En 1551 fue recibido en el convento franciscano de Barcelona, donde se destacó por su piedad y por sus numerosos milagros. Por ello sufrió persecuciones. Para sustraerlo de la curiosidad popular, Salvador fue trasladado de convento en convento, entre ellos el de Horta. Siempre se mantuvo sereno en su larga y humillante peregrinación, contento con su trabajo y su ferviente oración.
Finalmente fue enviado a Cerdeña, que entonces dependía de la corona española. El convento de Santa María de Jesús fue la última estación de su doloroso Calvario. En Cagliari murió dieciocho años después, el 18 de marzo de 1567. Su sepulcro se hizo famoso por sus milagros. Su cuerpo se venera en la iglesia de Santa Rosalía. Fue canonizado porPío XI el 17 de abril de 1938.
El Museo Franciscano anexo a la Basílica de San Francisco, en Buenos Aires, alberga una reliquia de San Salvador de Horta.
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