Nacido hacia 390, León fue elegido Papa en 440.
Durante su pontificado se celebró el Concilio de Calcedonia (en el año 451), que proclamó la divinidad y la humanidad de Cristo, «consustancial al Padre por su divinidad, consustancial a nosotros por su humanidad». Ante las afirmaciones de las herejías que sostenían la separación entre el Padre y el Hijo, considerado como inferior al Padre, León restableció la tradición ortodoxa en su célebre carta dogmática a Flaviano, que fue aprobada por el concilio con las palabras: «Pedro ha hablado por boca de León». León, que adoptó el título (antes imperial) de "Pontífice Máximo", era muy conciente de la primacía de la sede romana, que hizo valer.
El episodio más conocido de su pontificado fue su encuentro en la ciudad de Mantua, en 452, con Atila, el rey de los hunos, quien había invadido el norte de Italia y avanzaba sobre Roma. León convenció a Atila de que no marchase sobre la Ciudad Eterna, logrando la retirada del ejército de los hunos. Este encuentro del Papa con Atila, muchas veces representado en el arte, aparece en un vitral de la Basílica de Luján, que vimos completo más arriba y cuyo detalle relativo a San León I sigue a estas líneas:
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