Visitamos hoy la iglesia maronita de Villa Lynch, consagrada al Monte Calvario y Nuestra Señora del Líbano.
Allí se venera una imagen de Nuestra Señora de Elige, reproducción de un bello icono del siglo X u XI, también conocido como Nuestra Señora de los Maronitas, que representa a la Virgen-Madre sosteniendo en su regazo al Niño de sus entrañas.
El icono original fue descubierto en la Iglesia Patriarcal de Elige, en el Líbano (Notre Dame d'Ilige).
Un sitio oficial de la iglesia maronita nos proporciona esta información:
«La antigüedad y la autenticidad de este icono parecen estar respaldadas y verificadas por los siguientes elementos:
Los colores de las vestiduras de María (azul intenso) y de Cristo (púrpura intenso) son fieles a la tradición siríaca que data del siglo VI.
El azul (tono celeste) significa divinidad, y el púrpura (regio), realeza.
Los halos de ambas figuras son una simple banda ancha (dorada) típica de la iconografía siríaca y libre de influencias bizantinas, a saber, una cruz en el halo de Cristo y las letras de la «Madre de Dios» en el de la Señora.
La profesión de fe se hace mediante la forma simbólica de bendición de la mano derecha de Jesús, es decir, tres dedos unidos (para significar las tres Personas en un solo Dios), y el índice y el otro dedo (significan que Cristo es Dios y hombre).
(...)
Además, la mano derecha de la Señora declara la misma fórmula de fe calcedoniana: las dos naturalezas de Cristo: divina y humana.
Como es típico en los iconos siríacos, el cabello de la Virgen Madre está completamente oculto (...). Los dos símbolos en forma de estrella en la cabeza y el hombro de María representan su virginidad duradera antes y después del nacimiento de Cristo».
De la misma fuente maronita procede esta hermosa plegaria:
Madre de Dios, eres la montaña sagrada
de la que fue tallada la Roca, sin manos humanas
Generaciones del cielo y de la tierra se unen para decir
Bendita seas, arca de los Misterios
Bendita seas, altar del primer fruto
Bendito seas, valle fértil
Bendita seas, brillante amanecer.
Bendita seas, alegría de la maternidad.
Te pedimos, oh Cristo,
por las oraciones de tu santa Madre:
renueva la faz de la tierra
que creaste por amor a nosotros.
Donde hay muerte y decadencia, devuelve la vida;
donde hay hambre y sufrimiento, trae alivio;
donde la tierra está reseca e inflexible, haz que llueva.
Bendice los campos con grano,
los árboles frutales con con flores
y a los arbustos con un nuevo crecimiento.
Restaura la obra de tus manos, para que la tierra
y todo lo que hay en ella te adoren ahora y siempre.
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