Rosa nació en Viterbo en 1234. Era hija de una familia modesta.
En la adolescencia vistió el hábito franciscano como terciaria, después de que en una visión así se lo pidiera la Virgen.
En tiempos del enfrentamiento entre güelfos y gibelinos, Rosa exhortaba a los fieles por las calles a ser leales a la Iglesia y al Papa. Por estas prédicas debió pasar un tiempo en el destierro. Quiso entrar en las clarisas pero no se lo permitieron, y permaneció seglar hasta su temprana muerte, ocurrida en 1252 ó 1253.
Fue sepultada en la iglesia de Santa María en Podio, pero en 1258 su cuerpo fue trasladado a la iglesia del convento de Santa María de las Rosas (justamente donde había sido rechazada), como ella misma lo había vaticinado. En 1357, un incendio destruyó la iglesia, pero el cuerpo de Rosa quedó intacto. Desde entonces, anualmente, el ataúd es llevado en procesión por las calles de Viterbo.
La imagen que publicamos se venera en la iglesia santiagueña de San Francisco Solano; tomamos la foto en 2019.
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