25 de agosto de 2025

25 de agosto: San José de Calasanz

Queremos reparar hoy una "injusticia": en los casi 10 años de vida de este blog, nunca celebramos la Memoria de San José de Calasanz, presbítero, fundador de de las Escuelas Pías. 


José Calasanz Gastón nació en Peralta de la Sal, en el reino de Aragón, el año 1557. Ordenado presbítero, ejerció el ministerio sacerdotal en España. En Roma (Italia), abrió  en el otoño de 1597 la primera escuela popular cristiana para instruir a los niños pobres en la piedad y en las letras. Los últimos años de su vida fueron de gran sufrimiento personal por las calumnias y mentiras de que fue objeto, que supo vivir desde la confianza en el Señor. Murió, invocando el nombre de Jesús, en la casa de San Pantaleón en Roma el 25 de agosto de 1648.


Compartimos la Segunda Lectura del Oficio de Lecturas de hoy (que es Solemnidad en el Calendario Litúrgico de los escolapios), tomada de los escritos de San José de Calasanz ¹

Procuremos vivir unidos a Cristo y agradarle sólo a él Nadie ignora la gran dignidad y mérito que tiene el ministerio de instruir a los niños, principalmente a los pobres, ayudándolos así a conseguir la vida eterna. En efecto, la solicitud por instruirlos, principalmente en la piedad y en la doctrina cristiana, redunda en bien de sus cuerpos y de sus almas, y, por esto, los que a ello se dedican ejercen una función muy parecida a la de sus ángeles custodios. 

Además, es una gran ayuda para que los adolescentes, de cualquier género o condición, se aparten del mal y se sientan suavemente atraídos e impulsados a la práctica del bien. La experiencia demuestra que, con esta ayuda, los adolescentes llegan a mejorar de tal modo su conducta, que ya no parecen los mismos de antes. Mientras son adolescentes, son como retoños de plantas que su educador puede inclinar en la dirección que le plazca, mientras que si se espera a que endurezcan, ya sabemos la gran dificultad o, a veces, la total imposibilidad que supone el doblegarlos. 

La adecuada educación de los niños, principalmente de los pobres, no sólo contribuye al aumento de su dignidad humana, sino que es algo que merece la aprobación de todos los miembros de la sociedad civil y cristiana: de los padres, que son los primeros en alegrarse de que sus hijos sean conducidos por el buen camino; de los gobernantes, que obtienen así unos súbditos honrados y unos buenos ciudadanos; y, sobre todo, de la Iglesia, ya que son introducidos de un modo más eficaz en su multiforme manera de vivir y de obrar, como seguidores de Cristo y testigos del Evangelio. 

Los que se comprometen a ejercer con la máxima solicitud esta misión educadora han de estar dotados de una gran caridad, de una paciencia sin límites y, sobre todo, de una profunda humildad, para que así sean hallados dignos de que el Señor, si se lo piden con humilde afecto, los haga idóneos cooperadores de la verdad, los fortalezca en el cumplimiento de este nobilísimo oficio y les dé finalmente el premio celestial, según aquellas palabras de la Escritura: Los que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por toda la eternidad. 

Todo esto conseguirán más fácilmente si, fieles a su compromiso perpetuo de servicio procuran vivir unidos a Cristo y agradarle sólo a él, ya que él ha dicho: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.


En un vitral de la Basílica de Luján  está representado San José de Calasanz. Dicho vitral está flanqueado por otros dos (que vemos en la primera foto) con imágenes de los arcángeles San Gabriel y San Rafael. En la última foto se representa un episodio que ha sido recogido por la tradición y la iconografía escolapias: la aparición de la Madre de Dios a San José de Calasanz con los niños durante el ejercicio de la Oración Continua. 

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¹ Memorial al cardenal M. A. Tonti, 1621: Ephemerides Calasanctianae 36, 9-10, Roma 1967, pp. 473-474; L. Picanyol, Epistolario di S. Giuseppe Calasanzio, 9 volúmenes, edición calasancia, Roma 1951-1956, passim


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