En el año 2019 tomamos en la Catedral de San Miguel de Tucumán la foto que ilustra esta entrada:
Un ayate... Unas rosas... Una imagen...
¡y un prodigio de amor!
Sólo ofrece el ayate la rudeza
humilde de su burda contextura,
porque no tiene más... y en su pobreza
no ha soñado jamás con la hermosura.
Pero surgen las rosas, empapadas
en gotas de rocío:
de tus manos brotadas,
tienen algo de cielo en su atavío.
Su lozana frescura se confunde
con las fibras; la tilma se estremece;
un suavísimo aroma se difunde,
¡y grabada tu imagen aparece!
Madre, mi corazón es otro ayate
tan tosco como aquel... ¡pero manchado!,
porque en el ritmo que en sus fibras late,
se oye la sorda voz de mi pecado...
Repítase el milagro de Juan Diego:
¡Haz brotar en mi tilma desgarrada
las encarnadas rosas de tu fuego
y las de tu pureza inmaculada!
¡Fusiónese mi carne con tus rosas,
quede con su fragancia enloquecida
y al calor de tus manos amorosas,
confúndase tu imagen con mi vida!
Otro ayate... Otras rosas... Otra imagen....
¡Repítase el milagro de tu amor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario