30 de agosto de 2025

30 de agosto: Santos Félix y Adaucto

Dice el Martirologio: «En Roma, en el cementerio de Comodila, en la vía Ostiense, santos mártires Félix y Adaucto, que habiendo confesado juntos a Cristo con una fe inquebrantable,  juntos volaron vencedores al cielo».

Entre las sagradas reliquias que son patrimonio de la Basílica del Espíritu Santo se encuentran, junto con otras muchas, las de Félix y Adaucto:


Félix era un sacerdote romano, virtuoso y feliz como lo indica su nombre. Fue arrestado al comienzo de la persecución de Diocleciano. Después de soportar la tortura, fue condenado a morir decapitado. Cuando se dirigía al sitio de la ejecución, se cruzó con un desconocido, que al ver su constancia y heroísmo se declaró cristiano. Los magistrados lo mandaron arrestar, y fue decapitado junto a Félix. Como los cristianos ignoraban el nombre del forastero, lo llamaron "Adaucto", es decir, "Añadido", porque se había unido a Félix en el martirio.

La historia proviene de una inscripción del papa San Dámaso: «¡Feliz de ti, que con tanta razón y verdad te llamabas Félix, porque, con fe invencible y total desprecio del mundo, confesaste a Cristo y buscaste el Reino de los Cielos! Admirad también, hermanos, la preciosísima fe que llevó victoriosamente a Adaucto al cielo».

La persecución de Diocleciano comenzó en 303. Poco después (quizás en 304) se produjo el martirio de Félix y su compañero. La Depositio Martyrum, que es del 354, ya menciona a "Félix y Adaucto, en el cementerio de Comodila en la Vía Ostiense", lo que constituye una  prueba de la antigüedad del culto de estos mártires, que también aparecen en el Sacramentario Leonino y en otros documentosSu tumba fue transformada en basílica, y llegó a ser meta de pregrinación y devoción hasta bien entrado el Medioevo, en el que las catacumbas y los santuarios subterráneos cayeron en el olvido. El cementerio de Comodila y la tumba de Félix y Adaucto fueron redescubiertos en 1720; tras otras peripecias , los restos fueron nuevamente olvidados hasta 1903, cuando la basílica fue definitivamente restaurada. 

28 de agosto de 2025

28 de agosto: San Junípero Serra

Frente y dorso de una vieja estampita de Junípero Sierra, anterior incluso a su beatificación.



Fray Junípero Serra fue beatificado en 1988 y canonizado en 2015. En la primera de esas ocasiones, San Juan Pablo II hizo referencia a los "Grupos Serra", cuya filial argentina fue responsable de la impresión de la estampa: «Hoy, su ejemplo inspira particularmente a los numerosos Grupos Serra en todo el mundo, cuyos miembros realizan una labor encomiable en la animación vocacional».

Nos unimos a la plegaria por numerosas y santas vocaciones sacerdotales y religiosas.

26 de agosto de 2025

26 de agosto: Transverberación del Corazón de Santa Teresa de Jesús

En calendarios litúrgicos carmelitas, el 26 de agosto aparece la celebración de la Transverberación del Corazón de Santa Teresa de Jesús.

En los párrafos que siguen, los fragmentos entrecomillados pertenecen a un trabajo de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant publicado en la Red; el resto de la información procede de esa misma fuente y también de otras.


«Pocos santos en la Iglesia Católica tienen una doble celebración litúrgica; Santa Teresa es una de ellos ya que además  de la celebración de su día,  15 de octubre, coincidiendo con el día más cercano a su muerte, desde el siglo XVIII se le añade otra fiesta, la de la Transverberación de su corazón, un fenómeno o una gracia mística que recibió varias veces en el Monasterio de la Encarnación de Ávila» y en otros lugares

«La transverberación de la santa, juntamente con los estigmas de San Francisco de Asís, figura entre los casos excepcionales en que la liturgia ha incorporado un hecho místico a la celebración eclesial. En cuanto a la santa, el proyecto de celebración litúrgica surgió en 1725». Las congregaciones de carmelitas descalzos italianos y españoles presentaron a la Santa Sede una petición para celebrar la fiesta de "la transverberación del corazón de Santa Teresa", que tras algunas dudas finalmente fue aceptada.

Los textos elaborados para la liturgia de la fiesta eran toda una exaltación de la vida mística, del amor de Santa Teresa y de la llamada "gracia del dardo". En el oficio se incluyó el relato de la Vida (cap. 29) donde la santa relata la experiencia. Los textos de la misa y del Oficio Divino tomaron fragmentos del Cantar de los Cantares ["vulnerasti cor meum" ("me has robado el corazón": 4,9); "amore langueo" (2, 5, que en la versión de los Setenta era: "vulnerata sum a dilectione", "estoy enferma de amor"]  y de la carta a los Hebreos (4, 12:  la palabra de Dios es "más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón"). La traducción al español la tomamos de El Libro del Pueblo de Dios

La palabra transverberación no fue usada por Santa Teresa.  Ella hablaba de "heridas" místicas; a veces usó la expresión "traspasamiento", que evoca la "transfixio" de la Virgen al pie de la cruz (Lc 2, 35).  En la tradición de los Carmelos de Ávila se la ha llamado siempre "la gracia del dardo", sobre la base del vocablo utilizado por la misma Teresa. El término transverberación quedó consagrado por la liturgia y por la iconografía; más tarde pasó a las biografías de Teresa y al léxico de la teología espiritual.

