María Goretti era una humilde niña italiana que pasó "una infancia difícil, ayudando a su madre en las labores de la casa", y se distinguió desde pequeña por su piedad. "Cuando no contaba más que doce años, murió en defensa de su castidad, a causa de las puñaladas que le asestó un joven que intentaba violarla cuando se hallaba sola en su casa, cercana a la localidad de Nettuno, en la región del Lacio" (Martirologio Romano).
María Goretti murió horas después del salvaje ataque, no sin antes perdonar a su agresor. Su asesino, condenado a treinta años de prisión, en los primeros tiempos se mostró obstinado en no arrepentirse de su pecado; pero una noche tuvo un sueño en el que vio a María que recogía flores en el campo y se acercaba a ofrecérselas, diciéndole que él también podía ir al cielo si se convertía. Entonces cambió totalmente y se transformó en un prisionero ejemplar; fue indultado antes de terminar su condena.
La fama de María Goretti se extendió rápidamente por todo el mundo, no sólo a causa de su muerte injusta y prematura, sino también por la santidad de la vida de la niña. El pueblo la invocaba espontáneamente como santa, y por su intercesión se produjeron varios milagros.
Fue beatificada por Pío XII en 1947; a la ceremonia asistieron la madre de la niña, dos de sus hermanas y uno de sus hermanos. Tres años después, en el Año Santo de 1950, el mismo Pontífice canonizó a María Goretti, ante la multitud más numerosa vista hasta entonces en una canonización. El asesino de la niña, ya libre y reformado, asistió a la celebración.
La imagen que vemos en la entrada de hoy se venera en el templo dedicado a la Inmaculada Concepción, sobre la avenida Independencia casi Bernardo de Irigoyen.
Próxima entrada: 8 de julio (Santa María "en sábado")
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