30 de septiembre de 2025

30 de septiembre: San Jerónimo

El año pasado, en esta misma fecha litúrgica, compartimos la primera parte de una una catequesis de Benedicto XVI sobre San Jerónimo, y anunciamos que hoy, en una nueva Memoria de ese santo, publicaríamos la segunda parte.

Cumplimos ahora aquella promesa. El texto de la mencionada catequesis es acompañado en este caso por una imagen de San Jerónimo que se exhibe en el ingreso al Museo de Arte Religioso "Juan de Tejeda" de Córdoba, ciudad de la que es Patrono. Tomamos las fotos (la imagen y sus explicaciones) en septiembre de 2019.

San Jerónimo. 
Talla en madera policromada y tela encolada.
Fines del siglo XVIII
Museo Juan de Tejeda (Córdoba)

«Continuamos hoy la presentación de la figura de San Jerónimo. Como dijimos el miércoles pasado, dedicó su vida al estudio de la Biblia, hasta el punto de que mi predecesor el Papa Benedicto XV lo reconoció como "doctor eminente en la interpretación de las sagradas Escrituras". San Jerónimo subrayaba la alegría y la importancia de familiarizarse con los textos bíblicos: "¿No te parece que, ya aquí, en la tierra, estamos en el reino de los cielos cuando vivimos entre estos textos, cuando meditamos en ellos, cuando no conocemos ni buscamos nada más?" (Ep. 53, 10).

En realidad, dialogar con Dios, con su Palabra, es en cierto sentido presencia del cielo, es decir, presencia de Dios. Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues "ignorar la Escritura es ignorar a Cristo". Es suya esta famosa frase, citada por el Concilio Vaticano II en la constitución Dei Verbum (n. 25).

Verdaderamente "enamorado" de la Palabra de Dios, se preguntaba: "¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer a Cristo mismo, que es la vida de los creyentes?" (Ep. 30, 7). Así, la Biblia, instrumento "con el que cada día Dios habla a los fieles" (Ep. 133, 13), se convierte en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para todas las personas.

Leer la Escritura es conversar con Dios: "Si oras —escribe a una joven noble de Roma— hablas con el Esposo; si lees, es él quien te habla" (Ep. 22, 25). El estudio y la meditación de la Escritura hacen sabio y sereno al hombre (cf. In Eph., prólogo). Ciertamente, para penetrar de una manera cada vez más profunda en la palabra de Dios hace falta una aplicación constante y progresiva. Por eso, San Jerónimo recomendaba al sacerdote Nepociano: "Lee con mucha frecuencia las divinas Escrituras; más aún, que el Libro santo no se caiga nunca de tus manos. Aprende en él lo que tienes que enseñar" (Ep. 52, 7).

A la matrona romana Leta le daba estos consejos para la educación cristiana de su hija: "Asegúrate de que estudie todos los días algún pasaje de la Escritura. (...) Que acompañe la oración con la lectura, y la lectura con la oración. (...) Que ame los Libros divinos en vez de las joyas y los vestidos de seda" (Ep. 107, 9.12). Con la meditación y la ciencia de las Escrituras se "mantiene el equilibrio del alma" (Ad Eph., prólogo). Sólo un profundo espíritu de oración y la ayuda del Espíritu Santo pueden introducirnos en la comprensión de la Biblia: "Al interpretar la sagrada Escritura siempre necesitamos la ayuda del Espíritu Santo" (In Mich. 1, 1, 10, 15).

Así pues, San Jerónimo, durante toda su vida, se caracterizó por un amor apasionado a las Escrituras, un amor que siempre trató de suscitar en los fieles. A una de sus hijas espirituales le recomendaba: "Ama la sagrada Escritura, y la sabiduría te amará; ámala tiernamente, y te custodiará; hónrala y recibirás sus caricias. Que sea para ti como tus collares y tus pendientes" (Ep. 130, 20). Y añadía: "Ama la ciencia de la Escritura, y no amarás los vicios de la carne" (Ep. 125, 11).

Para San Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. Nunca podemos leer nosotros solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. La Biblia fue escrita por el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el pueblo de Dios podemos entrar realmente con el "nosotros" en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere comunicar. Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica.

No se trata de una exigencia impuesta a este Libro desde el exterior; el Libro es precisamente la voz del pueblo de Dios que peregrina y sólo en la fe de este pueblo podemos estar, por así decir, en el tono adecuado para comprender la sagrada Escritura. Por eso, San Jerónimo exhortaba: "Permanece firmemente adherido a la doctrina de la tradición que te ha sido enseñada, para que puedas exhortar según la sana doctrina y refutar a quienes la contradicen" (Ep. 52, 7). En particular, dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro, todo cristiano —concluía— debe estar en comunión "con la Cátedra de San Pedro. Yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia" (Ep. 15, 2). Por tanto, abiertamente declaraba: "Yo estoy con quien esté unido a la Cátedra de san Pedro" (Ep. 16).