Fragmento final de la poesía "Mi Amado para mí" 
de Santa Teresa de Ávila


En el capítulo 29 de su Vida, Santa Teresa relata que veía un ángel  que tenía en las manos "un dardo de oro largo",  en cuya punta parecía tener un poco de fuego. El ángel le introducía el dardo "por el corazón algunas veces" y ella sentía que le  "llegaba a las entrañas". 

Me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento

Los días que duraba esto andaba como embobada. No quisiera ver ni hablar, sino abrazarme con mi pena, que para mí era mayor gloria que cuantas hay en todo lo criado.

(...) Esto tenía algunas veces, cuando quiso el Señor me viniesen estos arrobamientos tan grandes, que aun estando entre gentes no los podía resistir, sino que con harta pena mía se comenzaron a publicar.

(...) En comenzando esta pena de que ahora hablo, parece arrebata el Señor el alma y la pone en éxtasis, y así no hay lugar de tener pena ni de padecer, porque viene luego el gozar.

(...) Sea bendito por siempre, que tantas mercedes hace a quien tan mal responde a tan grandes beneficios.

       (Vida) 

En el techo de la capilla Corpus Christi de la ciudad de Buenos Aires hay una pintura que representa la transverberación a que alude esta fiesta.


Oración:

Señor Dios nuestro, que abrasaste de un modo maravilloso el corazón de nuestra madre Santa Teresa con el fuego de tu Espíritu Santo, para fortalecerla en las empresas que por tu nombre había de realizar en la Iglesia; concédenos, por su intercesión, experimentar la fuerza de tu amor y trabajar con generosidad por la venida de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

25 de agosto de 2025

25 de agosto: San José de Calasanz

Queremos reparar hoy una "injusticia": en los casi 10 años de vida de este blog, nunca celebramos la Memoria de San José de Calasanz, presbítero, fundador de de las Escuelas Pías. 


José Calasanz Gastón nació en Peralta de la Sal, en el reino de Aragón, el año 1557. Ordenado presbítero, ejerció el ministerio sacerdotal en España. En Roma (Italia), abrió  en el otoño de 1597 la primera escuela popular cristiana para instruir a los niños pobres en la piedad y en las letras. Los últimos años de su vida fueron de gran sufrimiento personal por las calumnias y mentiras de que fue objeto, que supo vivir desde la confianza en el Señor. Murió, invocando el nombre de Jesús, en la casa de San Pantaleón en Roma el 25 de agosto de 1648.


Compartimos la Segunda Lectura del Oficio de Lecturas de hoy (que es Solemnidad en el Calendario Litúrgico de los escolapios), tomada de los escritos de San José de Calasanz ¹

Procuremos vivir unidos a Cristo y agradarle sólo a él Nadie ignora la gran dignidad y mérito que tiene el ministerio de instruir a los niños, principalmente a los pobres, ayudándolos así a conseguir la vida eterna. En efecto, la solicitud por instruirlos, principalmente en la piedad y en la doctrina cristiana, redunda en bien de sus cuerpos y de sus almas, y, por esto, los que a ello se dedican ejercen una función muy parecida a la de sus ángeles custodios. 

Además, es una gran ayuda para que los adolescentes, de cualquier género o condición, se aparten del mal y se sientan suavemente atraídos e impulsados a la práctica del bien. La experiencia demuestra que, con esta ayuda, los adolescentes llegan a mejorar de tal modo su conducta, que ya no parecen los mismos de antes. Mientras son adolescentes, son como retoños de plantas que su educador puede inclinar en la dirección que le plazca, mientras que si se espera a que endurezcan, ya sabemos la gran dificultad o, a veces, la total imposibilidad que supone el doblegarlos. 

La adecuada educación de los niños, principalmente de los pobres, no sólo contribuye al aumento de su dignidad humana, sino que es algo que merece la aprobación de todos los miembros de la sociedad civil y cristiana: de los padres, que son los primeros en alegrarse de que sus hijos sean conducidos por el buen camino; de los gobernantes, que obtienen así unos súbditos honrados y unos buenos ciudadanos; y, sobre todo, de la Iglesia, ya que son introducidos de un modo más eficaz en su multiforme manera de vivir y de obrar, como seguidores de Cristo y testigos del Evangelio. 

Los que se comprometen a ejercer con la máxima solicitud esta misión educadora han de estar dotados de una gran caridad, de una paciencia sin límites y, sobre todo, de una profunda humildad, para que así sean hallados dignos de que el Señor, si se lo piden con humilde afecto, los haga idóneos cooperadores de la verdad, los fortalezca en el cumplimiento de este nobilísimo oficio y les dé finalmente el premio celestial, según aquellas palabras de la Escritura: Los que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por toda la eternidad. 

