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20 de enero de 2020

20 de enero: Nuestra Señora de los Milagros

La Orden de los Mínimos, fundada en el siglo XV por San Francisco de Paula, celebra «como celestial patrona y abogada a la Virgen María en su advocación del Milagro» ¹ desde la aparición de la Madre de Dios a Alfonso de Ratisbona, en la iglesia de los frailes mínimos en Roma, en el año 1842. 



«En el calendario litúrgico de la Orden está fijada la celebración de Nuestra Señora del Milagro el día 20 de enero, con carácter de Fiesta.

Su origen se halla en la prodigiosa aparición de la Virgen Inmaculada en Roma, el 20 de enero de 1842, al judío descreído Alphonse Ratisbonne, sobre el altar de la entonces Capilla de San Miguel de la iglesia de S. Andrea delle Fratte, con la inmediata conversión del citado Ratisbonne. La narración del hecho efectuada por él mismo es de esta manera:
"La Iglesia me parecía toda obscura, excepto una capilla, como si toda la luz del templo se hubiera concentrado en ella. Levanté los ojos hacia la capilla radiante de luz, y ví, sobre el altar de la misma, en pie, viva, majestuosa, bellísima, misericordiosa, a la Ssma. Virgen María, semejante en forma y estructura, a la imagen que se ve en la medalla milagrosa de la Inmaculada. A tal vista, caí de rodillas en el lugar mismo en que me encontraba. Procuré varias veces levantar los ojos hacia la virgen Ssma., pero la reverencia y resplandor me los hacían bajar, sin que esto impidiese la evidencia de aquella aparición. Miré sus manos y vi en ellas la expresión del perdón y de la misericordia. A la presencia de la Virgen, aunque no me dijese nada, comprendí el horror del estado en que me hallaba, la deformidad del pecado, la belleza de la religión católica; en una palabra, lo entendí todo"» ².
La foto, que tomé en enero de 2017 en Río de Janeiro, corresponde a una imagen que se venera en la iglesia de San Francisco de Paula de aquella ciudad brasileña.

9 de mayo de 2019

9 de mayo: Nuestra Señora de los Milagros

En la ciudad de Santa Fe se celebra hoy como Memoria Obligatoria (y en el resto de la Arquidiócesis como Memoria Libre) la conmemoración de Nuestra Señora de los Milagros.



La ciudad de Santa Fe, fundada en 1573, contó desde 1609 con la presencia de sacerdotes jesuitas. «En 1634 de paso por la ciudad rumbo a la Reducción de San Ignacio Miní, un artista de fina sensibilidad, el Hermano Luis Berger», accediendo al pedido de los Congregantes Marianos, pintó en un cuadro a la Mujer del capítulo 12 del Apocalipsis. «El cuadro se llamó como la Congregación Mariana: “de la Pura y Limpia Concepción”. Fue plasmada en un lienzo que mide 1,33 x 0,96 mts». 



El 9 de mayo de 1636, en el templo de la Compañía de Jesús, «el Padre Rector del Colegio y de la Iglesia, Pedro de Helgueta, oraba arrodillado frente al cuadro de Nuestra Señora, como todas las mañanas. Habiendo finalizado la Misa, alrededor de las ocho horas, el Padre levantó la vista hacia el cuadro y se sorprendió por lo que creyó era humedad del ambiente condensada en la pintura. Pero pronto comprendió que el brillo tenía un origen distinto. Incorporándose descubrió que de la mitad de la imagen para arriba la pintura estaba totalmente seca, mientras que hacia abajo corrían hilos de agua resultantes de innumerables gotas emanadas en forma de sudor. Siguió recorriendo con la vista hacia abajo y comprobó que el caudal ya estaba mojando los manteles del altar y el piso. Al ver el asombro del sacerdote, varias personas que aún permanecían en la iglesia se acercaron y pudieron conocer lo que estaba ocurriendo. Comenzaron a embeber aquel agua en algodones y lienzos, mientras el número de fieles y curiosos crecía junto al júbilo y las exclamaciones. Las campanas de la iglesia no pararon de repicar, para anunciar a todo el pueblo lo que estaba sucediendo».  Poco después llegaron importantes funcionarios civiles y eclesiásticos que constataron el hecho milagroso. Se levantó un acta que aun se conserva.


Desde entonces hubo numerosas curaciones asombrosas, también recopiladas por el Escribano del Rey. Por ello los santafesinos empezaron a invocar a su Madre con el título de “Nuestra Señora de los Milagros”.


Monseñor Cristóbal de Aresti, Obispo de Asunción del Paraguay, de la que dependía entonces Santa Fe, reconoció poco después al sudor como auténtico milagro, debido a la cantidad de testimonios probatorios, las actas labradas, la calidad y cantidad de los testigos y las reliquias guardadas por el pueblo fiel (algunos algodones aún se conservan en el santuario). El obispo fue personalmente al lugar en diciembre del mismo año.


Entre 1651 y 1660, aproximadamente, la ciudad fue trasladada al sitio que hoy ocupa, a unos 80 kilómetros más al sur de la ubicación original. En la nueva ciudad, que pasó a llamarse Santa Fe de la Vera Cruz, los padres jesuitas ocuparon también un lugar frente a la Plaza Mayor, como en Santa Fe la Vieja. «El templo actual, declarado Monumento Histórico Nacional, se terminó de construir en 1670»


Al cumplirse los 300 años del milagro, el templo fue erigido como Santuario, el mismo día -9 de mayo de 1936- en que tuvo lugar la Coronación Pontificia del cuadro. En el intervalo, la imagen -después de la expulsión de los jesuitas- había estado un tiempo en la Iglesia Matriz de Santa Fe.


Los párrafos entrecomillados y en cursiva fueron tomados del sitio oficial del Santuario. Las fotos -como absolutamente todas las de este blog- son propias. Fueron tomadas durante un viaje a Santa Fe en julio de 2018.

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