San Jerónimo, obviamente, no descuida el aspecto ético. Más aún, con frecuencia reafirma el deber de hacer que la vida concuerde con la Palabra divina, y sólo viviéndola encontramos también la capacidad de comprenderla. Esta coherencia es indispensable para todo cristiano y particularmente para el predicador, a fin de que no lo pongan en aprieto sus acciones, cuando contradicen el contenido de sus palabras.

Así exhorta al sacerdote Nepociano: "Que tus acciones no desmientan tus palabras, para que no suceda que, cuando prediques en la Iglesia, alguien en su interior comente: "¿por qué entonces tú no actúas así?" ¡Qué curioso maestro el que, con el estómago lleno, diserta sobre el ayuno! Incluso un ladrón puede criticar la avaricia; pero en el sacerdote de Cristo la mente y la palabra deben ir de acuerdo" (Ep. 52, 7).

En otra carta, San Jerónimo reafirma: "La persona que se siente condenada por su propia conciencia, aunque tenga una espléndida doctrina, debería avergonzarse" (Ep. 127, 4). También con respecto a la coherencia, observa: el Evangelio debe traducirse en actitudes de auténtica caridad, pues en todo ser humano está presente la Persona misma de Cristo. Por ejemplo, dirigiéndose al presbítero Paulino —que después llegó a ser obispo de Nola y santo—, San Jerónimo le da este consejo: "El verdadero templo de Cristo es el alma del fiel: adorna este santuario, embellécelo, deposita en él tus ofrendas y recibe a Cristo. ¿Qué sentido tiene decorar las paredes con piedras preciosas, si Cristo muere de hambre en la persona de un pobre?" (Ep. 58, 7).

San Jerónimo concreta: es necesario "vestir a Cristo en los pobres, visitarlo en los que sufren, darle de comer en los hambrientos, acogerlo en los que no tienen una casa" (Ep. 130, 14). El amor a Cristo, alimentado con el estudio y la meditación, nos permite superar todas las dificultades: "Si amamos a Jesucristo y buscamos siempre la unión con él, nos parecerá fácil incluso lo que es difícil" (Ep. 22, 40).

San Jerónimo, definido por Próspero de Aquitania, "modelo de conducta y maestro del género humano" (Carmen de ingratis, 57), nos ha dejado también una enseñanza rica y variada sobre el ascetismo cristiano. Recuerda que un compromiso valiente por la perfección requiere vigilancia constante, frecuentes mortificaciones, aunque con moderación y prudencia, trabajo intelectual o manual asiduo para evitar el ocio (cf. Epp. 125, 11 y 130, 15), y sobre todo obediencia a Dios: "No hay nada que agrade tanto a Dios como la obediencia (...), que es la más excelsa de las virtudes" (Hom. de oboedientia: CCL 78, 552).

En el camino ascético pueden entrar también las peregrinaciones. En particular, San Jerónimo impulsó las peregrinaciones a Tierra Santa, donde los peregrinos eran acogidos y alojados en edificios surgidos junto al monasterio de Belén, gracias a la generosidad de una mujer noble, Paula, hija espiritual de San Jerónimo (cf. Ep. 108, 14).

No hay que olvidar, por último, la contribución ofrecida por San Jerónimo a la pedagogía cristiana (cf. Epp. 107 y 128). Se propone formar "un alma que tiene que convertirse en templo del Señor" (Ep. 107, 4), una "joya preciosísima" a los ojos de Dios (Ep. 107, 13). Con profunda intuición aconseja preservarla del mal y de las ocasiones de pecado, evitar las amistades equívocas o que disipan (cf. Ep. 107, 4 y 8-9; también Ep. 128, 3-4). Sobre todo exhorta a los padres a crear un ambiente de serenidad y alegría entre sus hijos, a estimularlos en el estudio y en el trabajo, también con la alabanza y la emulación (cf. Epp. 107, 4 y 128, 1), a animarlos a superar las dificultades, favoreciendo en ellos las buenas costumbres y preservándolos de las malas porque —dice, citando una frase de Publilio Siro que había escuchado en la escuela— "a duras penas lograrás corregirte de las cosas a las que te vas acostumbrando tranquilamente" (Ep. 107, 8).