Todo esto conseguirán más fácilmente si, fieles a su compromiso perpetuo de servicio procuran vivir unidos a Cristo y agradarle sólo a él, ya que él ha dicho: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.


En un vitral de la Basílica de Luján  está representado San José de Calasanz. Dicho vitral está flanqueado por otros dos (que vemos en la primera foto) con imágenes de los arcángeles San Gabriel y San Rafael. En la última foto se representa un episodio que ha sido recogido por la tradición y la iconografía escolapias: la aparición de la Madre de Dios a San José de Calasanz con los niños durante el ejercicio de la Oración Continua. 

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¹ Memorial al cardenal M. A. Tonti, 1621: Ephemerides Calasanctianae 36, 9-10, Roma 1967, pp. 473-474; L. Picanyol, Epistolario di S. Giuseppe Calasanzio, 9 volúmenes, edición calasancia, Roma 1951-1956, passim


22 de agosto de 2025

Viernes de la Semana XX Durante el Año

El viernes de la vigésima semana del Tiempo Ordinario, en los años impares, se lee en la misa un fragmento del comienzo del libro de Rut (1, 1. 3-6. 14b-16. 22). Transcribimos a continuación la perícopa.

En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país, y un hombre emigró, con su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la campiña de Moab.

Elimelec, el marido de Noemí, murió, y quedaron con ella sus dos hijos, que se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orfá y la otra Rut. Pero, al cabo de diez años de residir allí, murieron también los dos hijos, y la mujer se quedó sin marido y sin hijos.

Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el camino de vuelta desde la campiña de Moab.

Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí.

Noemí le dijo:

—«Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios. Vuélvete tú con ella».

Pero Rut contestó:

—«No insistas en que te deje y me vuelva. Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios».

Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, volvió de la campiña de Moab. Empezaba la siega de la cebada cuando llegaron a Belén.

Palabra de Dios.

 

"Empezaba la siega de la cebada": la imagen de Rut en el sembrado, con el cereal en sus manos, adorna el cielorraso de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced. Más adelante, el libro de Rut la muestra en varias ocasiones relacionada con las gavillas, las espigas, el campo y la cosecha. Tomamos las fotos en febrero de 2023.

 

19 de agosto de 2025

19 de agosto: San Juan Eudes

Hoy celebramos la Memoria de San Juan Eudes, de cuya canonización, que tuvo lugar en el Año Santo de 1925, se ha cumplido un siglo hace pocas semanas.

Por su difusión del culto al Corazón de María, que influyó en San Antonio María Claret, una imagen de Eudes tiene un lugar de privilegio en el retablo mayor de la iglesia de los claretianos en Constitución, junto a otros cinco «santos y santas especialmente devotos de María y que fueron de alguna manera inspiradores del camino espiritual y apostólico» del fundador de los Hijos del Corazón de María. Esa escultura de San Juan Eudes es la que veremos en varias fotos en la entrada de hoy.

De izquierda a derecha:
Santiago Apóstol, San Juan Eudes,  Santa Micaela del Ssmo. Sacramento;
San Bernardo, Santa Catalina de Siena, San Juan María Vianney

Completan nuestra entrada algunos fragmentos de la catequesis de Benedicto XVI en la audiencia general del 19 de agosto de 2009.

«Se celebra hoy la memoria litúrgica de San Juan Eudes, apóstol incansable de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María, quien vivió en Francia en el siglo XVII, siglo marcado por fenómenos religiosos contrapuestos y también por grandes problemas políticos. Es el tiempo de la guerra de los Treinta Años, que devastó no sólo gran parte de Europa central, sino que también devastó las almas. Mientras se difundía el desprecio por la fe cristiana por parte de algunas corrientes de pensamiento que entonces eran dominantes, el Espíritu Santo suscitaba una renovación espiritual llena de fervor, con personalidades de alto nivel como la de Bérulle, San Vicente de Paúl, San Luis María Grignon de Montfort y San Juan Eudes. Esta gran "escuela francesa" de santidad tuvo también entre sus frutos a San Juan María Vianney. Por un misterioso designio de la Providencia, mi venerado predecesor, Pío XI, proclamó santos al mismo tiempo, el 31 de mayo de 1925, a Juan Eudes y al cura de Ars, ofreciendo a la Iglesia y al mundo entero dos extraordinarios ejemplos de santidad sacerdotal.

