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9 de diciembre de 2022

9 de diciembre: San Juan Diego


«“¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!” (Mt 11, 25).

Queridos hermanos y hermanas: Estas palabras de Jesús en el evangelio de hoy son para nosotros una invitación especial a alabar y dar gracias a Dios por el don del primer santo indígena del Continente americano.

Con gran gozo he peregrinado hasta esta Basílica de Guadalupe, corazón mariano de México y de América, para proclamar la santidad de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac, tan querido por los pueblos de México.

¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios se fijó en él? El libro del Eclesiástico, como hemos escuchado, nos enseña que sólo Dios “es poderoso y sólo los humildes le dan gloria” (3, 20). También las palabras de San Pablo proclamadas en esta celebración iluminan este modo divino de actuar la salvación: “Dios ha elegido a los insignificantes y despreciados del mundo; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios” (1 Co 1, 28.29).

Es conmovedor leer los relatos guadalupanos, escritos con delicadeza y empapados de ternura. En ellos la Virgen María, la esclava “que glorifica al Señor” (Lc 1, 46), se manifiesta a Juan Diego como la Madre del verdadero Dios. Ella le regala, como señal, unas rosas preciosas y él, al mostrarlas al Obispo, descubre grabada en su tilma la bendita imagen de Nuestra Señora.

“El acontecimiento guadalupano -como ha señalado el Episcopado Mexicano- significó el comienzo de la evangelización con una vitalidad que rebasó toda expectativa. El mensaje de Cristo a través de su Madre tomó los elementos centrales de la cultura indígena, los purificó y les dio el definitivo sentido de salvación” (14.05.2002, n. 8). Así pues, Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelización perfectamente inculturada».

Palabras de Juan Pablo II en la misa de canonización de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el 31 de julio de 2002, en la Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de México. 

La imagen del santo con la tilma se ve en el techo de la Basílica de la Inmaculada Concepción  de la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay.

9 de diciembre de 2019

9 de diciembre: San Juan Diego

El 1° de mayo de 2015 el Arzobispo de México consagró el templo dedicado a  San Juan Diego en la ciudad de Buenos Aires. La iglesia es la primera fuera de México dedicada al santo a quien en 1531 se le apareció la Virgen de Guadalupe.  En ese templo se venera la imagen que ilustra esta entrada. Tomé las fotos en febrero de este año.

El Martirologio elogia a nuestro santo de hoy con estas palabras: «San Juan Diego Cuauhtlatoatzain, de la estirpe indígena nativa, varón provisto de una fe purísima, de humildad y de fervor, que logró que se construyera un santuario en honor de la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe en la colina de Tepeyac, en la ciudad de México, lugar donde se le había aparecido la Madre de Dios. Hoy es la memoria litúrgica, que evoca la fecha de la primera aparición de la Virgen; la fecha de su muerte es el 30 de mayo».  "Cuauhtlatoatzain" significa en su lengua materna "Águila que habla".

En su canonización, celebrada en el Santuario de Guadalupe de México el 31 de julio de 2002, dijo San Juan Pablo II:  

(...) «Con gran gozo he peregrinado hasta esta Basílica de Guadalupe, corazón mariano de México y de América, para proclamar la santidad de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac, tan querido por los pueblos de México.

(...)

Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos están llamados a ser hijos de Dios en Cristo. Así facilitó el encuentro fecundo de dos mundos y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos.

(...)

... Encomiendo a la valiosa intercesión de San Juan Diego los gozos y esperanzas, los temores y angustias del querido pueblo mexicano, que llevo tan adentro de mi corazón.

¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano, a quien el pueblo sencillo ha tenido siempre por varón santo! Te pedimos que acompañes a la Iglesia que peregrina en México, para que cada día sea más evangelizadora y misionera. Alienta a los Obispos, sostén a los sacerdotes, suscita nuevas y santas vocaciones, ayuda a todos los que entregan su vida a la causa de Cristo y a la extensión de su Reino.

¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero! Te encomendamos a nuestros hermanos y hermanas laicos, para que, sintiéndose llamados a la santidad, impregnen todos los ámbitos de la vida social con el espíritu evangélico. Bendice a las familias, fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor de los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la paz.

¡Amado Juan Diego, “el águila que habla”! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios. Amén».

9 de diciembre de 2017

9 de diciembre: San Juan Diego


En la Memoria de San Juan Diego, testigo de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, publicamos esta imagen, que se exhibe en la Basílica de la Natividad de María, en Esperanza, Santa Fe. Muestra a Juan Diego ante el Obispo de México, en el momento en que abre su tilma para mostrar las rosas que había hecho surgir milagrosamente la Virgen María; en ese instante «en la tilma del pobrecito Juan Diego —como refiere la tradición— pinceles que no eran de acá abajo dejaban pintada una imagen dulcísima, que la labor corrosiva de los siglos maravillosamente respetaría» (Radiomensaje del Papa Pío XII a los fieles mexicanos en el 50° aniversario de la coronación canónica de la Virgen de Guadalupe, 12/10/1945).