Los padres son los principales educadores de sus hijos, sus primeros maestros de vida. Con mucha claridad, san Jerónimo, dirigiéndose a la madre de una muchacha y luego al padre, advierte, como expresando una exigencia fundamental de toda criatura humana que se asoma a la existencia: "Que encuentre en ti a su maestra, y que en su inexperta niñez te mire a ti con admiración. Que nunca vea en ti ni en su padre actitudes que la lleven al pecado por imitación. Recordad que (...) podéis educarla más con el ejemplo que con la palabra" (Ep. 107, 9).

Entre las principales intuiciones de San Jerónimo como pedagogo hay que subrayar la importancia que atribuye a una educación sana e integral desde la primera infancia, la peculiar responsabilidad que reconoce a los padres, la urgencia de una seria formación moral y religiosa, y la exigencia del estudio para lograr una formación humana más completa.

Además, un aspecto bastante descuidado en los tiempos antiguos, pero que San Jerónimo considera vital, es la promoción de la mujer, a la que reconoce el derecho a una formación completa: humana, académica, religiosa y profesional.

Y precisamente hoy vemos cómo la educación de la personalidad en su integridad, la educación en la responsabilidad ante Dios y ante los hombres, es la auténtica condición de todo progreso, de toda paz, de toda reconciliación y de toda exclusión de la violencia. Educación ante Dios y ante los hombres: es la sagrada Escritura la que nos ofrece la guía de la educación y, por tanto, del auténtico humanismo.

No podemos concluir estas rápidas observaciones sobre este gran Padre de la Iglesia sin mencionar la eficaz contribución que dio a la salvaguarda de los elementos positivos y válidos de las antiguas culturas judía, griega y romana en la naciente civilización cristiana. San Jerónimo reconoció y asimiló los valores artísticos, la riqueza de los sentimientos y la armonía de las imágenes presentes en los clásicos, que educan el corazón y la fantasía despertando sentimientos nobles.

Sobre todo, puso en el centro de su vida y de su actividad la palabra de Dios, que indica al hombre las sendas de la vida, y le revela los secretos de la santidad. Por todo esto no podemos menos de sentirnos profundamente agradecidos a San Jerónimo, precisamente en nuestro tiempo».



27 de septiembre de 2025

27 de septiembre: San Vicente de Paúl

En la «Memoria litúrgica de San Vicente de Paúl, patrono de las organizaciones caritativas católicas», recordamos unas palabras de Benedicto XVI pronunciadas en septiembre de 2010 en Castelgandolfo:

«En la Francia del 1600, precisamente, conoció de primera mano el fuerte contraste entre los más ricos y los más pobres. De hecho, como sacerdote, tuvo ocasión de frecuentar tanto los ambientes aristocráticos como los campos, igual que las barriadas de París. Impulsado por el amor de Cristo, Vicente de Paúl supo organizar formas estables de servicio a las personas marginadas, dando vida a las llamadas «Charitées», las «Caridades», o bien grupos de mujeres que ponían su tiempo y sus bienes a disposición de los más marginados. De estas voluntarias, algunas eligieron consagrarse totalmente a Dios y a los pobres, y así, junto a santa Luisa de Marillac, san Vicente fundó las «Hijas de la Caridad», primera congregación femenina que vivió la consagración «en el mundo», entre la gente, con los enfermos y los necesitados.

Queridos amigos, ¡sólo el Amor con la «A» mayúscula da la verdadera felicidad!».

La imagen de San Vicente de Paúl de esta entrada es la misma que aparece en la entrada de 2018, pero fotografiada  el 28 de septiembre del año pasado, cuando estaba ubicada excepcionalmente (justamente con motivo de su fiesta) en el presbiterio de la iglesia de la Medalla Milagrosa. 

La foto que vemos a continuación, tomada en la misma ocasión,  es singularmente expresiva al mostrar a un mismo tiempo a Cristo en la Cruz, a su Madre en la advocación de la Medalla Milagrosa, y a nuestro santo de hoy.

25 de septiembre de 2025

Jueves de la Semana XXV Durante el Año

 


Pese a lo que señala el título de esta artículo de la revista Liturgia,  esta meditación se corresponde con las lecturas de hoy, Jueves XXV Durante el Año, impar, cuya Primera Lectura (Ageo 1, 1-8) dice:

    

En el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorababel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos términos:

Así habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: «Todavía no ha llegado el momento de reconstruir la Casa del Señor». Y la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:

¿Es este acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas? Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran! Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto.

Así habla el Señor de los ejércitos: Suban a la montaña, traigan madera y reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria.


