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19 de agosto de 2025

19 de agosto: San Juan Eudes

Hoy celebramos la Memoria de San Juan Eudes, de cuya canonización, que tuvo lugar en el Año Santo de 1925, se ha cumplido un siglo hace pocas semanas.

Por su difusión del culto al Corazón de María, que influyó en San Antonio María Claret, una imagen de Eudes tiene un lugar de privilegio en el retablo mayor de la iglesia de los claretianos en Constitución, junto a otros cinco «santos y santas especialmente devotos de María y que fueron de alguna manera inspiradores del camino espiritual y apostólico» del fundador de los Hijos del Corazón de María. Esa escultura de San Juan Eudes es la que veremos en varias fotos en la entrada de hoy.

De izquierda a derecha:
Santiago Apóstol, San Juan Eudes,  Santa Micaela del Ssmo. Sacramento;
San Bernardo, Santa Catalina de Siena, San Juan María Vianney

Completan nuestra entrada algunos fragmentos de la catequesis de Benedicto XVI en la audiencia general del 19 de agosto de 2009.

«Se celebra hoy la memoria litúrgica de San Juan Eudes, apóstol incansable de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María, quien vivió en Francia en el siglo XVII, siglo marcado por fenómenos religiosos contrapuestos y también por grandes problemas políticos. Es el tiempo de la guerra de los Treinta Años, que devastó no sólo gran parte de Europa central, sino que también devastó las almas. Mientras se difundía el desprecio por la fe cristiana por parte de algunas corrientes de pensamiento que entonces eran dominantes, el Espíritu Santo suscitaba una renovación espiritual llena de fervor, con personalidades de alto nivel como la de Bérulle, San Vicente de Paúl, San Luis María Grignon de Montfort y San Juan Eudes. Esta gran "escuela francesa" de santidad tuvo también entre sus frutos a San Juan María Vianney. Por un misterioso designio de la Providencia, mi venerado predecesor, Pío XI, proclamó santos al mismo tiempo, el 31 de mayo de 1925, a Juan Eudes y al cura de Ars, ofreciendo a la Iglesia y al mundo entero dos extraordinarios ejemplos de santidad sacerdotal.

(...) Quiero detenerme a subrayar el celo apostólico de San Juan Eudes, en particular dirigido a la formación del clero diocesano. Los santos son la verdadera interpretación de la Sagrada Escritura. Los santos han verificado, en la experiencia de la vida, la verdad del Evangelio; de este modo, nos introducen en el conocimiento y en la compresión del Evangelio. El Concilio de Trento, en 1563, había emanado normas para la erección de los seminarios diocesanos y para la formación de los sacerdotes, pues el Concilio era consciente de que toda la crisis de la reforma estaba también condicionada por una insuficiente formación de los sacerdotes, que no estaban preparados de la manera adecuada para el sacerdocio, intelectual y espiritualmente, en el corazón y en el alma. Esto sucedía en 1563; pero dado que la aplicación y la realización de las normas llevaban tiempo, tanto en Alemania como en Francia, San Juan Eudes vio las consecuencias de este problema. Movido por la lúcida conciencia de la gran necesidad de ayuda espiritual que experimentaban las almas precisamente a causa de la incapacidad de gran parte del clero, el santo, que era párroco, instituyó una congregación dedicada de manera específica a la formación de los sacerdotes. En la ciudad universitaria de Caen, fundó el primer seminario, experiencia sumamente apreciada, que muy pronto se amplió a otras diócesis. El camino de santidad, que él recorrió y propuso a sus discípulos, tenía como fundamento una sólida confianza en el amor que Dios reveló a la humanidad en el Corazón sacerdotal de Cristo y en el Corazón maternal de María. En aquel tiempo de crueldad, de pérdida de interioridad, se dirigió al corazón para dejar en el corazón una palabra de los salmos muy bien interpretada por San Agustín. Quería recordar a las personas, a los hombres, y sobre todo a los futuros sacerdotes, el corazón, mostrando el Corazón sacerdotal de Cristo y el Corazón maternal de María. El sacerdote debe ser testigo y apóstol de este amor del Corazón de Cristo y de María.


También hoy se experimenta la necesidad de que los sacerdotes testimonien la infinita misericordia de Dios con una vida totalmente "conquistada" por Cristo, y aprendan esto desde los años de su formación en los seminarios. El Papa Juan Pablo II, después del Sínodo de 1990, emanó la exhortación apostólica Pastores dabo vobis, en la que retoma y actualiza las normas del Concilio de Trento y subraya sobre todo la necesaria continuidad entre el momento inicial y el permanente de la formación; para él, para nosotros, es un verdadero punto de partida para una auténtica reforma de la vida y del apostolado de los sacerdotes, y es también el punto central para que la "nueva evangelización" no sea simplemente un eslogan atractivo, sino que se traduzca en realidad. Los cimientos de la formación del seminario constituyen ese insustituible "humus spirituale" en el que es posible "aprender a Cristo", dejándose configurar progresivamente por Él, único Sumo Sacerdote y Buen Pastor. El tiempo del seminario debe ser visto, por tanto, como la actualización del momento en el que el Señor Jesús, después de haber llamado a los apóstoles y antes de enviarles a predicar, les pide que se queden con Él (Cf. Marcos 3,14). Cuando San Marcos narra la vocación de los doce apóstoles, nos dice que Jesús tenía un doble objetivo: el primero era que estuvieran con Él, el segundo que fueran enviados a predicar. Pero al ir siempre con Él, realmente anuncian a Cristo y llevan la realidad el Evangelio al mundo.

