Entre las grandes figuras de la Edad Media, junto a San Francisco de Asís y a Santo Tomás de Aquino, lumbreras del siglo XIII, sin duda puede ponerse a San Buenaventura, "Doctor Seraficus", perteneciente a la orden fundada por el primero y fallecido el mismo año que el segundo. Hoy se celebra su memoria.
Así lo elogia el Martirologio: «Memoria de la inhumación de San Buenaventura, obispo de Albano, en Italia, y Doctor de la Iglesia, celebérrimo por su doctrina, por la santidad de su vida y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia. Como ministro general rigió con gran prudencia la Orden de los Hermanos Menores, siendo siempre fiel al espíritu de San Francisco, y en sus numerosos escritos unió suma erudición y ardiente piedad. Cuando estaba prestando un gran servicio al II Concilio Ecuménico de Lyon, mereció pasar a la visión beatífica de Dios».
Así lo elogia el Martirologio: «Memoria de la inhumación de San Buenaventura, obispo de Albano, en Italia, y Doctor de la Iglesia, celebérrimo por su doctrina, por la santidad de su vida y por las preclaras obras que realizó en favor de la Iglesia. Como ministro general rigió con gran prudencia la Orden de los Hermanos Menores, siendo siempre fiel al espíritu de San Francisco, y en sus numerosos escritos unió suma erudición y ardiente piedad. Cuando estaba prestando un gran servicio al II Concilio Ecuménico de Lyon, mereció pasar a la visión beatífica de Dios».
Mucho podría decirse acerca de este gran santo, pero baste lo que señaló un contemporáneo suyo, un notario pontificio anónimo: «Hombre bueno, afable, piadoso y misericordioso, lleno de virtudes, amado por Dios y por los hombres... De hecho, Dios le había concedido una gracia tan grande, que todos los que lo veían quedaban invadidos por un amor que el corazón no podía ocultar».
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