5 de octubre de 2024

5 de octubre: San Mauro y San Plácido


Durante el tiempo en que San Benito vivió en Subiaco, y a causa de su fama de santidad, algunas familias romanas le confiaban a sus hijos para que  fueran educados en el monasterio. Entre ellos se encontraban Mauro,  hijo de Equicio, y Plácido, apenas un niño, hijo del patricio Tértulo. 

San Gregorio cuenta en sus «Diálogos» que, en cierta ocasión, Plácido se cayó en el río cuando trataba de llenar un cántaro con agua.  Benito supo por inspiración divina que el muchacho se hallaba en peligro, por lo que  llamó inmediatamente a Mauro y le dijo: «Corre y vuela, hermano mío, porque el niño acaba de caerse en el río». Mauro echó a correr y caminó sobre el  agua sin notarlo; llegó al sitio en que se hallaba Plácido, lo tomó por los cabellos y lo arrastró hasta la orilla, siempre andando sobre las aguas.  Sólo al pisar tierra,  al volver los ojos hacia el río, Mauro cayó en la cuenta del milagro. San Benito lo atribuyó a la obediencia de su discípulo, pero éste pensó que se debía a la santidad de San Benito. De hecho, Plácido dijo: «Cuando me sacaste del agua, vi el manto de nuestro padre sobre mi cabeza y pensé que era él quien tiraba de mí». 

La salvación milagrosa de Plácido es como un símbolo de la preservación de su alma de todo pecado. Es probable que San Benito llevara consigo a Plácido a Monte Cassino. Según se dice, fue el padre de Plácido quien le regaló a Benito esa propiedad.



A partir de documentos del siglo XII, poco confiables y sin valor histórico, por largo tiempo se veneró a Plácido como mártir. Según la leyenda, enviado a fundar en Mesina (Sicilia) el monasterio de San Juan Bautista, Plácido habría muerto allí, con unos treinta compañeros, el 5 de  octubre de 541, en manos de los moros. Más tarde, en el siglo XVI, se descubrieron varios esqueletos en esa iglesia de Mesina, que fueron tomados por las reliquias de San Plácido y sus compañeros, y Sixto V aprobó el culto. 

El actual Martirologio, en cambio, sólo se limita a decir en la entrada del 5 de octubre: «Conmemoración de los santos Mauro y Plácido, monjes, que desde su adolescencia fueron discípulos del abad San Benito».

En la puerta de la iglesia dedivada a la Reina de la Paz, anexa a la Abadía de Santa Escolástica, en Victoria (Buenos Aires) se ve un relieve de San Benito rodeado de santos y santas vinculadas con él. Entre ellos, como vimos en la imagen anterior, están Mauro y Plácido.

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