Tomé la foto en agosto de 2010.



Terminamos con unas palabras de San Juan Pablo II en la canonización de San Juan Diego, el 31 de julio de 2002:
¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios se fijó en él? El libro del Eclesiástico (...) nos enseña que sólo Dios “es poderoso y sólo los humildes le dan gloria” (3, 20). También las palabras de San Pablo proclamadas en esta celebración iluminan este modo divino de actuar la salvación: “Dios ha elegido a los insignificantes y despreciados del mundo; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios” (1 Co 1, 28.29).
Es conmovedor leer los relatos guadalupanos, escritos con delicadeza y empapados de ternura. En ellos la Virgen María, la esclava “que glorifica al Señor” (Lc 1, 46), se manifiesta a Juan Diego como la Madre del verdadero Dios. Ella le regala, como señal, unas rosas preciosas y él, al mostrarlas al Obispo, descubre grabada en su tilma la bendita imagen de Nuestra Señora.
“El acontecimiento guadalupano (...)  significó el comienzo de la evangelización con una vitalidad que rebasó toda expectativa. El mensaje de Cristo a través de su Madre tomó los elementos centrales de la cultura indígena, los purificó y les dio el definitivo sentido de salvación”. Así pues, Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelización perfectamente inculturada.
(...)  Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos están llamados a ser hijos de Dios en Cristo. Así facilitó el encuentro fecundo de dos mundos y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos. 
Próxima entrada: 13 de diciembre (Santa Lucía)

9 de diciembre de 2016

9 de diciembre: San Juan Diego

Celebramos hoy la memoria de San Juan Diego.

"San Juan Diego Cuauhtlatoatzain, de la estirpe indígena nativa, varón provisto de una fe purísima, de humildad y de fervor, que logró que se construyera un santuario en honor de la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe en la colina de Tepeyac, en la ciudad de México, lugar donde se le había aparecido la Madre de Dios. Hoy es la memoria litúrgica, que evoca la fecha de la primera aparición de la Virgen; la fecha de su muerte es el 30 de mayo", dice el Martirologio.

San Juan Diego nació en 1474. Se llamaba Cuauhtlatoatzin, que en su lengua materna significaba «Águila que habla», o «El que habla con un águila». 
En 1531 tuvo lugar el hecho central de su vida: las apariciones de la Virgen en el Tepeyac. La Virgen se le presentó como  «la Madre del verdadero Dios» y le  encargó que se construyese en su honor un templo. Para convencer al Obispo de la veracidad de los dichos de Juan Diego, el martes 12 de diciembre tuvo lugar el doble prodigio que recoge la imagen.  La Virgen se volvió a presentar al indio y lo invitó a subir hasta la colina de Tepeyac para recoger flores. Pese a que era casi invierno y el lugar era árido, Juan Diego encontró unas hermosas rosas. Las recogió, las colocó en su poncho o «tilma» y se las llevó a la Virgen, quien le mandó presentarlas al  Obispo de México. Una vez ante el Obispo el indió abrió su «tilma» y al  dejar caer las flores ocurrió el segundo milagro: en el burdo tejido apareció, inexplicablemente impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, tal como el indio la había visto y descripto.

Oración Colecta

Oh Dios, 
que por medio del bienaventurado Juan Diego 
manifestaste a tu pueblo 
el amor de la Santísima Virgen María:
concédenos, por su intercesión, que, 
obedientes a las recomendaciones 
de nuestra Madre de Guadalupe, 
podamos cumplir siempre tu voluntad. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, 
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo 
y es Dios por los siglos de los siglos. 

La imagen que compartimos hoy se venera en la Capilla San Juan Diego en Avellaneda, provincia de Buenos Aires.

Próxima entrada: 12 de diciembre, Nuestra Señora de Guadalupe

9 de diciembre de 2015

9 de diciembre: San Juan Diego

San Juan Diego es "el primer santo indígena del Continente americano", "el indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac", en palabras de San Juan Pablo II en el acto de su canonización.

En su fiesta, mostramos imágenes de San Juan Diego en la Basílica del Espíritu Santo, sede de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, en Palermo.



"¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano, a quien el pueblo sencillo ha tenido siempre por varón santo!  (...) 

¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero! Te encomendamos a nuestros hermanos y hermanas laicos, para que, sintiéndose llamados a la santidad, impregnen todos los ámbitos de la vida social con el espíritu evangélico. Bendice a las familias, fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor de los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la paz.




¡Amado Juan Diego, “el águila que habla”! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios. Amén". 

San Juan Pablo II

Próxima entrada: 14 de diciembre, San Juan de la Cruz