31 de agosto de 2024

Santa María "en sábado"

Una imagen de la Virgen como Divina Pastora embellece el vestíbulo del edificio del Seminario Metropolitano de Buenos Aires.


Con dos fotos de esa imagen, que tomamos en julio de 2022, nos unimos hoy a la conmemoración sabatina de la Virgen. 

Añadimos a continuación una oración a la Divina Pastora del Beato Diego José de Cádiz.

Madre y Pastora mía:

te entrego mi alma, mi vida y mi corazón.

Y si mil almas, mil corazones y mil vidas tuviera,

todas te las entregaría.

Pues no quiero más alma que servirte,

más vida que verte, ni más ser que amarte.

Pues sin tu amor no hay gozo, no hay consuelo,

no hay vida, que así pueda llamarse.

¡Pastora santísima, bendice a tu rebaño,

para que, llenos de gracia divina,

alabemos a nuestro Dios, 

le amemos y sirvamos en esta vida

y gocemos de la eterna Bienaventuranza! Amén

28 de agosto de 2024

28 de agosto: San Agustín

Si en la  Memoria de San Agustín se toman las lecturas propias que prevé el Leccionario, la Primera Lectura es el siguiente fragmento de la Primera Carta del apóstol San Juan (4, 7-16):

Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.

El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.

Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.

La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.

El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él.

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.

Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.

Esta última frase aparece, en latín, en la parte más alta del retablo  del altar dedicado a Santa Teresa en la Basílica de San José de Flores.

Deus charitas est, 
et qui manet in charitate in Deo manet,
et Deus in eo.

26 de agosto de 2024

26 de agosto: Beato Ceferino Namuncurá

Hoy celebramos la Memoria de Ceferino Namuncurá en la fecha en que aparece en el Calendario Litúrgico de la Argentina, ya que el Martirologio la registra en su dies natalis, el 11 de mayo.

Lo hacemos con una imagen que se venera en la iglesia dedicada a la Virgen de los Desamparados, que hoy visitamos por primera vez en este blog.

Añadimos una oración que pronunció al final de su homilía, en la misa de beatificación, el cardenal Tarsicio Bertone, Legado del Papa Benedicto XVI. Esa celebración tuvo lugar en Chimpay, diócesis de Viedma, el 11 de noviembre de 2007.


¡Beato Ceferino, nos encomendamos ahora a tu poderosa intercesión:  ayúdanos en nuestro camino, para que podamos avanzar también por las sendas de la santidad, fieles a las enseñanzas de Don Bosco.

Tú has alcanzado la cumbre de la perfección evangélica cumpliendo bien los deberes cotidianos. Tú nos recuerdas así que la santidad no es algo excepcional,  reservada  a un grupo de privilegiados:  la  santidad es la vocación  común de todos los bautizados y la meta laboriosa de la vida cristiana ordinaria.

Ayúdanos a comprender que, por encima de todo, una sola cosa es importante:  ser santos, como él, el Señor, es santo.

Beato Ceferino, guíanos con tu mirada sonriente y muéstranos el camino del cielo. Acompáñanos a todos al encuentro de tu amigo Jesús. Amén.

24 de agosto de 2024

24 de agosto: Fiesta de San Bartolomé

Para honrar a San Bartolomé, compartimos hoy una imagen que capturamos en el nártex de la Catedral de Mar del Plata, junto con las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en la audiencia del 4 de octubre de 2006.


«En la serie de los Apóstoles llamados por Jesús durante su vida terrena, hoy nuestra atención se centra en el apóstol Bartolomé. En las antiguas listas de los Doce siempre aparece antes de Mateo, mientras que varía el nombre de quien lo precede y que puede ser Felipe (cf. Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 14) o bien Tomás (cf. Hch 1, 13). Su nombre es claramente un patronímico, porque está formulado con una referencia explícita al nombre de su padre. En efecto, se trata de un nombre probablemente de origen arameo, bar Talmay, que significa precisamente "hijo de Talmay".

