17 de marzo de 2018

17 de marzo: San Conrado

En la iglesia de San Juan Evangelista de La Boca nos encontramos con un busto de San Conrado. Como en la zona residen muchos descendientes de italianos, se destaca la devoción a San Conrado por ser Patrono de la ciudad de Molfetta. 


Se trata de San Conrado de Baviera o de Claraval, monje de la Orden del Císter y ermitaño.

Nació en Ravensburg, en Suabia, Alemania, alrededor de 1105 y falleció en Modugno, diócesis de Bari, Italia, el 17 de marzo de 1154. En esta fecha lo honramos.


Conrado nació en el seno de una familia noble. «Siendo el menor entre los hijos varones, (...)  fue enviado por los padres a la carrera eclesiástica en Colonia con el intento de hacerlo suceder al arzobispo Federico, su primo paterno. En este período el joven creció en virtudes (...) suscitando admiración entre el clero y el pueblo. Se instruyó en los estudios superiores y en la disciplina eclesiástica, en derecho canónico y civil». Al escuchar «la predicación de Arnoldo, abad cisterciense de Morimond», comprendió que su vocación era la monástica y decidió abrazar, aún adolescente, la severa regla de la Orden Cisterciense en Morimond.
Poco después el abad Arnoldo organizó una expedición a Tierra Santa para la fundación allí de un monasterio con los monjes de Morimond. Esta iniciativa no contaba con la aprobación de San Bernardo de Claraval, y finalmente fracasó, pero  «Conrado prosiguió solo la peregrinación, atraído por la fascinación mística de la tierra de Jesús». Tras cruzar los Alpes, ya en Bari, se enfermó «antes de embarcarse, y encontró refugio en la comunidad benedictina de Santa Maria ad Gryptam en el territorio de Modugno, en la diócesis de Bari. Conrado vivió los últimos meses de su breve vida en una gruta adyacente a la capilla, haciendo experiencia de monaquismo eremítico, rezando, ayunando y durmiendo sobre la roca desnuda. Suscitó gran admiración en la gente del lugar, que comenzó pronto a recurrir a su intercesión. Murió, probablemente y según una tradición, en el invierno entre el 1125 y el 1126, tendría unos veinte años. Una segunda tradición nos dice que su muerte ocurrió en el año 1154. La tradición fija el día de la muerte el 17 de marzo. Su cuerpo fue inhumado en la capilla de Santa Maria ad Gryptam, y la tumba se convirtió en una meta de peregrinación.  
En el 1309 aquella comunidad benedictina fue suprimida, y los molfetanos, el 9 de febrero de un año impreciso, se adueñaron del cuerpo» y lo inhumaron en su catedral, de donde Conrado comenzó a ser reconocido como Patrono de Molfetta.  «Un misal del siglo XIV atestigua que ya en aquel periodo el 9 de febrero estaba fijada la fiesta de la “Traslatio Sancti Corradi Confessoris”, celebrada con una misa propia».


 Entre otros muchos hechos milagrosos que atestiguan su intercesión en favor de Molfetta, hay uno que merece ser destacado. En 1529, cuando la ciudad era asaltada por sorpresa, de noche,  por las tropas francesas del conde Caracciolo, los ciudadanos sintieron que eran llamados en sueños por un guerrero que les advertía del inminente peligro. Junto a los muros de la ciudad vieron en medio de una gran luz a la Virgen de los Mártires, a San Conrado -en el cual reconocieron al misterioso guerrero-, y a San Nicolás. El ejército francés, con temor, huyó. 

La Virgen de los Mártires aparece también en la capilla de San Conrado en la iglesia que hoy visitamos. 



En  1832, bajo el pontificado de Gregorio XVI, se concluyó en Roma el proceso de canonización “equipolente” de San Conrado. En 1834 se le otorgó Misa propia a su Memoria, cuya oración colecta, traducida del italiano, dice:

“Oh Dios, tu has querido que el Santo Confesor y Ermitaño Conrado 
se convirtiese en ciudadano de la patria celeste;
concede benigno que, en su solemnidad, 
despreciando los afectos desordenados de las cosas terrenas, 
seamos inflamados por el deseo de las realidades celestes”.
Desde el 1893 el cuerpo es custodiado en una teca de plata y cristal; otras reliquias son veneradas en varias iglesias de la ciudad, en Modugno y en el Santuario de Santa Maria ad Gryptam.


Por siglos se creyó que Conrado murió anciano, «y como tal fue representado, con barba blanca, capa y bordón de peregrino. Acompañan con frecuencia el cilicio y el cráneo, símbolos de la auto mortificación, y corona y cetro abandonados en el suelo, signo de los orígenes nobles».


Próxima entrada: 23 de marzo (Viernes de la VI Semana de Cuaresma)

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