Pasados innumerables siglos desde de la creación del mundo,
cuando en el principio Dios creó el cielo y la tierra
y formó al hombre a su imagen;
después también de muchos siglos,
desde que el Altísimo pusiera su arco en las nubes tras el diluvio
como signo de alianza y de paz;
veintiún siglos después de la emigración de Abrahán,
nuestro padre en la fe, de Ur de Caldea;
trece siglos después
de la salida del pueblo de Israel de Egipto bajo la guía de Moisés;
cerca de mil años después de que David fue ungido como rey,
en la semana sesenta y cinco según la profecía de Daniel;
en la Olimpíada ciento noventa y cuatro,
el año setecientos cincuenta y dos de la fundación de la Urbe,
el año cuarenta y dos
del imperio de César Octavio Augusto;
estando todo el orbe en paz,
Jesucristo, Dios eterno
e Hijo del eterno Padre,
queriendo consagrar el mundo
con su piadosísima venida,
concebido del Espíritu Santo,
nueve meses después de su concepción,
nace en Belén de Judea, hecho hombre,
de María Virgen:
la Natividad de nuestro Señor Jesucristo según la carne.
Con estas palabras presenta el Martirologio Romano la solemnidad de hoy. No hace falta agregar más; sólo presentar las imágenes: son fotos que tomé en 2019 en la Basílica de Nuestra Señora del Socorro.
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