De Bartolomé no tenemos noticias relevantes; en efecto, su nombre aparece siempre y solamente dentro de las listas de los Doce citadas anteriormente y, por tanto, no se encuentra jamás en el centro de ninguna narración.

Pero tradicionalmente se lo identifica con Natanael:  un nombre que significa "Dios ha dado". Este Natanael provenía de Caná (cf. Jn 21, 2) y, por consiguiente, es posible que haya sido testigo del gran "signo" realizado por Jesús en aquel lugar (cf. Jn 2, 1-11). La identificación de los dos personajes probablemente se deba al hecho de que este Natanael, en la escena de vocación narrada por el evangelio de San Juan, está situado al lado de Felipe, es decir, en el lugar que tiene Bartolomé en las listas de los Apóstoles referidas por los otros evangelios.

A este Natanael Felipe le comunicó que había encontrado a "ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas:  Jesús el hijo de José, el de Nazaret" (Jn 1, 45). Como sabemos, Natanael le manifestó un prejuicio más bien fuerte:  "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" (Jn 1, 46). Esta especie de contestación es, en cierto modo, importante para nosotros. En efecto, nos permite ver que, según las expectativas judías, el Mesías no podía provenir de una aldea tan oscura como era precisamente Nazaret (véase también Jn 7, 42). Pero, al mismo tiempo, pone de relieve la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas manifestándose precisamente allí donde no nos lo esperaríamos. Por otra parte, sabemos que en realidad Jesús no era exclusivamente "de Nazaret", sino que había nacido en Belén (cf. Mt 2, 1; Lc 2, 4) y que, en último término, venía del cielo, del Padre que está en los cielos.

La historia de Natanael nos sugiere otra reflexión:  en nuestra relación con Jesús no debemos contentarnos sólo con palabras. Felipe, en su réplica, dirige a Natanael una invitación significativa:  "Ven y lo verás" (Jn 1, 46).

Nuestro conocimiento de Jesús necesita sobre todo una experiencia viva:  el testimonio de los demás ciertamente es importante, puesto que por lo general toda nuestra vida cristiana comienza con el anuncio que nos llega a través de uno o más testigos. Pero después nosotros mismos debemos implicarnos personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús. De modo análogo los samaritanos, después de haber oído el testimonio de su conciudadana, a la que Jesús había encontrado junto al pozo de Jacob, quisieron hablar directamente con él y, después de ese coloquio, dijeron a la mujer:  "Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que este es verdaderamente el Salvador del mundo" (Jn 4, 42).

Volviendo a la escena de vocación, el evangelista nos refiere que, cuando Jesús ve a Natanael acercarse, exclama:  "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" (Jn 1, 47). Se trata de un elogio que recuerda el texto de un salmo:  "Dichoso el hombre... en cuyo espíritu no hay fraude" (Sal 32, 2), pero que suscita la curiosidad de Natanael, que replica asombrado:  "¿De qué me conoces?" (Jn 1, 48). La respuesta de Jesús no es inmediatamente comprensible. Le dice:  "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi" (Jn 1, 48). No sabemos qué había sucedido bajo esa higuera. Es evidente que se trata de un momento decisivo en la vida de Natanael.

Él se siente tocado en el corazón por estas palabras de Jesús, se siente comprendido y llega a la conclusión:  este hombre sabe todo sobre mí, sabe y conoce el camino de la vida, de este hombre puedo fiarme realmente. Y así responde con una confesión de fe límpida y hermosa, diciendo:  "Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel" (Jn 1, 49). En ella se da un primer e importante paso en el itinerario de adhesión a Jesús. Las palabras de Natanael presentan un doble aspecto complementario de la identidad de Jesús:  es reconocido tanto en su relación especial con Dios Padre, de quien es Hijo unigénito, como en su relación con el pueblo de Israel, del que es declarado rey, calificación propia del Mesías esperado. No debemos perder de vista jamás ninguno de estos dos componentes, ya que si proclamamos solamente la dimensión celestial de Jesús, corremos el riesgo de transformarlo en un ser etéreo y evanescente; y si, por el contrario, reconocemos solamente su puesto concreto en la historia, terminamos por descuidar la dimensión divina que propiamente lo distingue.

