La fecha que celebramos hoy corresponde al calendario litúrgico hispano-mozárabe. «La fiesta de Santa María es la fiesta de la Virgen María en la liturgia mozárabe. La encontramos en todas las fuentes litúrgicas del rito en esta fecha del 18 de diciembre».
«La elección de esta fecha comporta celebrar el misterio de la encarnación, pero en un contexto más apropiado que el de Cuaresma»: así lo resolvió en 656 el X Concilio de Toledo, que dispuso que «por especial constitución se santifique ocho días antes del día en el que nació el Señor la fiesta más célebre y esclarecida de su Madre… ¿pues qué es esta fiesta sino la Encarnación del Verbo? la cual debe ser tan solemne, como la Natividad del mismo Verbo».
«María, celebrada en su gravidez el 18 de diciembre, a una semana de la Navidad, es Virgen de la Esperanza, es signo en el cielo, lucero de la mañana, invitación a acoger el don de Dios que se manifiesta en Cristo».
Hemos elegido para esta entrada cuatro fotos de la misma imagen: una estatua que representa a María en evidente estado de gravidez. Se encuentra en la Catedral de Formosa, en donde tomé la foto en febrero pasado.
Entre las hermosas oraciones que la Liturgia Hispano-Mozárabe tiene para la celebración de hoy, elegimos en primer lugar la "Oración entre los dípticos" ("Alia"):
Señor Jesucristo: tú eres el Verbo que te has hecho carne
de manera que el seno virginal te concibiera
por la sombra del Altísimo
y para darte a luz no tuviera que abrirse
la puerta del cuerpo materno.
Acepta benigno nuestro culto en esta solemnidad
y penetra bondadoso en nuestro corazón.
Que sólo tú tengas entrada a la mansión,
que para ti solo hemos preparado,
para que complaciéndose tú mismo
en la pureza de nuestras almas
te dignes ser guardián de tu propia obra
y mores en ella perpetuamente.
Y finalmente un fragmento de la "Oratio ad admonitionis"
Queridos hermanos: alcemos nuestros ojos al cielo para ver la gloria del Salvador; cómo ensalza a la Virgen para que conciba. Cómo premia a la Madre cuando le dé a luz. Él se ha hecho al mismo tiempo don e hijo; infundido en ella le otorga lo que a ella le falta; nacido de ella, no se lleva lo que a ella le ha dado. No la priva del honor de llevarlo en su seno ni la entristece con los dolores del parto, acalla el gemido materno cuando va a nacer y deja que se manifieste la ternura hacia el ya nacido. Pues no estaría bien que gimiera en el dolor la que alumbraba el rostro de todo el universo, o que el origen de la alegría nos lo corrompiera la opresión del dolor. En lo profundo del corazón la fe acoge con calor el anuncio del ángel y el oído recibe la palabra que no deja lugar a dudas y la seguridad de su fe queda confirmada con la esperanza de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete.Así el alma concibe lo que la fe le enseña, así el espíritu alcanza en plenitud lo que ha elegido. No nos diferencia de nuestro Redentor la verdad de su naturaleza humana, sino su poder. ¡Oh inefable acción de Dios! Dentro, se experimenta el crecimiento del poder divino y, fuera, no se pierde la perfecta virginidad. El hijo Unigénito de Dios sale de las entrañas maternas sin abrir la vía natural del parto. Al ser concebido y al ser alumbrado sella el seno de la Virgen y lo deja intacto. En esto, por lo que se refiere a nuestra salvación, la misma naturaleza humana exulta la victoria, pues con este parto ha vencido al enemigo no menos que lo hará con el duro combate, y es que por el misterio de su concepción el enemigo se ha dado cuenta de que el que nace, viene para reinar.
Las antífonas "O" de las Vísperas de los últimos siete días antes de Navidad son obra de este Concilio de Toledo (656) Y por eso, por muchos siglos, el 18 de diciembre era llamado el Día de "María de la O", un nombre de pila muy popular en España. Muestra como se vivía la Liturgia, que calaba hondo en el sentimiento del pueblo.
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