11 de octubre de 2025
Santa María "en sábado"
10 de octubre de 2025
10 de octubre: San Daniel
Daniel, oriundo de Calabria, y otros seis hermanos menores franciscanos (Ángel, Samuel, Domno, León, Hugolino y Nicolás), partieron para Marruecos en 1227, a predicar el Evangelio. En Ceuta predicaron primero la fe cristiana a los mercaderes italianos, y luego, en las calles, también a los mahometanos. Los apresaron y, como se negaban a renegar de su fe, los condenaron a muerte. Sus cadáveres recibieron toda suerte de afrentas, hasta que personas piadosas los sepultaron en Ceuta.
La Segunda Lectura del Oficio de Lecturas en el Propio de los franciscanos está tomada de la narración del martirio de San Daniel y sus compañeros en la Passio escrita por un contemporáneo (Analecta Franciscana III, pp. 613–616):
«Fray Daniel, varón religioso, sabio y prudente, anteriormente ministro de la provincia de Calabria, con otros seis hermanos, llenos de espíritu de Dios, deseosos de la salvación de los sarracenos, no temieron exponer sus vidas con tal de ganar las almas para Cristo.
Un viernes, lo dedicaron en privado a tratar con calma los asuntos de su propia salvación y la de los demás; el sábado siguiente, recibieron todos ellos de manos del padre Daniel la absolución de sus pecados en el sacramento de la penitencia, y se acercaron con gran fervor a recibir la sagrada eucaristía, ofreciéndose incondicionalmente al Señor.
Estos atletas de Cristo, fortalecidos en su espíritu, el domingo, muy de mañana, se introdujeron clandestinamente en la ciudad, cubiertas sus cabezas con ceniza, proclamando por todas las calles y plazas el nombre del Señor, y, con el fervor que les confortaba interiormente, anunciaban con plena libertad que no existe salvación fuera de Cristo.
Este mensaje divino inflamaba de tal forma sus corazones, que parecían desfallecer de gozo, no pudiendo reprimir el ardor interior que los llenaba. Los sarracenos los prendieron y los colmaron de injurias y denuestos y los golpearon duramente. Después fueron conducidos ante el rey. Recibidos en audiencia, sirviéndose de un intérprete, explicaron al rey su misión: que eran mensajeros de Dios para predicarles el nombre del Señor. El rey y sus cortesanos se mofaron de ellos y, considerándolos unos ilusos, los enviaron a las mazmorras.
Desde la prisión escribieron una carta conmovedora al capellán mayor de los genoveses, de nombre Ruga, a otros dos sacerdotes, uno franciscano y el otro dominico, quienes por aquellos días retornaban del interior del país, y también a otros cristianos que residían en Ceuta. El contenido de esta carta venía a decir:
"Bendito sea, Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de toda misericordia y Dios de todo consuelo, que nos conforta en nuestras tribulaciones, y que también presentó a tiempo la víctima de propiciación al patriarca Abrahán, a quien el mismo Dios había mandado salir de su patria, sin marcarle rumbo fijo; todo lo cual fue reputado para justicia, y por ello fue llamado amigo de Dios. Así, pues, el sabio, para que se considere como tal, que se haga primero necio, porque la sabiduría de este mundo es necedad ante el Señor. Tened presentes las palabras de Jesús, que padeció por nosotros: Id y predicad el Evangelio a toda criatura, y no será mayor el siervo que su señor, y si a mí me persiguieron, también a vosotros. Él dirigió nuestros pasos por el camino recorrido por él mismo en su vida para gloria suya, salvación de los fieles y honor de los cristianos, y también para la condenación de los que no le creyeran, como afirma el Apóstol: Nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo; para unos, olor de muerte que lleva a la muerte; para otros, olor de vida que lleva, a la vida. Y añade Cristo: Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. Éste y no otro fue el motivo que nos indujo a predicar ante el rey el nombre de Cristo y proclamar que, fuera de él, no hay salvación, y procuramos también confirmarlo con argumentos firmes ante los consejeros y sabios que se encontraban junto al rey; sirviéndonos para esto de un competente intérprete.
Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén".
El día diez de octubre, domingo, por la mañana, mientras nosotros recitábamos el Oficio divino, estos hermanos fueron sacados de la cárcel y conducidos de nuevo a la presencia del rey. Interrogados si estaban dispuestos a retractarse de cuanto habían afirmado contra sus leyes y contra Mahoma, ellos se reafirmaron en lo dicho, y añadieron que no había salvación en su ley, sino que era necesario recibir el bautismo, aceptando la fe de Cristo, por la que ellos estaban dispuestos a ofrecer su propia vida.