Sobre la sucesiva actividad apostólica de Bartolomé-Natanael no tenemos noticias precisas. Según una información referida por el historiador Eusebio, en el siglo IV, un tal Panteno habría encontrado incluso en la India signos de la presencia de Bartolomé (cf. Hist. eccl. V, 10, 3). En la tradición posterior, a partir de la Edad Media, se impuso la narración de su muerte desollado, que llegó a ser muy popular. Pensemos en la conocidísima escena del Juicio final en la capilla Sixtina, en la que Miguel Ángel pintó a San Bartolomé sosteniendo en la mano izquierda su propia piel, en la cual el artista dejó su autorretrato.

Sus reliquias se veneran aquí, en Roma, en la iglesia dedicada a él en la isla Tiberina, adonde las habría llevado el emperador alemán Otón III en el año 983. Concluyendo, podemos decir que la figura de san Bartolomé, a pesar de la escasez de informaciones sobre él, de todos modos sigue estando ante nosotros para decirnos que la adhesión a Jesús puede vivirse y testimoniarse también sin la realización de obras sensacionales. Extraordinario es, y seguirá siéndolo, Jesús mismo, al que cada uno de nosotros está llamado a consagrarle su vida y su muerte».

22 de agosto de 2024

22 de agosto: María Reina


El Martirologio señala para hoy la «Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia».

La celebración fue instituida por Pío XII, como recuerdo del primer centenario de la definición de la Inmaculada Concepción, mediante la Encíclica Ad Coeli Reginam, del 11 de octubre de 1954. Originalmente fijada el 31 de mayo, actualmente se celebra en la Octava de la Asunción.

La imagen que ilustra esta entrada corresponde al cielorraso de la Basílica del Socorro.

Oración Colecta:

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el Reino de los Cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

19 de agosto de 2024

19 de agosto: San Andrés de Cilicia

Hoy consigna el Martirologio: «En Cilicia, San Andrés, tribuno, y sus compañeros soldados, que, según la tradición, habiendo logrado con la ayuda divina una victoria sobre los persas, se convirtieron a la fe de Cristo y, acusados de ser cristianos, en tiempo del emperador Maximiliano recibieron una muerte cruel en los desfiladeros del monte Tauro, a manos del ejército del prefecto Seleuco (s. IV)».

Como en el caso de muchos otros soldados que fueron militares, la imagen de este San Andrés aparece en uno de los vitrales de la iglesia castrense de Nuestra Señora de Luján, sobre la avenida Cabildo de Buenos Aires.

17 de agosto de 2024

Santa María "en sábado"

 


«La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su «sí» abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?».

(Benedicto XVI, Encíclica Spe Salvi, 49)



Las fotos -que tomamos el 8 de diciembre de 2021- corresponden al frente de la iglesia de la Abadía de Santa Escolástica en Tigre, dedicada a la Reina de la Paz.

15 de agosto de 2024

15 de agosto: San Jacinto de Polonia

El Martirologio recuerda hoy a San Jacinto, «presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por Santo Domingo para propagar la Orden» en Polonia «y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en los territorios de Bohemia y Silesia».


San Jacinto nació en Silesia en 1185. Era canónigo en Cracovia cuando, durante un viaje a Italia, conoció la Orden de Predicadores, a la que ingresó. El  mismo Santo Domingo lo envió a Polonia para establecer allí su Orden y para evangelizar Prusia. Fundó varias casas de su congregación en Polonia y en Bohemia; luego marchó a Kiev, pero en 1233 los domincos debieron dejar la ciudad. Tras otras tareas pastorales (su campo de apostolado fue geográficamente muy amplio) volvió a Cracovia, donde murió el día de la Asunción de 1257. Se mencionan también muchos otros datos y episodios de su vida, pero son de escaso valor histórico.  Fue canonizado en 1594.  

