica por las Esclavas del Sagrado Corazón, Instituto para el que la fundadora quiso como carisma propio el culto público al Santísimo Sacramento expuesto, en actitud de reparación por las ofensas cometidas contra el amor de Cristo, el apostolado de formación de las jóvenes, con preferencia por la educación de las pobres, y el mantenimiento de centros de espiritualidad que faciliten a las personas que así lo deseen un encuentro con Dios.

(...) 

No podemos menos de recordar dos aspectos característicos del Instituto de las Esclavas del Sagrado Corazón, que la nueva Santa pone magníficamente de relieve y que son de palpitante actualidad: la adoración a la Eucaristía y el apostolado pedagógico.

La adoración al Santísimo Sacramento, renovada, no desvirtuada, con la reforma litúrgica, constituye una fisonomía típica de Santa Rafaela María del Sagrado Corazón. En ella centra su espiritualidad, en ella educa a sus hijas, de ahí espera la eficacia del apostolado; por mantener ese punto de su regla, no dudará en tomar decisiones urgentes, aunque muy dolorosas y arriesgadas. Y es que «para ella era inconcebible una obra apostólica desvinculada del deber sagrado de la adoración eucarística». En un momento como el actual en que la vida de fe sufre no pocos quebrantos en medio de la sociedad moderna, es un compromiso de perenne validez el que las Esclavas del Sagrado Corazón, en consonancia con sus esencias fundacionales, sepan dar pleno significado eclesial y modélico a la adoración eucarística.


El apostolado, sobre todo pedagógico, en favor de la formación completa de la joven, es otra característica de la vida y obra de la nueva Santa. Ella lo vio bien claro desde el principio, partiendo de la realidad que la circundaba y buscando con ello «no sólo el bien espiritual de la Iglesia, sino la salvación y regeneración social». Su fina intuición le indicaba cuánto puede esperarse de una formación adecuada de la juventud femenina.

Las fotos, que tomé en enero de 2018, corresponden a la imagen de la santa que se veneran en la iglesia del Corazón Eucarístico de Jesús, donde -como se ve en la última foto- se estaba exponiendo ese día el Santísimo Sacramento.

15 de agosto de 2019

15 de agosto: San Estanislao de Kostka

Estanislao era el segundo hijo de Juan Kostka, senador de Polonia, y de Margarita Kryska. Nació en 1550 y cursó sus primeros estudios en su casa bajo la dirección de Juan Bilinsky, junto con su hermano mayor, Pablo. A los catorce años, Estanislao ingresó en el colegio de los jesuitas de Viena, donde el recogimiento y devoción de la vida y la oración del joven sorprendieron a todos. Poco después de la llegada de Estanislao a Viena, el emperador Maximiliano II les quitó a los jesuitas la casa que Fernando I les había prestado para el internado. Pablo Kostka, dos años mayor que Estanislao, joven despreocupado y amante de las diversiones, consiguió el permiso de Bilinsky para hospedarse con su hermano menor en casa de unos luteranos. Eso desagradaba a Estanislao, pero Pablo se burlaba de su recogimiento y devoción.

Estanislao comulgaba todos los domingos y fiestas, y ayunaba siempre la víspera del día en que iba a comulgar. Cuando no estaba en la iglesia o en el colegio, se quedaba en su cuarto, estudiando o rezando; se vestía modestamente y practicaba la mortificación corporal. No se llevaba demasiado bien con su hermano Pablo ni tampoco con Bilinsky.

Se cuenta que durante una dura enfermedad se le apareció la Santísima Virgen y le dijo que sanaría y que debía ingresar en la Compañía de Jesús. Estanislao pidió la admisión en cuanto recuperó la salud. El Provincial de Viena no quiso admitirlo al principio,  por lo que Estanislao se propuso solicitar la admisión al Padre General en persona,  y de inmediato se puso en camino, dispuesto incluso en ir a pie hasta Roma. Primero se entrevistó con San Pedro Canisio, Provincial en Alemania superior.  San Pedro Canisio lo recibió amablemente y le encomendó la tarea de servir a los estudiantes en el comedor y a hacer la limpieza de sus aposentos. Estanislao cumplió su cometido con reverencia y humildad, por lo que algunas semanas después fue enviado por Pedro Canisio a Roma, donde se entrevistó con San Francisco de Borja  y le expuso el motivo de su viaje. El santo General de los jesuitas accedió y lo admitió en el noviciado;  Estanislao tenía 17 años. Su padre estaba furiosamente en contra del ingreso de su hijo en la Compañía, pero el joven estaba decidido a servir a Dios en la vocación a la que había sido llamado. También su hermano Pablo era contrario a esa vocación religiosa.

En el breve tiempo (unos 10 meses) en que fue novicio, Estanislao llevó una vida de oración constante; era especialmente devoto del Santísimo Sacramento. Se cuenta que varias veces tomó la comunión de manos de ángeles y que en una ocasión recibió al Niño Jesús de las manos de su Madre, episodio que refleja en su iconografía, como en el vitral que adorna esta entrada.

Muy pronto el clima romano le hizo mucho daño y el intenso calor le produjo frecuentes desvanecimientos. El 5 de agosto, día de la fiesta de Santa María la Mayor, hablando con un sacerdote sobre la Asunción de la Virgen, Estanislao le dijo: «¡Qué día tan feliz debió ser para todos los santos aquél en que María entró en el cielo! Quizá  ellos lo celebran con especial gozo, como lo hacemos nosotros en la tierra. Espero que estaré entre ellos en su próxima celebración».  El sentido profundo de esas palabras se reveló diez días más tarde.  El 10 de agosto Estanislao se sintió mal y cayó en cama. Al amanecer del día de la Asunción, el joven dijo que contemplaba a la Virgen rodeada por los ángeles; después murió apaciblemente. Era el 15 de agosto de 1568.

Su hermano Pablo y Billinsky, impresionados y conmovidos, fueron testigos en el proceso de beatificación: «teníamos completa conciencia de la santidad de todos los actos de Estanislao». San Estanislao fue beatificado en 1605 y canonizado en 1726; se lo venera como Patrono menor de Polonia, Patrono de los novicios jesuitas y uno de los patronos de la juventud. Por coincidir con la Solemnidad de la Asunción, en muchos calendarios litúrgicos, incluido el Propio de la Compañía de Jesús, la Memoria de San Estanislao se celebra el 13 de noviembre.

La imagen que vemos hoy es un vitral en la iglesia del Corazón Eucarístico de Jesús.