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20 de noviembre de 2022

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

 


«En este último domingo del año litúrgico celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, una fiesta de institución relativamente reciente, pero que tiene profundas raíces bíblicas y teológicas. El título de "rey", referido a Jesús, es muy importante en los Evangelios y permite dar una lectura completa de su figura y de su misión de salvación. Se puede observar una progresión al respecto: se parte de la expresión "rey de Israel" y se llega a la de rey universal, Señor del cosmos y de la historia; por lo tanto, mucho más allá de las expectativas del pueblo judío. En el centro de este itinerario de revelación de la realeza de Jesucristo está, una vez más, el misterio de su muerte y resurrección. Cuando crucificaron a Jesús, los sacerdotes, los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: "Es el rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él" (Mt 27, 42). En realidad, precisamente porque era el Hijo de Dios, Jesús se entregó libremente a su pasión, y la cruz es el signo paradójico de su realeza, que consiste en la voluntad de amor de Dios Padre por encima de la desobediencia del pecado. Precisamente ofreciéndose a sí mismo en el sacrificio de expiación Jesús se convierte en el Rey del universo, como declarará él mismo al aparecerse a los Apóstoles después de la resurrección: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra." (Mt 28, 18).

Pero, ¿en qué consiste el "poder" de Jesucristo Rey? No es el poder de los reyes y de los grandes de este mundo; es el poder divino de dar la vida eterna, de librar del mal, de vencer el dominio de la muerte. Es el poder del Amor, que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido, llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad más densa. Este Reino de la gracia nunca se impone y siempre respeta nuestra libertad. Cristo vino "para dar testimonio de la verdad" (Jn 18, 37) —como declaró ante Pilato—: quien acoge su testimonio se pone bajo su "bandera", según la imagen que gustaba a San Ignacio de Loyola. Por lo tanto, es necesario —esto sí— que cada conciencia elija: ¿a quién quiero seguir? ¿A Dios o al maligno? ¿La verdad o la mentira? Elegir a Cristo no garantiza el éxito según los criterios del mundo, pero asegura la paz y la alegría que sólo él puede dar. Lo demuestra, en todas las épocas, la experiencia de muchos hombres y mujeres que, en nombre de Cristo, en nombre de la verdad y de la justicia, han sabido oponerse a los halagos de los poderes terrenos con sus diversas máscaras, hasta sellar su fidelidad con el martirio».

Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus del 22 de noviembre de 2009, Solemnidad de Cristo Rey. 

La hermosa imagen de Cristo con orbe, cetro y una corona a sus pies se encuentra en el vestíbulo del Colegio de La Salle.

22 de noviembre de 2020

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

En la misa de hoy (Solemnidad de Cristo Rey, Ciclo A) se proclama el célebre texto de San Mateo (25, 31-46) en que -en palabras de Rábano citadas en la Catena Áurea- «después de las parábolas sobre el fin del mundo expone el Señor el modo cómo será juzgado»:
   Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.    Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, y recibid en herencia el Reino que os fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba de paso, y me alojasteis; desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y me vinisteis a ver».    Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?»    Y el Rey les responderá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo» (...).
En la entrada de la iglesia de Nuestra Señora Madre de los Emigrantes hay una imagen de Jesús que parafrasea las expresiones del Señor en este fragmento evangélico, de modo particular, según nos parece, aquella que dice "Estaba de paso y me alojasteis", traducida a veces como "Fui forastero, y me acogisteis": «Fui emigrante y me recibisteis».




«La Iglesia ha contemplado siempre en los emigrantes la imagen de Cristo que dijo: "era forastero, y me hospedasteis" (Mt 25,35)». 

«El cristiano contempla en el extranjero ...  el rostro mismo de Cristo, nacido en un pesebre y que, como extranjero, huye a Egipto, asumiendo y compendiando en sí mismo esta fundamental experiencia de su pueblo (cfr. Mt 2, 13ss.). Nacido fuera de su tierra y procedente de fuera de la Patria (cfr. Lc 2, 4-7), "habitó entre nosotros" (Jn 1, 11.14), y pasó su vida pública como itinerante, recorriendo "pueblos y aldeas" (cfr. Lc 13, 22; Mt 9, 35). Ya resucitado, pero todavía extranjero y desconocido, se apareció en el camino de Emaús a dos de sus discípulos que lo reconocieron solamente al partir el pan (cfr. Lc 24, 35). Los cristianos siguen, pues, las huellas de un viandante que "no tiene donde reclinar la cabeza" (Mt 8, 20; Lc 9, 58).

María, la Madre de Jesús, siguiendo esta línea de consideraciones, se puede contemplar también como icono viviente de la mujer emigrante. Da a la luz a su hijo lejos de casa (cfr. Lc 2,1-7) y se ve obligada a huir a Egipto (cfr. Mt 2,13-14)».


PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES,
INSTRUCCIÓN “ERGA MIGRANTES CARITAS CHRISTI”, 12. 15


Próxima entrada: 23 noviembre (Lunes de la Semana XXXIV Durante el Año)

24 de noviembre de 2019

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo


«La solemnidad litúrgica de hoy se centra en Cristo, Rey del universo, Pantocrátor, como resplandece en el ábside de las antiguas basílicas cristianas. Contemplamos esa majestuosa imagen en este último domingo del año litúrgico.
La realeza de Jesucristo es, según los criterios del mundo, paradójica:  es el triunfo del amor, que se realiza en el misterio de la encarnación, pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Esta realeza salvífica se revela plenamente en el sacrificio de la cruz, acto supremo de misericordia, en el que se lleva a cabo al mismo tiempo la salvación del mundo y su juicio.
Todo cristiano participa en la realeza de Cristo. En el bautismo, junto con la gracia interior, recibe el impulso a hacer de su existencia un don gratuito y generoso a Dios y a sus hermanos».

(San Juan Pablo II, Homilía en la Solemnidad de Cristo Rey de 1999, durante la misa de canonización de once beatos, entre ellos Héctor Valdivielso Sáez, el primer santo nacido en la Argentina)


Las imágenes son  de la iglesia de Cristo Rey, en Asunción (Paraguay).

25 de noviembre de 2018

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo


En la Solemnidad de Cristo Rey,  visitamos la iglesia porteña de igual nombre, ubicada en Zamudio 5551.  En el tímpano sobre la puerta principal, este hermoso motivo alegórico sintetiza plásticamente el sentido de la fiesta de hoy. De igual modo lo hace el Prefacio, que transcribimos a continuación

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno:

Porque has ungido con el óleo de la alegría
a tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo,
como Sacerdote eterno y Rey del universo.
Él, víctima inmaculada y pacifica,
se ofreció en el altar de la cruz,
realizando el misterio de la redención humana.

Así sometió a su poder a la creación entera,
para entregarte, Padre santo,
el reino eterno y universal,
reino de verdad y de vida,
reino de santidad y de gracia,
reino de justicia, de amor y de paz.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles,
y con todos los coros celestiales,
proclamamos el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...