La devoción al Santísimo Redentor en la Orden Trinitaria está vinculada con su actividad redentora (su lema es "Gloria a ti, Trinidad, y a los cautivos libertad") y se relaciona con el hecho histórico de una liberación de cautivos en la que fue rescatada también una imagen de Jesús Nazareno.
En pleno siglo XVII, el rey Felipe III conquistó el castillo de San Miguel de Ultramar, en Mámora, pero en 1681 Muley Ismael, rey de Marruecos reconquistó toda esa zona (...) tomando como botín a cientos de prisioneros y una veintena de imágenes sagradas que se encontraban en este lugar debido a que antes pertenecía al territorio español, siendo una de las imágenes que se encontraban secuestradas la de Jesús de Medinaceli.
Justo en ese mismo año, se organizó la decimocuarta redención de los Trinitarios Descalzos, contactando el hermano fray Pedro de los Ángeles con el rey para comentarle la situación (...). De esta forma, en enero de 1682 se consiguió rescatar a 211 prisioneros y a 17 imágenes que estaban retenidas en estas tierras. Dichas imágenes sagradas fueron trasladadas a Sevilla, y algunas a Madrid, en donde se realizó la llamada “Procesión de los cautivos” en la cual se imponía el escapulario trinitario a todas las personas que fueron salvadas. Este escapulario fue impuesto de igual manera a la imagen del Cautivo Rescatado, ya que los trinitarios decidieron quedarse con él para rendirle culto como símbolo de salvación de la orden trinitaria.
Lo más importante de este hecho histórico fue la rápida propagación que tuvo esta advocación de Jesús Nazareno Rescatado por toda España, fundando incluso la primera cofradía con esta imagen en 1710 en Madrid.
Muy pronto la advocación de Jesús Nazareno Rescatado se hizo muy popular en España.
Es una talla en la que Cristo aparece de pie con las manos atadas hacia adelante, con corona de espinas, túnica talar morada, expresión dramática y que llama al pietismo. Iconográficamente representa a Jesús Cautivo o Preso preparado para su camino hacia el Calvario, tras haber sufrido ya las humillaciones y la presentación al pueblo en el pretorio, por ello es común también denominarla como Nazareno.
La devoción hacia esa imagen y esa representación iconográfica sigue siendo intensa en nuestros días.
En la iglesia de la Santísima Trinidad de la ciudad de Buenos Aires hay un altar dedicado a "Jesús Nazareno Rescatado". Su imagen aparece en el retablo acompañada por San Juan Bautista de la Concepción y San Miguel de los Santos.
La fiesta ya se celebraba en la Orden Trinitaria por decreto del 22 de diciembre de 1787, y fue confirmada en la revisión litúrgica de los años 70.
La Liturgia de las Horas del Propio de la Orden Trinitaria trae para Vísperas este hermoso himno:
Cristo, luz del mundo,
Sol de nuestro día,
nacido del Padre,
Hijo de María,
Redentor del hombre,
Buen Pastor y guía:
en tu honor cantamos
himnos de alegría.
Cristo, Dios y Hombre
vivo y verdadero,
Sacerdote Sumo,
Rey desde el madero;
Salvador de todos,
Pastor y Cordero,
entre Dios y el hombre
de paz Medianero.
Cristo, nuestro hermano,
que con tu venida
quitas el pecado
y sanas la herida;
sufriendo la muerte
por ti fue vencida,
y resucitando
nos diste la vida.
Palabra del Padre,
mano creadora,
de eterno silencio
voz reveladora,
de amor infinito
Sangre redentora,
acción del Espíritu
santificadora.
Eres el Camino,
la Verdad , la Vida.
Te sigue tu Iglesia,
la esposa elegida,
por ti convocada,
por ti redimida,
que hasta el fin del mundo
será reunida.
Gloria a Jesucristo
nuestro Redentor
que a San Juan de Mata
se manifestó.
Gloria igual al Padre,
que nos lo entregó.
Y gloria al Espíritu.
Gloria a Ti, Señor.
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