El Martirologio trae hoy esta memoria: «En Viena, en Austria, San Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a entrar en la Iglesia a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes».
Le está dedicado un vitral de la iglesia porteña dedicada a San Alfonso María de Ligorio.
Juan Evangelista Hofbauer nació en Tasswitz (Moravia) en 1751. «Trabajó primero como panadero; luego como criado del abad premonstratense de Klosterbruck, donde realizó estudios elementales. Se retiró luego a un eremitorio, pero en 1779, gracias a la ayuda de personas piadosas, pudo llevar a cabo los estudios de filosofía y teología, y peregrinó a Roma. Sintiendo la vocación religiosa, ingresó en la congregación del Santísimo Redentor en 1784». Profesó el 19 de marzo de 1785, tomando el nombre de Clemente María.
«Posteriormente, recibió las órdenes sagradas. Enviado a Varsovia, fundó allí la primera casa de su congregación fuera de Italia». Más tarde fundó otras en Polonia, Suiza, Alemania, Rumania, etc., y fue nombrado vicario general de todas ellas. Vivió en Varsovia ejerciendo esa tarea hasta 1808. «Realizó un apostolado intenso con la predicación, el confesonario, la dirección de almas, las obras sociales y el fomento de la frecuencia de sacramentos, en expresa oposición al espíritu jansenista. Napoleón lo expulsó de Varsovia y cerró su casa, mandando a cada religioso a su país. Al llegar a Viena, ejerció su ministerio en la iglesia de los italianos hasta que, en 1813, el arzobispo lo nombró director de la iglesia y confesor de las monjas de Santa Úrsula. Su labor fue inmensa, atrayendo a numerosísimas y significadas personas a la fe o a la práctica de los sacramentos, y fomentando entre los jóvenes las vocaciones eclesiásticas y religiosas. Hizo ver las grandes posibilidades de la pastoral urbana cuando se le da una sabia dirección». Murió en Viena el 15 de marzo de 1820 y fue canonizado en 1909.
Fuente de los párrafos entrecomillados: "Todos los santos", de J. L. Repetto.
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