Transcribimos a continuación la "meditación" de la hermana María Cándida Cymbalista osb, escrita hace aproximadamente 50 años. La ilustramos con imágenes de la iglesia Nuestra Seora de Belén, en cuyo frente se lee la frase "Haec est domus Domini", "Esta es la casa del Señor".





Publicado en la revista Liturgia. Sin referencias de fecha. De nuestros archivos en papel.


24 de septiembre de 2025

24 de septiembre: San Vicente María Strambi


De un misal pasionista tomamos la siguiente información acerca de San Vicente María Strambi, cuya Memoria se celebra
hoy:

Nació en Civitavecchia en 1745. Al poco tiempo de su ordenación sacerdotal ingresó en la Congregación Pasionista, recientemente fundada. Trabajó en favor de la promoción de la vida cristiana, mediante la predicación de la Pasión de Cristo, recorriendo casi toda Italia. Compuso libros de carácter doctrinal y piadoso. Entre estos últimos, sobresale el folleto sobre la Preciosísima Sangre. Se distinguió como director de almas. Con su consejo ayudó, entre otros, a San Gaspar del Búfalo y la Beata Ana María Taigi.

Consagrado Obispo de Macerata y Tolentino, promovió con celo apostólico la reforma del clero y del pueblo, actuando como verdadero pastor de su rebaño. En los conflictos políticos de su tiempo, se mostró como intrépido defensor de la libertad de la Iglesia, prefiriendo el destierro al juramento de fidelidad a las usurpaciones napoleónicas. Vuelto a su diócesis, brilló aún más su solicitud pastoral y su gran caridad con los pobres. El papa León XII lo llamó al Quirinal como consejero. Allí murió el 1° de enero de 1824, después de haberse ofrecido al Señor en lugar del Papa gravemente enfermo. Sus despojos mortales reposan desde 1957 en Macerata.

La estatua del santo se encuentra en el frente de la iglesia porteña dedicada a la Santa Cruz. 

19 de septiembre de 2025

19 de septiembre: San Jenaro

En 2018 nos ocupamos de este popular santo, destacando, sobre todo, el milagro de la licuefacción de su sangre, que se repite tres veces por año. De ello se deriva su atributo iconográfico principal: dos ampollas con sangre que el obispo sostiene en sus manos.

Hoy vemos un vitral en la iglesia de San Ramón Nonato; tomamos su biografía de Vatican News

«Nacido en Nápoles o quizás en Benevento en la segunda mitad del siglo III, Jenaro ya era obispo de la ciudad a la edad de treinta años».  «Era amado por los fieles y respetado por los paganos por sus obras de caridad hacia los pobres, entre los que no hacía ninguna distinción. Estamos en el primer período del imperio de Diocleciano, cuando a los cristianos aún se les concedía cierta libertad de culto e incluso se les permitía aspirar a altos cargos civiles. Pero poco después, en el 303, todo cambió y los cristianos se convirtieron en el enemigo por erradicar.

La tradición más acreditada afirma que el episodio que llevó al martirio de Jenaro tuvo lugar a principios del siglo IV, con la reanudación de la persecución contra los cristianos. Durante algún tiempo Jenaro había sido un gran amigo de Sosio, diácono de la ciudad de Miseno. Un día, mientras Sosio leía el Evangelio en la iglesia, Jenaro tuvo una visión: una llama sobre la cabeza de Sosio. La llama era el símbolo del amor ardiente que lo habría conducido al martirio. Jenaro dio gracias al Señor y pidió tener el mismo amor ardiente y el mismo destino. El obispo, por lo tanto, invitó a Sosio a la visita pastoral que planeaba hacer a Pozzuoli, para compartir la vida de la fe; el diácono partió, pero durante el viaje se le acercaron los guardias enviados por Dragoncio, gobernador de Campania, y fue encarcelado. En la cárcel recibió la visita de Jenaro que estaba acompañado por el diácono Festo y el lector Desiderio: los tres trataron de interceder por la liberación de Sosio, pero en respuesta recibieron la injusta sentencia de ser echados como alimento a los osos, los cuatro juntos. La noticia de la inminente y pública condena a muerte, sin embargo, no fue bien recibida por el pueblo y por eso, temiendo una revuelta, el gobernador la cambió en una decapitación "más discreta", lejos de los ojos del pueblo. Por si fuera poco, todavía se añadirá el martirio de Próculo, diácono de la iglesia de Pozzuoli, y de los fieles Eutiques y Acucio que habían criticado públicamente la ejecución.

(...) 