A los invictos atletas de Cristo, despojados de sus vestidos, mientras derramaban abundantes lágrimas, les ataron las manos a la espalda, los sacaron del palacio real y los condujeron fuera de la ciudad, llevados como corderos al matadero y cargando con el improperio de Cristo. Manteniéndose gozosos, se dirigían a la muerte como si fueran invitados a un banquete.
Llegados al lugar del suplicio, fueron decapitados, entregando al Señor sus almas, enrojecidas en la púrpura de su sangre».
La imagen de este mártir franciscano se venera en la Basílica de San Francisco de Asís en Buenos Aires. Tomamos las fotos en septiembre del año pasado, al día siguiente de la reapertura del templo después de su largo cierre de siete años, debido a la restauración allí encarada.
8 de octubre de 2025
8 de octubre: Santa Pelagia
Entre ellos se encuentra Santa Pelagia, a quien la Iglesia Católica también venera como virgen y mártir, recordando -en el elogio del Martirologio- que San Juan Crisóstomo ¹ le «dedicó grandes alabanzas».
El nombre de Santa Pelagia aparece en el canon de la misa ambrosiana de Milán; también San Ambrosio se refirió elogiosamente a ella.
Transcribimos a continuación un fragmento del artículo correspondiente del sitio El Testigo Fiel:
Pelagia era una jovencita cristiana de quince años nacida en Antioquía y discípula tal vez de San Luciano. Se hallaba sola en su casa cuando llegaron los soldados para aprehenderla, en tan gran número, que rodearon todo el sector, como si se tratase de un peligroso criminal. Algunos soldados entraron a la casa, y Pelagia, con la seguridad de que antes de darle muerte abusarían de ella, recurrió a una estratagema para salvar el honor: graciosamente pidió permiso para cambiarse de ropa y volver a ellos mejor presentada. Los soldados accedieron muy complacidos y la joven corrió escaleras arriba hasta llegar a la azotea de su casa y, desde ahí, sin el menor titubeo, se echó a la calle. Los soldados, que esperaban abajo, la mataron en el mismo lugar donde había caído. Pelagia había salvado su castidad que, evidentemente, apreciaba más que la vida. San Juan Crisóstomo afirma que la jovencita actuó inspirada por Dios, a quien llevaba en su corazón y que la exhortaba, la fortalecía y le evitaba sentir temor.
Esta es la Santa Pelagia histórica cuyo nombre fue utilizado por dos biógrafos, o mejor dicho, novelistas, para fabricar sobre él un par de historias enteramente distintas e igualmente fantásticas. La conmemoración original de Pelagia ocurría -como ahora ha sido restaurado en el Martirologio Romano- el 8 de octubre; con esa fecha aparece en el breviario sirio y en el Hieronymianum. Sin embargo la celebración pasó durante siglos al 9 de junio. Quizás por compensación, porque la «memoria popular» conserva todo, aunque sea de forma confusa, el 8 de octubre comenzó a celebrarse a otra Santa Pelagia, enteramente ficticia, surgida de una de esas novelas que menciona el Butler. Se la llamaba Santa Pelagia la penitente, y su «historia» -de una bailarina y pecadora arrepentida que se retira a la vida eremítica- no tiene relación alguna con la de la Pelagia histórica; pero la hagiografía legendaria ha tenido buen cuidado de mezclar sus historias con los sermones del Crisóstomo (que se referían al 8 de octubre), de modo que Pelagia la penitente quedó prestigiada y sobrevivió hasta la última reforma del calendario santoral.
(...)
En la iconografía tradicional los atributos de Pelagia mártir se confunden con los de Pelagia penitente, y no es raro que una imagen muestre a una mártir, pero mayor que la niña de apenas quince años de la historia, o que a la palma (mártir) se sume la calavera (penitente), o que aparezcan como accesorios de la escena instrumentos músicos (por el oficio de bailarina de la penitente). La historia de la penitente se repite en otras santas penitentes tradicionales, legendarias pero muy famosas, como Santa Tais o Santa Marina (que no debe confundirse con «La gran virgen Santa Marina», del 20 de julio).
¹ Ver Migne, Patrología Griega, vol. I, cc 579-585.
7 de octubre de 2025
7 de octubre: Nuestra Señora del Rosario del Río Blanco y Paypaya
Tomé la foto que encabeza esta entrada hacia 1980 en una de las plazoletas que, a través de la calle Charcas, unen la Plaza Güemes de la ciudad de Buenos Aires con la avenida Coronel Díaz.
