«En la Francia del 1600, precisamente, conoció de primera mano el fuerte contraste entre los más ricos y los más pobres. De hecho, como sacerdote, tuvo ocasión de frecuentar tanto los ambientes aristocráticos como los campos, igual que las barriadas de París. Impulsado por el amor de Cristo, Vicente de Paúl supo organizar formas estables de servicio a las personas marginadas, dando vida a las llamadas «Charitées», las «Caridades», o bien grupos de mujeres que ponían su tiempo y sus bienes a disposición de los más marginados. De estas voluntarias, algunas eligieron consagrarse totalmente a Dios y a los pobres, y así, junto a santa Luisa de Marillac, san Vicente fundó las «Hijas de la Caridad», primera congregación femenina que vivió la consagración «en el mundo», entre la gente, con los enfermos y los necesitados.
Queridos amigos, ¡sólo el Amor con la «A» mayúscula da la verdadera felicidad!».
La imagen de San Vicente de Paúl de esta entrada es la misma que aparece en la entrada de 2018, pero fotografiada el 28 de septiembre del año pasado, cuando estaba ubicada excepcionalmente (justamente con motivo de su fiesta) en el presbiterio de la iglesia de la Medalla Milagrosa.
La foto que vemos a continuación, tomada en la misma ocasión, es singularmente expresiva al mostrar a un mismo tiempo a Cristo en la Cruz, a su Madre en la advocación de la Medalla Milagrosa, y a nuestro santo de hoy.
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