Este gran obispo y Doctor de la Iglesia, considerado como uno de los principales ejecutores de la Contrarreforma, nació en 1542 en Montepulciano (Toscana), de noble familia.
Era sobrino del papa Marcelo II. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1560. Fue el primer profesor jesuita de la Universidad de Lovaina, donde impartió clases de teología durante seis años.
Trasladado a Roma como director espiritual del Colegio Romano, pasó después a ser rector del mismo. En 1594 fue nombrado provincial de los jesuitas.
Fue llamado a ser teólogo particular del papa y consultor del Santo Oficio. Durante este tiempo no sólo fue hombre de curia, sino que compuso sus famosos catecismos: el Gran Catecismo y el Pequeño Catecismo, obras de influencia en la educación cristiana junto al catecismo del Concilio de Trento.
Nombrado cardenal en 1599, vivió prácticamente al servicio de la Iglesia el resto de sus días como teólogo oficial de la Congregación del Santo Oficio, desarrollando una intensa actividad de escritor, de diplomático y hasta de político.
De Belarmino se dijo «que no había otro hombre igual a él en la doctrina». Hoy se lo reconoce como el gran defensor de la Iglesia de Roma frente al protestantismo. Su obra principal, Disputationes de Controversiis Christianae Fidei (1586-1593), lo hace uno de los grandes teólogos de la escolástica tardía. De vida intachable, fue un teólogo sincero y ejemplar, sin miedo a expresar sus convicciones.
Retirado en 1621 a la casa noviciado de los jesuitas, falleció el 17 de septiembre del mismo año después de recitar el Credo de los Apóstoles. Fue canonizado en 1930 y declarado Doctor de la Iglesia al año siguiente.
Las imágenes que vemos en esta entrada corresponden a una imagen suya que se venera en la porteña iglesia del Salvador. Tomamos la primera foto en 2015 y la segunda en 2022.
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