(...) Quiero detenerme a subrayar el celo apostólico de San Juan Eudes, en particular dirigido a la formación del clero diocesano. Los santos son la verdadera interpretación de la Sagrada Escritura. Los santos han verificado, en la experiencia de la vida, la verdad del Evangelio; de este modo, nos introducen en el conocimiento y en la compresión del Evangelio. El Concilio de Trento, en 1563, había emanado normas para la erección de los seminarios diocesanos y para la formación de los sacerdotes, pues el Concilio era consciente de que toda la crisis de la reforma estaba también condicionada por una insuficiente formación de los sacerdotes, que no estaban preparados de la manera adecuada para el sacerdocio, intelectual y espiritualmente, en el corazón y en el alma. Esto sucedía en 1563; pero dado que la aplicación y la realización de las normas llevaban tiempo, tanto en Alemania como en Francia, San Juan Eudes vio las consecuencias de este problema. Movido por la lúcida conciencia de la gran necesidad de ayuda espiritual que experimentaban las almas precisamente a causa de la incapacidad de gran parte del clero, el santo, que era párroco, instituyó una congregación dedicada de manera específica a la formación de los sacerdotes. En la ciudad universitaria de Caen, fundó el primer seminario, experiencia sumamente apreciada, que muy pronto se amplió a otras diócesis. El camino de santidad, que él recorrió y propuso a sus discípulos, tenía como fundamento una sólida confianza en el amor que Dios reveló a la humanidad en el Corazón sacerdotal de Cristo y en el Corazón maternal de María. En aquel tiempo de crueldad, de pérdida de interioridad, se dirigió al corazón para dejar en el corazón una palabra de los salmos muy bien interpretada por San Agustín. Quería recordar a las personas, a los hombres, y sobre todo a los futuros sacerdotes, el corazón, mostrando el Corazón sacerdotal de Cristo y el Corazón maternal de María. El sacerdote debe ser testigo y apóstol de este amor del Corazón de Cristo y de María.


También hoy se experimenta la necesidad de que los sacerdotes testimonien la infinita misericordia de Dios con una vida totalmente "conquistada" por Cristo, y aprendan esto desde los años de su formación en los seminarios. El Papa Juan Pablo II, después del Sínodo de 1990, emanó la exhortación apostólica Pastores dabo vobis, en la que retoma y actualiza las normas del Concilio de Trento y subraya sobre todo la necesaria continuidad entre el momento inicial y el permanente de la formación; para él, para nosotros, es un verdadero punto de partida para una auténtica reforma de la vida y del apostolado de los sacerdotes, y es también el punto central para que la "nueva evangelización" no sea simplemente un eslogan atractivo, sino que se traduzca en realidad. Los cimientos de la formación del seminario constituyen ese insustituible "humus spirituale" en el que es posible "aprender a Cristo", dejándose configurar progresivamente por Él, único Sumo Sacerdote y Buen Pastor. El tiempo del seminario debe ser visto, por tanto, como la actualización del momento en el que el Señor Jesús, después de haber llamado a los apóstoles y antes de enviarles a predicar, les pide que se queden con Él (Cf. Marcos 3,14). Cuando San Marcos narra la vocación de los doce apóstoles, nos dice que Jesús tenía un doble objetivo: el primero era que estuvieran con Él, el segundo que fueran enviados a predicar. Pero al ir siempre con Él, realmente anuncian a Cristo y llevan la realidad el Evangelio al mundo.

(...)

Concluyo dirigiendo a todos la exhortación de San Juan Eudes, que dice así a los sacerdotes: "Entregaros a Jesús para entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que contiene el Corazón de su santa Madre y de todos los santos, y para perderos en este abismo de amor, de caridad, de misericordia, de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad" (Coeur admirable, III, 2)».


Unas fotos son de 2017 y otras de 2024.

18 de agosto de 2025

18 de agosto: Santa Elena

Hoy se celebra la Memoria de Santa Elena.

Al parecer, Santa Elena nació en Drepano de Bitinia; probablemente era hija de un posadero. El general romano Constancio Cloro la conoció hacia el año 270 y se casó con ella, a pesar de su humilde origen. Pero cuando Constancio Cloro fue hecho césar, se divorció de Elena y se casó con Teodora, hijastra del emperador Maximiano. Por ese entonces ya habían tenido un hijo: Constantino el Grande.

Constantino llegó a amar y venerar profundamente a su madre, a la que confirió el título de «Nobilissima Femina». 

A la muerte de Constancio Cloro, ocurrida el año 306, sus tropas proclamaron césar a su hijo Constantino; dieciocho meses más tarde, Constantino fue oficialmente proclamado emperador. El joven entró a Roma el 28 de octubre de 312, después de la batalla del Puente Milvio. 

A principios del 313 Constantino publicó el Edicto de Milán, por el que permitía el cristianismo en todo el Imperio. 

Su madre Santa Elena, ya sexagenaria, se habría convertido por entonces  al cristianismo; Constantino siguió siendo catecúmeno hasta la hora de su muerte. 

Hacia 324, Elena fue a Palestina a visitar los lugares que el Señor había santificado con su presencia, movida por el deseo de descubrir la cruz en que había muerto el Redentor. Constantino mandó arrasar la explanada y el templo de Venus que el emperador Adriano había mandado construir sobre el Gólgota y el Santo Sepulcro, respectivamente, y escribió al obispo de Jerusalén para que erigiese una iglesia «digna del sitio más extraordinario del mundo». En su carta, Constantino mandaba expresamente que se hiciesen excavaciones en el Calvario para descubrir la cruz del Señor. Santa Elena, ya casi octogenaria, se encargó de supervisar la construcción del templo pedido por su hijo.   