Como era costumbre durante la ejecución de los mártires, también a la muerte de Jenaro una mujer, Eusebia, llegó y recogió en dos ampollas la sangre derramada por el obispo, ya en olor de santidad. Se las entregó al obispo de Nápoles, que hizo construir dos capillas en honor de tales reliquias: S. Gennariello al Vomero y S. Jenaro en Antignano. El cuerpo, en cambio, fue enterrado primero en la campiña marciana, y luego sufrió un primer traslado en el siglo V, cuando el culto al santo ya estaba muy difundido. Jenaro será canonizado por Sixto V en 1586. En cuanto a la reliquia de la sangre, ésta fue expuesta por primera vez en 1305, pero el milagro de que ésta adquiera el estado líquido y parezca que está hirviendo, estado en el que permanece durante la siguiente octava, ocurrió por primera vez el 17 de agosto de 1389, después de una grave hambruna. Hoy el milagro se repite tres veces al año: el primer sábado de mayo, en memoria del primer traslado; el 19 de septiembre, en la memoria litúrgica del santo y la fecha de su martirio; y el 16 de diciembre que conmemora la desastrosa erupción del Vesubio en 1631, bloqueada tras la invocación del santo»

Esas dos ampollas están guardadas en un estuche de plata en la Capilla del Tesoro de San Jenaro en la Catedral de Nápoles.

18 de septiembre de 2025

Jueves de la Semana XXIV Durante el Año

Este es el texto evangélico que se lee hoy, Jueves de la Semana XXIV del Tiempo Ordinario:

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!».

Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte».

«Di, Maestro!», respondió él.

«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?».

Simón contestó:

«Pienso que aquel a quien perdonó más».

Jesús le dijo: «Has juzgado bien».

Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: 

«¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor».

Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».

Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?».

Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».


La escena está bellamente representada en un vitral (sin luz exterior) de la Basílica de la Merced, el cual además recoge dos frases del Maestro en la perícopa: "Los pecados te son perdonados"; "Tu fe te ha salvado".

17 de septiembre de 2025

17 de septiembre: San Roberto Belarmino

Este gran obispo y Doctor de la Iglesia, considerado como uno de los principales ejecutores de la Contrarreforma, nació en 1542 en Montepulciano (Toscana), de noble familia. 

Era sobrino del papa Marcelo II. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1560. Fue el primer profesor jesuita de la Universidad de Lovaina, donde impartió clases de teología durante seis años.

Trasladado a Roma como director espiritual del Colegio Romano, pasó después a ser rector del mismo. En 1594 fue nombrado provincial de los jesuitas. 

Fue llamado a ser teólogo particular del papa y consultor del Santo Oficio. Durante este tiempo no sólo fue hombre de curia, sino que compuso sus famosos catecismos: el Gran Catecismo y el Pequeño Catecismo, obras de influencia en la educación cristiana junto al catecismo del Concilio de Trento.

Nombrado cardenal en 1599, vivió prácticamente al servicio de la Iglesia el resto de sus días como teólogo oficial de la Congregación del Santo Oficio, desarrollando una intensa actividad de escritor, de diplomático y hasta de político.

De Belarmino se dijo «que no había otro hombre igual a él en la doctrina». Hoy se lo reconoce como el gran defensor de la Iglesia de Roma frente al protestantismo. Su obra principal, Disputationes de Controversiis Christianae Fidei (1586-1593), lo  hace uno de los grandes teólogos de la escolástica tardía. De vida intachable, fue un teólogo sincero y ejemplar, sin miedo a expresar sus convicciones. 

Retirado en 1621 a la casa noviciado de los jesuitas, falleció el 17 de septiembre del mismo año después de recitar el Credo de los Apóstoles. Fue canonizado en 1930 y declarado Doctor de la Iglesia al año siguiente. 


Las imágenes que vemos en esta entrada corresponden a una imagen suya que se venera en la porteña iglesia del Salvador. Tomamos la primera foto en 2015 y la segunda en 2022.

14 de septiembre de 2025

14 de septiembre: Fiesta de la Exaltación de la Cruz

 


La Exaltación de la Cruz, por ser fiesta del Señor, prevalece sobre el domingo del Tiempo Ordinario. 

La celebramos con fotos del hermoso crucifijo que preside la capilla Nuestro Señor de la Salud, ubicada en Anchorena al 1500  de la ciudad de Buenos Aires, templo que hoy visitamos por primera vez en este blog. Las fotografías son de septiembre del año pasado.



Completamos esta entrada con un himno a la Cruz, del Himnario Armenio, que tomamos de un boletín del Grupo de Oración "Nuestra Señora de Narek" de la parroquia armenia católica de Buenos Aires, publicado en 1991.

DIOS DE NUESTROS PADRES, 
    hoy, con tu venerable Cruz, diste Vida a tu pueblo. 
    Ella es Cetro de Poder y Árbol de Vida. 