Se trata de una procesión con la imagen de la Virgen del Rosario del Río Blanco y Paypaya, que se veneraba, si no me falla la memoria, en la iglesia de San Ildefonso, ubicada muy cerca de donde se tomó la foto.
Esta antigua fotografía nos permite celebrar hoy aquí a Nuestra Señora del Rosario del Río Blanco y Paypaya, Patrona de Jujuy.
Con información tomada del sitio Verdad en Libertad y del libro "María, Reina y Madre de los argentinos" (Buenos Aires, H.M.E., 1947) redactamos la información que sigue:
Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypaya, cuya fiesta se celebra el 7 de octubre, es la patrona de la provincia de Jujuy.
La advocación surgió en el siglo XVII. En 1583, tras la fundación de la ciudad de Salta, se repartieron las tierras del valle de Jujuy a distintos encomenderos. La tribu paypaya, nombre que tomó del cacique Domingo Paypay, residía en las márgenes del río Corral de Piedras. entre Tilquiza y Ocloyas. En 1584 el gobernador de Salta, Hernando de Lerma, otorgó esa tribu en encomienda al capitán Gonzalo de Tapia. Los paypayas fueron trasladados hasta la confluencia del Arroyo Seco (de los Blancos) con otros dos cursos de agua, donde formaron una población importante. Luego de la muerte de Gonzalo de Tapia, la encomienda pasó a manos de su hijo Alonso, quien conformó una aldea construyendo casas y una capilla precaria según estipulaban las Leyes de Indias, a la cual puso por nombre San Francisco de Paypaya.
Franciscanos y jesuitas fueron los primeros evangelizadores de la región.
En 1660 el Beato Pedro Ortiz de Zárate, que había recibido la encomienda de los paypayas a corta edad debido a la muerte de su padre, adquirió la hacienda de Río Blanco, donde levanta una capilla a la que nombró ‘Nuestra Señora de Paypaya del Rosario’ o ‘Nuestra Señora en el pueblo de Paypaya’ continuando con la devoción a la Virgen, que habría comenzado entre los años 1650 y 1660.
Ella fue la misionera, redentora, libertadora y defensora de estos pueblos; los misioneros se valían de su imagen para la conquista pacífica, ya que ante su divina presencia aquellos salvajes caían rendidos como por un impulso sobrenatural.
Ante su imagen, en los tiempos coloniales, vinieron a postrarse reverentes los conquistadores; en la época de la independencia hicieron lo mismo los próceres, entre otros Manuel Belgrano, Juan Antonio Álvarez de Arenales y Martín Miguel de Güemes.
La imagen de la Virgen del Rosario del Río Blanco y Paypaya presidió el acto de bendición de la bandera argentina celebrado el 25 de mayo de 1812 en la iglesia matriz de Jujuy.
El Papa Benedicto XV decretó la coronación pontificia de la imagen de la Virgen del Rosario de Río Blanco, la cual se realizó en San Salvador de Jujuy, por el Delegado Pontificio, el 31 de octubre de 1920.
En 1960, a pedido del obispo local, Enrique Mühn, el Papa Juan XXIII la nombró Patrona de la Diócesis de Jujuy. «Los cristianos jujeños manifiestan una singular devoción a la Santísima Virgen María del Rosario de Río Blanco cuya imagen se ostenta en el templo catedralicio. El pueblo de Dios suele peregrinar todos los años a su Santuario en Río Blanco movido por su amor que se traduce entre otras cosas, en la ofrenda de sus votos», señala el decreto.
Actualmente, la imagen de Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya se venera en el camarín construido para ella en Cayedral de Jujuy. Tradicionalmente la feligresía peregrina cada domingo del mes de octubre desde la Catedral al santuario de la patrona de Jujuy en Río Blanco, ubicado en el departamento de Palpalá, a 9 kilómetros de la capital, acompañados de la imagen peregrina. A medida que la peregrinación avanza por la ciudad, se van incorporando a ella más y más personas, lo cual constituye a ese acto de fe en uno de los más importanates de la provincia.
(A falta de una etiqueta más apropiada, incluimos esta entrada en la categoría "estampitas").
4 de octubre de 2025
4 de octubre: San Francisco de Asís
2 de octubre de 2025
2 de octubre: San Cipriano de Antioquía
Las Iglesias orientales celebran hoy la «Memoria del santo hieromártir Cipriano y de la santa virgen mártir Justina († 304)». Por primera vez en la vida de este blog nos referiremos a este santo.