La foto que ilustra esta entrada la tomamos en la iglesia de los dominicos de la ciudad de Córdoba.  Presenta a San Jacinto con sus atributos iconográficos clásicos: una custodia y una imagen de la Virgen María en sus manos. Esto responde a un hecho singular de la vida de Jacinto, como veremos.

En 1240 el ejército tártaro de Batou, hijo de Gengis-Kan, invadió la zona de Kiev, donde se encontraba entonces Jacinto. Las tropas «saquearon la ciudad hasta dejarla en cenizas, pero no tocaron a Jacinto y los suyos, pues mientras entraban los bárbaros, ellos salían caminando sobre el río Vístula. Llevaba Jacinto el copón con las hostias consagradas para que no las profanaran los infieles, y al salir de la iglesia, una imagen de la Virgen, grande, de alabastro, le dijo: “¿Te vas y me dejas expuesta a tus enemigos?”. Señora, respondió Jacinto, ¿como podré llevarte si pesas tanto? Pruebareplicó. La tomó entonces y vió que no pesaba más que si fuera de cartón, y la llevó, evitando la profanación de los bárbaros. A este milagro se añade otro, cual fue el que sus huellas quedaron marcadas en las corrientes de las aguas, y se les llama "camino de San Jacinto"».

(fuente: Santoral Orden de Predicadores).

9 de agosto de 2024

Viernes de la Semana XVIII Durante el Año

El Evangelio del Viernes XVIII del Tiempo Ordinario (Mateo 16, 24-28) comienza así: :

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».


La emblemática frase está admirablemente representada en un vitral del templo santiagueño dedicado a San Francisco Solano. En él se ve a Jesús cargando la cruz y como guiando a San Francisco de Asís, quien lleva su propia cruz tras los pasos del Señor, imitándolo. De hecho, la vida misma del santo Poverello fue una manifestación de la frase evangélica que citamos al comienzo... y de todo el Evangelio de hoy, cuyo texto completo dice: 

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.  ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?  Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino».

6 de agosto de 2024

6 de agosto: Santos Justo y Pastor

Tomamos la información de la Memoria de hoy ("Festividad" en el santoral hispano-mozárabe) del Cuaderno Phase 229 del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona.

Las imágenes de los santos Justo y Pastor que mostramos en esta entrada se veneran en la Catedral de Córdoba; las fotografiamos en septiembre de 2019.


«Desatada la cruel persecución de Diocleciano, pronto llega a a la península Ibérica. En Alcalá, los dos se presentaron decididos ante el magistrado y confesaron su fe; pese a las duras palizas no se quebrantó su voluntad de confesar a Cristo. Irritados los verdugos, cortan sus cabezas a la salida de la ciudad.

Será Asturio, obispo de Toledo, quien descubra sus restos abseis millas de la ciudad y, en su honor, fije residencia episcopal en Alcalá, para más tarde hacer de ella diócesis autónoma.

La fiesta comenzó seguramente a celebrarse en Toledo, y de allí se extendió por toda España, hasta llegar a ser ya general en el siglo VII».

  




«Oración

Dios, tú que eres admirable en la debilidad de tus santos mártires Justo y Pastor, otorga a tus siervos tu misericordia; y puesto que la pequeñez de quienes te sirven está sometida siempre al combate de las tentaciones, ayudados por los méritos tus santos te pedimos que concedas tu benevolencia a quienes somos débiles».




3 de agosto de 2024

Santa María "en sábado"

Una bella imagen de la Virgen con el Niño -en el marco del cuadro se señala que se trata de la Virgen de la Salud-  se encuentra en la iglesia de la parroquia de Santa Inés y San Camilo de Lellis. La compartimos en esta memoria sabatina de la Madre de Dios, junto con un hermoso texto sobre el Magníficat.

