2 de febrero de 2016

2 de febrero: Nuestra Señora de la Candelaria

Cuarenta días después de la Navidad se celebra la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén.  El rito propio de este día, la bendición de las candelas, que se inspira en las palabras con que  el profeta Simeón se refirió a Cristo en esa ocasión ("Luz para iluminar a las naciones"),  hace que la fiesta de hoy sea conocida popularmente como "la Candelaria" o incluso "Nuestra Señora de la Candelaria".



Ese es el nombre de la parroquia porteña en cuyo templo, ubicado en Bahía Banca 363, tomé en septiembre pasado las fotos que ilustran esta entrada. 


Ambas imágenes -la exterior, del frente del templo, y la interior, con la estatua que representa a la Titular) tienen el mismo esquema iconográfico: la Virgen lleva al Niño en brazos, porta una candela en su mano, y está acompañada de palomas, en alusión a la ofrenda que debía presentarse en el Templo cuando se presentaba a un niño (Lc 2, 25-32):

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,  como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor".

También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.

Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,  Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:  

«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, 
como lo has prometido,  
porque mis ojos han visto la salvación  que preparaste 
delante de todos los pueblos:  
luz para iluminar a las naciones paganas 
y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.

Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».

Próxima entrada: 10 de febrero, Miércoles de Ceniza

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