La fiesta de San Marcos, a quien la más antigua tradición cristiana considera autor del segundo evangelio, "es celebrada en la fecha del 25 de abril por los coptos, sirios y bizantinos, y desde el siglo IX en adelante, también en Occidente".
Por los Hechos de los Apóstoles conocemos a un Juan Marcos que está relacionado con Pedro (cfr. Hech 12,12) y más tarde es compañero de San Pablo en su misión en Chipre (Hech 13,5), "después de haber sido llevado por Pablo y Bernabé desde Jerusalén a Antioquia" (cfr. Hech 12,25).
Más tarde Marcos "vuelve inexplicablemente a Jerusalén" (Hech 13,13). Más adelante embarca nuevamente para Chipre con Bernabé, (Col 4,10), después de haber sido rechazado por Pablo como compañero de viaje.
"Tras reconciliarse con Pablo, es mencionado como colaborador suyo y consolador en la prisión (Col 4,10; Flm 24; 2Tim 4,11)". Pedro lo llama “hijo mío” (1Pe 5,13), "aludiendo quizá al bautismo recibido del apóstol".
"Otros datos son inciertos: la identificación con el joven que huyó desnudo en el huerto de Getsemaní; su presencia y muerte en Alejandría, ignorada por los escritores alejandrinos más antiguos como Clemente, Orígenes y Dionisio, aunque hablen de ello Eusebio y Jerónimo". También es incierta "la presencia de Marcos en Oriente, cuando Pablo, prisionero en Roma por segunda vez, ruega a Timoteo (2Tim 4,11), que se encontraba entonces en Éfeso, que traiga a Marcos a Roma porque le era útil para el ministerio".
Tras su muerte, según la leyenda, sus restos reposaron primero en Alejandría, hasta que en el año 828 dos mercaderes venecianos llevaron su cuerpo a Venecia y erigieron allí un templo en su honor.
La imagen que ilustra la entrada de hoy corresponde a uno de los cuatro ángulos del crucero de la Basílica de San José de Flores y representa a San Marcos -con su emblema iconográfico habitual, el león- acompañado en este caso por el papa San Gregorio. Tomé la foto en febrero de este año.
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