«María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi Espíritu en Dios, mi salvador.

«El Señor, dice, me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito, que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más profundo del corazón es capaz de comprenderlo; por ello ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de gracias, y me dedico con todo mi ser, mis sentidos y mi inteligencia a contemplar con agradecimiento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espíritu se complace en la eterna divinidad de Jesús, mi salvador, con cuya temporal concepción ha quedado fecundada mi carne».

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Se refiere al comienzo del himno, donde había dicho: Proclama mi alma la grandeza del Señor. Porque sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes favores puede proclamar la grandeza del Señor con dignas alabanzas y dirigir a quienes comparten los mismos votos y propósitos una exhortación como ésta: Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.

Pues quien, una vez que haya conocido al Señor, tenga en menos el proclamar su grandeza y santificar su nombre en la medida de sus fuerzas será el menos importante en el reino de los cielos. Ya que el nombre del Señor se llama santo, porque con su singular poder trasciende a toda creatura y dista ampliamente de todas las cosas que ha hecho.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia. 

Bellamente llama a Israel siervo del Señor, ya que efectivamente el Señor lo ha acogido para salvarlo por ser obediente y humilde, de acuerdo con lo que dice Oseas: Israel es mi siervo, y yo lo amo.

Porque quien rechaza la humillación tampoco puede acoger la salvación, ni exclamar con el profeta: Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida, y el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

Como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre

No se refiere a la descendencia carnal de Abrahán, sino a la espiritual, o sea, no habla de los nacidos solamente de su carne, sino de los que siguieron las huellas de su fe, lo mismo dentro que fuera de Israel. Pues Abrahán había creído antes de la circuncisión, y su fe le fue tenida en cuenta para la justificación.

De modo que el advenimiento del Salvador se le prometió a Abrahán y a su descendencia por siempre, o sea, a los hijos de la promesa, de los que se dice: Si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Con razón, pues, fueron ambas madres quienes anunciaron con sus profecías los nacimientos del Señor y de Juan, para que, así como el pecado empezó por medio de las mujeres, también los bienes comiencen por ellas, y la vida que pereció por el engaño de una sola mujer sea devuelta al mundo por la proclamación de dos mujeres que compiten por anunciar la salvación».

De San Beda el Venerable, presbítero, "Sobre el evangelio de San Lucas" (1,46-55: el Magnificat).

2 de agosto de 2024

2 de agosto: San Pedro Julián Eymard

En 2016 y 2019 nos ocupamos extensamente de la vida y obra de San Pedro Julián Eymard. Hoy nos limitaremos a compartir el elogio del Martirologio Romano y, a través de dos imágenes, sendos episodios de su vida. 

«San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del misterio eucarístico, instituyó dos nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió en la aldea de La Mure, cerca de Grenoble, en Francia, donde había nacido».

El primer vitral -ambos los fotografiamos en la Basílica del Santísimo Sacramento- evoca la peregrinación de Eymard, en 1851, al santuario de Nuestra Señora de Fourviéres: «Me obsesionaba la idea de que no hubiese ninguna congregación consagrada a glorificar al Santísimo Sacramento, con una dedicación total. Debía existir esa congregación ... Entonces prometí a María trabajar con ese objeto. Se trataba aún de un plan muy vago y no me pasaba por la cabeza abandonar la Compañía de María ... ¡Qué horas tan maravillosas pasé allí!». 




En el segundo vitral que mostramos hoy, Eymard se encuentra "predicando a sus religiosos". El santo fundó la Congregación del Santísimo Sacramento y la Siervas del Santísimo Sacramento, además de otras iniciativas eucarísticas.


Oración Colecta

Oh Dios, que concediste a San Pedro Julián un amor admirable hacia el sagrado misterio del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos benigno que merezcamos participar de este divino convite, comprendiendo, como él, su riqueza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.