Hay algunos documentos que relacionan el nombre de santa Elena con el descubrimiento de la Santa Cruz: por ejemplo, un sermón de San Ambrosio en 395, en el que dice que, cuando la santa descubrió la cruz, «no adoró al madero sino al rey que había muerto en él, llena de un ardiente deseo de tocar la garantía de nuestra inmortalidad». Varios otros escritores de la misma época afirman que Santa Elena desempeñó un papel importante en el descubrimiento de la cruz, aunque hay otros que lo ponen en duda.

Como fuere, se sabe que Santa Elena pasó sus últimos años en Palestina. Fue una cristiana fervorosa y piadosa; iba constantemente a la iglesia, vestida con gran modestia;  era bondadosa y caritativa con todos; prodigaba favores a las ciudades y a sus habitantes, sobre todo a los soldados, a los pobres y a los que estaban condenados a trabajar en las minas; libró de la opresión a muchos miserables y devolvió a su patria a varios desterrados. Aunque era la emperatriz,  se consideraba a sí misma como sierva de los siervos de Dios. 

Además, adornó con ricas decoraciones los templos, incluso los de los pueblos de menor importancia. Hizo construir una basílica en el Monte de los Olivos y otra en Belén. 


Se supone que murió en 329, probablemente en el Oriente, pero su cuerpo fue trasladado a Roma. 

La imagen que vemos en las fotos adopta la representación iconográfica tradicional de Santa Elena: sosteniendo piadosamente la cruz de Cristo, que gracias a ella fue hallada en Jerusalén.


Tomamos las fotos de esta entrada en dos ocasiones distintas en el templo parroquial de Santa Elena, en Buenos Aires.

16 de agosto de 2025

16 de agosto: San Roque

Aunque es uno de los santos más populares y prácticamente no hay templo que no tenga una imagen suya, sólo una vez en la vida de este blog nos ocupamos de San Roque.  Remediaremos esa injusticia mediante una imagen y una oración que fotografiamos en la iglesia de Santa María, sobre avenida La Plata.



Dado que poco se sabe sobre la vida de San Roque, el Martirologio es muy escueto en su elogio, mencionando el principal aspecto de su vida: «En Lombardía, San Roque, que, nacido en Montpellier, en el Languedoc, adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste».  Murió hacia 1379. Se lo venera como "peregrino" (por eso los símbolos que lleva: bordón, calabaza y vieira) y también, aunque no hay pruebas de ello, como terciario franciscano.  La aparición de un  perro junto a San Roque en la mayoría de sus representaciones responde al hecho milagroso de que, habiéndose contagiado él mismo la peste, quiso alejarse para no perjudicar a otros, pero un perro le acercaba cada día un pan, para que no muriese de hambre.

15 de agosto de 2025

15 de agosto: Nuestra Señora de Elige

Visitamos hoy la iglesia maronita de Villa Lynch, consagrada al Monte Calvario y Nuestra Señora del Líbano. 

Allí se venera una imagen de Nuestra Señora de Elige, reproducción de un bello icono del siglo X  u XI,  también conocido como Nuestra Señora de los Maronitas, que representa a la Virgen-Madre sosteniendo en su regazo al Niño de sus entrañas.

El icono original fue descubierto en la Iglesia Patriarcal de Elige, en el Líbano (Notre Dame d'Ilige).

Un sitio oficial de la iglesia maronita nos proporciona esta información:

«La antigüedad y la autenticidad de este icono parecen estar respaldadas y verificadas por los siguientes elementos:

Los colores de las vestiduras de María (azul intenso) y de Cristo (púrpura intenso) son fieles a la tradición siríaca que data del siglo VI.

El azul (tono celeste) significa divinidad, y el púrpura (regio), realeza.

Los halos de ambas figuras son una simple banda ancha (dorada) típica de la iconografía siríaca y libre de influencias bizantinas, a saber, una cruz en el halo de Cristo y las letras de la «Madre de Dios» en el de la Señora.

La profesión de fe se hace mediante la forma simbólica de bendición de la mano derecha de Jesús, es decir, tres dedos unidos (para significar las tres Personas en un solo Dios), y el índice y el otro dedo (significan que Cristo es Dios y hombre). 

(...) 

Además, la mano derecha de la Señora declara la misma fórmula de fe calcedoniana: las dos naturalezas de Cristo: divina y humana.

Como es típico en los iconos siríacos, el cabello de la Virgen Madre está completamente oculto (...). Los dos símbolos en forma de estrella en la cabeza y el hombro de María representan su virginidad duradera antes y después del nacimiento de Cristo».




 De la misma fuente maronita procede esta hermosa plegaria:


Madre de Dios, eres la montaña sagrada

de la que fue tallada la Roca, sin manos humanas


Generaciones del cielo y de la tierra se unen para decir

   Bendita seas, arca de los Misterios

   Bendita seas, altar del primer fruto

   Bendito seas, valle fértil

   Bendita seas, brillante amanecer.

   Bendita seas, alegría de la maternidad. 


Te pedimos, oh Cristo,

por las oraciones de tu santa Madre:

renueva la faz de la tierra 

que creaste por amor a nosotros.

