Nuestro encuentro sabatino con la Bienaventurada Virgen María se ilustra hoy con una bellísima imagen que se venera en la cripta de la Basílica del Santísimo Sacramento
Frente a la imagen de la Virgen en actitud de oración, recemos este célebre Himno de la Liturgia de las Horas:
Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre virgen,
puerta del cielo santa.
Tomando de Gabriel
el «Ave», Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate madre, y llegue
por ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana,
que quien a Jesús llega
eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias. Amén.
Próxima entrada: 7 de julio, San Fermín
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