DIOS DE NUESTROS PADRES, 
    por medio de este Árbol   nos diste la inmortalidad, 
    librándonos del fruto de la muerte. 
    Te alzaste en medio de la iniquidad, 
    mirando hacia la Ciudad Santa. 

DIOS DE NUESTROS PADRES, 
    Tú, Cristo, te elevaste voluntariamente sobre la Cruz, 
    y abriste tus brazos 
    para acoger a la humanidad alejada de Ti.

DIOS DE NUESTROS PADRES, 
    bendecid al Señor, glorificadle más y más aún. 
    Hoy el Hijo Unigénito tendió sus brazos inmaculados 
    sobre la Santa Cruz. 

GLORIFICADLE MÁS Y MÁS AUN, 
    porque venció la muerte con su poder maravilloso, 
    dándole al mundo la salvación y la Vida Eterna. 
GLORIFICADLE MÁS Y MÁS AUN. 
    
Madero, cuna de muerte, 
    te transformaste en Árbol de Vida 
    y fructificaste en Cristo. 
PROTEGE Y CONSERVA LA ALIANZA CON TU PUEBLO. 

Madero que abriste para nosotros el camino 
    hacia el 'Árbol de Vida' custodiado por los serafines. 
    
Árbol Redentor, que libraste a la humanidad caída, 
    te adoran todos tus fieles.
PROTEGE Y CONSERVA LA ALIANZA CON TU PUEBLO. 


13 de septiembre de 2025

13 de septiembre: San Juan Crisóstomo

A la extraordinaria figura de San Juan Crisóstomo nos hemos referido en las entradas de los años 2017, 2021 y 2023.

Hoy nos limitaremos a transcribir uno de los numerosos textos de su autoría que se lee en la Liturgia de las Horas: De las homilías sobre la primera carta a los Corintios (Homilía 4,3.4: PG 61,34-36):


«El mensaje de la cruz, anunciado por unos hombres sin cultura, tuvo una virtud persuasiva que alcanzó a todo el orbe de la tierra; y se trataba de un mensaje que no se refería a cosas sin importancia, sino a Dios y a la verdadera religión, a una vida conforme al Evangelio y al futuro juicio, un mensaje que convirtió en sabios a unos hombres rudos e ignorantes. Ello nos demuestra que lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

¿En qué sentido es más fuerte? En cuanto que invadió el orbe entero y sometió a todos los hombres, produciendo un efecto contrario al que pretendían todos aquellos que se esforzaban en extinguir el nombre del Crucificado, ya que hizo, en efecto, que este nombre obtuviera un mayor lustre y difusión. Ellos, por el contrario, desaparecieron y, aun durante el tiempo en que estuvieron vivos, nada pudieron contra un muerto. Por esto, cuando un pagano dice de mí que estoy muerto, es cuando muestra su gran necedad; cuando él me considera un necio, es cuando mi sabiduría se muestra superior a la suya; cuando me considera débil, es cuando él se muestra más débil que yo. Porque ni los filósofos, ni los maestros, ni mente humana alguna hubiera podido siquiera imaginar todo lo que eran capaces de hacer unos simples publicanos y pescadores.

Pensando en esto, decía Pablo: Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Esta fuerza de la predicación divina la demuestran los hechos siguientes. ¿De dónde les vino a aquellos doce hombres, ignorantes, que vivían junto a lagos, ríos y desiertos, el acometer una obra de tan grandes proporciones y el enfrentarse con todo el mundo, ellos, que seguramente no habían ido nunca a la ciudad ni se habían presentado en público? Y más, si tenemos en cuenta que eran miedosos y apocados, como sabemos por la descripción que de ellos nos hace el evangelista, que no quiso disimular sus defectos, lo cual constituye la mayor garantía de su veracidad. ¿Qué nos dice de ellos? Que, cuando Cristo fue apresado, unos huyeron y otro, el primero entre ellos, lo negó, a pesar de todos los milagros que habían presenciado.

¿Cómo se explica, pues, que aquellos que, mientras Cristo vivía, sucumbieron al ataque de los judíos, después una vez muerto y sepultado, se enfrentaran contra el mundo entero, si no es por el hecho de su resurrección, que algunos niegan, y porque les habló y les infundió ánimos? De lo contrario, se hubieran dicho: "¿Qué es esto? No pudo salvarse a sí mismo, y ¿nos va a proteger a nosotros? Cuando estaba vivo, no se ayudó a sí mismo, y ¿ahora, que está muerto, nos tenderá una mano? Él, mientras vivía, no convenció a nadie, y ¿nosotros, con sólo pronunciar su nombre, persuadiremos a todo el mundo? No sólo hacer, sino pensar algo semejante sería una cosa irracional".