Donde  hay muerte y decadencia, devuelve la vida;

         donde hay hambre y sufrimiento, trae alivio; 

        donde la tierra está reseca e inflexible, haz que llueva.

Bendice los campos con grano,

los árboles frutales con con flores

y a los arbustos con un nuevo crecimiento.

Restaura la obra de tus manos, para que la tierra

y todo lo que hay en ella te adoren ahora y siempre. 

 

(Tomado del Sedro del Fenqitho Maronita 
de la fiesta de «Nuestra Señora de la Siembra») 

11 de agosto de 2025

11 de agosto: Santa Filomena

Mi tía, de nombre Filomena, junto a un cartel indicador
de una localidad llamada Santa Filomena.
Fecha de la foto: desconocida (pero no posterior a 1993)

Como explicamos el 11 de agosto de 2020, Santa Filomena no aparece en el actual Martirologio, aunque aparecía hasta los años 60. Alrededor de su existencia, de su biografía y de su culto ha habido y hay polémicas. Pero la devoción que le tenía, entre otros, el Cura de Ars, y el arraigo de su devoción en muchos lugares la hacen, aun hoy, una santa muy popular. 

Santa Filomena y San Fermín

La Basílica Nacional de Nuestra Señora de Luján tiene entre sus vitrales uno dedicado a Santa Filomena, que fotografiamos en tres ocasiones distintas. La santa es presentada con algunos de sus atributos iconográficos clásicos: la palma del martirio y un ancla.


Hay muchos sitios en Internet dedicados a Santa Filomena, en castellano y otros idiomas. De uno de ellos, en lengua inglesa, tomamos la oración que cierra esta entrada.


Salve, oh inocente Filomena, que por amor a Jesús conservaste en todo su esplendor el lirio de tu virginidad. Salve, oh ilustre Filomena, que  con tanto valor derramaste tu sangre  por Jesucristo.

Bendigo al Señor por todas las gracias que te concedió durante tu vida, y muy especialmente en la hora de tu muerte. Lo alabo y lo glorifico por el honor y el poder con que te ha coronado, y te suplico me consigas de Dios las gracias que pido por tu intercesión.

¡Santa Filomena, hija amada de Jesús y María, ruega por nosotros que recurrimos a ti! Amén.

8 de agosto de 2025

8 de agosto: Santo Domingo de Guzmán

Del luminoso magisterio del papa Benedicto XVI tomamos la enseñanza sobre nuestro santo de hoy. Corresponde a la audiencia general del 3 de febrero de 2010.


«Hoy quiero hablaros de (...) Santo Domingo, el fundador de la Orden de Predicadores, conocidos también como Frailes Dominicos.

Su sucesor al frente de la Orden, el Beato Jordán de Sajonia, ofrece un retrato completo de santo Domingo en el texto de una famosa oración: "Inflamado del celo de Dios y de ardor sobrenatural, por tu caridad sin límites y el fervor del espíritu vehemente te consagraste totalmente, con el voto de pobreza perpetua, a la observancia apostólica y a la predicación evangélica". Se subraya precisamente este rasgo fundamental del testimonio de Domingo: hablaba siempre con Dios y de Dios. En la vida de los santos van siempre juntos el amor al Señor y al prójimo, la búsqueda de la gloria de Dios y de la salvación de las almas.

Domingo nació en España, en Caleruega, en torno al año 1170. Pertenecía a una noble familia de Castilla la Vieja y, con el apoyo de un tío sacerdote, se formó en una célebre escuela de Palencia. Se distinguió en seguida por el interés en el estudio de la Sagrada Escritura y por el amor a los pobres, hasta el punto de vender los libros, que en su tiempo constituían un bien de gran valor, para socorrer, con lo obtenido, a las víctimas de una carestía.

Ordenado sacerdote, fue elegido canónigo del cabildo de la catedral en su diócesis de origen, Osma. Aunque este nombramiento podía representar para él cierto motivo de prestigio en la Iglesia y en la sociedad, no lo interpretó como un privilegio personal, ni como el inicio de una brillante carrera eclesiástica, sino como un servicio que debía prestar con entrega y humildad. ¿Acaso no existe la tentación de hacer carrera y tener poder, una tentación de la que no están inmunes ni siquiera aquellos que tienen un papel de animación y de gobierno en la Iglesia? Lo recordé hace algunos meses, durante la consagración de cincos obispos: "No buscamos poder, prestigio, estima para nosotros mismos. (...) Sabemos cómo las cosas en la sociedad civil, y no raramente también en la Iglesia, sufren por el hecho de que muchos de aquellos a quienes les ha sido conferida una responsabilidad trabajan para sí mismos y no para la comunidad" ¹.