(...)

Concluyo dirigiendo a todos la exhortación de San Juan Eudes, que dice así a los sacerdotes: "Entregaros a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que contiene el Corazón de su santa Madre y de todos los santos, y para perderos en este abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad" (Coeur admirable, III, 2)».


Unas fotos son de 2017 y otras de 2024.

17 de junio de 2023

Inmaculado Corazón de María

 


Un bellísimo vitral en la iglesia dedicada al Corazón de María en el barrio de Constitución muestra a la Virgen, rodeada de luz y de ángeles, mostrando  su purísimo Corazón a alguien que está en trance de ahogarse en las aguas de un mar proceloso.  En medio de las tempestades de la vida, en efecto, el Señor nos ofrece la salvación y la paz a través del Corazón de su Madre.

Por ello nos ha parecido oportuno acompañar esta imagen con el célebre y antiguo himno Ave Maris Stella:



13 de agosto de 2019

13 de agosto: Beatos Mártires Claretianos de Barbastro

El  20 de julio de 1936, un grupo de anarquistas armados irrumpió en la comunidad de Misioneros Claretianos de Barbastro, en España. A pesar de no encontrar armas, que era lo que buscaban los agresores, los misioneros -la mayoría jóvenes- fueron detenidos. Dos sacerdotes lograron salvar la Eucaristía, en parte la consumieron y en parte la escondieron en una valija y entre su ropa.  A partir del 2 de agosto, en diversas tandas (los días 2, 12, 13, 15 y 18 de ese mes), todos ellos -en total 51- fueron fusilados. Murieron al grito de «¡Viva Cristo Rey!». Hoy se los recuerda a todos conjuntamente, en el día de la muerte de algunos de ellos.

De la homilía del Papa Juan Pablo II en la misa de la beatificación (25 de octubre de 1992):

«Todo un seminario afronta con generosidad y valentía su ofrenda martirial al Señor. La entereza espiritual y moral de esos jóvenes nos ha llegado a través de testigos oculares y también por sus escritos. A este respecto son bien elocuentes los testimonios personales que los jóvenes seminaristas nos han transmitido. Uno de ellos escribiendo a su familia dice: "Al recibir estas líneas canten al Señor por el don tan grande y señalado como es el martirio que el Señor se digna concederme". Otro escribía también: «¡Viva el Corazón Inmaculado de María! Nos fusilan únicamente por ser religiosos» y añade en su lengua materna: "No ploreu per mi. Soc màrtir de Jesucrist".

Estos mártires expresaban su firme decisión de dedicarse al ministerio sacerdotal en los siguientes términos: "Ya que no podemos ejercer el sagrado ministerio en la tierra, trabajando por la conversión de los pecadores, haremos como Santa Teresita: pasaremos nuestro cielo haciendo bien en la tierra".

Todos los testimonios recibidos nos permiten afirmar que estos claretianos murieron por ser discípulos de Cristo, por no querer renegar de su fe y de sus votos religiosos. Por eso, con su sangre derramada nos animan a todos a vivir y morir por la Palabra de Dios que hemos sido llamados a anunciar.

Los mártires de Barbastro, siguiendo a su fundador San Antonio María Claret, que también sufrió un atentado en su vida, sentían el mismo deseo de derramar la sangre por amor de Jesús y de María, expresada con esta exclamación tantas veces cantada: "Por ti, mi Reina, la sangre dar". El mismo Santo había trazado un programa de vida para sus religiosos: "Un hijo del Corazón Inmaculado de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor"». 




Himno del Oficio de lecturas

 Testigos de la fe y del Evangelio,
Mártires de Barbastro,
gloria de la Congregación y de la Iglesia,
anuncio del Señor resucitado,
profetas del amor y la esperanza,
Mártires Claretianos.
Cantando a Cristo Rey ganáis la altura,
nostalgia nos dejáis en vuestro vuelo.
María es vuestra Madre y vuestra reina;
su limpio Corazón es vuestro cielo.

La reliquia que vemos en la foto se venera en la iglesia del Inmaculado Corazón de María, ubicada en el barrio de Constitución.

27 de octubre de 2018

Santa María "en sábado"



Un hermoso vitral de la iglesia dedicada al Inmaculado Corazón de María en Constitución nos permite unirnos, una vez más, a la memoria semanal de la Virgen María. La imagen invita a la plegaria confiada: 

Virgen de la escucha, Estrella de la esperanza, 
Madre de la Misericordia, 
fuente por la cual vino al mundo Jesús, 
nuestra vida y nuestro gozo, 
te damos gracias y te renovamos la ofrenda de la vida, 
seguros de que jamás nos abandonas, 
especialmente en los momentos oscuros y difíciles de la existencia. 
Acompáñanos siempre:  ahora y en la hora de nuestra muerte.

(Fragmento de la oración de Benedicto XVI a la Virgen de la Encina, 6/972009)


27 de enero de 2018

Santa María "en sábado"


Imagen de la Virgen en el templo consagrado al Inmaculado Corazón de María en Constitución.

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
¡No me dejes, Madre mía!

Próxima entrada: 29 de enero (San José Freinademetz)