En la misa de hoy (Solemnidad de Cristo Rey, Ciclo A) se proclama el célebre texto de San Mateo (25, 31-46) en que -en palabras de Rábano citadas en la Catena Áurea- «después de las parábolas sobre el fin del mundo expone el Señor el modo cómo será juzgado»:
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, y recibid en herencia el Reino que os fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba de paso, y me alojasteis; desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y me vinisteis a ver». Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?» Y el Rey les responderá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo» (...).
En la entrada de la iglesia de Nuestra Señora Madre de los Emigrantes hay una imagen de Jesús que parafrasea las expresiones del Señor en este fragmento evangélico, de modo particular, según nos parece, aquella que dice "Estaba de paso y me alojasteis", traducida a veces como "Fui forastero, y me acogisteis": «Fui emigrante y me recibisteis».
«La Iglesia ha contemplado siempre en los emigrantes la imagen de Cristo que dijo: "era forastero, y me hospedasteis" (Mt 25,35)».
«El cristiano contempla en el extranjero ... el rostro mismo de Cristo, nacido en un pesebre y que, como extranjero, huye a Egipto, asumiendo y compendiando en sí mismo esta fundamental experiencia de su pueblo (cfr. Mt 2, 13ss.). Nacido fuera de su tierra y procedente de fuera de la Patria (cfr. Lc 2, 4-7), "habitó entre nosotros" (Jn 1, 11.14), y pasó su vida pública como itinerante, recorriendo "pueblos y aldeas" (cfr. Lc 13, 22; Mt 9, 35). Ya resucitado, pero todavía extranjero y desconocido, se apareció en el camino de Emaús a dos de sus discípulos que lo reconocieron solamente al partir el pan (cfr. Lc 24, 35). Los cristianos siguen, pues, las huellas de un viandante que "no tiene donde reclinar la cabeza" (Mt 8, 20; Lc 9, 58).
María, la Madre de Jesús, siguiendo esta línea de consideraciones, se puede contemplar también como icono viviente de la mujer emigrante. Da a la luz a su hijo lejos de casa (cfr. Lc 2,1-7) y se ve obligada a huir a Egipto (cfr. Mt 2,13-14)».
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES,
INSTRUCCIÓN “ERGA MIGRANTES CARITAS CHRISTI”, 12. 15
Próxima entrada: 23 noviembre (Lunes de la Semana XXXIV Durante el Año)
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