El obispo de Osma, que se llamaba Diego, un pastor auténtico y celoso, notó muy pronto las cualidades espirituales de Domingo, y quiso contar con su colaboración. Juntos se dirigieron al norte de Europa, para realizar misiones diplomáticas que les había encomendado el rey de Castilla. Durante el viaje, Domingo se dio cuenta de dos enormes desafíos que debía afrontar la Iglesia de su tiempo: la existencia de pueblos aún sin evangelizar, en los confines septentrionales del continente europeo, y la laceración religiosa que debilitaba la vida cristiana en el sur de Francia, donde la acción de algunos grupos herejes creaba desorden y alejamiento de la verdad de la fe. Así, la acción misionera hacia quienes no conocen la luz del Evangelio, y la obra de nueva evangelización de las comunidades cristianas se convirtieron en las metas apostólicas que Domingo se propuso conseguir. Fue el Papa, al que el obispo Diego y Domingo se dirigieron para pedir consejo, quien pidió a este último que se dedicara a la predicación a los albigenses, un grupo hereje que sostenía una concepción dualista de la realidad, es decir, con dos principios creadores igualmente poderosos, el Bien y el Mal. Este grupo, en consecuencia, despreciaba la materia como procedente del principio del mal, rechazando también el matrimonio, hasta negar la encarnación de Cristo, los sacramentos en los que el Señor nos "toca" a través de la materia, y la resurrección de los cuerpos. Los albigenses estimaban la vida pobre y austera —en este sentido eran incluso ejemplares— y criticaban la riqueza del clero de aquel tiempo. Domingo aceptó con entusiasmo esta misión, que llevó a cabo precisamente con el ejemplo de su vida pobre y austera, con la predicación del Evangelio y con debates públicos. A esta misión de predicar la Buena Nueva dedicó el resto de su vida. Sus hijos realizarían también los demás sueños de santo Domingo:  la misión ad gentes, es decir, a aquellos que aún no conocían a Jesús, y la misión a quienes vivían en las ciudades, sobre todo las universitarias, donde las nuevas tendencias intelectuales eran un desafío para la fe de los cultos.

Este gran santo nos recuerda que en el corazón de la Iglesia debe arder siempre un fuego misionero, que impulsa incesantemente a llevar el primer anuncio del Evangelio y, donde sea necesario, a una nueva evangelización:  de hecho, Cristo es el bien más precioso que los hombres y las mujeres de todo tiempo y de todo lugar tienen derecho a conocer y amar. Y es consolador ver cómo también en la Iglesia de hoy son tantos —pastores y fieles laicos, miembros de antiguas Órdenes religiosas y de nuevos movimientos eclesiales— los que con alegría entregan su vida por este ideal supremo:  anunciar y dar testimonio del Evangelio.

A Domingo de Guzmán se asociaron después otros hombres, atraídos por la misma aspiración. De esta forma, progresivamente, desde la primera fundación en Tolosa, tuvo su origen la Orden de Predicadores. En efecto, Domingo, en plena obediencia a las directrices de los Papas de su tiempo, Inocencio III y Honorio III, adoptó la antigua Regla de san Agustín, adaptándola a las exigencias de la vida apostólica, que lo llevaban a él y a sus compañeros a predicar trasladándose de un lugar a otro, pero volviendo después a sus propios conventos, lugares de estudio, oración y vida comunitaria. De modo especial, Domingo quiso dar relevancia a dos valores que consideraba indispensables para el éxito de la misión evangelizadora:  la vida comunitaria en la pobreza y el estudio.

Ante todo, Domingo y los Frailes Predicadores se presentaban como mendicantes, es decir, sin grandes propiedades de terrenos que administrar. Este elemento los hacía más disponibles al estudio y a la predicación itinerante y constituía un testimonio concreto para la gente. El gobierno interno de los conventos y de las provincias dominicas se estructuró sobre el sistema de capítulos, que elegían a sus propios superiores, confirmados después por los superiores mayores; una organización, por tanto, que estimulaba la vida fraterna y la responsabilidad de todos los miembros de la comunidad, exigiendo fuertes convicciones personales. La elección de este sistema nació precisamente del hecho de que los dominicos, como predicadores de la verdad de Dios, debían ser coherentes con lo que anunciaban. La verdad estudiada y compartida en la caridad con los hermanos es el fundamento más profundo de la alegría. El beato Jordán de Sajonia dice de santo Domingo:  "Acogía a cada hombre en el gran seno de la caridad y, como amaba a todos, todos lo amaban. Se había hecho una ley personal de alegrarse con las personas felices y de llorar con aquellos que lloraban" ².


En segundo lugar, Domingo, con un gesto valiente, quiso que sus seguidores adquirieran una sólida formación teológica, y no dudó en enviarlos a las universidades de la época, aunque no pocos eclesiásticos miraban con desconfianza a esas instituciones culturales. Las Constituciones de la Orden de Predicadores dan mucha importancia al estudio como preparación al apostolado. Domingo quiso que sus frailes se dedicasen a él sin reservas, con diligencia y piedad; un estudio fundado en el alma de cada saber teológico, es decir, en la Sagrada Escritura, y respetuoso de las preguntas planteadas por la razón. El desarrollo de la cultura exige que quienes desempeñan el ministerio de la Palabra, en los distintos niveles, estén bien preparados. Exhorto, por tanto, a todos, pastores y laicos, a cultivar esta "dimensión cultural" de la fe, para que la belleza de la verdad cristiana pueda ser comprendida mejor y la fe pueda ser verdaderamente alimentada, fortalecida y también defendida. En este Año sacerdotal, invito a los seminaristas y a los sacerdotes a estimar el valor espiritual del estudio. La calidad del ministerio sacerdotal depende también de la generosidad con que se aplica al estudio de las verdades reveladas.