Todo lo cual es prueba evidente de que, si no lo hubieran visto resucitado y no hubieran tenido pruebas bien claras de su poder, no se hubieran lanzado a una aventura tan arriesgada».

Un bello vitral de la Basílica de Nuestra Señora de Luján representa a Juan Crisóstomo con paramentos episcopales. 

10 de septiembre de 2025

10 de septiembre: San Nicolás de Tolentino

 

En 2018 y en 2021 nos ocupamos de este santo presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, nacido hacia 1245 y muerto en 1305.

Hoy nos centraremos en un elemento iconográfico típico del santo: la estrella con la que es representado, y que en la imagen que vemos junto a estas líneas aparece sobre su pecho.

Para ello recurrimos a un sitio oficial de los Agustinos Recoletos:

«San Nicolás de Tolentino siempre es representado con una estrella. Tiene que ver con una historia ocurrida los últimos meses de vida del santo agustino. En el día de su festividad, recordamos esta anécdota que le hace ser el ‘Santo de la Estrella’.

(...) 

Una noche, tras haber estado orando varias horas, mientras se encontraba en un duermevela místico, observó en el cielo una estrella muy brillante. Según relata la leyenda, se encontraba justo sobre su pueblo natal: Sant’Angelo in Pontano (Italia). Impresionado por lo que estaba presenciando, vio cómo la estrella descendía hacia el pueblo, a la vez que aumentaba su brillo. Tras posarse sobre el pueblo, ascendía de nuevo y continuaba su trayectoria hasta el convento de Tolentino, donde se encontraba. Así ocurrió varias noches. San Nicolás seguía todas las noches el curso de la estrella, siempre el mismo.

Intuía que lo que veía cada noche se trataba de un signo importante, aunque no era capaz de interpretarlo. Al fin se decidió a consultar a un religioso de la comunidad de Tolentino, quien le respondió: «La estrella es símbolo de tu santidad. En el sitio donde se detiene se abrirá pronto una tumba; es tu tumba, que será bendecida en todo el mundo como manantial de prodigios, gracias y favores celestiales». No obstante, no se atrevía a dar credibilidad a lo que escuchaba.

A partir de ese día dejó de ver la estrella durante la noche y la veía durante el día, con la claridad del sol. Cuando iba a celebrar la eucaristía, la encontraba esperándole a la puerta del oratorio. Lo precedía al altar y allí, sobre los candelabros, se mantenía toda la misa. Cuando el santo, tras la acción de gracias, se levantaba para salir, la estrella desaparecía.

La estrella marcaba el final en el Señor, hecho Eucaristía. Nicolás estaba llegando a la meta. «A los veinte años de la muerte del santo –diría su primer biógrafo–, el día del aniversario aún se hacía visible sobre el altar la estrella, y miles de peregrinos acudían a contemplarla».

Es por eso que en la iconografía y en la fe del pueblo, San Nicolás de Tolentino es el Santo de la estrella. Desde entonces, este signo celeste de su santidad ha orientado hacia Dios muchas miradas, y hacia el cielo muchas vidas».

La imagen de la entrada de hoy se encuentra en la iglesia  de Nuestra Señora del Carmen de la localidad de Chivilcoy y la fotografiamos en septiembre de 2023.

8 de septiembre de 2025

8 de septiembre: Nuestra Señora del Socorro

Honramos a Nuestra Señora del Socorro en la fecha que le asigna el cartel ubicado junto a la iglesia que la tiene como Titular en la localidad bonaerense de San Pedro.


El templo de Nuestra Señora del Socorro está situado en la Plaza Constitución, en el casco histórico de la ciudad de San Pedro. 

La Virgen María en esa advocación fue declarada Patrona de la ciudad en el año 1763.


En la página de la parroquia se informa lo siguiente:

Su imagen es antiquísima, pequeña, “de vestir”.

Tiene el Niño Jesús en sus brazos y se halla sentada en una sillita de madera, la que en un tiempo luciera ornamentos de plata labrada.

Fue traída de Oruro (Bolivia) por el hermano de la Orden Franciscana, Fray Alonso del Pozo, en 1760, con la expresa condición de ser Patrona de la nueva iglesia.

Las muchas alhajas y ofrendas con que contara la Patrona fueron robadas por los portugueses en la oportunidad en que asaltaron, saquearon e incendiaron, en 1813, el pueblo de San Pedro.

Esta imagen fue retirada, para restaurar, el 13 de octubre de 1985. Fue llevada a Buenos Aires, donde especialistas realizaron el trabajo en la Virgen y en el Niño.

