Una de las dos opciones que ofrece el Leccionario para usar como Primera Lectura de la misa de hoy es este fragmento del libro del Apocalipsis (12, 7-12a):
«Se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo.
Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles.
Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: “Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. Ellos mismos lo han vencido, gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de él, porque despreciaron su vida hasta la muerte. ¡Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes!”».
El protagonismo de Miguel en este fragmento (Gabriel y Rafael no aparecen en las lecturas del día) nos recuerda que la fecha de hoy era tradicionalmente fiesta exclusiva de ese ángel, como sucede aún en la Forma Extraordinaria del Rito Romano y, por otra parte, justifica que ilustremos la entrada con una imagen en que sólo aparece Miguel. La representación iconográfica es muy habitual y se inspira sobre todo en este texto bíblico. El vitral se encuentra en la iglesia de San Pablo Apóstol y lo fotografiamos en enero de 2016.
En una homilía pronunciada en día tal como hoy en 2007, dijo Benedicto XVI:
A Miguel «en la Sagrada Escritura lo encontramos sobre todo en el libro de Daniel, en la carta del apóstol San Judas Tadeo y en el Apocalipsis. En esos textos se ponen de manifiesto dos funciones de este arcángel. Defiende la causa de la unicidad de Dios contra la presunción del dragón, de la "serpiente antigua", como dice San Juan. La serpiente intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que ellos puedan llegar a ser grandes; que Dios obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de él.
Pero el dragón no sólo acusa a Dios. El Apocalipsis lo llama también "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa día y noche delante de nuestro Dios" (Ap 12, 10). Quien aparta a Dios, no hace grande al hombre, sino que le quita su dignidad. Entonces el hombre se transforma en un producto defectuoso de la evolución. Quien acusa a Dios, acusa también al hombre. La fe en Dios defiende al hombre en todas sus debilidades e insuficiencias: el esplendor de Dios brilla en cada persona (...)
La otra función del arcángel Miguel, según la Escritura, es la de protector del pueblo de Dios (cf. Dn 10, 21; 12, 1)».
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