Domingo, que quiso fundar una Orden religiosa de predicadores-teólogos, nos recuerda que la teología tiene una dimensión espiritual y pastoral, que enriquece el alma y la vida. Los sacerdotes, los consagrados y también todos los fieles pueden encontrar una profunda "alegría interior" al contemplar la belleza de la verdad que viene de Dios, verdad siempre actual y siempre viva. El lema de los Frailes Predicadores —contemplata aliis tradere— nos ayuda a descubrir, además, un anhelo pastoral en el estudio contemplativo de esa verdad, por la exigencia de comunicar a los demás el fruto de la propia contemplación.

Cuando Domingo murió, en 1221, en Bolonia, la ciudad que lo declaró su patrono, su obra ya había tenido gran éxito. La Orden de Predicadores, con el apoyo de la Santa Sede, se había difundido en muchos países de Europa en beneficio de toda la Iglesia. Domingo fue canonizado en 1234, y él mismo, con su santidad, nos indica dos medios indispensables para que la acción apostólica sea eficaz. Ante todo, la devoción mariana, que cultivó con ternura y que dejó como herencia preciosa a sus hijos espirituales, los cuales en la historia de la Iglesia han tenido el gran mérito de difundir la oración del santo rosario, tan arraigada en el pueblo cristiano y tan rica en valores evangélicos, una verdadera escuela de fe y de piedad. En segundo lugar, Domingo, que se hizo cargo de algunos monasterios femeninos en Francia y en Roma, creyó hasta el fondo en el valor de la oración de intercesión por el éxito del trabajo apostólico. Sólo en el cielo comprenderemos hasta qué punto la oración de las monjas de clausura acompaña eficazmente la acción apostólica. A cada una de ellas dirijo mi pensamiento agradecido y afectuoso».

La imagen de Santo Domingo que vemos en esta entrada se exhibe en el Museo de Arte Sacro de Asunción. Tomamos las fotos en enero de 2024.



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¹ Homilía en la misa de ordenación episcopal de cinco prelados, 12 de septiembre de 2009: L'Osservatore Romano,edición en lengua española, 18 de septiembre de 2009, p. 7

² Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum autore Iordano de Saxonia, ed. H.C. Scheeben, [Monumenta Historica Sancti Patris Nostri Dominici, Romae, 1935]

6 de agosto de 2025

6 de agosto: Santa Cristina de Tiro

Hoy (24 de julio en el calendario juliano) se recuerda a Santa Cristina. De un sitio ortodoxo tomamos la biografía de esta santa.

Cristina fue «hija de un gobernante de la ciudad de Tiro, en Líbano. Sus padres eran paganos, pero, por la providencia de Dios, la llamaron con un nombre que predecía su futuro: el de ser cristiana. No había en la ciudad, entre las doncellas, persona más bella que ella. Su padre, deseando de que conserve su virginidad, construyó una vivienda especial para ella, colocando allí unos ídolos y ordenándole que ella los venere. Viviendo en la soledad, Cristina admiraba el cielo estrellado, e igual que Santa Bárbara, llegó a la conclusión de que tiene que existir un solo Creador. Dios hizo que ella conociera a unos cristianos, los cuales le explicaron sobre la fe cristiana, y ella creyó en Jesucristo. Después de esto, Cristina, con gran indignación, destruyó a los ídolos en su casa y por esta razón, por orden de su padre, fue sometida a diferentes torturas. Ella fue golpeada sin compasión, su cuerpo era cortado con cuchillos filosos, la quemaban con fuego, la tiraron en un hoyo con serpientes venenosas, etc. Finalmente los verdugos la traspasaron con lanzas y espadas. Esta fue la forma como la santa mártir Cristina sufrió por Cristo en el año 300. Su conmemoración, especialmente se festeja en el Oriente».

La imagen de Santa Cristina forma parte de un gran mural en la iglesia ortodoxa San Jorge del Patriarcado de Antioquía en el barrio de Palermo.

3 de agosto de 2025

Domingo XVIII Durante el Año

En la Iglesia Presbiteriana San Andrés, ubicada en el centro porteño, hay un atril en la forma tradicional de águila, como vemos en la foto.



Cuando visitamos ese templo, el 3 de agosto de 2023, el libro de la Palabra de Dios se encontraba abierto en el comienzo del libro del Eclesiastés. Precisamente un fragmento del primer capítulo de ese libro (1, 2; 2, 21-23) se lee hoy en la liturgia católica:

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet;

vanidad de vanidades, todo es vanidad!

Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto,

y tiene que dejarle su porción

a uno que no ha trabajado.

También esto es vanidad y grave desgracia.

Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos

y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?

De día su tarea es sufrir y penar,

de noche no descansa su mente.

También esto es vanidad.