Se terminó la tarea encomendada el 20 de diciembre de ese mismo año y se reentronizó el 24 de diciembre.

El vestido que lució el día de la consagración del Templo, fue confeccionado en 1940.

5 de septiembre de 2025

5 de septiembre: Nuestra Señora de los Scouts

 

Innumerables son las advocaciones con las que es conocida la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios.

Entre ellas se encuentra la que compartimos hoy: Nuestra Señora de los Scouts.

La historia de esta imagen se remota a una visión que en 1937 tuvo el padre Reginaldo Farías, por entonces capellán del grupo scout "Cadetes de San Martín", de la ciudad de Mendoza. En la visión se presentaba la Virgen llevando en sus brazos al Niño Jesús y siendo venerada por un grupo de scouts.

Inspirada en esa visión, la hermana Margarita Toro Aguirre, de la Congregación Educativa Compañía de María, también de Mendoza, pintó en 1943 la imagen original, en un cuadro lleno de simbolismos.

La obra está dividida en dos espacios. Desde la mitad hasta la parte superior, se evoca el mundo espiritual y sobrenatural destacándose la Virgen María con el Niño Jesús, y los jóvenes scouts que la rodean en actitud orante.

En la parte inferior, la religiosa pintó un lago en calma y una barca que representa a la Iglesia; también está representada la naturaleza como obra de Dios confiada a los hombres. Hay árboles de diferentes regiones geográficas, para representar a los scouts presentes en todo el mundo.

Toda la obra se enmarca en una noche de campamento con la luna llena que ilumina la escena, y es también un símbolo mariano.

Al costado superior izquierdo aparece un scout luchando contra el dragón, para representar la lucha contra el mal así como la leyenda de San Jorge, patrono mundial de los scouts. En esta lucha el joven utiliza el pañuelo,  el estandarte que trae dibujada la flor de lis,  y su bordón. 

En el cuadro también aparecen otros dos elementos: el fuego, que evoca al Espíritu Santo y el Guía de Patrulla, que es el "Buen Pastor" que orienta a la tropa, es decir a las ovejas que se le han encomendado.

La imagen se hizo más conocida a partir de 1980, cuando durante el Año Mariano Nacional los scouts católicos se consagraron a la Virgen de los Scouts.

En 2019 nos ocupamos de esta advocación, pero en una memoria sabatina mariana. Sin embargo, según las fuentes ahora consultadas, la memoria de Nuestra Señora de los Scouts se celebra hoy, en coincidencia con el Día del Scout. La imagen que vemos hoy se venera en la iglesia de la Inmaculada Concepción, donde la fotografiamos en 2023.

4 de septiembre de 2025

4 de septiembre: Nuestra Señora de la Consolación


Hoy se celebra la Memoria de Nuestra Señora de Consolación. Pese a que en muchas entradas de este blog nos ocupamos de la iglesia porteña consagrada a esa advocación, es la primera vez que nos abocamos directamente a esta denominación mariana especialmente venerada por los agustinos.


Del sitio de la Orden de San Agustín en la Argentina tomamos la siguiente información:

La advocación en el seno de la Orden es antigua. Recordamos la leyenda para centrar luego el interés en los pocos datos que poseemos con carácter histórico. Santa Mónica derramaba muchas lágrimas ante Dios en favor de su hijo Agustín, desviado de la fe que ella le transmitiera en su infancia. La Virgen le habría consolado en su oración ferviente anunciándole la vuelta de su hijo a la Iglesia y le exhortó a expresar su penitencia vistiendo hábito negro y ciñéndose con una correa del mismo color. Hasta aquí la leyenda. Según los datos históricos, en su origen, ningún lazo especial relaciona a esta advocación con la Orden Agustiniana.

Consta que a mediados del siglo XV los agustinos veneraban en el norte de Italia una imagen de María, invocada bajo este nombre. En 1575 la cofradía fundada en Bolonia para dar culto a la Virgen de Consolación se unió a la de los Cinturados de San Agustín. La archicofradía adoptó el título de «Cinturados de San Agustín y de Santa Mónica» bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Consolación. A partir de entonces la devoción y el culto se propagaron constantemente, favorecidos por los Papas y por el celo de los agustinos.

La iconografía tradicional nos muestra a la Virgen con el Niño en brazos, ofreciendo la correa del hábito agustino a San Agustín y su madre Santa Mónica, ambos arrodillados a sus pies. (...)



La fiesta de hoy nos recuerda, como dice la Constitución Dogmática Lumen Gentium (n०. 68), que «la Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en los cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor (cf. 2 Pe 3,10)».