Prácticamente no hay iglesia en que no se venere alguna imagen de San Roque, que es uno de los santos más populares entre nosotros.
Para unirnos a la memoria de San Roque fuimos expresamente hasta el templo porteño que le está consagrado, ubicado en Plaza y Charlone.
El Martirologio trae el dato fundamental de su vida: "adquirió fama de santidad con su piadosa peregrinación por toda Italia curando a los afectados por la peste". Cuando él mismo se contagió de aquella peste, como no quería ser una carga para nadie ni contagiar a otros, se retiró hasta las afueras de la ciudad para morir solo. Pero un perro lo alimentó milagrosamente, llevándole cada día un pan.
Estos breves datos biográficos -prácticamente los únicos que nos han llegado- justifican la tradicional representación iconográfica de San Roque, que siempre aparece representado como peregrino, mostrando las llagas de su enfermedad en la rodilla, y/o acompañado por un perro con un pan en sus fauces.
Oración Colecta:
Padre misericordioso,
protege a tu pueblo con incansable bondad,
y, por intercesión de San Roque,
líbranos de toda enfermedad del alma y del cuerpo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Próxima entrada: 25 de agosto, San Luis, Rey de Francia
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