En el frente de la iglesia iglesia de San Jorge del Patriarcado de Antioquía, junto a la puerta, hay una imagen de San Cipriano junto con su biografía, como puede apreciarse en la foto adjunta.
Transcribimos a continuación el texto que aparece en el cartel.
Se sintió atraído por la fe cristiana de la siguiente manera: Sucedió que había una virgen entre las vírgenes de Antioquia cuyo nombre era Justina quien era de origen pagano y vivía sola con sus padres. Ella se volvió hacia el Señor Jesús y se bautizó junto a sus padres y juró castidad en búsqueda de Cristo. En una época de gran locura y engaño, un joven griego llamado Aglaidas se enamoró de ella, pero ella lo rechazó. ¿Por qué falló su intención? ¿Qué hizo? Recurrió a Cipriano, el brujo, para alcanzar su malvada intención. Cipriano procedió, después de leer los libros de magia que tenía, enviando diferentes tipos de demonios con el propósito de engañar a la joven virgen hasta que ella se enamore de Aglaidas y luego enviando al principal de entre los demonios sin tener éxito y todos los demonios fracasaron. Y cuando Cipriano fue consciente del poder de Cristo no luchó más contra Él, después de que los demonios eran vencidos por Justina y volvían a él abatidos y derrotados, abandonó su error y creyó en Cristo Habiéndose encontrado dispuesto a reconocer al Dios de los cristianos, el Dios Todopoderoso que supera todos sus demonios y su hábil magia, se dedicó a aprender sobre el cristianismo.
Así de esta manera, él fue llevado también a Jesucristo. Entonces para dar mayor prueba al Obispo, decidido a ser bautizado en Cristo, trajo todos sus libros de magia y los quemó frente al Obispo. También juntó su dinero y lo distribuyó a los pobres, y tuvo como preocupación principal el perdón de sus pecados, con cálidas lágrimas y actos de amor para saldar el mal y el daño que había hecho contra muchas personas. Así, a través de la gracia del Espíritu Santo, se convirtió en un cordero racional de las ovejas de Cristo. Luego fue gradualmente ordenado como lector, hipodiacono, diácono, sacerdote y por último como Obispo. Él es quien llamo a la Santa con su nombre Justina, porque antes ella se llamaba Justa. Ella fue contada entre las diaconisas y luego se convirtió en Madre Abadesa del monasterio de las ermitas que se encontraban esparcidas allí.
Cuando su rebaño creció por sus palabras y su vida virtuosa y divina, llenó el este y el oeste con su conocimiento. Una persona denunció a Cipriano enfrente del emperador Zakios y cuando el Santo estuvo enfrente de él, no les dio importancia a todas las condenaciones y amenazas por parte del emperador, entonces fue exiliado. Pero, desde el exilio no se detuvo y siguió mostrando su interés en su rebaño fortaleciéndolo con escritos pues deseaba dejar de lado la orientación pagana. Por lo tanto, el gobernador de Oriente en Damasco lo llevó a la prisión junto con la virgen Justina y luego se presentaron frente al tribunal donde confesaron a Cristo abiertamente.
Como castigo a Cipriano lo colgaron, golpearon y desgarraron, mientras que a Justina la golpearon en la cara sin piedad. Después de torturarlos los tiraron juntos en un horno de leña, pero con el Poder de Cristo se mantuvieron a salvo del peligro del tormento.
Cuando vieron el milagro, un hombre llamado Atanasio estaba sentado junto al gobernador, se agitó violentamente y con necedad quería mostrar cómo sus dioses eran más poderosos que Cristo e invocando a los dioses "Dia y Asclepton" corrió y saltó sobre el fuego, pero se quemó inmediatamente. Entonces después de esto el gobernador no supo qué hacer, entonces envío a los santos a Nicomedia, donde se encontraba el rey Claudio en el año 268 d.C. Cuando este comprobó la valentía y la firmeza de los dos santos, les cortó las cabezas. De esta manera, recibieron la gloria trinitaria con la corona del martirio que no decae. Sus santos restos fueron devueltos a Roma junto con los cristianos que venían de esas zonas y trajeron con ellos los documentos y los testimonios del martirio de ambos santos. Y guardaron sus reliquias en la montaña más elevada en la ciudad de Roma y donde sucedieron muchos milagros a quienes acudieron a ellos con fe.
Por las intercesiones de San Cipriano y Santa Justina, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.
La Iglesia recuerda a los dos Santos el 2 de octubre».