El año pasado, con motivo de la Memoria de Santa María Magdalena, publicamos una nota en la que señalábamos que, en la actualidad, la Liturgia no atribuye a la santa la condición de pecadora o prostituta, ni de penitente, como era común hasta hace los años 60. En realidad, ello se debe a que no hay ningún dato en la Biblia que permita suponer con verosimilitud que María Magdalena fuera pecadora pública o ejerciera la prostitución.
Sin embargo, como es lógico, en los templos de cierta antigüedad la imagen de la Magdalena aparece con los atributos iconográficos que indican su condición de pecadora y penitente: pelo largo, despeinado y suelto; una cruz; un cráneo...
Así vemos representada a la santa en la imagen que acompaña estas líneas. Tomé la foto a fines de 2015 en la Basílica del Santísimo Rosario, en Belgrano y Defensa.
Para acompañar esta imagen, es justo transcribir el Introito -o versículo de entrada- de la misa de Santa María Magdalena según el Misal anterior a la reforma propiciada por el Concilio Vaticano II.
"Me exspectaverunt peccatores, ut perderent me; testimonia tua intellexi. Omni consummationi vidi finem, latum praeceptum tuum nimis".
Es decir (en traducción del Misal del padre Azcárate):
"Acecháronme los pecadores para perderme; mas yo, Señor, comprendí tus mandamientos; vi en qué paran las cosas más perfectas: sólo tu ley dura para siempre" (Sal 118, 95s).
"Me exspectaverunt peccatores, ut perderent me; testimonia tua intellexi. Omni consummationi vidi finem, latum praeceptum tuum nimis".
Es decir (en traducción del Misal del padre Azcárate):
"Acecháronme los pecadores para perderme; mas yo, Señor, comprendí tus mandamientos; vi en qué paran las cosas más perfectas: sólo tu ley dura para siempre" (Sal 118, 95s).
Próxima entrada: 24 de julio, Beato Dioniso Pamplona
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