19 de septiembre de 2018

19 de septiembre: San Jenaro

En el templo dedicado a San Ramón Nonato en Buenos Aires se venera una bella imagen de San Jenaro, obispo y mártir.   La primitiva capilla, inaugurada en 1930 con el nombre de María Auxiliadora, recibió «mejoras edilicias y estuvo bajo la advocación de San Jenaro» en 1933, como lo señala el sitio web de la parroquia. En 1936, «a solicitud de la Comisión Vecinal, la capilla vuelve a estar bajo la advocación de María Auxiliadora».  Pero poco después las hermanas Rivero, integrantes de una familia de buenos recursos de la zona, «ofrecieron donar los fondos necesarios para la construcción del templo», con la condición de que «se pusiera bajo la advocación de San Ramón Nonato, como homenaje a su padre Ramón Rivero, recientemente fallecido». La devoción por el Patrono de Nápoles, sin embargo, siguió presente -como está a la vista- en el barrio y en el templo.


Poco sabemos acerca de la vida de San Jenaro. Era Obispo de Benevento cuando estalló la persecución de Diocleciano (siglo IV), y por esa causa sufrió crueles padecimientos y finalmente fue asesinado en Pozzuoli, cerca de Nápoles, junto con otros clérigos y laicos.  Fuera de estos datos, casi nada más.  La fama y la popularidad de San Jenaro no provienen en primer lugar de los hechos de su vida, sino de un prodigio que se repite periódicamente desde hace siglos en fechas determinadas: la licuefacción de su sangre, conservada en la Catedral de Nápoles.

Ocurre que «con el correr del tiempo, la ciudad de Nápoles entró en posesión de las reliquias de San Jenaro»,  que en el siglo V  fueron trasladadas allí desde la pequeña iglesia  donde se hallaban sepultadas. «Durante las guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al monasterio de Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Jenaro como su patrono principal».

La reliquia principal es «una masa sólida, oscura y opaca, que llena hasta la mitad una redoma de cristal sostenida por un relicario de metal»: supuestamente, la sangre del obispo y mártir. En diversas ocasiones durante el año, [el aniversario de la traslación de los restos del santo a Nápoles (sábado anterior al primer domingo de mayo), la fiesta del santo (hoy, 19 de septiembre) y el aniversario de su  intervención para evitar los catastróficos efectos de una erupción del Vesubio en 1631 (16 de diciembre)], «un sacerdote expone la famosa reliquia sobre el altar, frente a una urna que contiene la supuesta cabeza de San Jenaro. Los fieles que llenan la iglesia en esas fechas (...)  entonan plegarias y cánticos. Al cabo de un lapso que varía entre los dos minutos y una hora -por regla general-, el sacerdote agita el relicario con la redoma, lo vuelve cabeza abajo y la masa que era negra y sólida y permanecía seca, adherida al fondo del frasco, se desprende y se mueve, se torna líquida y adquiere un color rojizo, a veces burbujea y siempre aumenta de volumen. No sólo se realiza todo eso a la vista de las personas que estén en la nave del templo, sino de aquéllas que tienen el privilegio de ser admitidas en el santuario y que pueden ver el prodigio a menos de un metro de distancia. Y en aquel momento, el sacerdote anuncia con toda solemnidad: «¡Ha ocurrido el milagro!», se canta el Te Deum y la reliquia es venerada por la congregación y por el clero».  En algunas pocas ocasiones la licuefacción no se produce, y esto es interpretado por los fieles como un anuncio de alguna desgracia para la ciudad.


«Ninguno de los milagros o hechos sobrenaturales comprobados ha sido estudiado con mayor detenimiento, ni examinado por gentes de opiniones más opuestas, que este caso de la licuefacción de la sangre de San Jenaro, y se puede afirmar, sin temor a equívocos, que ningún investigador o perito con experiencia, por racionalista que sea, se atreve a decir ahora que no sucede lo que se asegura que ocurre. No hay ningún truco posible y tampoco hay, hasta ahora, alguna explicación satisfactoria (aunque se han ofrecido muchas por parte de los católicos y de los que no lo son)». ¹  Y ello pese a que subsisten varias dudas y dificultades respecto de la reliquia y del prodigio. 


Como fuere, en la imagen del templo que hoy estamos visitando, San Jenaro es representado con las ampollas de su sangre, que son su atributo iconográfico propio.




¹Fuente: El Testigo Fiel

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